En Cine Arte Magazine, seguimos revisando y comentando los títulos que integran el Atlántida Film Fest 2019, visitando varias de sus interesantes secciones.
- Sección GENERACIÓN
Jellyfish de James Gardner
Jellyfish, primer largometraje de James Gardner, se mueve en un terreno similar al de la serie The Virtues, que hemos comentado recientemente. Porque, como esta, Jellyfish nos habla de una working class desmantelada, con pocas esperanzas y nulas expectativas, de un sistema de protección social inútil e ineficaz, de unas familias disfuncionales que acaban siendo correas de transmisión decisivas de la depauperación y de una sociedad en la que el egoísmo y la rivalidad sin objetivo ni finalidad parecen ser el elemento esencial de comportamiento. Pero, dentro de ese modelo general, Jellyfish presenta varias particularidades. La primera, su protagonista, una chica joven de 16 años (interpretada por una estupenda Liv Hill) que se ve obligada a llevar todo el peso de su familia (su madre y sus dos hermanos pequeños) ante la nihilista actitud de su progenitora y que debe compatibilizar sus estudios con el trabajo en un salón de juegos. La segunda, la tarea que le encarga su profesor de artes interpretativas: escribir y representar un monologo humorístico inspirándose en grandes maestros del género como Bill Hicks, Richard Pryor, George Carlin, Chris Rock, Frankie Boyle, Joan Rivers, Victoria Wood o Katherine Ryan. Es así como la película indaga en los mecanismos por los que la rabia y el resentimiento social se reciclan para dar lugar a un humor fiero, ácido y escatológico con el que se identifican quienes comparten origen social y experiencias vitales con sus autores e intérpretes. Dando un paso más allá, la película muestra cómo la protagonista y su familia van deslizándose por una espiral negativa imparable en la que solo parece haber redención posible en la expresión del pesimismo y la desolación interiores. Jellyfish ofrece, sin duda, una de las grandes secuencias del certamen: poco antes del desenlace, se produce un momento de enorme tensión en el despacho del jefe de la chica y, entonces, la cámara se aleja, se pasea por el salón de juegos y acaba enfocando durante un buen rato el tráfico de vehículos que pasan por la calle, una decisión narrativa que tiene antecedentes en películas de Michelangelo Antonioni, en Frenesí (1972) de Alfred Hitchcock y en determinadas secuencias del cine asiático y que posee, en el contexto de esta película, una colosal fuerza expresiva, superior a la que pudiera tener cualquier tipo de imagen explícita. En suma, gran debut de James Gardner y una buena muestra de que el cine británico es capaz de renovar y actualizar sus temas predilectos, pasando del estricto realismo del free cinema a texturas visuales y narrativas más sutiles y sofisticadas.
Midgnight Runner de Hannes Baumgartner
Después de que a finales de los 60 y principios de los 70 el cine suizo irrumpiera con fuerza en el panorama internacional con directores como Alain Tanner, Claude Goretta y Daniel Schmid, en los últimos años apenas nos han llegado títulos desde el país helvético, por lo que es de agradecer que el Atlántida Film Fest, en sus sucesivas ediciones, nos haya dado la oportunidad de disfrutar de films llegados de esta cinematografía - tales como Europe, She Loves (2016) de Jan Gassmann, Jean Ziegler, l'optimisme de la volonté (2016) de Nicolas Wadimoff, Diario de mi mente (2017) de Ursula Meier, Sarah Plays a Werewolf (2017) de Katharina Wyss o Blue My Mind (2017) de Lisa Brühlmann- que siempre son bienvenidos por la originalidad de sus ideas y enfoques. Midnight Runner es la opera prima del director Hannes Baumgartner y en él se relata un hecho real sucedido en Berna y que tiene como protagonista al empleado de un restaurante y popular atleta local que, poco a poco, va desarrollando un comportamiento sociopático al que no es capaz de poner control. Aunque hay que admirar el gran rigor estético de la propuesta (con esa mirada fría, objetiva y distanciada, que solo muestra, sin valorar ni enjuiciar), en función del enfoque elegido era un punto crítico el saber seleccionar muy bien las secuencias que conformaban la historia, el conseguir que cada una de ellas fuera lo suficientemente expresiva y relevante y el proporcionar al conjunto una visión coherente y profunda. Sin embargo, la película acaba teniendo un carácter algo deslavazado y, siendo verdad que se adivina un mensaje crítico con la asignación de roles que socialmente se atribuye a la figura masculina y de los efectos colaterales de la misma, el protagonista se nos presenta como un ente esquemático del que nos falta conocer muchos más aspectos para poder considerarlo un personaje de carne y hueso. En suma, Midnight Runner es una película que vemos sin esfuerzo pero que, al concluir, nos deja una sensación de cierto vacío y superficialidad.
Selfie de Agostino Ferrente
En función de las actuales concepciones y visiones que existen en el séptimo arte en relación al género documental (a las cuales nos referiremos en la película inmediatamente posterior), Selfie quizás sea la última posibilidad en la que podamos creer de cara a elaborar un documental puro en el que el lenguaje cinematográfico no mediatice, pervierta o distorsione el retrato íntegro de la realidad. En este film documental, su director, Agostino Ferrente, les da un Iphone a dos jóvenes que viven en uno de los barrios más pobres y conflictivos de Nápoles y aquellos empiezan a grabar escenas y momentos de su día a día. La película tiene como centro emocional y conceptual la muerte de un chico del barrio, amigo de los dos protagonistas, en una acción policial. En torno a este hecho, asistimos al dolor que afecta a la familia y a los amigos del joven muerto, a cómo en el barrio están normalizados la delincuencia y el tráfico de drogas, a los tímidos sueños por lograr escapar del lugar y encontrar un futuro mejor y a instantes de humor y camaradería que sirven para crear pequeños oasis en medio de la desolación. Siendo un film sencillo, Selfie encuentra su mejor virtud en la sensación de verdad y autenticidad que logra transmitir en todos y cada uno de sus fotogramas.
- Sección GENERACIÓN
Jellyfish de James Gardner
Jellyfish, primer largometraje de James Gardner, se mueve en un terreno similar al de la serie The Virtues, que hemos comentado recientemente. Porque, como esta, Jellyfish nos habla de una working class desmantelada, con pocas esperanzas y nulas expectativas, de un sistema de protección social inútil e ineficaz, de unas familias disfuncionales que acaban siendo correas de transmisión decisivas de la depauperación y de una sociedad en la que el egoísmo y la rivalidad sin objetivo ni finalidad parecen ser el elemento esencial de comportamiento. Pero, dentro de ese modelo general, Jellyfish presenta varias particularidades. La primera, su protagonista, una chica joven de 16 años (interpretada por una estupenda Liv Hill) que se ve obligada a llevar todo el peso de su familia (su madre y sus dos hermanos pequeños) ante la nihilista actitud de su progenitora y que debe compatibilizar sus estudios con el trabajo en un salón de juegos. La segunda, la tarea que le encarga su profesor de artes interpretativas: escribir y representar un monologo humorístico inspirándose en grandes maestros del género como Bill Hicks, Richard Pryor, George Carlin, Chris Rock, Frankie Boyle, Joan Rivers, Victoria Wood o Katherine Ryan. Es así como la película indaga en los mecanismos por los que la rabia y el resentimiento social se reciclan para dar lugar a un humor fiero, ácido y escatológico con el que se identifican quienes comparten origen social y experiencias vitales con sus autores e intérpretes. Dando un paso más allá, la película muestra cómo la protagonista y su familia van deslizándose por una espiral negativa imparable en la que solo parece haber redención posible en la expresión del pesimismo y la desolación interiores. Jellyfish ofrece, sin duda, una de las grandes secuencias del certamen: poco antes del desenlace, se produce un momento de enorme tensión en el despacho del jefe de la chica y, entonces, la cámara se aleja, se pasea por el salón de juegos y acaba enfocando durante un buen rato el tráfico de vehículos que pasan por la calle, una decisión narrativa que tiene antecedentes en películas de Michelangelo Antonioni, en Frenesí (1972) de Alfred Hitchcock y en determinadas secuencias del cine asiático y que posee, en el contexto de esta película, una colosal fuerza expresiva, superior a la que pudiera tener cualquier tipo de imagen explícita. En suma, gran debut de James Gardner y una buena muestra de que el cine británico es capaz de renovar y actualizar sus temas predilectos, pasando del estricto realismo del free cinema a texturas visuales y narrativas más sutiles y sofisticadas.
Midgnight Runner de Hannes Baumgartner
Después de que a finales de los 60 y principios de los 70 el cine suizo irrumpiera con fuerza en el panorama internacional con directores como Alain Tanner, Claude Goretta y Daniel Schmid, en los últimos años apenas nos han llegado títulos desde el país helvético, por lo que es de agradecer que el Atlántida Film Fest, en sus sucesivas ediciones, nos haya dado la oportunidad de disfrutar de films llegados de esta cinematografía - tales como Europe, She Loves (2016) de Jan Gassmann, Jean Ziegler, l'optimisme de la volonté (2016) de Nicolas Wadimoff, Diario de mi mente (2017) de Ursula Meier, Sarah Plays a Werewolf (2017) de Katharina Wyss o Blue My Mind (2017) de Lisa Brühlmann- que siempre son bienvenidos por la originalidad de sus ideas y enfoques. Midnight Runner es la opera prima del director Hannes Baumgartner y en él se relata un hecho real sucedido en Berna y que tiene como protagonista al empleado de un restaurante y popular atleta local que, poco a poco, va desarrollando un comportamiento sociopático al que no es capaz de poner control. Aunque hay que admirar el gran rigor estético de la propuesta (con esa mirada fría, objetiva y distanciada, que solo muestra, sin valorar ni enjuiciar), en función del enfoque elegido era un punto crítico el saber seleccionar muy bien las secuencias que conformaban la historia, el conseguir que cada una de ellas fuera lo suficientemente expresiva y relevante y el proporcionar al conjunto una visión coherente y profunda. Sin embargo, la película acaba teniendo un carácter algo deslavazado y, siendo verdad que se adivina un mensaje crítico con la asignación de roles que socialmente se atribuye a la figura masculina y de los efectos colaterales de la misma, el protagonista se nos presenta como un ente esquemático del que nos falta conocer muchos más aspectos para poder considerarlo un personaje de carne y hueso. En suma, Midnight Runner es una película que vemos sin esfuerzo pero que, al concluir, nos deja una sensación de cierto vacío y superficialidad.
Selfie de Agostino Ferrente
En función de las actuales concepciones y visiones que existen en el séptimo arte en relación al género documental (a las cuales nos referiremos en la película inmediatamente posterior), Selfie quizás sea la última posibilidad en la que podamos creer de cara a elaborar un documental puro en el que el lenguaje cinematográfico no mediatice, pervierta o distorsione el retrato íntegro de la realidad. En este film documental, su director, Agostino Ferrente, les da un Iphone a dos jóvenes que viven en uno de los barrios más pobres y conflictivos de Nápoles y aquellos empiezan a grabar escenas y momentos de su día a día. La película tiene como centro emocional y conceptual la muerte de un chico del barrio, amigo de los dos protagonistas, en una acción policial. En torno a este hecho, asistimos al dolor que afecta a la familia y a los amigos del joven muerto, a cómo en el barrio están normalizados la delincuencia y el tráfico de drogas, a los tímidos sueños por lograr escapar del lugar y encontrar un futuro mejor y a instantes de humor y camaradería que sirven para crear pequeños oasis en medio de la desolación. Siendo un film sencillo, Selfie encuentra su mejor virtud en la sensación de verdad y autenticidad que logra transmitir en todos y cada uno de sus fotogramas.
- Sección POLÍTICA Y CONTROVERSIA
Uno de los temas recurrentes del cine actual es el amplio territorio gris.que se ha descubierto que existe entre el cine de ficción y el cine documental. Existen películas de corte documental que son, en realidad, ficciones disimuladas y existen películas aparentemente ficticias cuya naturaleza documental está presente desde el mismo momento de su génesis. Desde este punto de vista, ¿no sería toda película, en realidad, una ficción inevitable en la medida en que es imposible que no esté estructurada según un relato que, como todo relato, está regido por unas convenciones de por sí antinaturalistas y alejadas de la realidad?¿O es aún posible construir un documental puro, articulado según un rígido pacto con el espectador y un protocolo disciplinado e inflexible? Este sería el trasfondo de La muerte de Hammarskjöld del director danés Mads Brügger, conocido por haber realizado con anterioridad el film El sindicato San Bernardo (2018). Porque, desde el principio de este ¿documental?, nos asalta la duda sobre la verosimilitud de esta investigación sobre la muerte en accidente de aviación de quien era Secretario General de la ONU en 1961 y si, realmente, el complot que, poco a poco, se va desvelando conforme avanza la trama es o no auténtico.Y la duda está alentada por la propia película, a través de sutiles guiños, como esas dos secretarias que mecanografían simultáneamente el guion (¿por qué dos secretarias?) o, por ejemplo, esos dos mercenarios que coincidieron estudiando interpretación (¿los mercenarios estudian interpretación?). Pero, al mismo tiempo, la investigación parece avanzar con el suficiente rigor e ímpetu como para pensar que, tal vez, pudiera haber algo o mucho de verdad en un conspiración que, todo hay que decirlo, se parece a todas las conspiraciones que hemos visto en la gran pantalla. ¿Entonces?¿Es La muerte de Hammarskjöld una completa impostura o una investigación llevada a cabo con toda rigurosidad? La gran virtud de este film es que el espectador tiene la última palabra.
Si en nuestro primer artículo sobre el certamen ya comentamos The Feminister, el documental sobre la figura de Margot Wallström, Ministra de Asuntos Exteriores de Suecia, ahora, también proveniente del mismo país escandinavo, toca hablar de La feminista: una inspiración sueca de Hampus Linder, un documental que aborda la figura de Gudrun Schyman. Gudrun Schyman es una figura controvertida en su país, generando tanto simpatías como rechazos. Fue líder del Partido de la Izquierda entre 1993 y 2004. En este último año, abandonó dicha formación y en 2005 creó Iniciativa Feminista, partido que, poco a poco, ha ido logrando ganar popularidad en el electorado y presencia en las instituciones. Al igual que sucedía con The Feminister, este documental peca de no saber distanciarse de la figura a la que retrata y, por ello, acaba siendo excesivamente hagiográfico (por ejemplo, la película no entra en la acusación de fraude tributario, de la que fue declarada culpable, realizada contra ella en 2003). No obstante, el documental sí sabe paliar este hecho al acercarse a los aspectos personales más problemáticos de la política como son su pasada dependencia del alcohol, las agresiones físicas sufridas de mano de su marido y las tensiones intrafamiliares. Al mismo tiempo, el documental también muestra la mutación sufrida en el seno de la izquierda, que ha pasado de basarse en el marxismo y en la representación de la clase obrera a tener al feminismo, al ecologismo y a la acogida a los refugiados como señas de identidad esenciales. La visión conjunta de este documental con The Feminister ofrece una visión muy interesante de las tendencias que se mueven en el seno de la izquierda en la actualidad y si, a ellos, unimos la de dos documentales también presentes en el certamen, como son Steve Bannon: el gran manipulador y Hungría 2018, obtendremos una visión de conjunto bastante amplia y sintética del panorama político a nivel global.
- Sección DOMESTIK
Fuga de Agneszka Smoczynska
Tras el estreno en 2015 de The Lure, una película en la que la fantasía, el terror, el romanticismo desaforado y el mundo del rock del cabaret se aunaban en extraña y peculiar mezcla, podemos ver en el Atlántida Film Fest el segundo largometraje de su directora, la realizadora polaca Agneszka Smoczynska, otra enigmática fábula que es capaz de ir alterando constantemente nuestras expectativas, de ir realizando giros sucesivos a lo largo de sus 102 minutos de metraje para acabar trazando una honda y escurridiza reflexión sobre la compleja interacción entre nuestra personalidad y el entorno. Fuga empieza siendo la historia de una amnesia, de una Alicia que, tras salir del agujero, ha perdido la memoria y no recuerda nada de su pasado. Sin embargo, ese pasado vuelve a ella inmediatamente y se tiene que enfrentar a él, reconvertido en presente que la atrapa y que la asfixia. Frente a The Lure, Fuga es una película estrictamente realista que indaga en los límites de la capacidad de adaptación del ser humano a las circunstancias y en el poder de nuestra biografía y de nuestro temperamento para guiar nuestra conducta y, a la vez, impedirnos cambiar la trayectoria de nuestras vidas. Film de cierta gelidez, la misma tal vez se deba a que no es posible decantarse por ofrecer una visión optimista y pesimista porque aquello que nos hace fuertes es, al mismo tiempo, lo que nos condena a vivir enclaustrados en una permanente frustración.
Señor Workaholic de Antoine Russbach
Hay dos películas del certamen del Atlántida Film Fest del año pasado - Club Europa (2017) de Franciska Hoenisch y El orden de las cosas (2017) de Andrea Segre- que podrían conformar con este film suizo una peculiar trilogía sobre la hipocresía en la que están sumidos los países más desarrollados que, aunque aparentemente sensibilizados con las atrocidades e injusticias que viven los países del Tercer Mundo, se benefician del orden desigual que reina a nivel mundial y, en el fondo, no quieren hacer nada por cambiar este estado de la situación. Por lo tanto, no piensen, en función del título que se ha elegido para esta película en España (el título original era Ceux qui travaillent, "aquellos que trabajan", bastante más aséptico) que su argumento trata de una persona adicta al trabajo porque, realmente, no es así. El protagonista de Señor Workaholic, interpretado por un magnífico Olivier Gourmet que sabe trazar con maestría tanto los perfiles ásperos como la tensión y debilidad internas de su personaje, ocupa un cargo importante en una empresa logística, disfrutando de un alto nivel de vida que apreciamos en los primeros minutos de la película. Pero, de repente, todo se tuerce. Por culpa de las exigencias que impone la cuenta de resultados de la empresa donde trabaja y por ese monstruo de dos caras que es el sistema en el que vivimos. De este modo, el Señor Workaholic tendrá la oportunidad, durante unos meses, de reflexionar sobre cuál ha sido su forma de vida y cuál es el rostro auténtico de la realidad. Lo que sucederá es que, al final, las circunstancias impondrán su poder y, en un magnífico y sutil desenlace, veremos que el entorno nos gobierna según una dinámica de la que es muy difícil escapar. El orden vigente siempre acaba triunfando.
- Sección DOMESTIK
Fuga de Agneszka Smoczynska
Tras el estreno en 2015 de The Lure, una película en la que la fantasía, el terror, el romanticismo desaforado y el mundo del rock del cabaret se aunaban en extraña y peculiar mezcla, podemos ver en el Atlántida Film Fest el segundo largometraje de su directora, la realizadora polaca Agneszka Smoczynska, otra enigmática fábula que es capaz de ir alterando constantemente nuestras expectativas, de ir realizando giros sucesivos a lo largo de sus 102 minutos de metraje para acabar trazando una honda y escurridiza reflexión sobre la compleja interacción entre nuestra personalidad y el entorno. Fuga empieza siendo la historia de una amnesia, de una Alicia que, tras salir del agujero, ha perdido la memoria y no recuerda nada de su pasado. Sin embargo, ese pasado vuelve a ella inmediatamente y se tiene que enfrentar a él, reconvertido en presente que la atrapa y que la asfixia. Frente a The Lure, Fuga es una película estrictamente realista que indaga en los límites de la capacidad de adaptación del ser humano a las circunstancias y en el poder de nuestra biografía y de nuestro temperamento para guiar nuestra conducta y, a la vez, impedirnos cambiar la trayectoria de nuestras vidas. Film de cierta gelidez, la misma tal vez se deba a que no es posible decantarse por ofrecer una visión optimista y pesimista porque aquello que nos hace fuertes es, al mismo tiempo, lo que nos condena a vivir enclaustrados en una permanente frustración.
Señor Workaholic de Antoine Russbach
Hay dos películas del certamen del Atlántida Film Fest del año pasado - Club Europa (2017) de Franciska Hoenisch y El orden de las cosas (2017) de Andrea Segre- que podrían conformar con este film suizo una peculiar trilogía sobre la hipocresía en la que están sumidos los países más desarrollados que, aunque aparentemente sensibilizados con las atrocidades e injusticias que viven los países del Tercer Mundo, se benefician del orden desigual que reina a nivel mundial y, en el fondo, no quieren hacer nada por cambiar este estado de la situación. Por lo tanto, no piensen, en función del título que se ha elegido para esta película en España (el título original era Ceux qui travaillent, "aquellos que trabajan", bastante más aséptico) que su argumento trata de una persona adicta al trabajo porque, realmente, no es así. El protagonista de Señor Workaholic, interpretado por un magnífico Olivier Gourmet que sabe trazar con maestría tanto los perfiles ásperos como la tensión y debilidad internas de su personaje, ocupa un cargo importante en una empresa logística, disfrutando de un alto nivel de vida que apreciamos en los primeros minutos de la película. Pero, de repente, todo se tuerce. Por culpa de las exigencias que impone la cuenta de resultados de la empresa donde trabaja y por ese monstruo de dos caras que es el sistema en el que vivimos. De este modo, el Señor Workaholic tendrá la oportunidad, durante unos meses, de reflexionar sobre cuál ha sido su forma de vida y cuál es el rostro auténtico de la realidad. Lo que sucederá es que, al final, las circunstancias impondrán su poder y, en un magnífico y sutil desenlace, veremos que el entorno nos gobierna según una dinámica de la que es muy difícil escapar. El orden vigente siempre acaba triunfando.
- Sección IDENTIDAD
Easy Love de Tamer Jandali
Un tema cada vez más presente en documentales, largometrajes de ficción y series es el de la reivindicación de las identidades sexuales no mayoritarias y la exploración de las nuevas formas de relación personal que, apartándose del modelo clásico de pareja cerrada, buscan opciones y alternativas claramente diferenciadas. Por este conjunto de cuestiones se preocupa este documental alemán realizado por Tamer Jandali que, tras ver cómo se desarrolla, debería cambiar su título por el de Difficult Love. Porque lo que apreciamos es que no es nada sencillo salir de los convencionalismos, tanto por la incomprensión del entorno como por el peso de los prejuicios y de los comportamientos heredados. Easy Love sigue a siete hombres y mujeres, de entre 25 y 45 años, durante 4 meses, retratando sus vivencias, sus momentos de placer y felicidad pero también las tensiones surgidas por adentrarse en territorios desconocidos y por explorar. En algunos momentos, nos entra la duda de si todo en Easy Love es documental puro y si no hay momentos (casi evidentes) de ficcionalización, por lo que, de este modo, volvemos a lo que ya dijimos cuando hablamos de La muerte de Hammarskjôld, a esa zona gris en la que, quizás, también se encuentran los personajes que esta película nos muestra.
Un tema cada vez más presente en documentales, largometrajes de ficción y series es el de la reivindicación de las identidades sexuales no mayoritarias y la exploración de las nuevas formas de relación personal que, apartándose del modelo clásico de pareja cerrada, buscan opciones y alternativas claramente diferenciadas. Por este conjunto de cuestiones se preocupa este documental alemán realizado por Tamer Jandali que, tras ver cómo se desarrolla, debería cambiar su título por el de Difficult Love. Porque lo que apreciamos es que no es nada sencillo salir de los convencionalismos, tanto por la incomprensión del entorno como por el peso de los prejuicios y de los comportamientos heredados. Easy Love sigue a siete hombres y mujeres, de entre 25 y 45 años, durante 4 meses, retratando sus vivencias, sus momentos de placer y felicidad pero también las tensiones surgidas por adentrarse en territorios desconocidos y por explorar. En algunos momentos, nos entra la duda de si todo en Easy Love es documental puro y si no hay momentos (casi evidentes) de ficcionalización, por lo que, de este modo, volvemos a lo que ya dijimos cuando hablamos de La muerte de Hammarskjôld, a esa zona gris en la que, quizás, también se encuentran los personajes que esta película nos muestra.
Comentarios
Publicar un comentario