TÍTULO: An Elephant Sitting Still. TÍTULO ORIGINAL: Da xiang xi di er zuo. AÑO: 2018. NACIONALIDAD:
China. DIRECCIÓN, GUION Y MONTAJE: Hu Bo. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Fan Chao. MÚSICA
ORIGINAL: Lun Hua. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Zhang Yu, Peng Yuchang, Wang
Uvin, Li Congxi. DURACIÓN: 230
minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://capriccicine.es/an-elephant-sitting-still/. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/an-elephant-sitting-still.
Hay películas en las que las
circunstancias de su nacimiento, de su rodaje, de su posproducción o de su
estreno marcan inevitablemente su destino. Ello ha sucedido con Intolerancia (1916) de David W.
Griffith, Avaricia (1924) de Erich
von Stroheim, La Atalanta (1934) de
Jean Vigo, Carne de fieras (1936) de
Armand Guerra, Sierra de Teruel (1940)
de André Malraux y Boris Peskine, Los
niños del paraíso (1945) de Marcel Carné, Cleopatra (1963) de Joseph L. Mankiewicz, Arrebato (1979) de Iván Zulueta, La puerta del cielo (1980)
de Michael Cimino o Boyhood (2014) de Richard Linklater. Y, en gran medida, es lo que ha sucedido con la película
china An Elephant Sitting Still, que
será, para siempre, la única película dirigida por el cineasta y, también, novelista
Hu Bo. Hu Bo escribió dos novelas, Huge
Crack y Bullfrog, y una historia
perteneciente a la primera de ellas sirvió de base para escribir el guion de An Elephant Sitting Still. Una vez que
la película fue rodada, el propio director realizó el montaje y creó una
versión de casi cuatro horas de duración (que es la que ha llegado a las salas).
Parece ser que la larga duración del metraje provocó conflictos con los
productores del film, Liu Xuan y el también director Wang Xiaoshuai (de quien
hemos visto recientemente Hasta siempre, hijo mío)
que intentaron que la duración de la cinta se redujera a dos horas. Este
conflicto con sus productores sería el que habría llevado al suicidio al
director, que habría preferido poner fin a su vida antes que hacer cambios en
su película tal como él la había concebido. An
Elephant Sitting Still nace, de este modo, marcada con el sello de la
actitud estética insobornable, llevada hasta sus últimas consecuencias, de
plasmar en imágenes el proyecto inicial de manera radical sin atender a
exigencias económicas o comerciales.
Fotografía del
director chino Hu Bo tomada durante el rodaje de An Elephant Sitting Still
An Elephant Sitting Still relata un conjunto de historias cruzadas
que se desarrollan en una ciudad del norte de China y en las que varios
personajes han de enfrentarse a momentos críticos de sus respectivas vidas. Un
jubilado cuyo hijo y su nuera quieren enviar a un asilo, un gángster que se ve
afectado por la relación sentimental que mantiene con la mujer de un amigo, un
alumno de instituto que sufre una situación de bullying y una amiga suya que mantiene una relación con un profesor
verán cómo sus vidas se van entrelazando, distanciando y volviendo a acercarse
hasta conformar un tapiz triste y desolador en el que se muestra el profundo
vacío que existe en una sociedad en la que solo rigen el materialismo y las
relaciones de poder más rudas y ásperas y donde existen escasas esperanzas de
cambio o redención. El destino final de los protagonistas será un zoológico de
Manzhouli en el que la principal atracción es un elefante se pasa todo el
tiempo sentado sin hacer nada, metáfora, quizás, de una sociedad que permanece
en la parálisis mientras las bases más elementales de una convivencia sana no
dejan de pervertirse y deteriorarse. Hu Bo desarrolla el argumento utilizando
largos planos-secuencia o secuencias de extensa duración en los que el
espectador es testigo de las esperas y de los tiempos muertos, de las dudas y
las coyunturas de incertidumbre, sacrificando la agilidad de la narración por
el esfuerzo de instalar al espectador en el centro de la trama convirtiéndolo,
prácticamente, en un personaje más que, aunque no puede intervenir, es un
observador continuo y meticuloso de todo lo que ocurre y acontece.
La gran pregunta que surge tras
ver esta película es evidente: ¿sería An
Elephant Sitting Still la misma obra si su montaje se hubiera aligerado de
modo que su duración hubiera pasado a ser la estándar de dos horas que rige en
la actualidad para la mayoría de los films? Seguramente, la trama no se hubiera
visto afectada. Pero, en cambio, sí hubiera cambiado sustancialmente el punto
de vista del espectador en relación a la película. Porque esta, más que
desarrollar un relato, lo que pretende es transmitir un estado de ánimo y, tal
vez, yendo un poco más allá, de hacer partícipe al espectador del mismo y ello
solo se podía conseguir con un estilo que rompiese la cuarta pared e
introdujera al espectador en una realidad recreada con todo tipo de minuciosidad
y lujo de detalles. Mientras vemos An
Elephant Sitting Still, la pantalla no actúa como elemento de separación
sino, más bien, como un succionador hipnótico que nos arroja al curso de los
acontecimientos y nos hace estar durante casi cuatro horas con el mismo pulso
con el que los personajes deambulan por una ciudad que es el escenario de sus
decepciones. Lejos de ser una mera reconstrucción de la China actual, An Elephant Sitting Still sabe
universalizar las vivencias de sus protagonistas de modo que el espectador de
cualquier país o cualquier sociedad puede sentirse identificado con un retablo
de experiencias que parecen la carrera desesperada hacia un callejón sin
salida, algo que es, por desgracia, signo de identidad de los tiempos actuales.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
Comentarios
Publicar un comentario