EL FESTIVAL DE HUELVA 2020 EN 21 PELÍCULAS (1)

 


En este 2020, se ha celebrado la 48ª edición del legendario Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y, debido a la crisis sanitaria, el mismo se ha tenido que celebrar íntegramente en formato online. Ello no ha sido óbice para que no solo hayamos visto títulos de gran calidad sino para que podamos afirmar que el nivel alcanzado por el certamen ha sido prodigioso y, prácticamente, todas las películas vistas hayan sido interesantes, atractivas, estimulantes y tengan, como mínimo, un rasgo o aspecto para valorarlas muy favorable y positivamente. En este y en nuestro próximo artículo vamos a hablar de las 21 películas que más nos han gustado del Festival de Huelva 2020. Y son 21 porque nos ha resultado imposible eliminar alguna de ellas sin creer que hubiéramos cometido una gran injusticia.

- SECCIÓN OFICIAL:

2020 de Hernán Zin


CALIFICACIÓN: 

Más que de "documental", este film de Hernán Zin habría que calificarlo de "DOCUMENTO" imprescindible que registra todo lo que ha vivido nuestro país desde que el coronavirus hiciera acto de presencia en nuestro territorio. Testimonios de médicos, de enfermos, de gente de la calle, imágenes que revelan el impacto terrible que la enfermedad ha provocado en nuestro tejido social. Sin estridencias, con rigor pero sin poder dejar de transmitir el torrente de emociones enfrentadas que ha generado una situación inimaginable, 2020 es una película que quedará para la Historia como pavorosa acta notarial de los amargos momentos que estamos viviendo en estos días tan difíciles.


Matar a Pinochet de Juan Ignacio Sabatini


CALIFICACIÓN: 

El cine político, si dejamos aparte el formato documental y las tentativas empeñadas en romper con los esquemas más convencionales, ha tenido como modelos dos directores que han seguido visiones que, si no radicalmente opuestas, sí presentan acusados matices. Por un lado, estaría el griego Costa-Gavras y, por otro, el italiano Gillo Pontecorvo. Aunque ambos apuestan por la agilidad narrativa, mientras que el primero deja un amplio espacio en sus tramas a las escenas de observación y análisis que le sirven para articular su discurso, el segundo se inclina radicalmente por imprimir a sus obras un aire muy próximo al cine de género, de forma que películas como La batalla de Argel (1966) u Operación ogro (1979) pueden ser vistas tanto como la defensa de una postura ideológica como dos thrillers que logran mantener la tensión hasta el último momento, vectores que coexisten simultáneamente a lo largo del metraje de los films. Por este segundo modelo es el que se inclina Matar a Pinochet, que muestra cómo el Frente Patriótico Manuel Rodríguez intentó acabar con la vida del dictador chileno el 7 de septiembre de 1986. Tensa, intensa y atrapante, la película enriquece su argumento al estar narrada en flashback y al recoger, en la capa en la que se muestra ya el tiempo postdictatorial, los sinsabores y frustraciones de unos opositores que contemplan decepcionados cómo la dictadura, aunque ha dejado de existir, ha dejado marcadas claramente sus huellas e imposiciones en la sociedad chilena.


Contactado de Marité Ugás


CALIFICACIÓN: 

En épocas en las que no se cree en nada y en las que en nada se puede creer, nos acabamos aferrando a cualquier creencia que, por muy disparatada que sea, nos ayude a dar sentido a nuestras atribuladas vidas. Este es el trasfondo de esta película peruana dirigida por Marité Ugás y producida por Mariana Rondón (que aquí invierten los papeles que ejecutaron en Pelo malo 2013, en la que Mariana fue la directora y Marité, productora) que gira en torno a la mitología OVNI que reina en una comunidad de Perú en la que la hay una importante presencia de restos de la cultura inca. En ese ambiente, unos años antes, Aldo (un prodigioso Baldomero Cáceres, que borda un papel áspero, difícil y lleno de matices) se convirtió en el gurú de una extraña secta cuyos seguidores lo adoraban y lo seguían de manera ferviente y sumisa. Ahora, Aldo, que vive en medio de importantes estrecheces económicas, recibe la visita de un joven que pretende volver a resucitar las extravagantes ideas que él defendía. Película inteligentísimamente construida, se beneficia de la desasosegante ambigüedad que envuelve la conducta de los dos protagonistas/antagonistas (el veterano y el joven): ¿creen, realmente, en lo que dicen?¿son solo supercherías destinadas a obtener un beneficio económico? Tal vez, no hay respuesta o, tal vez, la misma solo puede llegar demasiado tarde, cuando ya nos hemos arrojado al tobogán del delirio.  


Planta permanente de Ezequiel Radusky


CALIFICACIÓN: 

Este film argentino, que ganó el Colón de Oro a la Mejor Película, puede ser vista tanto como una precisa y cáustica radiografía de la sociedad argentina y de las corruptelas que la zarandean, como un retrato de una época en las que las promesas de mejora de la clase dirigente se diluye como azucarillo en el agua, como autopsia de unos tiempos en los que las expectativas de progreso son meras ilusiones y fantasías, como, en fin, la triste historia de una amistad que se rompe por motivos materiales que, en última instancia, se revelan vanos e inútiles. En este triste relato sobre la limpiadora de un edificio gubernamental, papel interpretado por una maravillosa Liliana Juárez, que intenta progresar instalando una cantina para los funcionarios que trabajan en el mismo, se encierra toda una moraleja social sobre cómo el denominado ascensor social ha quedado inmóvil y solo queda la posibilidad de permanecer, oculto y amodorrado, en el lugar que la suerte y el destino te han asignado si no quieres asumir el coste de unos deseos irrealizables.


Cosas que no hacemos de Bruno Santamaría Razo


CALIFICACIÓN: 

Este precioso documental mexicano se desarrolla en el pequeño pueblo de El Roblito, en el estado de Sinaloa, un lugar donde la violencia originada por el narcotráfico es moneda corriente. Sin embargo, en el lugar parece reinar la tranquilidad y la cámara va siguiendo los juegos y las andanzas de los niños por las calles sin asfaltar, los solares de la localidad y el entorno natural que la rodea. Pero uno de los chicos es diferente a los demás y, poco a poco, nos vamos dando cuenta de ello. Le gusta vestirse de chica y ya ha decidido que no va a ocultar su auténtica condición. Llega un momento en que lo que hemos visto como un paraíso deja de serlo: la violencia hace acto de presencia y la familia del chico reacciona con fría incomodidad cuando aquel les cuenta la verdad sobre su sexualidad. Entonces, llega el momento en que el personaje se encontrará con un cruce de caminos y deberá tomar o no una senda que cambiará su vida para siempre. Cosas que no hacemos es una perfecta miniatura que retrata cómo la vida nos obliga a enfrentarnos a dilemas que no siempre tienen fácil solución.


La fiesta silenciosa de Diego Fried


CALIFICACIÓN: 

Una pareja de novios que está a punto de casarse viaja hasta la hacienda del padre de la novia (una estupenda Jazmín Stuart), lugar donde se va a celebrar la boda. Pero ella no parece cómoda con la situación y le desagradan las actitudes mandonas de su padre y de su novio. Apática, empieza a pasear por los alrededores de la estancia paterna y descubre que una peculiar fiesta se está celebrando en una casa cercana. Es entonces cuando todo da un giro inesperado y todo un poso de subyugación, violencia y autoritarismo que permanecía oculto sale abruptamente a la luz. Brillante y hábilmente narrada (mucha atención al modo en que es relatada la dramática y terrible situación que actuará de detonante trágico de la trama), esta película argentina invita a la reflexión en múltiples aspectos y muestra cómo convivimos con cargas y contradicciones que nos impiden gestionar satisfactoriamente situaciones que son mucho más frecuentes de lo que podemos suponer y que solemos afrontar con una inaceptable desidia que provoca que las mismas se sigan repitiendo y, lo que es más grave, guardando silencio sobre ellas.


La nave del Olvido de Nicol Ruiz


CALIFICACIÓN: 

Los posibles platillos volantes que aparecen en La Nave del Olvido son muy diferentes a los que no llegan a verse en Contactado. Porque este film chileno es una fábula con rasgos líricos y fantásticos en la que su protagonista (una entrañable Rosa Ramírez) tendrá que enfrentarse a ella misma y, sobre todo, a las resistencias y prejuicios de su entorno para poder vivir acorde con lo que ella es y con lo que ella siente. La Nave del Olvido, a pesar de su sencillez, es una preciosa y emotiva película que logra trascender su factura visual y narrativa para alcanzar un discurso de gran enjundia y valentía.


- SECCIÓN SISMOS:

Babenco: Dime cuándo muero de Bárbara Paz


CALIFICACIÓN: 

El director argentino-brasileño Héctor Babenco (1946-2016) dirigió películas tan interesantes como Pixote, la ley del más débil (1981), El beso de la mujer araña (1985), Tallo de hierro (1987), Jugando en los campos del Señor (1991), Corazón iluminado (1998), Carandiru (2003), El pasado (2007) o Mi amigo hindú (2015) y murió como consecuencia de un cáncer que sufrió durante largos años de padecimiento. En este emotivo documental, su viuda, Bárbara Paz, nos trae imágenes íntimas que combina con otras de sus películas y con momentos públicos de su vida profesional. El conjunto nos permite conocer aspectos poco conocidos del realizador y trazar una interesante visión global en que su vida y su trayectoria artística acaban estado profundamente interrelacionadas.


Narciso em Férias de Renato Terra y Ricardo Calil


CALIFICACIÓN: 

Un planteamiento tan sencillo como que el artista brasileño Caetano Veloso cuente ante la cámara su experiencia en la cárcel a finales de los 60 como consecuencia de la acción represora de la dictadura militar de su país, acaba resultando una estimulante experiencia cinematográfica en la que la sinceridad del cantante respecto a sus vivencias inyecta una impresionante dosis de autenticidad a su relato, que nos mantiene enganchados durante los casi noventa minutos que dura el mismo. Algunos valiosos y emocionales detalles van pespunteando cuidadosamente la narración para dotarla de gran viveza y plasticidad. En definitiva, un documental tan sencillamente construido cómo muy grato de recordar.


Érase una vez en Venezuela. Congo Mirador de Anabel Rodríguez Ríos


CALIFICACIÓN: 

Ya hablamos de este soberbio documental cuando pasó por la Sección Oficial de Documentales del Festival de Málaga 2020. La vida en el pequeño pueblo venezolano de Congo Mirador acaba trascendiendo su condición de microcosmos para explicar toda la grave y deteriorada situación social, económica y política que está atravesando el país. Precisa, implacable e impactante, este documental es uno de los grandes títulos latinoamericanos que el formato nos ha dado en este complicado año 2020. A continuación, enlazamos la entrevista que realizamos a su directora, Anabel Rodríguez Ríos, y a su director de fotografía John Márquez, donde nos cuentan detalles muy interesantes sobre el rodaje y sobre el contenido del film.

Entrevista a Anabel Rodríguez Ríos y John Márquez


Silencio Radio de Juliana Fanjul


CALIFICACIÓN: 

Otro impactante documental, en esta ocasión mexicano, que nos cuenta las dificultades de la periodista Carmen Aristegui para contar la verdad sobre la situación política de su país, acosado por la corrupción de la clase dirigente y la violencia provocada por los cárteles del narcotráfico, aspectos que, además, acaban interrelacionándose peligrosamente. Después de ser represaliada en la cadena de radio en la que trabajaba por sus críticas al gobierno de Enrique Peña Nieto, Carmen decide montar su propio medio de comunicación para continuar con su labor informativa. Silencio Radio nos muestra todo el esfuerzo hasta lograr que el proyecto se haga realidad y los numerosos obstáculos con que la periodista se encuentra hasta conseguir que sus planes lleguen a buen puerto.




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