Tal como hicimos el año pasado,
en 2019, desde Cine Arte Magazine, volveremos a realizar un seguimiento
exhaustivo del Atlántida Film Fest, el festival online (aunque con una sede física en Palma de Mallorca) más
importante que se celebra en España y que está organizado por Filmin. Este año, el Festival ha vuelto
a crecer con respecto a la anterior edición y así, si en 2018 había
seleccionados 83 títulos, en 2019 los espectadores tendrán a su disposición 119
películas, divididas en 9 secciones:
- Sección GENERACIÓN: Películas relacionadas con la situación actual de la
juventud europea.
- Sección POLÍTICA Y CONTROVERSIA: Títulos que hablan de conflictos y de
cuestiones que provocan fuertes polémicas y divisiones sociales.
- Sección DOMESTIK: Sobre cómo la intimidad personal y familiar se ve
sacudida por la economía.
- Sección MUROS Y FRONTERAS: Cine que habla de las barreras y obstáculos
impuestos por el poder para impedir el libre movimiento de las personas.
- Sección IDENTIDAD: Sobre los nuevos modos y maneras de vivir el amor y la
sexualidad.
- Sección MEMORIA HISTÓRICA: Películas sobre acontecimientos del pasado
insuficientemente conocidos.
- Retrospectiva dedicada al
cineasta ANDRÉS DUQUE.
- Retrospectiva dedicada al
cineasta KEN LOACH.
- Selección de largometrajes y
cortometrajes realizados por el CINE
BALEAR.
Habiendo presentando el certamen,
ya solo nos queda sumergirnos en él e ir comentando los diversos y apasionantes
títulos que integran la edición de este año.
- Sección GENERACIÓN.
Iniciamos nuestro recorrido con
una auténtica joya visual y narrativa que nos viene de la cinematografía
francesa. A Paris Education (Mes provinciales según su título
original, tomado de una obra de Pascal) es el noveno largometraje de Jean-Paul
Civeyrac y está protagonizado por un Andranic Manet que traza una portentosa
caracterización de un entusiasta joven de provincias que se traslada a París
para estudiar cine y una vez allí se encontrará con todas las dificultades y
obstáculos que la realidad antepone para que sus sueños y ambiciones puedan cumplirse.
A Paris Education es un melancólico
film que gustará tanto a los cinéfilos, que se sentirán atraídos por las
conversaciones entre los estudiantes de la facultad sobre cómo deben ser las
películas y el séptimo arte como a quienes se identifiquen con la trayectoria
vital del protagonista que ve cómo las expectativas de su juventud se ven
truncadas con el paso del tiempo. Rodada con una preciosa fotografía en blanco
y negro, quizás la historia que cuenta quizás ya ha sido contada en anteriores
ocasiones (recordemos, por ejemplo, Después
de mayo – 2012– de Olivier Assayas), pero en este caso está tan bien
contada que es una delicia contemplar esta película que cierra con dos
soberbios planos que sirven como perfecta y sencilla metáfora de los sueños
rotos y del dejarse llevar por la gris rutina de los días.
El 22 de julio de 2011, Anders
Breivik conmocionó a la normalmente tranquila sociedad noruega haciendo
estallar una furgoneta-bomba, que causó 8 muertos, delante de la oficina del
Primer Ministro y asesinando, después de trasladarse a la isla de Utoya, a 69
jóvenes que participaban en un campamento de verano de las juventudes del
Partido Laborista. Bastó una sola persona y unas pocas horas para que una
apariencia de calma se viera violentamente truncada y se revelasen internas
fuerzas oscuras que podían presentarse abruptamente como un grave factor
desestabilizador. En los 8 años, el cine se ha acercado varias veces a la
tragedia, siempre con cautela sobre cómo plasmar el horror, el dolor de las víctimas
y la actitud del asesino y ahí están, por ejemplo, 22 de julio (2018) de Paul Greengrass, disponible en Netflix, y Utoya. 22 de julio (2018) de Erik Poppe,
que se estrena en España el próximo 19 de julio. En el Atlántida Film Fest, se
puede ver el film documental Reconstruyendo
Utoya de Carl Jáver que plantea una recreación de los lúgubres
acontecimientos de la isla según el relato de cuatro de las víctimas
supervivientes que son plasmados en imágenes al modo de los decorados de Dogville (2003) de Lars von Trier.
Película que acaba siendo menos minimalista de lo que su planteamiento pudiera
hacernos pensar al llenarse de los recuerdos, sentimientos, amarguras, dolor y
lucha por la superación de las víctimas, que la cámara sabe captar en toda su
desnudez, propone un final esperanzador que a mí me ofrece una doble duda en su
planteamiento: ¿cuál es la vía para el consuelo de las víctimas que fallecieron
y sus familias?¿se puede afrontar un hecho tan convulsamente doloroso
proponiendo simplemente mirar hacia delante y no intentando explorar dónde puede
radicar el origen del mismo?
La película francesa Golden Youth (Une jeunesse dorée según su título original) es el tercer
largometraje de la experimentada actriz Eva Ionesco y nos propone un viaje al
París de finales de los 70 protagonizado por una joven de 16 años (una
chispeante y deliciosa Galatéa Bellugi) que sale de un hospicio de los
servicios sociales al marcharse a vivir con su novio de 22 (Lukas Ionesco). Una
vez en la capital francesa, ambos se embarcarán en una frenética y enloquecida
vida en la que las discotecas y la música disco
de la época jugarán un papel central.
Cuando la película parece que se va a mover en una línea similar a Studio 54 (1998) de Mark Christopher, la
irrupción de la pareja formada por Isabelle Huppert y Melvil Poupaud,
elegantes, decadentes y con cierto aire canalla, hará que el film se empiece a mover
en territorios cercanos a French Cancan (1955)
de Jean Renoir, Jules et Jim (1962)
de François Truffaut y El ansia (1983)
de Tony Scott. Al final, cuando creíamos que el personaje de Galatéa Bellugi no
se va a salir de un estereotipo estrictamente manido y convencional, el mismo
da un sorprendente giro que acaba convirtiendo a esta película en una película
del empoderamiento femenino y, quizás, de la necesidad de vivir experiencias
con la mayor intensidad posible antes de afrontar la gris monotonía de la
madurez.
Este film supone poder conocer
una muestra del cine de Bielorrusia y hay que decir que este primer contacto
con esta cinematografía ha sido más que estimulante. Porque Crystal Swan sabe, a partir de una
anécdota mínima, ramificar con gran habilidad y agilidad su argumento hasta
articular una narración muy entretenida que mantiene todo el tiempo enganchado
al espectador y, sobre todo, es capaz de ir ahondando en su aparente aire
superficial hasta abordar cuestiones de gran profundidad y enjundia. Estamos a
principios de los años 90. La URSS acaba de desintegrarse y Bielorrusia es un
país que acaba de nacer y que se enfrenta a una grave crisis económica, al
aumento del desempleo y a la falta de expectativas. Una chica joven, amante del
house, decide, como otros muchos
compatriotas, abandonar su país para marchar a Estados Unidos. Falsifica unos
documentos, inventa un número de teléfono de la empresa donde trabaja y pide un
visado en la embajada americana para simular que quiere visitar el país como
turista. Una vez allí, le dan por válidos sus papeles y le dicen que van a
llamar a la empresa donde trabaja para confirmar que, efectivamente, trabaja en
ella. De este modo, tiene que averiguar a qué dirección pertenece el número de
teléfono que ha dado, contactar con quienes vivan allí y llegar a un acuerdo
con ellos para que, cuando reciban la llamada de la embajada de EE.UU., digan
que es la empresa donde trabaja la chica. De este modo, acaba viajando a un
pueblo y conoce a la familia propietaria del número de teléfono, que está en
plenos preparativos de la boda del hijo mayor. La premisa inicial pronto se
queda atrás y, poco a poco, se nos van desvelando las contradicciones, las
rigideces y las rémoras del pasado de una sociedad que, habiendo dejado atrás
la dictadura comunista, está aún muy lejos de poder considerar que vive
realmente en libertad. Gran dirección de Darya Zhuk, gran interpretación de la
protagonista, Alina Nasibullina, y, en suma, un auténtico descubrimiento este
título que demuestra la necesidad de que existan certámenes como el Atlántida
Film Fest ya que, de otro modo, sería difícil poder llegar a ver una película como
Crystal Swan.
- Sección POLÍTICA Y CONTROVERSIA.
Steve Bannon ha sido considerado
el gran estratega en la sombra del ascenso de Donald Trump a la presidencia de
Estados Unidos. Fundador de Breitbart News e ideólogo del nacional-populismo
que ha tomado las riendas del Partido Republicano y que ha empezado a
extenderse por Europa y por Latinoamérica (ahí está el triunfo de Bolsonaro en
Brasil para demostrarlo), este documental de Alison Klayman sigue a este
peculiar personaje tras haber abandonado el organigrama de poder de la Casa
Blanca (algo que parece más un movimiento táctico para ganar libertad de
movimientos que un distanciamiento real de Trump respecto a las ideas de
Bannon) y embarcarse en la formación de una convergencia de fuerzas populistas
de cara a las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 y en el apoyo a
candidatos afines a Trump en las midterm
elections de Estados Unidos de noviembre de 2018. Documental potente y
revelador, refleja a un Bannon sorprendentemente abierto a hablar y a
relacionarse con todos aquellos que disienten completamente de sus ideas y
tienen como objetivo echar abajo sus ideas y, al mismo tiempo, no parece
mostrar la brillantez que se le presupone al personaje. Tras ver el documental,
nos quedamos con la gran y definitiva duda: ¿habrá otro cerebro (o cerebros) en
la sombra que guían los movimientos de Trump, de Bannon y de toda la corriente
política que busca hacerse con el poder en los países occidentales?
Este documental sueco sigue
durante cuatro años a la ministra socialdemócrata de Asuntos Exteriores, Margot
Wallström, quien llegó al cargo declarando que iba a llevar a cabo una política
exterior de carácter feminista. La película presenta momentos muy interesantes
como la tensión generada por las declaraciones de Wallström en el parlamento
sueco criticando al régimen político de Arabia Saudí, por el reconocimiento
sueco al Estado Palestino o por las críticas a la forma en que el gobierno de
Israel conduce la política antiterrorista, así como todo el proceso por el que
Suecia consigue convertirse en miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y la
mediación llevada a cabo por el país escandinavo entre Estados Unidos y Corea
del Norte de cara a relajar la escalada de tensión vivida entre ambas naciones.
Igualmente, muestra el lado más humano de la ministra, reflejando el desgaste
que toda persona sufre ejerciendo un cargo público. La única pega es que
resulta, al final, demasiado hagiográfico y, desde mi punto de vista, cuando se
trata de relacionarse con el poder, si no se muestran sus contradicciones, no
se intenta mostrar ningún aspecto problemático y se mueve todo en una esfera
excesivamente idealista, es mejor guardar una prudente cautela en relación a la
franqueza y sinceridad de lo que estás contemplando.
- Sección DOMESTIK.
Increíble y, en gran medida,
incómoda película checa que dispara contra muchos objetivos y lo hace desde un
sorprendente planteamiento minimalista. Porque el film se centra, casi
exclusivamente, en mostrarnos la vida de un matrimonio, magistralmente
interpretado por Tereza Hofová y Jiri Konvalinka, en la que él desea triunfar
en el mundo del ciclismo y ella quiere quedar embarazada y tener un bebé. Poco
a poco, ambos objetivos van mostrándose incompatibles y cada uno de los
personajes va sumergiéndose en una espiral autodestructiva, lo cual va
impregnando a Domestique de un aire
cercano al cine de Carlos Saura o Roman Polanski. Aparte de encerrar una
crítica a los efectos negativos de la ultracompetitividad, el film es una
exploración al mundo de la pareja y de cómo ciertas obsesiones acaban
haciéndose cómplices y compañeras de viaje y, en un último y sorprendente giro
en el desenlace, nos desvela la moraleja de que, en la sociedad actual, el
coste que se ha de pagar por poder alcanzar
nuestras aspiraciones no está repartido por igual entre hombres y mujeres. Si
la historia se hubiera podido contar en algo menos que las dos horas que dura
la película, sin duda Domestique hubiera
podido llegar a ser un título completamente redondo.
- Sección MUROS Y FRONTERAS.
Sin duda, una de las grandes
sorpresas del certamen. Esta película lusa es una sátira en toda regla que
habla de un teórico jugador portugués, Diamantino, que, siendo una de las
máximas estrellas del fútbol mundial, entra en una crisis vital que le impide
ejercer como estrella de su selección. Hay de todo en esta película, desde unos
servicios secretos que espían al jugador para demostrar la evasión fiscal que
ha realizado, una fuerza ultranacionalista que intenta atraer a Diamantino para
que apoye un referéndum que permita que Portugal salga de la Unión Europea
anestesiando, al mismo tiempo, a la sociedad con el fútbol y con los triunfos
de la selección portuguesa, dos hermanas gemelas de la estrella que quieren
manejarlo a su antojo, un tratamiento cáusticamente irónico de ciertas
actitudes de apoyo a los refugiados e inmigrantes que son pura cáscara vacía y
hasta unos cachorritos peludos que cumplen una inesperada función en la mente
del futbolista. Película inclasificable pero a la que el espectador se acabará
enganchando para ver cuál es el siguiente giro que le va a dejar clavado en la
butaca.
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