THE VIRTUES. SERES A LA DERIVA


Enlace a la serie en Filmin: https://www.filmin.es/serie/the-virtues

En el actual lenguaje audiovisual, existe una búsqueda consciente y deliberada por hallar una alternativa a los medios expresivos que podemos denominar clásicos o convencionales, búsqueda que se ramifica en diferentes caminos según cuáles sean las intenciones de los creadores o autores de una serie o película. Cuando se intenta realizar una obra de carácter realista, se está imponiendo la tendencia de matizar o incluso suspender los mecanismos narrativos más tradicionales (preeminencia de un conflicto central en el personaje protagonista, existencia de puntos de giro en momentos clave de la trama, carácter sintético del montaje…) para incorporar rasgos de estilo que provienen del cine clásico japonés (Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu), del cine experimental de los 60 y 70 (John Cassavetes, Miklós Jancsó, Jean-Marie Straub), del cine documental más innovador y arriesgado (Chantal Akerman, José Luis Guerin) o de las cinematografías más audaces de los últimos tiempos (Abbas Kiarostami, Jafar Panahi, los hermanos Dardenne, Isaki Lacuesta, Cristian Mungiu, Cristi Puiu). Hay que partir de esta premisa para entender la factura visual y narrativa de The Virtues, la cual imprime un rasgo de personalidad muy acusado a la serie pero que, al mismo tiempo, le otorga una potencia expresiva fundamental para transmitir toda la tensión, desolación y pesimismo que atenazan a unos personajes que no ven salida a la problemática situación en la que se hallan sumidos.




The Virtues está dirigida por Shane Meadows y cuenta con un guion del propio Meadows y de Jack Thorne. Meadows y Thorne repiten, de este modo, los roles que ya jugaron en las series This Is England ’86 (2010), This Is England ’88 (2011) y This Is England ’90 (2015), las cuales fueron secuela del film This Is England (2006), el cual contó con la dirección y guion únicamente de Meadows. The Virtues viene a entroncar con el espíritu de las películas y series anteriores de Meadows al retratar el proceso de devastación de la working class británica en las últimas cuatro décadas pero acaba siendo mucho más que eso en virtud del cambio de escenario donde se desarrolla la acción y de toda la iconografía visual que incorpora la serie, que nos acaba conduciendo a terrenos de gran enjundia psicológica y moral.




Stephen Graham (a quien hemos visto con anterioridad en Snatch: Cerdos y diamantes – 2000– de Guy Ritchie, Gangs of New York – 2002– de Martin Scorsese, The Damned United – 2009– de Tom Hooper, Enemigos públicos – 2009- de Michael Mann, Piratas del Caribe: En mareas misteriosas – 2011– de Rob Marshall, El topo – 2011– de Tomas Alfredson, Piratas del Caribe: La venganza de Salazar – 2017– de Joachim Ronning y Espen Sandberg, Las estrellas de cine no mueren en Liverpool – 2017– de Paul McGuigan o en la serie Boardwalk Empire, aparte de haber trabajado previamente con Meadows en This Is England y en sus tres secuelas posteriores) interpreta a Joseph, un trabajador de Liverpool que se ve sacudido por la marcha a Australia de su exmujer con el hijo común de ambos y su nueva pareja. Tras una noche enloquecida de alcohol y drogas (espléndidamente rodada, montada y plasmada visualmente), Joseph decide volver a su lugar de origen, en Irlanda, y enfrentarse a los fantasmas de su pasado. Al mismo tiempo, el espectador irá descubriendo cuál ha sido la tortuosa y atormentada biografía del personaje protagonista.




Casi todo lo que ocurre en The Virtues es elíptico y elusivo. El espectador o bien ve casi siempre primero las consecuencias de los hechos relevantes que los hechos en sí o bien tiene que reconstruir en su mente la secuencia completa de acontecimientos ordenando el rompecabezas que narrativamente se le ofrece. Porque The Virtues se desarrolla en dos momentos temporales diferentes y uno de ellos, el correspondiente al pasado, solo se muestra de forma fragmentaria y deslavazada. Y el presente avanza fatigosamente, al verse lastrado por los sentimientos de culpa y vergüenza y por la falta de redención de unas vivencias que marcaron de forma irreversible la condición moral y psicológica de una persona y supusieron una carga insalvable para su vida adulta.




Conforme la trama avanza, van ganando peso desde el punto de vista visual y narrativo los elementos religiosos y morales (en consonancia con lo que ya avisa el propio título de la serie), creando un ambiente crecientemente asfixiante que culmina en los treinta minutos finales, en los que todos los hilos argumentales se acaban conectando dando lugar a un clima de alta tensión y suspense. El desenlace de The Virtues es deliberadamente ambivalente y nos sume en una especie de estupor filosófico. Porque, pudiendo sacar como conclusión el conocido dicho de que “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones” (lo cual sería perfectamente aplicable a una de las subtramas de la serie), al mismo tiempo podemos extraer la conclusión opuesta: el carácter devastador de la ausencia de buenas intenciones y su efecto nefasto sobre las vidas ajenas (que es lo que otra de las subtramas expresa con claridad). La resolución de la paradoja radica, probablemente, en advertir que The Virtues nos habla de las múltiples caras que la maldad presenta y en la necesidad de recuperar una ética auténtica, libre de prejuicios pero atenta a no causar daño a nuestros semejantes. El viaje al que la serie nos invita desde su peculiar arranque hasta su sorprendente tramo final está, por tanto, fuera de toda rutina y convencionalismo y nos lleva a territorios que obligan a la implicación y reflexión por parte del espectador.




Dividida en 4 capítulos (3 de 45 minutos de duración y el último de 75 minutos) y realizada para el Channel 4 de la televisión británica, The Virtues, además de la espléndida actuación de su protagonista, Stephen Graham, cuenta con unas magníficas interpretaciones de todo su reparto, en el que destacan Niamh Algar, Helen Behan, Mark O’Halloran y Liam Carney, además de una gran banda sonora de pop-rock independiente en la que tiene un papel estelar la cantautora PJ Harvey, de modo que, aparte de su intensidad dramática y argumental, la serie tiene un perfecto acabado en todos los aspectos, todo lo cual la convierte en una obra audiovisual digna de visión, análisis y recuerdo. Aunque no todos los espectadores entrarán fácilmente en su propuesta, los que lo hagan disfrutarán de una rara joya que se adentra en recovecos de gran audacia y atrevimiento. 




Para terminar la reseña, la acompañamos de dos de las canciones que forman parte de la banda sonora de The Virtues, “The Crowded Cell” de PJ Harvey y “Beneath the Rose” de Micah P. Hinson.









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