TÍTULO: La noche de las dos lunas. TÍTULO ORIGINAL: La noche de las dos lunas. AÑO: 2018.
NACIONALIDAD: Venezuela-España. DIRECCIÓN: Miguel Ferrari. GUION: Miguel
Ferrari y Lupe Gehrenbeck. MONTAJE: Miguel Ángel García. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Alexandra Henao. MÚSICA
ORIGINAL: Sergio de la Puente. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Prakriti Maduro,
Mariaca Semprún, María Barranco, Luis Gerónimo Abreu, Albi de Abreu, Juan Jesús
Valverde, María Cristina Lozada, Héctor Manrique, Nohely Arteaga, Aminta de
Lara. DURACIÓN: 110
minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.lanochedelasdoslunas.com/.
CALIFICACIÓN:
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La primera imagen que vemos en La noche de las dos lunas es la del
espejo empañado de un cuarto de baño. Y ello es la perfecta metáfora visual de
nuestra dificultad para comprender y asimilar todas las implicaciones de las
nuevas formas de paternidad y maternidad que las innovaciones médicas y los
cambios sociales están haciendo aparecer y que plantean problemas jurídicos y,
sobre todo, emocionales muy importantes (en febrero, ya comentamos Diane puede con todo de Fabien Gorgeart que también trataba el tema de la gestación subrogada y planteaba el problema
del vínculo sentimental que la madre gestante acababa teniendo con el bebé). El
argumento de La noche de las dos lunas
parte de un hecho ocurrido realmente, tal como nos contó el director de la
película, Miguel Ferrari, en una entrevista que le realizamos en el último Festival de Málaga: en Italia, una clínica de
fecundación intercambió los óvulos destinados a dos mujeres. Cuando el error
afloró, una de las dos mujeres había abortado y reclamó el niño de la otra mujer
alegando que era el suyo, lo cual planteó un complejo dilema legal.
No piensen que el film de Miguel
Ferrari se embarca en la recreación de un azaroso problema judicial que tuviera
que resolver, al modo de Salomón en el Antiguo Testamento, quién era la
auténtica madre a la que había que conceder el niño recién nacido sino que
lleva a cabo una poética reflexión sobre los distintos significados de la
maternidad y la paternidad, sobre los sentimientos que lleva aparejados y cómo
su irrupción en nuestras vidas supone una convulsión que las transforma
radicalmente y nos obliga a replantearnos todos nuestros esquemas vitales y de
visión de la realidad. Sin embargo, no es lo mismo maternidad que paternidad. Y
eso es algo que se muestra en las diferentes situaciones que el film retrata.
Porque si, para el hombre, la paternidad está envuelta en toda una compleja red
de prejuicios, ideas preconcebidas y tics
sobre su autoafirmación personal, para la mujer la maternidad es un
sentimiento directo y brutal que la domina y que le hace prescindir de cualquier
tipo de enrevesamiento intelectual (a este respecto, es curioso ver que todos
los padres biológicos de la película se alejan mientras que el único padre con
el que acaba habiendo acercamiento es un padre no biológico – no podemos decir
más para no hacer spoilers frustrantes
para el espectador–).
Si en su anterior película, Azul y no tan rosa,
un tierno y delicado alegato a favor del respeto a la homosexualidad que ganó
el Goya a la Mejor Película Iberoamericana, Miguel Ferrari empleaba un estilo
directo del que, en nuestra reseña cuando el film se estrenó, dijimos que, por
su sobriedad y humanismo, nos recordaba al de Howard Hawks (“frente a cualquier
tipo de malabarismo visual o de barroquismo formal, [el director] opta de modo
coherente por un estilo sobrio y eficaz que sabe mirar a los actores de frente
y les da el aire suficiente para generar realismo y verosimilitud”), ahora el
realizador se ha decidido por una mayor sofisticación visual, algo que resulta
lógico porque el tema que trata requiere que el espectador haga gala de una
mayor sofisticación mental para comprender de manera equilibrada todos los
puntos del problema y ello necesitaba de un correlato visual alejado de la
sencillez y que podríamos casi afirmar que está inundado de “realismo mágico”. En
el estilo de La noche de las dos lunas,
se percibe, por otra parte, la influencia bien asimilada de muchos cineastas españoles
(detecto la huella en muchos momentos de autores como Pedro Almodóvar, Isabel
Coixet, Antonio Hernández, Daniel Sánchez Arévalo o, en una escena concreta,
incluso la de Chicho Ibáñez Serrador), ratificando lo que el director nos dijo
en la entrevista del pasado marzo cuando nos habló de la admiración que siente
por nuestro cine. Sin embargo, a pesar
de que su estilo ha perdido sobriedad, Miguel Ferrari ha sabido no perder el
cariño y la ternura en la mirada hacia todos sus personajes, sea el protagonista
absoluto o el secundario que no resulta decisivo en la evolución de la trama, algo
que cualquier creador de ficción debería envidiar.
Ese cariño facilita el trabajo
del reparto que luce a un magnífico nivel, aunque debemos destacar las
interpretaciones del cuarteto protagonista (Prakriti Maduro, Mariaca Semprún,
Luis Gerónimo Abreu y Albi de Abreu), absolutamente convincentes en el
laberinto emocional y vital en el que se ven atrapados de improviso (laberinto
que la película en su inteligente desenlace sabe no desenredar), y una
deliciosa María Barranco, que sabe actuar de contrapunto al dramatismo de la
mayoría de las situaciones pero que, sin perjuicio de ello, logra transmitir su
propio drama, el de una diva de la televisión que no pudo culminar sus sueños
profesionales tal como ella hubiera querido.
En resumen, La noche de las dos lunas supone un gran paso adelante en la
trayectoria de Miguel Ferrari y una confirmación de que se trata de un director
que tiene muchas cosas que decirnos, que nos va a sorprender en el modo en que
va a decírnoslas y que guarda en su interior muchas películas que van a acabar
formando parte, seguro, de nuestra memoria cinéfila.
Miguel Ferrari, director de La noche de las dos lunas
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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