TRANSOCEÁNICAS DE MERITXELL COLELL Y LUCÍA VASSALLO. ENTREVISTA A SUS DIRECTORAS

 


Como enlace entre la información que hemos dado sobre la 58ª edición del Festival de Gijón y la que vamos a dar sobre la 10ª del Festival MÁRGENES, vamos a incluir este artículo en el que entrevistamos a Meritxell Colell Aparicio y Lucía Vasallo, directoras de Transoceánicas, un título que ha participado en ambos certámenes y que hemos considerado en Cine Arte Magazine como una de las grandes películas de este 2020 tan complicado. Un año en el que el documental realizado en nuestro país ha brillado a un nivel excepcional y ahí tenemos títulos como Nueve Sevillas de Gonzalo García-Pelayo y Pedro G. Romero, My Mexican Bretzel de Nuria Giménez, Sanmao: La novia del desierto de Marta Arribas y Ana Pérez de la Fuente, El secreto del doctor Grinberg de Ida Cuéllar, Lobster Soup de Pepe Andreu y Rafael Molés y Las letras de Jordi de Maider Fernández Iriarte (y algún otro que aún nos queda por comentar) para demostrarlo.



Meritxell Colell Aparicio (a la izqda.) y Lucía Vassallo (arriba a la dcha.) son las directoras de Transoceánicas


Transoceánicas nos sumerge en una historia de amistad (una amistad que tendrá que superar el desafío de la distancia) relatada a través de un intercambio de epístolas visuales entre ambas realizadoras. Dicho intercambio se prolongará en el tiempo e irá desvelando toda una serie de pensamientos, sentimientos y emociones sobre la creación, sobre la vida y sobre los caprichosos giros que sacuden a toda trayectoria biográfica. Las vivencias de Meritxell y Lucía se van desplegando ante los espectadores, los cuales no podrán evitar el acabar identificándose con ese aparentemente inevitable choque que siempre se produce entre nuestras expectativas y anhelos y las circunstancias que la realidad nos impone. Gracias a que, en vez de la típica voz en off, se tiende a utilizar, prácticamente en todo el metraje, subtítulos que transmiten el contenido de las cartas, ello permite crear un fructífero juego entre palabras e imágenes que enriquece el contenido de la película. De todos estos temas, hablaremos con Merixell y Lucía, con quienes profundizaremos en los temas que se abordan en su documental. (Ya en abril de 2019, entrevistamos a Meritxell, que nos contó algunos detalles sobre el film. Si, previamente, quieren leer lo que entonces nos dijo, pueden pulsar sobre el siguiente enlace:

Entrevista a Merixell Colell en abril de 2019).

 



CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Meritxell y Lucía. En la entrevista que te hicimos en abril de 2019, Meritxell, nos dijiste que en Transoceánicas había cine, había vida y había mucha libertad. ¿Cómo habéis gestionado esa libertad para lograr acabar haciendo una película tan alejada de todo tipo de convencionalismos?

MERITXELL COLELL: En Transoceánicas, hay muchos tipos de libertad. El primero, es que la película no está ligada a ningún tipo de institución o estructura más clásica de financiación. Y eso te coloca ya en un lugar mucho más libre de partida. No tienes que responder a una narrativa, ni responder por unas determinadas ayudas ni intelectualizar lo que vas a hacer sino que parte más del deseo de cada momento y también de lo que te va sucediendo en la vida. Con Lucía, hemos dicho que es una película muy libre en el sentido de que no nos poníamos ningún tipo de límite salvo, quizás, hasta dónde queríamos ahondar en lo personal. Pero era, justamente, jugar, jugar con la forma y jugar con el fondo también. Y, quizás, lo más clásico que tiene la película es esta estructura de cartas, esa idea de mandarnos cartas escritas. Pero, por lo demás, yo he sentido que era sumamente libre.

LUCÍA VASSALLO: Tal cual. Transoceánicas fue completamente libre. Y fue, de hecho, el descanso de otras películas que estábamos haciendo al mismo tiempo, con estructuras más clásicas. Por eso, cada vez que estoy ahí filmando mi película más reciente, Cadáver exquisito, me voy a hablar con Meritxell como si ella estuviera por ahí, en un costadito del set, era como una Meritxell imaginaria… Por ello, esta película nos sirvió para descansar de otras presiones, de otras estructuras que también tenemos para otras películas que también hacemos. De hecho, siempre decimos que, en los primeros años, Transoceánicas no fue tan siquiera una película sino que era realmente un juego para seguir estando en contacto. Y, si otras personas se llaman por teléfonos o hacen Skype, nosotras nos mandábamos vídeos y cartas. Y, luego, eso se transformó. En el Working Progress de Málaga 2019, cuando nos invitaron, proyectamos un primer corte y la vimos en pantalla grande, ahí nos dimos cuenta de que teníamos una película. Entonces, ese fue un año de otros Working Progress y de mucho trabajo ya un poco más formal, más ajustadas a las estructuras que manejamos. Digo “un poco más formal”, tampoco podemos decir más industrial porque ninguna de las dos somos cineastas de grandes corporaciones. El resto de nuestras películas también son independientes pero, tal vez, esta es muy lúdica.

MERITXELL COLELL: A mí, por ese aspecto lúdico, Transoceánicas, como cineasta, me ha quitado muchos prejuicios. Cosas que yo nunca había hecho en una película pues, de repente, las hemos hecho. Como las sobreimpresiones, que era algo a lo que yo tenía pavor. Aunque a mí me gusta mucho el cine mudo (y, Epstein, por ejemplo, tiene muchas) es esa cosa a la que, en principio, le pones muchos reparos.



CINE ARTE MAGAZINE: Para mí, es uno de los puntos fuertes de la película. El no utilizar la voz en off y emplear, en cambio, subtítulos, genera un juego muy jugoso entre palabras e imágenes…

MERITXELL COLELL: La verdad es que nosotras nos reíamos mucho mientras lo hacíamos así…

LUCÍA VASSALLO: Por ahí es que también logramos que se conservara el carácter epistolar. Hemos sido muy fieles con la cronología del tiempo y de nuestras vidas y así se fue creando el guion y también hemos sido muy fieles a la idea que sirvió de punto de partida del intercambio de cartas. Aunque, quizás, yo incorporé más ponerle voz a los vídeos porque me salía más de dentro hablar a Meritxell mientras grababa. A Meritxell, esto le sucedía menos pero, poco a poco, le empezó a salir más lo de las voces grabadas. A mí me costó menos porque o escribo o, mientras filmo, hablo. Esa es mi espontaneidad, tener la libertad de poder ir eligiendo entre una u otra opción. En cambio, en el caso de Meritxell, le sale siempre muy espontáneo cuando ella graba voces, cuando hace notas de voces. Pero, tanto en un caso como en otro, el carácter epistolar de la película se conservó porque esas cartas escritas existieron realmente y se ve, además, que no es lo mismo cuando una escribe que cuando una habla, ya que es muy diferente la manera de expresarse.

MERITXELL COLELL: Quizás, hay que explicar que nosotras no nos enviábamos unas cartas ya construidas sino que existían, por un lado, unas cartas escritas (que es lo que dice Lucía que reivindicamos mucho: el hecho de dejar, efectivamente, la carta escrita porque no es lo mismo escribir, sea a mano o con un teclado, que hablar, ya que ello te pone en otro lugar; ni tampoco, para el espectador, es lo mismo leer que escuchar) y, por otro, Lucía me enviaba por WeTransfer los ficheros con todos los planos que formaban parte de su día a día. Y eso es muy interesante para el proceso de creación de la película: que no todas las imágenes están filmadas pensadas en la carta sino que reflejaban lo que pasaba en nuestras vidas cotidianas respectivas y, posteriormente, con esas imágenes y esas cartas, componíamos, se generaba la composición de lo que, finalmente, Transoceánicas ha llegado a ser.



CINE ARTE MAGAZINE: Hay un aspecto de vuestra película que llamará la atención al espectador y es la sinceridad con la que contáis vuestras respectivas historias (las cuales, además, son bastante diferentes entre sí). Habláis de vivencias y sentimientos muy personales. ¿Cómo lo enfocasteis de cara a la película?¿Fue así desde el principio?¿Se fue haciendo más fácil conforme avanzabais en el proyecto?

MERITXELL COLELL: Es que somos amigas. ¿Cómo no iba a ser sincera con Lucía? Sobre todo, por lo que te decía Lucía antes, que, al principio, no pensábamos que este juego iba a terminar convirtiéndose en una película. Creo que, al principio, fue más sencillo ser sinceras que, posteriormente, cuando nos dimos cuenta de que todo eso se iba a convertir en un film…

CINE ARTE MAGAZINE: Es decir, al revés de lo que pudiera uno suponer…

MERITXELL COLELL: Efectivamente. Y sí es verdad que Lucía y yo, además, somos muy distintas. Yo tenía muchas resistencias y Lucía me ha ayudado mucho como diciéndome: “Anda, Meri, va, deja esto, suéltate, cuéntalo…”. Porque hay cosas que están dentro de la película y otras que no y, a la hora de dejar cosas fuera, Lucía siempre ha sido ese soporte que decía: “Bueno, si no lo quieres decir tú, lo digo yo”.

LUCÍA VASSALLO: Primero, fueron cartas que nadie pensaba que se iban a convertir en una película. Entonces, ahí no hubo problemas. Somos dos amigas y nos contamos las cosas y, además, las dos somos superhonestas y supersinceras. Somos como eso de “honestidad brutal” que se dice en Argentina, de decir lo que realmente pensamos. Lo decimos con amor, con respeto y con cuidado pero lo decimos. Y, bueno, al principio no hubo ningún problema. Pero cuando todo ello iba adoptando la forma de película, yo, que soy la que no tiene tantos problemas en exponerse, ahí sí que empecé a preguntarme hasta dónde quería hacerlo, hasta dónde quería exponer a las personas de mi entorno (¿debía mostrar a mi pareja en ropa interior mirando la televisión en la cama, algo que era muy íntimo?), tuve que hacer preguntas a toda mi familia y a la gente que me rodea más allá de esa cosa formal que se hace a veces de la carta relativa a los derechos de imagen… Por ejemplo, tengo una amiga, que sale bastante en las imágenes grabadas en la isla del Tigre, que es tremendamente vergonzosa. Entonces, le tuve que enviar las imágenes ya montadas por Meritxell, que sabe montar con tanta poesía y con tanta dulzura, porque, si le hubiera mostrado las imágenes originales, seguro que me hubiera dicho que no. Porque, de hecho, cuando me vio que yo estaba grabando en la isla, se enojó conmigo un día. Me dijo: “Pero si ya sabes que no me gusta que me tomen ni fotos ni vídeos ni nada”. Ese día, dejé de filmar pero yo ya tenía las imágenes, se las envié igual a Meritxell y cuando ella me los devuelve de esa manera, tan cuidadosamente montadas, se las mostré a mi amiga (que se llama Bárbara) y me dijo: “Bueno, vale”. Y es que, en relación a la sinceridad, no somos nosotras solas, es también nuestro entorno.

MERITXELL COLELL: Lo hemos compartido todo con todas las personas que aparecen, directa o indirectamente, en la película. Lo cual nos parecía fundamental porque, al final, también se trata de una película familiar porque la familia tiene un peso importante en ella.

LUCÍA VASSALLO: Y la familia de amigos, porque también ahí el vínculo personal es muy fuerte. Es una película que roza todo el tiempo la intimidad. Yo también (¿te acuerdas, Meritxell?) tuve problemas, en el primer proceso de donación de óvulos, porque la médica se enojó. Yo quería grabar la primera consulta (porque, a veces, también Meritxell es de las que dicen “grábalo todo, grábalo todo”) y llegué con una cámara encendida y, cuando la doctora se dio cuenta de que estábamos grabando, se enfadó y me dijo: “Mostradme que me estás borrando esos vídeos delante de mí”. La verdad es que ahí me percaté de que estábamos todo el tiempo rozando los límites entre lo público y lo privado.

MERITXELL COLELL: Es que, para nosotras, la película es una película de vínculos en todos los sentidos: afectivos, hacia el cine, hacia la familia, hacia los amigos, hacia las ciudades, hacia los lugares… También hacia una misma porque ese espacio que nos hemos dado Lucía y yo para recorrernos es un poco esa búsqueda de nuestro lugar en el mundo y el compartir un lugar, que al final es algo muy necesario, porque no se trata de estar en una habitación cerrada sino de intentar generar un puente.

LUCÍA VASSALLO: Y también hay que tener en cuenta todo lo que está detrás de Transoceánicas. Porque todo el montaje, que hizo Meritxell pero consultándome cada segundo que aparece en la película, la postproducción de sonido, el color, la música, todo eso, que es como el backstage del film, se compartió y nos unió un montón. No solo las cartas que nos mandábamos sirvieron para ello sino también transformar todo eso en una película. Todo este proceso de compartir ha llegado, incluso, hasta el día de hoy, hasta ahora mismo, en el que, de haber hecho yo sola la película, hubiera sido una entrevista a dos, pero, en cambio, por la forma en que Transoceánicas ha surgido, se trata de una entrevista a tres. Puede ser que la gente que no conozca cómo son los procesos del cine no se dé cuenta de todo ello.



CINE ARTE MAGAZINE: En vuestra película, tienen mucha importancia los espacios: las ciudades, lo que no son las ciudades, los lugares que consideráis idílicos (la isla del Tigre, la casa familiar), las casas que habitáis, las casas que dejáis atrás… Creo que se busca mucho la emoción que generan esos espacios. Todo eso está muy trabajado en la película.

LUCÍA VASSALLO: Eso es lo que pasa en todas las vidas y la película refleja, en concreto, lo que pasó en las nuestras. Yo cogía la cámara cuando, en el lugar que estaba, necesitaba hacerlo o cuando estaba tranquila y disfrutando, que es más bien en la isla del Tigre, o cuando quería mostrar a Meritxell cómo se iba produciendo la transformación de este piso en el que estoy ahora, desde cómo me lo encontré hasta todo lo que tuve que atravesar para poder habitarlo. O en diferentes situaciones: por ejemplo, en un set, que era hablarle a una amiga cineasta que comprende lo que ocurre cuando pasan determinadas cosas con las estructuras de los rodajes, con la financiación, con los planos, con la creatividad, con un montón de cosas, temas de los que puedo hablar con ella y con 3-4 personas más en el mundo… No hay muchas más personas a las que yo les pueda explicar esto y que me puedan entender. Meritxell atravesó el mismo tipo de vivencias que yo y tenemos una sensibilidad parecida. Entonces, creo que todo se fue dando en ese sentido.

MERITXELL COLELL: Sí. Además, la película nace de la extrañeza que surge en relación a un lugar. Los espacios nos configuran a muchos niveles. Y uno se identifica y se reconoce no solo en relación a uno mismo sino también en relación con los espacios. Entonces, Lucía era una cuando estaba en Barcelona y era otra ahora que está en Buenos Aires. En mi caso, lo mismo pero al revés. Y la película surgió de ahí. De la necesidad de recuperar esos espacios de los cuales nos habíamos desarraigado de alguna forma para volver a conectar con ellos. Quizás, ahora, cuando nos hacéis estas preguntas, una empieza a construir discursos en relación a lo que hemos hecho de una forma muy sencilla porque era algo que nos atravesaba, que formaba parte de nuestro día a día… Pero, evidentemente, hemos cruzado geografías, hemos construido geografías, hemos intentado convertir estas cosas que nos suceden en el día a día actual, en el que vives los espacios como islas, en cada isla eres de una forma distinta, y, en ese relatar de la una a la otra, hemos intentado tejer. Y entendernos un poco más en lo complejo de las identidades. Porque son muchas las identidades que tenemos. Y vienen dadas por los espacios. Y si nos encerramos en esos espacios, todas esas posibilidades desaparecen. Y otra cosa que está muy presente (y de la que poco a poco nos dimos cuenta) es la de los mundos interiores y exteriores. También es un espacio el mundo del sueño, el mundo de la noche o el mundo de lo imaginario. Entonces, era ir trazando puentes sobre todo ello.

 



CINE ARTE MAGAZINE: Creo que podríamos hablar de dos hilos que quedan abiertos en Transoceánicas. Por un lado, está la historia del embarazo de Lucía. Y, por otro, un personaje que yo creo que podría tener perfectamente un documental aparte, que es tu abuela, Meritxell. ¿Qué nos decís?¿Tenéis pensado hacer alguna película que ayude a cerrar esos hilos?¿O son ya dos temas cerrados cinematográficamente para vosotras?

LUCÍA VASSALLO: ¿Tú qué crees de tu abuela, Meritxell?¿Quieres hacer una película sobre ella?

MERITXELL COLELL: Yo tengo muy claro que quiero hacer una película sobre mi abuela. La tengo filmada en 2002, que fue con mi primera cámara, y, de hecho, como que he recuperado algunos materiales… Lo que pasa es que, bueno, veremos si encontramos el tiempo para hacerla. Pero sería con ella. Es decir, que sería ella comentando sus imágenes.

LUCÍA VASSALLO: Creo que también, sin querer, lo que hicimos fue unir el final de la vida con el comienzo de la vida. Como esta cosa de atravesar la vida y fijarnos en esos dos puntos extremos. Pero lo hicimos inconscientemente. Es verdad que Meritxell tiene una relación muy estrecha con su abuela y quería heredar su oficio de la costura y es verdad que yo, en todos estos años, atravesé toda esta situación del tratamiento para el embarazo y, quizás, lo dudé mucho en ponerlo en la película pero lo que descubrí es que es un tema muy tabú. Mientras lo fui atravesando, me fui dando cuenta, conforme fui perdiendo embarazos y fui empezando con tratamientos, que la gente no habla del tema. En Occidente, no hablamos de la muerte. No hablamos, sobre todo, de lo difícil que es a veces tener hijos y los problemas que pueden tener esos hijos. Y cuando empecé a hablar de ello a mi gente más cercana, hubo quien entonces empezó a decirme: “Bueno, la verdad es que, hasta que nació Laura, yo perdí tres embarazos”. Todo el mundo empezó a contarme historias parecidas. Y yo me decía: “¡Qué raro que nadie me lo haya contado antes! Que tengamos esta cosa como de que el test te da positivo y que parece que, desde ese momento, todo es belleza y felicidad…”. Y no es así. La vida y la muerte están muy ligadas. Y, por eso, tal vez me animé a hablar del tema. Porque me parecía que era un tema muy poco trabajado. A veces, lo pienso. La película termina con que yo inicio un nuevo tratamiento, que, finalmente, no avanzó, y, posteriormente, tomé la decisión, por un lado, de iniciar un tratamiento más por última vez y, por otro, que tampoco iba a seguir eternamente probando. Y si llega a funcionar, también estoy pensando, como Meritxell, si hago lo mismo: ir grabando, ir grabando, ir grabando y ver si de ahí aparece una película o no. Del mismo modo del que ha surgido Transoceánicas, sin presiones de fechas ni de tiempo ni de nada. Si avanza, puede ser que en el futuro haga una película sobre la maternidad.



CINE ARTE MAGAZINE: ¿Qué habéis aprendido tras culminar Transoceánicas?¿Ha cambiado vuestra forma de ver el cine?¿Lo que ahí reflejáis es lo que siempre habéis pensado?¿Os ha hecho cambiar como creadoras?

MERITXELL COLELL: A mí me ha generado muchas dudas. Porque hacer el cine libre, sin fondos, sin nada está muy bien pero también tienes que pedir muchos favores. Porque esta película la llevamos a cabo Lucía y yo durante mucho tiempo. Y es nuestro tiempo. Y está bien. Pero la película había que concluirla. Y ahí ha estado Verónica Font haciendo un trabajo de sonido impecable. Anahit Simonian con la música. Todo lo que hemos pedido a partir de ahí es un esfuerzo y hay que pensarse el hacer películas así. Pero sí tengo que decir que, al mismo tiempo, durante el proceso, he gozado muchísimo y yo, como montadora, he aprendido un montón con esta película. Y, en relación al cine y al lugar que ocupa en la vida, creo que, de momento, no sé renunciar al cine, forma parte de mí, y entonces he dejado de preguntarme por qué hago cine y la pregunta ha pasado a ser para quién hago cine y ya está. Ahí estoy situada para intentar que las crisis no sean tan cíclicas. Y, después, ya veremos.

LUCÍA VASSALLO: A mí lo que me pasó es que, como el final de Transoceánicas coincidió con el rodaje de Cadáver exquisito, que contaba con la financiación del Instituto del Cine Argentino y había que cumplir ciertas pautas, lo que sí me dejó Transoceánicas como aprendizaje fue lo de generar un “cadáver exquisito” entre todas las partes del equipo y les dejé jugar mucho a todos y a todas y no me puse en el lugar tan vertical de la directora y me dije que había que confiar en que todos aportaran. Y la verdad es que me sirvió mucho. De ahora en adelante, mi ideal sería como hacer una mezcla entre las formas más convenciones y lo que he hecho en Transoceánicas, porque, como dice Meritxell, nuestro oficio, como el de un zapatero o una costurera, tiene que tener un valor y tenemos que poder vivir de esto, y, claro, tampoco me gusta tener que pedir favores a la gente o hacerle trabajar sin pagarle. Porque a nosotras, por nuestra manera de ser, no nos puede dar lo mismo. Entonces, tampoco repetiría mucho esto de pedir favores pero sí de poder jugar y de poder conseguir fondos y trabajar de una manera más horizontal y menos vertical que como hace el cine más clásico.



CINE ARTE MAGAZINE: ¿Qué nos podéis decir de los proyectos inmediatos que tenéis en mente? Supongo que Meritxell nos hablará de Dúo, la película de la que ya nos hablaste en la entrevista de abril de 2019, y Lucía, de Cadáver exquisito, la película cuyo rodaje aparece en Transoceánicas.

MERITXELL COLELL: Pues a Dúo le pilló la pandemia, como no podía ser de otra manera, y entonces estábamos a mitad de rodaje y entró la cuarentena en Argentina y tuvimos que volvernos. Por suerte, todo el equipo de producción había invertido mucho en el desarrollo y yo tenía muchísimo filmado en Super-8 antes del rodaje y la semana pasada pudimos terminar el montaje de imagen. Y, ahora, después de mucha reescritura, que también ha sido un importante proceso de aprendizaje, estamos buscando fondos para terminar la postproducción y tenerla concluida en abril-mayo.

LUCÍA VASSALLO: Yo, como no puedo estarme quieta un segundo, además de estrenar Transoceánicas, he estrenado otro documental, Línea 137, también me tocó todo el tema de la pandemia y fue el estreno online, sin cines. Hice también en plena pandemia todo lo que es el montaje y la postproducción y terminé Cadáver exquisito. Fue muy gracioso porque elegí un montajista con quien ya estaba trabajando, porque vivía a tres calles de mi casa y me gustaba mucho trabajar con él, y le decía: “Quiero estar contigo todo el tiempo en la sala de montaje”. Y, al final, terminamos editando online a tres calles de distancia porque, en los primeros meses, aquí en Argentina, fueron muy estrictos. Esos meses fueron mucho de vivir hacia dentro y también escribí otra película titulada Carrusel y nos han seleccionado en el Festival de La Habana para el concurso de guiones inéditos. Pero todo con calma porque la pandemia ha paralizado mucho la industria y el Instituto del Cine Argentino.



CINE ARTE MAGAZINE: Para terminar, hay una frase de Jonas Mekas que me gustó mucho y que dice que: “El cine es una celebración de la vida. Y la vida es movimiento”. ¿Podemos decir que Transoceánicas es una celebración de la vida?

MERITXELL COLELL: Sí. Y que la vida es movimiento. Es una de esas frases que te resuenan mucho porque Transoceánicas es una película sobre el movimiento vital continuo, avanzas y retrocedes, avanzas y retrocedes… Son idas y venidas constantes.

LUCÍA VASSALLO: Es como esa cosa de coser: que nos vamos para atrás para avanzar. Yo sabía que ahí había una metáfora con la abuela de Meritxell y las costuras.

MERITXEL COLELL: Y también trata sobre la transmisión. Porque, al final, lo que Lucía y yo queremos a lo largo de toda la película es comunicarnos, conectarnos con la herencia de las cosas, ya sea con la de Mekas, con la de su madre… Y, al final, terminamos con la abuela, que quiere transmitir la costura. Y ese deseo de transmitir tantísimas cosas de quien puede venir por detrás.


La vida, la pasión, las contrariedades, los afectos, los vínculos, el impulso de seguir adelante pese a las circunstancias, todo eso está presente en Transoceánicas, cine en carne viva que nos envuelve, nos atrapa y nos sumerge en un océano de sentimientos y emociones que, cuando el metraje llega a su fin, ya ha conseguido formar parte del espectador, que no sabrá ya distinguir dónde termina el cine cuando es de verdad y dónde empieza la vida. Porque, quizás, hay películas que, como esta magnífica obra de Meritxell Colell y Lucía Vassallo, logran borrar la frontera entre ambos.

 







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