Hoy, hablaremos de dos películas
muy diferentes: The Invisible Woman de
Ralph Fiennes y Welcome to New York de
Abel Ferrara. Ambos hablan de relaciones humanas desde visiones y estilos
claramente contrapuestos
THE INVISIBLE WOMAN
(o “… en el corazón tenía clavada la espina de una pasión…” *)
TÍTULO: The Invisible Woman. TÍTULO ORIGINAL: The Invisible Woman. 2013. NACIONALIDAD: Reino Unido. DIRECCIÓN: Ralph Fiennes. GUIÓN: Abi Morgan, basado en el libro
homónimo de Claire Tomalin. MÚSICA ORIGINAL: Ilan Eshkeri. DIRECCIÓN DE
FOTOGRAFÍA: Rob Hardy. MONTAJE:
Nicolas Gaster. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Felicity Jones, Ralph Fiennes, Kristin
Scott Thomas, Tom Hollander, Joanna Scanlan, Tom Burke, John Kavanagh. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.sonyclassics.com/theinvisiblewoman/ y https://www.facebook.com/pages/The-Invisible-Woman/305953212828242.
En este blog, ya comentamos el
anterior film que había dirigido el actor Ralph Fiennes, Coriolanus y destacamos de él que era un título verdaderamente interesante, realizado con
pulso firme y temáticamente contundente. Todas las virtudes de su primera obra
se confirman en The Invisible Woman,
que constituye, en mi opinión, una de las mejores películas de lo que llevamos
de año junto a El lobo de Wall Street de
Martin Scorsese, Madre e hijo de
Calin Peter Netzer, Capitán América: El soldado de invierno de Anthony y Joe Russo, No llores, vuela de Claudia Llosa y Nebraska de Alexander Payne, no siendo descabellado afirmar que
podría llegar a ser considerada, incluso, como la mejor cinta de este 2014.
Un juicio precipitado podría
llevarnos a decir que The Invisible Woman
es una película sobre Charles Dickens pero ello sería un gran error. Porque
la auténtica protagonista del film es Nelly Lawless Ternan (interpretada por
una magnífica Felicity Jones), la mujer invisible a la que alude el título.
Nelly Ternan es un personaje poco conocido que mantuvo una relación sentimental
con Charles Dickens (quien era 27 años mayor que ella). Uno de los grandes
pilares del film es su inteligentísimo guión, escrito por Abi Morgan, quien también
cuenta en su haber con el libreto de La Dama de Hierro (2011) de Phyllida Lloyd.
Aunque, aparentemente, no sea así, ambos guiones utilizan la misma técnica
impresionista (más que una narración férrea encauzada a través de un carril
relativamente lineal, aquella se articula a base de fogonazos que sólo
adquieren sentido cuando se alcanza una visión de conjunto) y el similar manejo
de dos niveles temporales diferentes (en este caso, se inicia la película una
vez que Dickens ha muerto y que Nelly Ternan se ha casado y, a través de
sucesivos flash-backs, vamos
conociendo los avatares del pasado de la protagonista). Pero, lo que en la
película sobre Margaret Thatcher quedaba deslavazado y carente de intensidad,
aquí se revela eficaz y poderoso. Primero, porque al tratarse de un personaje
cuya biografía no es de dominio público, se puede prescindir sin miramientos de
determinados pasajes y etapas de su vida, decisión que puede resultar más
problemática en el caso de trayectorias hiperconocidas. Segundo, porque, más
que un biopic al uso, The Invisible Woman es el análisis de un
sentimiento, de una desazón y de un estado de ánimo marcado por una sensación
de pérdida y frustración. Como dicen los versos de Antonio Machado, que ya
hemos citado alguna vez, “… borrada la historia, contaba la pena…”.
Dos de las grandes virtudes de The Invisible Woman son, por un lado, su
magnífica dirección de actores y, por otra, su esmeradísima reconstrucción del
ambiente de la época, sellos característicos del cine y la televisión
británicas. Ya hemos mencionado el soberbio trabajo de Felicity Jones, pero no
se quedan atrás las interpretaciones de Ralph Fiennes (en la piel de Charles
Dickens), Joanna Scanlan (quien interpreta a su esposa), Kristin Scott Thomas
(como la madre de Nelly), John Kavanagh (como el reverendo William Benham), Tom
Burke (en el papel del esposo de Nelly Ternan) y de toda una estupenda galería
de secundarios.
La reconstrucción del ambiente de
la época tiene dos puntos fuertes indudables: el primero, una habilísima
planificación de la puesta en escena que permite ocultar con absoluta destreza
que se han utilizado muchos menos medios de lo que podría llegar a pensarse y
el segundo, que, más allá de la mera recreación física, se logra plasmar de
manera absolutamente convincente el espíritu del tiempo que retrata.
Sobre esa sólida base, se
articula una historia manejada con un sabio crescendo
narrativo en el que determinados momentos concentran el drama, la emoción y
el dolor que dan sentido a toda la trama. Por encima de su mirada serena pero
ácida sobre los convencionalismos sociales, su retrato melancólico de quienes
van por delante de su tiempo y sufren las consecuencias de ello y su análisis
de cómo los grandes personajes tienen que enfrentarse al complicado carácter de la masa (algo que
emparenta a The Invisible Woman con Coriolanus), nos acabaremos quedando con
el rostro disimuladamente compungido de una mujer que tiene que esconder su
drama para poder seguir adelante con su vida, sabiendo que cada uno de nosotros
somos un enigma sin descifrar para el resto de nuestros semejantes.
Nota (de 1 a 10): 10.
Lo que más me gustó: Las interpretaciones de Felicity Jones, Ralph
Fiennes y Joanna Scanlan. La cuidadísima reconstrucción de ambientes y la precisa
captación del espíritu de la época. Un inteligentísimo guión.
Lo que menos me gustó: Nada.
* Las palabras entrecomilladas
pertenecen a un famoso poema de Rosalía de Castro (1837-1885)
Adjuntamos vídeo de la canción
popular The Last Rose of Summer (interpretada
en este caso por Hayley Westenra), la cual forma parte de la banda sonora de la película:
WELCOME TO NEW YORK (o el poder en su burbuja)
TÍTULO: Welcome to New York. TÍTULO ORIGINAL: Welcome to New York. AÑO: 2014. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Abel Ferrara. GUIÓN: Abel Ferrara y Chris Zois.
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Ken Kelsch. MONTAJE: Anthony Redman. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Gérard Depardieu, Jacqueline Bisset, Marie Mouté, Paul Calderon,
Paul Hipp, Pamela Afesi, Chris Zois, Shanyn Leigh. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.filmin.es/pelicula/welcome-to-new-york.
Al principio de Welcome to New York, se advierte de que
nada de lo que se va a narrar corresponde a personajes reales. Sin embargo, el
que un alto cargo de una institución internacional, posible candidato a la
presidencia de la República Francesa, sea acusado de violación por una camarera
de hotel remite a casos recientes bastante obvios. Tanto, que el director de la
película, Abel Ferrara, ha sido acusado por difamación por Dominique Strauss-Kahn y la película, después de tener enormes dificultades para su distribución
convencional en salas comerciales, se ha estrenado en plataformas de internet,
en el caso de España, en www.filmin.es.
El que la presunta historia y
contexto subyacentes se difuminen a lo largo de la película, puede ser tanto
bueno como malo y, cuando aquella finaliza, no acabamos de ver claro si ello ha
beneficiado o no a la trama. Porque, antes de que esta narre como un hombre poderoso
se ve implicado en un sórdido caso, la misma acaba centrándose en la adicción
al sexo del protagonista, en una línea relativamente similar a, por un lado, Shame (2011) de Steve McQuenn o Nymphomaniac Vol.1 y Vol. 2 (2013) de Lars von Trier pero también, por otro, a El lobo de Wall Street (2013)
de Martin Scorsese.
Sin embargo, si la gran virtud
del film de Scorsese, que era contextualizar todas las adicciones del
protagonista dentro del mundo de las finanzas neoyorquinas y de todos sus
excesos y “exuberancias irracionales”, Ferrara decide prescindir de esta línea
y centrarse en el aspecto moral, de forma similar a como lo hizo en Teniente corrupto (1992) o El funeral (1996). El protagonista de Welcome to New York es un depravado (posiblemente,
un enfermo) que no tiene la menor intención de dejar de serlo, que ha
racionalizado su propio comportamiento en el sentido de que el mundo está lleno
de maldad y él no es esencialmente diferente al resto de seres humanos, y que
actúa en todo momento como una persona encerrada en su propia burbuja sin que
los sentimientos o las emociones tengan cabida en sus reacciones.
En función de ello, aunque la
ausencia de causas o motivaciones que empujan al personaje a una sucesión de
orgías (que se muestran con detalle en la primera media hora de película) puede
provocar en el espectador la sensación de que el comportamiento de aquel es
puramente arbitrario desde el punto de vista narrativo, Abel Ferrara sabe compensar
esta ausencia de justificación con el poder hipnótico y enfermizo de su mirada
que, con absoluta frialdad y desapasionamiento, disecciona a un personaje al
borde del abismo, que expone implacablemente cómo los miembros del poder viven
aislados dentro de sus propias patologías y de sus propias obsesiones,
insensibles ante las consecuencias de sus propios actos.
Para el resultado final de la
película, es fundamental el impresionante trabajo de Gérard Depardieu, quien
realiza una interpretación colosal, sin que le vaya a la zaga Jacqueline Bisset
(quien interpreta a la esposa del protagonista), de forma que los
enfrentamientos entre ambos constituyen momentos álgidos del film.
Cuando, en la última escena, el
personaje interpretado por Depardieu mira de forma insolente y retadora a la
cámara (en última instancia, a nosotros, los espectadores) la película acaba,
en cierto modo, devolviendo la pelota al tejado del público: ¿qué podemos hacer
y cómo debemos actuar cuando quienes son responsables de las decisiones que
afectan a todos los ciudadanos están sumergidos en un torrente insensato y
autodestructivo? Las primeras palabras de Depardieu antes de comenzar el film,
cuando habla no como personaje, sino como el actor que ha decidido aceptar el
papel, darán la respuesta y cobrarán pleno sentido tras haber asistido al festival
de vicio e inconsciencia desplegado por el protagonista.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: La interpretación de Gérard Depardieu. Las
escenas entre Gérard Depardieu y Jacqueline Bisset. El logrado tono frío y semidocumental
que el director proporciona al film.
Lo que menos me gustó: No acaba de aprovechar suficientemente el
contexto en el que se desarrolla la historia.
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