EL FESTIVAL DE HUELVA 2020 EN 21 PELÍCULAS (y 2)

 


En nuestro artículo de hoy, vamos a terminar el repaso que estamos dando a la Sección Oficial y a la Sección Sismos del Festival de Huelva 2020, un certamen que se ha celebrado online y que nos ha ofrecido un sobresaliente nivel artístico. En nuestra próxima entrega, y para terminar, nos referiremos a los títulos que integraron la Sección Talento Andaluz.

- SECCIÓN OFICIAL:

Un crimen común de Francisco Márquez


CALIFICACIÓN: 

No es Un crimen común la única película argentina que aspira a realizar un preciso y punzante diagnóstico sobre la situación social e ideológica de los tiempos actuales. Este film de Francisco Márquez, protagonizado por una magnífica Elisa Carricajo (a quien hemos visto recientemente en La flor de Mariano Llinás), presenta un detonante inicial que puede recordar al de La chica desconocida pero acaba desarrollándose en un sentido muy distinto al del film de los hermanos Dardenne. Porque si en este la investigación sobre la persona que llama a una puerta y no es atendida y sobre las circunstancias de su muerte ocupan toda la película, en el caso de esta película argentina su mirada se centra en la persona que desoye una petición de auxilio en plena madrugada. La protagonista, defensora teórica de las ideas de izquierdas, se tiene que enfrentar al hecho que de que cuando, por primera vez en su vida, ha tenido la oportunidad de poner en práctica sus ideales ha preferido no responder a la llamada de ayuda y no implicarse en ningún problema. La cuestión que plantea con implacable desnudez Un crimen común es hasta qué punto hay quien defiende unas ideas de cara a la galería pero, en realidad, su modo de vida y sus posturas ante las diferentes circunstancias desmienten absolutamente su presunta forma de pensar.


Corral de Marcelo Brennand



CALIFICACIÓN: 


En el Festival de Málaga de 2018, vimos un documental brasileño, Camocim, que haría una perfecta sesión doble con esta película de ficción de Marcelo Brennand que, como el documental referido, gira en torno a una campaña electoral para las elecciones locales en un municipio de Brasil, en el cual existen acuciantes problemas de suministro de agua. En Corral, asistimos a cómo una lucha entre los dos partidos tradicionales, de derecha e izquierda, respectivamente, se ve alterada por la irrupción de una nueva fuerza política liderada por un candidato joven que parece amenazar el statu quo existente. Pero las ilusiones iniciales se van difuminando conforme hay que recurrir a todo tipo de estratagemas y juego socio para lograr votos y las promesas de cambio se van revelando como mera palabrería hueca. El desolador desenlace de Corral no sería más que el reflejo de lo que la ciudadanía siente ante el estéril panorama político que es seña de identidad de nuestra época.


Lavaperros de Carlos Moreno


CALIFICACIÓN: 

Con la película colombiana Lavaperros, cambiamos por completo de registro y nos sumergimos en un violento thriller de corte tarantiniano en el que un entramado de historias cruzadas trazan un relato en el que el tráfico de drogas y la investigación policial contra el mismo constituyen su columna vertebral.  Con una mezcla de brutalidad e incómodo humor negro, el ritmo adrenalítico de Lavaperros no oculta su condición de aguda mirada crítica contra una realidad en la que las armas de fuego acaban siendo los únicos argumentos para zanjar conflictos, tensiones y rivalidades, a pesar de las creencias religiosas que, presuntamente, profesan quienes actúan sistemáticamente según este patrón de comportamiento.


Los fantasmas de Sebastián Lojo


CALIFICACIÓN: 

Una de las grandes sorpresas del certamen ha sido este film guatemalteco de Sebastián Lojo en el que un gran poderío visual, el recurso a temas de gran potencia temática y una concisión narrativa, con sistemática utilización de la elipsis, que, en vez de restar eficacia a la historia, se revela como el medio más adecuado para reforzar el discurso de la película, sirven para redondear un relato en el que el silencio, la soledad, la incomunicación y el vacío de la noche se convierten en el escenario de unos personajes que, como los luchadores de lucha libre que aparecen en la trama, han de ocultar su rostro tas una máscara que ocultan su verdadera condición. El desenlace de Los fantasmas es un no-desenlace porque, tal vez, lo que plantea es la existencia de una sociedad que no quiere admitir las realidades que se desarrollan en su seno.


La muerte no existe y el amor tampoco de Fernando Salem


CALIFICACIÓN: 

Otra de las maravillas que hemos podido ver en el Festival de Huelva vino de Argentina, esta miniatura perfectamente labrada y ajustada, narrativa y emocionalmente, para que nada sobre y nada falte en esta historia en la que la protagonista regresa a su pueblo para esparcir las cenizas de su mejor amiga, quien murió cinco años antes. El retorno supone todo un periplo emocional en el que las viejas relaciones (familiares, amistosas y sentimentales) vuelven a estar presentes y obligan a una recapitulación sobre la propia vida y sobre si las decisiones tomadas han sido las correctas o no. Con puntos de contacto con Una vez más de Guillermo Rojas, de la que hemos hablado recientemente, el film argentino resulta un punto más amargo y doloroso porque la pérdida es siempre más difícil de sobrellevar que la distancia.


- SECCIÓN SISMOS:

Los conductos de Camilo Restrepo


CALIFICACIÓN: 

El celuloide en 16 mm. con el que está rodado la película colombiana Los conductos imprime a la imagen una sobredosis de realidad que contrasta con el delirio en que queda sumergida la historia o no-historia que se nos relata en este film febril, convulso y casi evanescente que parece querer evaporarse a cada momento entre la bruma de sus fotogramas alucinados. Los ecos de la realidad colombiana (la violencia, la corrupción, los enfrentamientos fratricidas...) resuenan a cada momento como sonidos fantasmagóricos pero perfectamente presentes y constatables. El hilo argumental de Los conductos es tenue y, muchas veces, parece que se nos escapa pero, en el fondo, dicho hilo es lo de menos porque lo verdaderamente importante es la intensidad y fuerza de unas imágenes que pueden ser contempladas tanto como un descenso a los infiernos como el retrato de un purgatorio que, quizás, nunca va a tener fin.


Las mil y una de Clarisa Navas


CALIFICACIÓN: 

Esta película argentina está rodada en Corrientes, en el barrio de "Las Mil", una zona depauperada que es retratada con brillantez y autenticidad en esta que es la segunda película de Clarisa Navas, tras Hoy partido a las 3 en 2017. Nos hemos referido antes a que bastantes películas argentinas que hemos visto en el Festival de Huelva suponían diagnósticos certeros y agudísimos sobre la actual situación social. En la pasada entrega, ya hablamos de Planta permanente y La fiesta silenciosa y en esta ya hemos comentado Un crimen común. Ahora, toca añadir Las mil y una (todavía nos queda alguna pendiente), la cual nos muestra cómo se vive en uno de esos barrios pobres en los que las oportunidades para progresar apenas existen y en los que el menudeo de drogas y la violencia asociada al mismo se convierten en paisaje rutinario e inamovible. En medio de este escenario, la protagonista, una chica joven (Sofía Cabrera), tendrá que irse descubriendo a ella misma y, tras conocer a Renata (Ana Carolina García), una chica aparentemente conflictiva según las historias que de ella se cuentan en el barrio, tendrá que tomar decisiones valientes y arriesgadas que acabarán suponiendo su paso definitivo hacia la madurez. Y, de fondo, una cuestión a reflexionar: cuando la condición sexual ya no es un problema pero las condiciones sociales, las negativas condiciones sociales, siguen siendo un lastre apenas insalvable.


Marea alta de Verónica Chen


CALIFICACIÓN: 

Para cerrar el conjunto de películas argentinas que suponen punzantes y certeras reflexiones sociales, tenemos el que es quinto largometraje de ficción de la directora Verónica Chen, una historia protagonizada por una mujer adinerada (Gloria Carrá) que contrata a un grupo de albañiles para que haga una pequeña obra (una barbacoa) en su casa de la playa y acaba manteniendo relaciones sexuales con el jefe de los trabajadores. A partir de ese momento, la protagonista pierde el control de las circunstancias: los trabajadores le pierden el respeto y su jefe deja de hacer acto de presencia. Con cierto aire al cine de Haneke, de Polanski y de Buñuel (filtrado, este último, a través del de Leopoldo Torre Nilsson), Marea alta viene a suponer una puesta en cuestión de la modernidad o, mejor dicho, de una presunta modernidad, en la que parece que hemos avanzado en toda una serie de materias pero que, en realidad, solo es mera apariencia porque, por debajo de ella, siguen permaneciendo el machismo, el clasismo, el reaccionarismo, el autoritarismo y las rigideces y jerarquizaciones sociales de siempre. El duro e impactante desenlace viene a ser la confirmación de las terribles contradicciones en las que debemos movernos y sobrevivir.


Todos os Mortos de Marco Dutra y Caetano Gotardo


CALIFICACIÓN: 

Este film brasileño nos habla de que el pasado sigue estando presente entre nosotros, que lo que sucedió sigue sucediendo y que lo que parecen eventos ya superados nos siguen marcando y condicionando en el presente, un mensaje que los directores Marco Dutra y Caetano Gotardo logran trasladarnos con elegancia, sutileza y sencillez. La acción de la novela ocurre a finales del siglo XIX en un Brasil que hacía poco había dejado de ser Imperio para convertirse en República y en el que también era reciente la abolición de la esclavitud. En Todos os Mortos, asistimos a las vidas cruzadas de una familia aristocrática en decadencia (con un padre que se gana la vida dirigiendo una explotación cafetera, una madre que languidece y dos hijas, una monja y otra que parece que está perdiendo la cordura) y la familia de la criada que los sirve, a cuyo marido (como, en cierto modo, pasa con el de su señora) le ha perdido el rastro en la ciudad de São Paulo.  Las relaciones entre los diversos estratos sociales, el peso de las viejas ideas (nostálgicas del viejo orden imperial) y de las viejas creencias (las que traían los esclavos que habían sido apresados en África), las dificultades para adaptarse a un mundo que cambia y las cargas y dificultades que soporta la condición femenina se convierten en los ejes de un relato que impresiona, que deslumbra y que fascina y que nos embelesa con su cuidada y delicada factura visual.


Ella es Cristina de Gonzalo Maza


CALIFICACIÓN: 

Este film chileno producido por Salma Hayek ha sido comparado con Frances Ha (2012) de Noah Baumbach, aunque, en realidad, pienso que lo único que tienen en común es que ambas películas son en blanco y negro y tienen como protagonistas a dos amigas. Porque, si la película de Baumbach es muy "afrancesada", yo, en cambio, pienso que Ella es Cristina es una película muy latinoamericana que solo tiene una relación muy tangencial con la nouvelle vague. El film de Gonzalo Maza nos habla del difícil paso de la juventud a la madurez, de las heridas que actúan como dolorosos ritos de paso (algo simbolizado con la muerte de esa tercera amiga que se acaba convirtiendo en metáfora y en dimensión invisible de la historia) y de la dificultad para encontrar una relación que sirva para realizarnos y un espacio en el que podamos decir que somos mínimamente felices. Cáusticamente irónica en unas ocasiones y suavemente dramática en otras, su solo aparente ligereza esconde mucha más espesura de lo que una visión descuidada pueda hacernos pensar.




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