D'A FILM FESTIVAL DE BARCELONA 2021 (1)

 


Si el año pasado el D'A Film Festival de Barcelona tuvo una versión íntegramente online, en este año 2021 ha pasado a tener una versión mixta, en la que, junto a las películas que se han podido ver a través de la plataforma Filmin, se ha proyectado una amplia selección de películas que se han podido disfrutar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), Filmoteca de Catalunya y en las salas Renoir y Zumzeig. Al igual que el año pasado, hemos podido conocer propuestas de cine independiente y de autor provenientes de España, Europa, Iberoamérica, Asia y Estados Unidos, mostrando la variedad, diversidad y, podríamos decir, multiterritorialidad que caracteriza al cine actual. A lo largo de dos artículos, vamos a recoger los títulos más interesantes que se han podido ver en el certamen a través de Filmin.



El D'A Film Festival 2021 se ha compuesto de las siguientes secciones:

Talents.- En ella, pueden participar directores que no hayan realizado más de dos películas (incluida la seleccionada en el festival) y sería, propiamente, la sección competitiva del certamen al concederse en ella el Premio Talents y el Premio de la Crítica.

Direccions.- Dedicada a autores de prestigio.

Transicions.- Películas recientes que han atraído la atención de los festivales, de la crítica y del mundo cinéfilo

Especials.- Centrada en proyecciones especiales de títulos de gran interés y relevancia.

Película sorpresa.- Que, en esta ocasión, fue Goodbye, Dragon Inn del director taiwanés Tsai Ming-liang. (El año pasado fue Sátántangó de Béla Tarr).

Un impulso colectivo.- En la que se pueden ver documentales y títulos de ficción españoles caracterizados por un enfoque audaz, independiente y arriesgado. En ella, se entrega el Premio Un Impulso Colectivo al mejor film de la sección.

Un impulso colectivo - Curts.- Dedicada a los cortometrajes. Aquí, se entrega el Premio del Público al Mejor Corto.

Focus.- Sección retrospectiva que en 2021 ha estado centrada en la directora polaca Małgorzata Szumowska.

Finalmente, hay que indicar que se concede un Premio del Público en el que participan todas las secciones del festival, a excepción de las películas de inauguración y clausura, sesiones especiales y retrospectiva.

El palmarés final del festival ha estado compuesto por los siguientes títulos:

Premio Talents: Poppy Field de Eugen Jebeleanu.

Premio de la Crítica: Spring Blossom de Suzanne Lindon.

Premio Un Impulso Colectivo: Karen de María Pérez Sanz.

Premio del Público al Mejor Corto: Larrua jo de Erik Rodríguez Fernández.

Premio del Público: First Cow de Kelly Reichardt.

A continuación, comentaremos las películas premiadas de la sección Talents, la que ha sido "película sorpresa" del festival y la que consideramos mejor película del certamen. A continuación, empezaremos a reseñar los títulos más interesantes de cada una de las secciones.


Poppy Field de Eugen Jebeleanu


CALIFICACIÓN: 

Esta película, que ya pudimos ver en el pasado Festival de Cine de Gijón, inscrita en la ya profusa etiqueta de "Nuevo Cine Rumano", narra las vivencias de un policía homosexual que tiene que ocultar su condición a sus compañeros de trabajo. La película se compone de lo que podemos denominar dos actos claramente diferenciados. En el primero, vemos cómo el protagonista recibe a su pareja, un francés que es musulmán y que contempla con cierta sorpresa y desagrado cómo su novio no quiere mostrarse con él en público. En el segundo, la acción se traslada a un cine en el que un grupo de creyentes ha interrumpido la proyección de una película por considerarla pornográfica y a donde acude una compañía de las fuerzas del orden de la que forma parte el protagonista para evitar que haya altercados entre los espectadores y quienes han detenido el pase del film. Todo se complicará cuando resulte que uno de los espectadores llegó a tener relaciones con el personaje principal de Poppy Field y quiera decirlo abiertamente. Dentro de su minimalismo realista, la película de Eugen Jebeleanu va más allá de su apariencia temática para reflejar qué sucede y cómo se vive cuando hay una escisión insalvable entre la identidad privada y la imagen pública.


Spring Blossom de Suzanne Lindon

CALIFICACIÓN: 

Opera prima de la directora Suzanne Lindon (quien también protagoniza el film), Spring Blossom (Seize printemps, "dieciséis primaveras, según su título original en francés) es una delicada y deliciosa miniatura que muestra cómo una chica adolescente se encuentra con su primer amor, un apuesto actor que participa en una obra que se representa en un teatro situado en el camino de la protagonista hasta su instituto. Fresca y divertida, la película renueva de forma eficaz un tema que ya ha sido tratado múltiples veces en numerosísimas películas, adaptándolo a la visión y a las mentalidades actuales y mostrando con sutileza lo que ha cambiado (la jerarquía entre roles y las relaciones familiares, por ejemplo) y lo que permanece igual (la alegría que nos invade cuando nos enamoramos, la fragilidad de los sentimientos y las emociones ante unas circunstancias cambiantes y volubles). Spring Blossom acaba dejando un buen recuerdo para el espectador, que terminará de ver el film con un sabor de boca parecido a una merienda con un batido de fresa y un donut de chocolate en una tarde nublada y con amenaza de tormenta.


PELÍCULA SORPRESA

Goodbye, Dragon Inn de Tsai Ming-liang


CALIFICACIÓN: 

Uno de los grandes acontecimientos del certamen fue la proyección como "película sorpresa" de la película Goodbye, Dragon Inn del director taiwanés de origen chino-malayo Tsai Ming-Liang. Siendo El sabor de la sandía (2005) su película más popular en nuestro país hasta la fecha, el visionado de Goodbye, Dragon Inn a través del D'A Film Festival y de la plataforma Filmin servirá para que esta se convierta, a partir de ahora, en la película de referencia del director en España. Goodbye, Dragon Inn gira en torno a la última ocasión en que abre sus puertas el cine que da título al film. La película retrata con gran belleza y concisión formal los caracteres de los espectadores que asisten a los últimos momentos de vida de la sala y a las relaciones que se establecen entre ellos y traza una red de conexiones entre el público, la última película que se proyecta en la pantalla (no por coincidencia, se trata de Dragon Inn –1967– de Hu King) y los carteles de las películas de estreno (por ejemplo, The Eye –2002– de los hermanos Pang o Infiltrado (Impostor) –2001– de Gary Fleder) que se pueden ver en algunos momentos de la historia. El que se esté proyectando en el cine, digamos, de modo anacrónico una película del pasado, de una época cinematográfica completamente diferente a la actual, nos invita a hacernos una pregunta que, poco a poco, va sobrevolando toda la narración: ¿estamos viendo a personas reales o a fantasmas de un tiempo que ya no existe?

Transoceánicas de Meritxell Colell y Lucero Vassallo


CALIFICACIÓN: 

Ya pudimos ver este documental en los festivales de Gijón y MÁRGENES del año pasado y, desde entonces, no podemos esconder nuestra debilidad por esta maravillosa película (la elegimos segundo mejor documental español y mejor documental latinoamericano del año 2020), ejemplo perfecto de precisión narrativa y calidez emocional. El planteamiento de Transoceánicas es sencillo pero el resultado final desborda con creces su esquema inicial para lograr ofrecer al espectador una propuesta densa, emotiva y siempre sorprendente a lo largo de su metraje, el cual va apuntando, siempre coherentemente, en múltiples direcciones. Transoceánicas está construida como un intercambio de cartas visuales entre las dos directoras, Meritxell Colell (que ganó en 2018 la Biznaga de Plata a la Mejor Película Española de la sección Zonazine del Festival de Málaga por Con el viento) y Lucía Vassallo (quien ha dirigido los documentales La cárcel del fin del Mundo –2013– y Línea 137 –2020–), cuando, tras haber compartido amistad ambas en Barcelona, Lucía regresa a su Buenos Aires natal. Este intercambio de cartas pasa por ser, al principio, el intento por mantener un vínculo que ha de superar el desafío de la distancia. Pero, poco a poco, se van desgranando temas que solo pueden ser compartidos y comunicados desde la complicidad intelectual y emocional: nuestra relación con los espacios (el hogar y la ciudad) que hemos habitado, la importancia de la familia, las inquietudes y dudas sobre tu vocación y tus relaciones personales, la naturaleza del verdadero cine, las frustraciones vitales que hay que superar, las satisfacciones que te ayudan a seguir adelante... Transoceánicas sabe crear una atmósfera estética y emocional que envuelve y atrapa al espectador, que se sumerge en el relato de dos vidas y una amistad para acabar siendo partícipe de unos sentimientos que, desde su particularidad, trascienden para ser representaciones genuinas de cualquier trayectoria vital, más sometida al capricho de las curvas y las líneas quebradas que al rigor de las rectas férreas e inamovibles. En el siguiente enlace, pueden acceder a la entrevista que realizamos a ambas directoras sobre su película.



SECCIÓN ESPECIALS

DAU. Natasha de Ilià Khrzhanovski e Iekaterina Oertel. DAU. Degeneration de Ilià Khrzhanovski e Ilià Permiàkov



CALIFICACIÓN: 

Uno de los grandes proyectos monumentales que hemos podido ver en este D'A Film Festival. DAU es un proyecto audiovisual nacido en la mente del cineasta Ilià Khrzhanovski, quien, en Járkov, en Ucrania, construyó un plató de 12.000 metros cuadrados (lo cual lo convirtió en el mayor de Europa) e instaló allí a más de cuatrocientas personas (no solo actores, actrices y personal técnico sino también profesionales de otros muchos campos como peluqueros, camareros o policías) bajo la condición de que tenían que vivir en las mismas condiciones existentes en la antigua Unión Soviética, representada, a modo de microcosmos, en un instituto de investigación científica. Esta experiencia se prolongó por diez años y los participantes en ella no podían hacer mención al proyecto en sí en el estudio de rodaje, es decir, tenían que vivir una simulación permanente de que estaban viviendo en la extinta URSS. Ello acabó generando numerosas polémicas y denuncias pero, también, a 700 horas de material audiovisual que se van a repartir en varias series y películas. En el D'A Film Festival 2021, hemos podido ver dos de las obras que han surgido de este (en principio) descabellado proyecto. Por un lado, está el film DAU. Natasha y, por otro, la serie DAU. Degeneration, tratándose de dos títulos muy diferentes entre sí. DAU. Natasha es una película de gran intensidad concentrada en solo 11 secuencias (lo cual implica una estructura narrativa que funciona como un auténtico mecanismo de relojería y un papel clave de las interpretaciones de todo el reparto) que gira en torno a la situación de frustración implícita que viven los protagonistas en función del entorno en el que viven y a los procedimientos de represión y terror existentes en el sistema soviético. Por su parte, DAU. Degeneration es una disección implacable de la vida del instituto científico que constituye el eje narrativo esencial de todo el proyecto DAU, mostrando las mezquindades del personal directivo del centro, el choque entre los científicos, sobre todo los más jóvenes, con las directrices de los dirigentes y, en especial, cómo el temor de estos a que los posibles cambios que pudieran surgir en el seno de la sociedad soviética llevaran al cambio de régimen político les llevaron a entregarse a grpos que dejaban guiar su conducta por la fuerza y la brutalidad. La alianza entre el KGB y los nacionalistas que la serie viene a narrar de forma brutal en el último episodio es, ni más ni menos, que el sistema político que rige en la Rusia actual.


SECCIÓN DIRECCIONS

El teléfono del viento de Nobuhiro Sawa


CALIFICACIÓN: 

En El teléfono del viento, (película que se pudo ver en el Festival de Gijón del año pasado con su título en inglés Voices in the Wind) el director japonés Nobuhiro Sawa nos relata una historia sobre la superación del dolor y la cicatrización de las heridas emocionales. La joven protagonista del film, que residía en Fukushima, perdió a su familia con el terremoto que asoló Japón en 2011 y, habiéndose ido a vivir a Hiroshima con su tía, tiene que afrontar el hecho de que aquella ha entrado en coma. A partir de ese momento, inicia un periplo por el país para regresar a su localidad natal y se va encontrando con una serie de personajes y situaciones que le harán ir ajustando su posición en el mundo a la vez que se va trazando un paralelismo entre las tragedias colectivas (surgidas a partir de la conjunción de dramas particulares) y las tragedias individuales, paralelismo que se convierte, a través de compartir traumas y experiencias, en la vía para la cura y la redención. Realista en unos momentos, lírica y simbólica en otras (la –que va a ser famosa– escena de la cabina telefónica, cabina que, situada en la vida real en una colina en Namiita, Otsuchi, prefectura de Iwate, ya es famosa en Japón), El teléfono del viento invita a una lúcida y cálida reflexión sobre cómo atravesar y gestionar los siempre complejos procesos de duelo.


En la oscuridad de Šarūnas Bartas


CALIFICACIÓN: 

El cine de los países bálticos se va abriendo camino paso a paso en los circuitos comerciales y en la programación de los diferentes festivales de nuestro país (como el Atlántida Film Fest) y el lituano Sarunas Bartas es uno de los nombres que más han sobresalido en el panorama de la cinematografía de dichos países, del cual ya hemos podido ver en España  Peace to Us in Our Dreams (2015) y Frost (2017). En esta ocasión, Bartas nos ofrece un melodrama de corte histórico que relata la lucha de los partisanos lituanos tras la invasión soviética del país durante la II Guerra Mundial. El director trasciende la trama argumental para ofrecernos un complejo tapiz de relaciones sociales y personales en una pequeña comunidad que vive bajo constante presión de la guerrilla nacionalista y las autoridades soviéticas. Lejos de ofrecer un discurso plano o maniqueo, En la oscuridad es una película llena de claroscuros y ambigüedades en la que, por encima de los bandos políticos enfrentados, ocupa un primer plano el análisis de una sociedad regida por profundas contradicciones y dominada por un arraigado autoritarismo que impiden su cohesión y evolución.


Siberia de Abel Ferrara


CALIFICACIÓN: 

Abel Ferrara, el director de China Girl (1987), El rey de Nueva York (1990), Teniente corrupto (1992), The Addiction (1995), El funeral (1996), Welcome to New York (2014) y Pasolini (2014) parece que ha realizado con Siberia un título radicalmente diferente a toda su trayectoria previa pero casi habría que decir que, en realidad, este film resume la quintaesencia de buena parte de los personajes protagonistas que jalonan la febril y convulsa filmografía de Ferrara. Porque el Willem Dafoe de Siberia vive sumido en su propio delirio, en sus propias obsesiones, en su personalidad desencajada en un abismo insalvable, deambulando por un escenario gélido y desolado en el que sus sucesivos encuentros no son más que el aflorar de todos los fantasmas que anidan dentro de su alma y que es incapaz de exorcizar. Con una prodigiosa interpretación de Willem Dafoe, Siberia representa un bucle que se absorbe a sí mismo, un círculo vicioso que ya no tiene ni salida ni redención, la representación químicamente pura de un laberinto del que huir es una tarea imposible.


Vaca mugiendo entre ruinas de Ramón Lluis Bande


CALIFICACIÓN: 

Ramón Lluís Bande echa mano de nuevo de la colaboración de Nacho Vegas (aquí, el cantautor asturiano pone la voz en off leyendo documentos fundamentales de la época retratada) como ya ocurriera con El fulgor (2002) y Cantares de una revolución (2018). Y, como ocurría en esta última, regresa a las luchas políticas y obreras de Asturias en los años 30, reconstruyendo cómo fue la resistencia en dicha región ante el avance inexorable del bando nacional. La película, que ya se pudo ver en los Festivales de Gijón y MÁRGENES del año pasado, se basa en documentos gráficos de la época y en los documentos emitidos por el Consejo Soberano de Asturias y León, presidido por Belarmino Tomás (que se convierte en la figura central del documental), el cual intentó organizar con escasos medios y nula ayuda exterior la resistencia de la República. La honestidad de la propuesta y la disciplina narrativa que es seguida a lo largo de todo el metraje nos sirven para saber de un hecho poco conocido de nuestra Guerra Civil sobre el que la combinación de palabras e imágenes del momento ofrecen mucha más luz de la que el propio documental llega, incluso, a vislumbrar o imaginar.


SECCIÓN TALENTS

Mía y Moi de Borja de la Vega


CALIFICACIÓN: 

Borja de la Vega debuta en el largometraje con esta película que cuenta con magníficas interpretaciones de su cuarteto protagonista: Bruna Cusí (a quien ya hemos visto con anterioridad en Verano 1993 de Carla Simón, Incierta gloria de Agustí Villaronga y La reina de los lagartos de Burnin' Percebes), Ricardo Gómez (más que popular por su papel de Carlos Alcántara en Cuéntame cómo pasó), Eneko Sagardoy (quien interpretó al hermano del protagonista en Handia de Aitor Arregi y Jon Garaño) y Joe Manjón (que participó en La virgen de agosto de Jonás Trueba). Bruna Cusí y Ricardo Gómez son dos hermanos que mantienen entre ellos una relación extraña y compleja. Él visita la casa de vacaciones de la familia, en la que está su hermana, junto a su pareja (Eneko Sagardoy), tras pasar un problema psiquiátrico que nunca se explicita cuál es (de hecho, hay varias elipsis en la narración que perfilan a la perfección la atmósfera que envuelve al film). La llegada posterior de la pareja de su hermana (Joe Manjón) desencadena un clima de hostilidad y tensión de nefastas consecuencias. Mía y Moi es un sutil y preciso retrato de un ambiente de incomunicación y aislamiento consciente y voluntario que impide a las personas abrirse a los demás y, sobre todo, reconciliarse con ellas mismas. Esa escalera a la que los personajes se tienen que subir para lograr cobertura con el móvil y el pecado compartido que, finalmente, permanecerá para siempre oculto son los pespuntes metafóricos de una claustrofobia vital y emocional que el espectador constata que no va a ser afrontada ni resuelta por los protagonistas.


After Love de Aleem Khan


CALIFICACIÓN: 

After Love aporta un enfoque y un tratamiento originales a un tema que no es precisamente novedoso: un hombre muere y, tras su fallecimiento, se descubre que lleva dos vidas radicalmente diferentes, con dos familias distintas: una con su esposa en Gran Bretaña y otra con otra pareja en Francia, con la que tiene un hijo. El marido fallecido era musulmán y su mujer se convirtió a la religión de su marido al casarse y se ha convertido en una fiel creyente de la misma. Pero cuando va a Francia se encuentra con una realidad que le resulte chocante y paradójica: la otra mujer es profesora, se gana la vida con su trabajo y tiene ideas abiertas y liberales sobre la vida y la realidad. La viuda oficial empieza a profundizar en la vida de la otra familia de su marido sin darse a conocer ni manifestar las razones de su visita e intenta comprender los motivos de la conducta de su marido. En su periplo, descubrirá una faceta diferente de quien fue su esposo y, en cierto modo, también de sí misma, del mismo modo que la otra familia tendrá que ajustar su visión y su perspectiva. No solemos ser personas rígidas y monolíticas sino que tenemos, inevitablemente, varias caras y perfiles y After Love ilustra este axioma con sencillez, humildad y plena honestidad.


One of These Days de Bastian Günther


CALIFICACIÓN: 

Esta película, curiosamente alemana, que ya pudimos ver en el Festival de Gijón 2020, remite claramente a Danzad, danzad, malditos (1969) de Sidney Pollack: y es que ambas giran en torno a un concurso que, aunque absurdo, lograba introducir en una espiral obsesiva a unos participantes que se aferran desesperadamente a un posible triunfo para lograr resolver los problemas en los que están sumidos. En el caso de la película de Pollack, se trataba de un maratón de baile; en el del film de Günther, se trata de algo mucho más ridículo: un grupo de personas deben resistir tocando una furgoneta que la acabará ganando el último que logre mantener una de sus manos sobre ella. Lo que nació como instrumento de publicidad del concesionario, se termina convirtiendo en un muestrario de las contradicciones y frustraciones que arrastra el llamado "sueño americano", con todas las trampas e ingenuidades con que está levantado y con su rumbo final a un amargo callejón sin salida. Película muy inteligentemente construida, la hábil colocación de su tramo inicial en la estructura narrativa (concretamente, al final del film) encierra un poderoso recurso a la "ironía dramática" que resulta mucho más triste y desolador que si el orden del relato respetara la cronología temporal del mismo. Un brillante broche final a una de las mejores películas que hemos podido ver en este certamen y en el festival asturiano del año pasado.

SECCIÓN TRANSICIONS

Berlin Alexanderplatz de Burhan Qurbani


CALIFICACIÓN: 

Otro de los monumentales proyectos que hemos podido ver en el D'A Film Festival 2021. En este caso, la adaptación del clásico de la literatura alemana contemporánea de Alfred Döblin Berlin Alexanderplatz (1929), el cual es trasladado desde los años 20 de la novela original a la época actual. Si en la obra de Döblin el protagonista es Franz Biberkopf, quien se busca la vida en el submundo de los bajos fondos de Berlín, en la película el protagonista pasa a ser un inmigrante africano que llega a la capital alemana intentando cumplir el "sueño europeo" pero que acaba viviendo un viaje de pesadilla por ambientes turbios y malsanos en los que la mera lucha por la supervivencia y el cumplimiento de la ley del más fuerte imponen su dominio de forma imperial. De gran brillantez formal y narrativa, las tres horas de duración de la película no son un hándicap para su visionado sino que el relato transcurre ágil y fluido al mismo tiempo que el esplendor estético y la enjundia temática de la propuesta terminan subyugando al espectador que creerá estar realizando una travesía hipnótica y angustiosa que, a pesar de todo, culminará en una última posibilidad de milagro y redención.


Eden de Ágnes Kocsis


CALIFICACIÓN: 

Esta película húngara es una de las más originales propuestas que hemos podido ver en el certamen. Su personaje principal, Eva (Lana Baric), sufre una extrema alergia a todo tipo de elementos no naturales del mundo moderno (contaminación, plásticos, radiaciones eléctricas y magnéticas...) y, por ello, tiene que vivir en un ambiente absolutamente esterilizado y ha de colocarse un traje de astronauta cada vez que quiere salir a la calle. Cuando, debido a un proceso judicial que debe decidir si la enfermedad que sufre la protagonista es una alergia real o un problema psicológico, conoce a un psiquiatra, Andras (Daan Stuyven), Eva se replanteará si la vida que está llevando le merece la pena y si debe salir de su aislamiento y arriesgarse, pese a su dolencia, a disfrutar de lo que el mundo le ofrece. Aunque, en principio, es casi imposible no interpretar el argumento del film como una metáfora de la situación política de Hungría (con el nacionalista Viktor Orbán y el partido Fidesz al frente del país, con unas ideas y actitudes que pudimos ver en el documental Hungría 2018 de Eszter Hajdú), la película acaba yendo más allá de ese paralelismo para convertirse en la expresión (brillante, honesta sincera y, en algunos momentos, hasta delicadamente divertida) de la necesidad de vivir la vida por encima de los peligros y los riesgos que podamos encontrar en el camino.




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