Jacobo Grinberg es (porque, a falta de pruebas, creo que todavía no podemos decir que fue) un neurofisiólogo mexicano, profesor de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), que, en sus estudios sobre la consciencia, defendía el haber encontrado la base científica de la telepatía. Sus sucesivos encuentros con el antropólogo Carlos Castaneda y con Pachita, una especie de chamana que vivía en la residencia presidencial de México en el tiempo en que José López Portillo ejerció la jefatura del Estado, transformaron su percepción de la realidad, de modo que comenzó a realizar experimentos que demostraran que sus teorías tenían un fundamento teórico sólido. En diciembre de 1994, Jacobo Grinberg desapareció, sin que las sucesivas investigaciones llevadas a cabo pudieran dar alguna pista de su paradero. Una de las teorías sobre su desaparición apunta a que fue secuestrado por el ejército estadounidense con el fin de que pudiera realizar en una base secreta los experimentos que él estaba desarrollando en la universidad.
TRÁILER DE EL SECRETO DEL DOCTOR GRINBERG
Viendo El secreto del doctor Grinberg es inevitable recordar las palabras que el director Andrés Duque en la entrevista que nos concedió en enero de 2020, en la cual nos dijo: “en los hermanos Lumière, por temas de aceptación del público, por temas teóricos e históricos, el realismo triunfa sobre el truco, sobre el engaño, sobre todo aquello que defendía Méliès. Todo eso queda a un lado como si no fuera serio. No es que no existiera pero no era serio. Por eso, las películas que tienen truco (el terror, la comedia) dicen que es lo más subversivo que tiene el cine. Y, en el siglo XX, desde luego lo era. ¿Y qué ocurre en el siglo XXI? Que lo ilusorio tiene más protagonismo que la noción de la realidad. Como dice Godard: «El cine no es la ilusión de la realidad sino la realidad de la ilusión». Y frases como esta no son frases que salen de la nada sino que vienen de teorías, por ejemplo, de Merleau-Ponty y tienen un sentido. Y todo ese componente ilusorio lo vemos actualmente tanto en películas experimentales como en películas de Hollywood. Lo vemos en ¡Olvídate de mí! de Michel Gondry, en Origen de Christopher Nolan”. El secreto del doctor Grinberg se mueve en esa tendencia no solo del documental contemporáneo sino de buena parte del cine que se hace en la actualidad, en la que la visita a territorios híbridos entre la ficción y la realidad o, visto de otro modo, a las dimensiones desconocidas de la realidad, es un tema habitual y recurrente.
Posiblemente, el gran mérito de este documental de Ida Cuéllar es no intentar dar respuestas cerradas a una cuestión que no ha llegado a resolverse nunca sino, dejando paso a todas las conjeturas y a todas las especulaciones, mostrar la amplitud de las elucubraciones de la mente humana y explorar todas las posibilidades que nuestro pensamiento o, tal vez, nuestra imaginación puede abrir para hallar explicaciones allí donde estas parecen estar ausentes. El espectador más crédulo puede dar pábulo a alguna de las teorías que se vierten en la película. El más escéptico, encontrará en ellas solo un producto que nace de nuestro rechazo a aceptar los límites de la mente humana y del razonamiento científico. Pero, en cualquier caso, lo más interesante de El secreto del doctor Grinberg es definir ese impreciso perímetro en el que no somos capaces de separar con nitidez la realidad del delirio y en el que siempre nos quedará la duda de si alguna teoría que consideramos inviable puede acabar teniendo rasgos de verosimilitud. Es ahí donde la perplejidad deja paso a la inquietud y es donde este documental deja solo e indefenso al espectador en la búsqueda de respuestas y soluciones, dándole, en compensación, plena libertad para la reflexión y el análisis.
IMÁGENES DEL DOCUMENTAL
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