TÍTULO: Nymphomaniac. Volumen 2.
TÍTULO ORIGINAL: Nymphomaniac. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Dinamarca-Alemania-Francia-Bélgica-Reino
Unido. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Lars von Trier. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Manuel Alberto
Claro. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgard, Stacy Martin, Shia
LaBeouf, Mia Goth, Michael Pas, Jean-Marc Barr, Jamie Bell, Ananya Berg. PÁGINA
WEB OFICIAL: http://golem.es/nymphomaniac/ y http://www.nymphomaniacthemovie.com/.
La obra del director ruso Andrei
Tarkovski está considerada como una de las más profundas, enigmáticas y
crípticas de toda la historia del cine. La
infancia de Iván (1962), Andrei
Rublev (1966) – biografía sui generis sobre la vida de un pintor de
iconos ruso que vivió a caballo de los siglos XIV y XV-, Solaris (1972), - curiosa película de ciencia-ficción en la que un
científico debe investigar qué extraños sucesos están ocurriendo en el planeta
que da nombre al film-, El espejo (1975)
– revisión de la historia de Rusia en el siglo XX y de la problemática del
intelectual en un medio hostil-, Stalker (1979),
Nostalghia (1983) y Sacrificio (1986) continúan siendo, en
gran medida, enigmas sin descifrar, películas cuyas claves, aunque parecen evidentes,
todavía presentan resquicios para nuevas dudas y nuevos significados.
Si tenemos en cuenta que la dimensión
religiosa e, incluso, mística tienen un gran peso en la temática que suele
desarrollar el director ruso, puede sorprender que hablemos de él a la hora de
hacer la reseña de una película de alto contenido erótico como Nymphomaniac. Pero su presencia en el
segundo volumen de este film es central y apabullante. Atendiendo sólo a
detalles superficiales, en el cuarto donde tiene lugar la larga conversación
entre Charlotte Gainsbourg y Stellan Skarsgard hay una reproducción de un icono
de Andrei Rublev, la protagonista recuerda cómo levitó cuando tenía diez años
(levitación que recuerda a la que experimentaban los protagonistas de La infancia de Iván, Solaris y de Sacrificio), uno de los episodios de la película se titula El espejo (es decir, como la película de
Tarkovski del año 1975), el director ruso encabeza la lista de agradecimientos
que realiza Lars von Trier en los títulos de crédito finales y, para concluir,
el Preludio Coral en Fa-menor Ich ruf zu
dir, Herr Jesu Christ (BWV 639) de Johann Sebastian Bach tiene una presencia
recurrente a lo largo del film, al igual que ocurría en Solaris.
Pero todo ello encuentra su razón
de ser en el sorprendente giro que la trama de Nymphomaniac va experimentando conforme el film avanza. Porque lo
que era, en principio, la historia de una adicta al sexo, acaba siendo una
reivindicación de la libertad y de la personalidad propia, realizada de un modo
que hubiese resultado insospechado a lo largo de buena parte de la película.
Porque no piensen que se utiliza
el simple argumento de que la protagonista (Joe) es adicta al sexo porque así
lo ha elegido libremente. Todo es más retorcido (cosa habitual tratándose de
von Trier) en la medida en que esa libertad proviene del hecho de que, tras
haber tenido miles de experiencias sexuales, puede decidir, finalmente, renunciar
al sexo como un elemento que forme parte de su vida. Es decir, todo el trayecto
de Joe hasta su última etapa vendría a ser un proceso de purificación… Y aquí
es el primer punto donde encaja el cine de Tarkovski. Porque en las películas
del director ruso, como dice el guía que protagoniza Stalker, los personajes no toman el camino más corto para llegar a
su destino: en vez de la línea recta, suelen elegir un círculo que se hace
interminable. A Joe le sucede lo mismo. Tiene que sumergirse en los rincones más
tenebrosos del alma humana para poder alcanzar cierta luz.
Pero la reivindicación de
Tarkovski va más allá de ese elemento. En el fondo, lo que von Trier admira de
él es su insobornable libertad a la hora de filmar y hacer películas. Habló de
la religión, de Dios y del alma eterna que, para él, tenía su patria cuando el régimen
soviético estaba en pleno apogeo. Y, cuando se marchó de su país, siguió
haciendo el mismo cine, sin hacer ningún tipo de concesiones. Cuando la
película finaliza, lo que queda claro es que el danés se identifica con esta firme
actitud de Tarkovski. Y lo que, finalmente, hace destacar del personaje protagonista
es esa misma posición ante la vida (aunque opere en una línea muy diferente a
la del realizador ruso). Para cerrar el triángulo, lo que von Trier acaba
haciendo es apología de su propia libertad. Magullado, machacado y golpeado, en
sentido figurado (al igual que Joe lo está realmente), por críticos,
periodistas y responsables de festivales, lo que el danés nos quiere decir es
que va a seguir haciendo lo que le parezca, siguiendo su propio instinto y no
sintiéndose coartado por ninguna opinión ajena.
Este mensaje final, que se puede
generalizar como la defensa de una libertad radical y sin tapujos, acaba
otorgando a todo el conjunto de Nymphomaniac
una extraña solidez y coherencia. Tras ver los dos volúmenes, aunque puede
seguir sin convencernos muchos de los tics
habituales del director danés, debemos reconocer que, posiblemente, ha
hecho su mejor film desde Dogville (2003)
y nos ofrece esperanzas de que sus obras futuras estén a la altura de la
genialidad que se presume en él.
Nota (de 1 a 10): 7,5.
Lo que más me gustó: Al final, todo el conjunto llega a ser lógico
y coherente. La última media hora de película.
Lo que menos me gustó: Una Charlotte Gainsbourg excesivamente
hierática.
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