En el día de hoy, completamos la revisión de los que hemos considerado en Cine Arte Magazine las 20 mejores películas que han pasado por la 58ª edición del Festival de Cine de Gijón.
- SELECCIÓN OFICIAL - ALBAR
Voices in the Wind de Nobuhiro Sawa
En Voices in the Wind, el director japonés Nobuhiro Sawa nos relata una historia sobre la superación del dolor y la cicatrización de las heridas emocionales. La joven protagonista del film, que residía en Fukushima, perdió a su familia con el terremoto que asoló Japón en 2011 y, habiéndose ido a vivir a Hiroshima con su tía, tiene que afrontar el hecho de que aquella ha entrado en coma. A partir de ese momento, inicia un periplo por el país para regresar a su localidad natal y se va encontrando con una serie de personajes y situaciones que le harán ir ajustando su posición en el mundo a la vez que se va trazando un paralelismo entre las tragedias colectivas (surgidas a partir de la conjunción de dramas particulares) y las tragedias individuales, paralelismo que se convierte, a través de compartir traumas y experiencias, en la vía para la cura y la redención. Realista en unos momentos, lírica y simbólica en otras (la –que va a ser famosa– escena de la cabina telefónica), Voices in the Wind invita a una lúcida y cálida reflexión sobre cómo atravesar y gestionar los siempre complejos procesos de duelo.
Isabella de Matías Piñeiro
Con una fuerte influencia del cine de la nouvelle vague, este film argentino de Matías Piñeiro entrelaza una serie de tramas paralelas unidas entre sí por el hecho de que todas están protagonizadas por la relación entre una hermana y un hermano y vinculadas por un montaje teatral de la obra Medida por medida de William Shakespeare. Sin embargo, pienso que este esquema sirve solo de marco formal para los verdaderos temas que aborda el film que son el del cambio vital y la seguridad o inseguridad que existe o puede existir para afrontarlo, las barreras, miedos e incertidumbres a los que nos enfrentamos para alcanzar nuestras metas y los medios y formas de representación que empleamos para superar todo tipo de recelos y obstáculos. Ágil, fresca y construida con un montaje fragmentario muy influido por el cine de Godard, Isabella es una pieza deliciosa por su factura visual y las interpretaciones de, sobre todo, sus actrices, que invitan a revisarla varias veces para poder apreciar todos los detalles y conexiones que esconde su estructura argumental.
Uppercase Print de Radu Jude
Radu Jude regresa a la exploración del pasado de su país, que ya abordó en La nación muerta (2017) y, en esta ocasión, nos traslada a principios de los 80 y a un caso que ejemplifica la acción represora del régimen comunista de Nicolae Ceausescu. El caso en cuestión tiene lugar cuando unas pintadas, hechas con tiza en la valla de las instalaciones de una empresa estatal, manifiestan el malestar en relación a la situación económica y el apoyo al sindicato polaco Solidaridad. Alternando con imágenes de los programas de la televisión pública rumana de la época, se reconstruye, a través de secuencias de fuerte carácter teatral, las pesquisas policiales para dar con el autor de las pintadas y, tras el descubrimiento de este, un joven descontento que escucha una emisora opositora clandestina, cómo reaccionan las autoridades, su familia y él mismo ante las preguntas y represalias del régimen. Por debajo del tono grotesco y satírico del que la película está impregnada, subyace una aceradísima carga crítica que va deconstruyendo sin piedad los mecanismos autoritarios del sistema implantado en el país durante esos años y del extremo culto a la personalidad del dictador que existía sin que nadie fuera consciente de su carácter ridículo y de la falta de credibilidad que generaba, lo cual explica reacciones tan simples pero con tanta repercusión como la del protagonista que viene a ser algo así como el niño que se atreve a decir con su dedo acusador que el emperador está desnudo.
El realizador salmantino independiente Gabriel Velázquez (que, en los créditos, ha elegido aparecer como Gabriel Velazquetti), autor de films tan interesantes como Ártico (2014) y Análisis de sangre azul (2016), y el debutante Manuel Matanza dirigen un documental del que, en ocasiones, podemos llegar a pensar si lo es o no y si lo que estamos viendo es, realmente, una ficción perfectamente guionizada. Pero no. Efectivamente, Pablo Crespo y Marieta V. Salvi forman el grupo de música electrónica alternativa L. A. Drones. Ambos dejaron un trabajo estable en España para marcharse a América con el fin de hacer realidad su sueño: triunfar en el mundo de la música. Desde entonces, viven en precario. Su residencia es, muchas veces, su furgoneta y tienen que ir saltando la frontera entre Estados Unidos y México de un lado a otro para evitar caer en las consecuencias del limbo legal en que se encuentran. Pablo y Marieta se muestran ante la cámara con total sinceridad (lo cual dejará perplejo, en muchas ocasiones, al espectador) en su pasión por su vocación, en la peculiar relación amorosa existente entre ellos, en sus peleas y discusiones habituales y en su consumo de drogas. Los protagonistas parecen estar sumergidos en una espiral delirante pero la fe en lo que hacen nos deslumbra y nos hace pensar si, lo que parece una carrera autodestructiva, no es más que el duro camino que hay que realizar para que unas metas alejadas de ortodoxo y convencionesl puedan llegar a cumplirse un día.
- SELECCIÓN OFICIAL - RETUEYOS
Wildland de Jeanette Nordahl
Claramente emparentada con Animal Kingdom (2010), este film danés nos cuenta cómo una chica, tras la muerta de su madre (alcohólica) en un accidente de coche (en el que ella también iba), queda bajo la custodia de su tía materna. Poco a poco, irá descubriendo las autoritarias relaciones que, con su tía en en centro, presiden su nueva familia y las oscuras actividades a las que se dedican todos sus miembros. Narrada con una más que precisa contención, que hacen que buena parte de lo narrado esté implícitamente sugerido y no llegue a manifestarse abiertamente, Wildland termina siendo una desoladora fábula sobre el poder que la familia (a la que no tenemos posibilidad de elegir) tiene en nosotros y cómo nos acaba condicionando sin que parezca que tengamos poder suficiente para superar o compensar su influencia, sea esta benéfica o claramente negativa.
Proyecto nacido en el seno de la Escuela Dentro Cine organizada por Pedro Sara y Violeta Pagán (realizadores del film) el cual se articula en torno a 11 historias (unas más concretas, otras más extensas) unidas todas ellas por el hecho de que sus protagonistas son jóvenes que han tenido que vivir sus primeras experiencias de dolor y de frustración. Amor sin ciudad es una reflexión sobre el poder del cine como acta notarial de la realidad, como representación de sentimientos desolados o como arma terapéutica para cerrar heridas y dejar atrás etapas de angustia y sufrimiento. Fresca, espontánea y sincera, Amor sin ciudad nos muestra que los difíciles tiempos actuales pueden ser presagio o no de mayores dificultades futuras dependiendo de nuestra actitud y de nuestras decisiones. Nada está escrito si, verdaderamente, queremos que las cosas sean de otro modo, mucho más humano y mucho menos implacable.
Un blues para Teherán de Javier Tolentino
Curiosa indagación en la escena musical iraní, mostrando, en la línea de documentales similares como Buena Vista Social Club (1999) de Wim Wenders, Cruzando el puente: los sonidos de Estambul (2005) de Fatih Akin, 14th Folk Room (2013) de Víctor Alonso o Argonauta (2019) de Óscar A. Rosas, el trabajo de varios artistas que representan distintas facetas del patrimonio musical del país. A la vez que vemos las diferentes actuaciones, vamos conociendo los problemas derivados de la situación política de Irán y los esfuerzos que realizan los músicos y cantantes para superarlos y poder hacer su trabajo a pesar de los mismos. Bonito documental que se ve con agrado y que nos abre una ventana a un país del que, aparte de las películas que nos llegan de su reputado séptimo arte (ahí están para demostrarlo Abbas Kiarostami, Jafar Panahi, Mohsen Makhmalbaf, Samira Makhmalbaf, Asghar Farhadi), poco más sabemos.
Poppy Field de Eugen Jebeleanu
Esta película, inscrita en la ya profusa etiqueta de "Nuevo Cine Rumano", narra las vivencias de un policía homosexual que tiene que ocultar su condición a sus compañeros de trabajo. La película se compone de lo que podemos denominar dos actos claramente diferenciados. En el primero, vemos cómo el protagonista recibe a su pareja, un francés que es musulmán y que contempla con cierta sorpresa y desagrado cómo su novio no quiere mostrarse con él en público. En el segundo, la acción se traslada a un cine en el que un grupo de creyentes ha interrumpido la proyección de una película por considerarla pornográfica y a donde acude una compañía de las fuerzas del orden de la que forma parte el protagonista para evitar que haya altercados entre los espectadores y quienes han detenido el pase del film. Todo se complicará cuando resulte que uno de los espectadores llegó a tener relaciones con el personaje principal de Poppy Field y quiera decirlo abiertamente. Dentro de su minimalismo realista, la película de Eugen Jebeleanu va más allá de su apariencia temática para reflejar qué sucede y cómo se vive cuando hay una escisión insalvable entre la identidad privada y la imagen pública.
- SELECCIÓN OFICIAL - TIERRES EN TRANCE
Como el cielo después de llover de Mercedes Gaviria
Mercedes Gaviria es hija del director colombiano Víctor Gaviria, quien realizó el film La mujer del animal (2016), el cual se proyectó en el Festival de Málaga 2017. Mercedes va reconstruyendo su biografía recuperando archivos audiovisuales del pasado y explorando su relación con su padre y con el cine, lo cual, a veces, es lo mismo pero, otras veces, no. Como el cielo después de llover pretende ser esquiva y contradictoria. En algunos momentos, se recrea en los detalles de una situación, en otros, parece querer recorrerlos como de pasada. Porque Como el cielo después de llover nos habla de la siempre problemática relación que cualquier persona tiene con su familia (aquí, concretamente con el padre, absorbido por sus sucesivos proyectos) y, si es o quiere ser cineasta, la no menos compleja que tiene con el séptimo arte, con todos sus condicionantes y sus ásperos aspectos industriales y económicos. Retrato sincero y veraz, casi terapéutico, del proceso que supone toda maduración, con la aceptación final de las limitaciones y aspectos menos agradables del mundo.
Implosión de Javier van de Couter
Cuando revisamos algunos de los títulos que participaron en el Festival de Sevilla 2020, comentamos el film ruso Conference de Ivan I. Tverdovskiy, el cual planteaba si había que seguir rememorando los hechos dramáticos derivados de una acción terrorista o si era mejor que un sutil manto de olvido cubriera los acontecimientos para hacer posible que las víctimas pudieran caminar hacia delante sin que el pasado les lastrase negativamente. Algo parecido trata este film argentino. En esta ocasión, la tragedia parte de una matanza cometida en un instituto por uno de los alumnos que decidió convertirse en un francotirador dispuesto a disparar contra sus propios compañeros. Han pasado los años y dos de las víctimas se enfrentan al hecho de que el culpable de tales hechos ha salido del establecimiento donde estaba recluido y ha quedado libre. Inician un viaje hasta la ciudad donde ahora vive el autor de los crímenes y se debaten entre la venganza y las oportunidades que su recorrido les ofrece a través de las personas que van conociendo. ¿Deben olvidar sus intenciones y dejarse llevar?¿Hasta qué punto deben asumir la obligación de realizar un ajuste de cuentas?¿Sería dicho ajuste de cuentas realmente liberador? A todos estos dilemas nos enfrenta Implosión y será el espectador quien deberá dar las últimas respuestas.
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