En la entrada de hoy, empezamos
en Europa con Viva la libertá y
acabamos en Estados Unidos con Compliance.
Entre medias, haremos la reseña de Frances
Ha, que, aunque norteamericana, está, en realidad, a caballo entre los dos
continentes.
VIVA LA LIBERTÁ (o la política como forma de esquizofrenia)
TÍTULO: Viva la libertá.
TÍTULO ORIGINAL: Viva la libertá.
AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Italia. DIRECCIÓN:
Roberto Andó. GUIÓN: Angelo Pasquini
y Roberto Andó, adaptando una novela de este último. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Maurizio Calvesi. MONTAJE: Clelio
Benevento. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria
Bruni Tedeschi, Michela Cescon, Gianrico Tedeschi, Eric Nguyen, Andrea Renzi,
Judith Davis. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.caramelfilms.es/site/sinopsis/viva_la_liberta.
El término persona proviene de la palabra latina persōna, el cual deriva, a su vez, del término
etrusco phersona, que puede ser traducido como “máscara del actor” o
“personaje”. Este último término tiene su origen en el griego prósôpon,
el cual hacía referencia, precisamente, a las máscaras que utilizaban los
actores en las representaciones teatrales de la Grecia clásica. Es fácil
deducir que, frente a referirse a una individualidad perfectamente definida,
parece que con la palabra persona se quiere definir, más bien, al sujeto
en función de la forma en que se presenta ante los demás. Es decir, más bien
como apariencia que como esencia. Esa dicotomía entre lo que parecemos ser y lo
que somos realmente, puede ser el punto de partida del tema literario del
“doble” o Doppelgänger, el cual tiene ejemplos tan brillantes como El
extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, William
Wilson de Edgar Allan Poe, Lejana de Julio Cortázar, El vizconde
demediado de Italo Calvino o El hombre duplicado de José Saramago.
El tema también ha sido tratado en el cine y la televisión y podemos
recordar Tinieblas (The Man Who Haunted Himself, 1970) de Basil
Dearden (película que, a su vez, se basaba en una historia de Anthony Armstrong
titulada “The case of Mr. Pelham”, la cual se convirtió en uno de los episodios
de la serie Alfred Hitchcock presenta), El otro (1972) de Robert
Mulligan, Inseparables (Dead Ringers, 1988) de David Cronenberg o
El club de la lucha (1999) de David Fincher.
La utilización del tema del “doble” en un argumento de carácter
político cuenta con un antecedente tan ilustre como El gran dictador (1940)
de Charles Chaplin. Con posterioridad, en títulos poco conocidos se volvió a
emplear esta misma conexión: en ¿Quién soy yo? (1970) de Ramón
Fernández, en la película para la televisión Angel on my Shoulder (1980)
de John Berry (que era, a su vez, un remake de El diablo y yo
-1946- de Archie Mayo) o en Dave, presidente por un día (1993) de Ivan
Reitman. El gran mérito de Viva la libertá es que el tema del “doble” es
utilizado para explicar un contexto político muy concreto, el que se refiere al
momento histórico actual, un momento en que la política se obstina en ir por
caminos trillados y rutinarios cuando las circunstancias parecen pedir otros
modos, otras maneras y otros discursos.
Viva la libertá es la historia de un político de izquierdas
italiano que, deprimido por los malos resultados obtenido por su partido en los
sondeos, decide desconectar del mundo y marcharse sin comunicar dónde se ha
ido. Su mano derecha, desbordado por la situación, opta por sustituirlo por su
hermano gemelo, un brillante filósofo pero que, víctima de un trastorno
bipolar, resulta absolutamente imprevisible. A pesar de ello, sus discursos y
su actitud suponen tal novedad en el acartonado ambiente político que el
partido se dispara en los sondeos.
Para que la película llegara a
funcionar satisfactoriamente, era necesario que el actor protagonista supiera
desenvolverse bien en dos personajes completamente distintos y opuestos. Y ahí
está Toni Servillo, con el recital interpretativo al que nos tiene
acostumbrados y bordando nuevamente un papel verdaderamente complejo. Ello,
junto a una realización ágil y funcional, ayuda a que la película sesté
correctamente narrada y se vea con agrado.
Posiblemente, es difícil que
cualquier espectador, cuando la película termina, no piense que ha pasado un
buen rato pero, al mismo tiempo, que no crea que el potencial del argumento
daba para más que lo logrado con el resultado final, al haber aspectos que sólo
quedan tratados superficialmente. Al mismo tiempo, hay una cuestión que
sobrevuela la trama y que el guión parece pasar por alto: reconociendo la
importancia de la comunicación en política, ¿acaso todo el problema que
padecemos es cuestión de retórica?¿Se trata sólo de hacer discursos
convincentes?¿Se trata sólo de decir palabras que despierten las emociones y
los sentimientos de la gente? Llegados a este punto, nos debemos acordar de Bienvenido, Mr. Chance (1979) y empezar
a pensar en que si Hal Ashby no se tomó en serio al jardinero bobalicón que se
acababa convirtiendo en candidato potencial a la presidencia de los Estados
Unidos, Roberto Andó sí acaba creyendo que un filósofo con necesidad de
tratamiento psicológico pero brillante y capaz de hacer grandes y emotivos
discursos puede ser la salvación de Italia. Y ello nos hace fruncir el ceño en
señal de evidente recelo. Aunque, eso sí, el ambiguo desenlace deja abiertas
todas las posibilidades de interpretación.
Nota (de 1 a 10): 7,5.
Lo que más me gustó: La interpretación de Toni Servillo. Su certero
y preciso retrato de la situación política actual.
Lo que menos me gustó: No acaba de aprovechar todo el potencial de
la historia.
FRANCES HA (o la nouvelle vague trasplantada
a Estados Unidos)
TÍTULO: Frances Ha. TÍTULO
ORIGINAL: Frances Ha. AÑO: 2012. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Noah Baumbach. GUIÓN: Noah Baumbach y Greta Gerwig.
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Sam Levy. MONTAJE:
Jennifer Lame. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Greta Gerwig, Mickey Sumner, Michael
Esper, Adam Driver, Michael Zegen, Charlotte d’Amboise, Grace Gummer. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.avalon.me/distribucion/catalogo/frances-ha y http://www.franceshamovie.com/. PÁGINA EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/frances-ha.
Aunque muchas veces se suele
hablar del cine estadounidense y del cine europeo como si fueran dos
compartimentos estancos diferentes, aislados el uno del otro, la realidad es
que la comunicación entre ellos ha sido fructífera y permanente. Baste sólo
recordar el fuerte influjo que la llegada, primero, de F. W. Murnau a Hollywood
representó para directores como John Ford y, posteriormente, el sello que
dejaron otros directores también venidos de Alemania (como Fritz Lang, Robert
Siodmak o Douglas Sirk), Austria (como Max Ophüls o Billy Wilder) o Gran
Bretaña (como Alfred Hitchcock). Hasta otros nombres más alejados de la
sensibilidad hollywoodiense como Michelangelo Antonioni (que también realizó en
Estados Unidos Zabriskie Point -1970-)
también acabaron dejando su impronta de estilo y basta comparar el desenlace de
El último testigo (The Parallax View, 1974) de Alan J.
Pakula con el de El eclipse (1962)
para comprobarlo. A la inversa, aparte de Lang o Hitchcock, el cine de Howard
Hawks y de otros directores clásicos sirvió de referencia para los principales
realizadores de la nouvelle vague.
También hay que recordar la admiración que por las películas del Oeste se sintió en Europa, dando lugar al
género del spaghetti-western, el cual
dio los nombres señeros de Sergio Leone y Sergio Corbucci.
Si antes hemos citado cómo el
cine estadounidense influyó en la nouvelle
vague, este movimiento, en una especie de viaje de ida y vuelta, también dejó
su sello en el cine norteamericano. Es difícil, por ejemplo, no identificar en A quemarropa (Point Blank, 1967) el estilo informal, desgarbado y espontáneo que
se desarrollaba al otro lado del Atlántico. Igualmente, los diálogos entre
Samuel L. Jackson y John Travolta en Pulp
Fiction (1994) de Quentin Tarantino guardan un enorme paralelismo con los
que tenían lugar en Tirad sobre el
pianista (1960) de François Truffaut. Pero, posiblemente, hasta la fecha,
no se ha hecho un homenaje tan evidente como el que ha hecho Noah Baumbach en Frances Ha.
Porque tanto los extractos de
bandas sonoras de Georges Delerue como de Los
cuatrocientos golpes o Domicilio
conyugal de Truffaut como su majestuosa fotografía en blanco y negro como
un inicio que nos hace recordar inmediatamente Banda aparte de Gordard o Jules
y Jim de Truffaut como un viaje a París de la protagonista son ecos obvios
del movimiento que sacudió el cine francés a finales de los 50 y principios de
los 60. Pero, más allá de esta evidencia (que la película no oculta), está su
condición de producción independiente (que se identifica con el espíritu que
impulsó a aquellos cineastas que empezaron de críticos en Cahiers du Cinema) y, sobre todo, un argumento que habla de una
chica (magníficamente interpretada por Greta Gerwig) que está construyendo su
identidad y su porvenir, que quiere ser independiente pero que está sometida
por las restricciones que le impone la realidad y que, por tanto, tiene que ir
modificando el rumbo de su vida según la dirección que le imponen las
circunstancias.
Por ello, la elección de estilo
por parte de Noah Baumbach va más allá de su condición de mero homenaje para
ser una demostración de coherencia y una reivindicación de actitud.
Demostración de coherencia porque la libertad estilística de la que hace gala
el director está pareja al ansia de independencia de la protagonista, a su afán
no ya de seguir su propio camino sino de descubrir sin prejuicios cual es
auténticamente este, aunque el precio sea elegir la ruta circular en vez de la
línea recta. Reivindicación de actitud porque el director demuestra
inequívocamente su simpatía por el personaje interpretado por Greta Gerwig,
mostrándose cómplice de sus dudas, de sus titubeos y hasta de sus
incongruencias.
Chispeante, divertida, amable y
entrañable, Frances Ha es una
miniatura preciosista y cuidada que deja buen recuerdo a pesar de su asumida
ingravidez.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: Su agilidad y desparpajo narrativos. La
interpretación de Greta Gerwig. La fotografía de Sam Levy.
Lo que menos me gustó: Su indecisión, en algunos momentos, entre el
cine indie y la comedia clásica.
COMPLIANCE (o ¿cómo llegamos a hacer lo inverosímil?)
TÍTULO: Compliance. TÍTULO
ORIGINAL: Compliance. AÑO: 2012. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Craig
Zobel. MÚSICA ORIGINAL: Heather McIntosh. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Adam Stone. MONTAJE: Jane Rizzo. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ann Dowd, Matt Servitto, Dreama Walker, Pat
Healy, Philip Ettinger, Ashlie Atkinson, Nikiya Mathis, Ralph Rodriguez,
Stephen Payne, Bill Camp, Amelia Fowler. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.magpictures.com/compliance/. PÁGINA EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/compliance.
Si una rana saltara dentro de una
olla de agua hirviendo, el animal no correría peligro: saltaría inmediatamente
fuera sintiendo la temperatura que la amenaza. Pero si el agua estuviera fría y
metiéramos dentro a la rana y, después, fuéramos subiendo la temperatura poco a
poco, el animal no tendría salvación ya que iría perdiendo la consciencia hasta
acabar inevitablemente hervida. Esto que acabamos de explicar se suele utilizar
como metáfora de determinadas conductas y comportamientos del ser humano. Lo que
no seríamos capaces de hacer si nos fuera presentado en su forma bruta, quizás
llegáramos a hacerlo si un proceso progresivo, perfectamente diseñado, nos
fuera llevando al mismo resultado. De esto es de lo que nos habla Compliance.
Esta película, una producción
independiente de bajo presupuesto, parte de una premisa muy sencilla: la
encargada de un restaurante de comida rápida recibe una llamada de la policía.
Una de sus jóvenes empleadas ha sido denunciada por una clienta, quien dice que
le ha robado el dinero del bolso mientras le cobraba su cuenta. La policía le
pide, entonces, a la encargada que compruebe si la empleada tiene el dinero
robado. A partir de ahí, se generará una dinámica de imprevisibles consecuencias.
Inspirada en hechos reales, Compliance va más allá de la mera
anécdota: la sutil descripción de un contexto social al principio y al final
del film (con una relevante sorpresa en el desenlace muy bien reservada) nos
habla de cómo una mentalidad, unas creencias y unas pautas de comportamiento
asumidas como inamovibles pueden llevarnos a una situación que podemos
considerar, en principio, que es imposible que suceda. Hasta cierto punto,
podemos encontrar paralelismos entre esta película y la reseñada anteriormente Hannah Arendt,
en el sentido de que ambos films hablan de la “banalidad del mal”, de cómo una
estrecha mentalidad burocrática y la fe en una obediencia mal entendida pueden
acabar derivando en el horror más inverosímil.
En una producción de este tipo,
son fundamentales la labor de los actores y la habilidad de la realización y
ambos requisitos se cumplen sobradamente en Compliance.
Con unas magníficas interpretaciones de todo el reparto, hay que mencionar
especialmente a Dreama Walker (en el papel de la chica acusada), Bill Camp
(como el novio de la encargada), Pat Healey (en el papel del policía que llama)
y, sobre todo, Ann Dowd, quien está absolutamente magistral y convincente como
la encargada que acaba cayendo en una dinámica fatal. A su vez, la realización
se beneficia de un estilo casi documental que ayuda a dar realismo al argumento,
de un inteligente montaje que va dando pistas sobre la creciente tensión de lo
que está ocurriendo y de un genial uso de la elipsis en el tramo final que nos
recuerda al que hizo José Luis Borau en Furtivos
(1975).
En definitiva, Compliance es una grata sorpresa que no
comprendemos cómo no ha tenido en España la difusión que se merecía.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: Su buen pulso narrativo. Las interpretaciones de Ann Dowd, Dreama
Walker, Pat Healy y Bill Camp. Una fenomenal elipsis.
Lo que menos me gustó: La escasa difusión que ha tenido en España.
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