TÍTULO: Hasta siempre, hijo mío. TÍTULO ORIGINAL: Di jiu tian chang. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: China.
DIRECCIÓN: Wang Xiaoshuai. GUION: Ah Mei y Wang Xiaoshuai. MONTAJE: Lee
Chatametikool. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Kim Hyun-seok. MÚSICA ORIGINAL: Dong
Yingda. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Wang Jingchun, Yong Mei, Qi Xi, Wang Yuan, Du
Jiang, Ai Liya, Xu Cheng, Li Jingjing, Zhao Yanguozhang. DURACIÓN: 175 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.avalon.me/distribucion/catalogo/hasta-siempre-hijo-mio#.
En las últimas seis décadas,
China ha vivido grandes convulsiones políticas y sociales que han afectado con
virulencia a su población de más de mil millones de personas, empezando por la
Revolución Cultural promovida por Mao (1966-1969),
la muerte del propio Mao Tse-tung en 1976, el proceso a la llamada Banda de los Cuatro (la viuda de Mao, Jiang Qing, más Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen),
el cual liquidó las estructuras de poder maoístas dentro del Partido Comunista
Chino, el liderazgo de Deng Xiaoping y la implantación de su programa de las Cuatro Modernizaciones (que se referían a la economía, la agricultura, al desarrollo científico y
tecnológico y a la defensa), la brutal represión de las protestas de la plaza
de Tiananmen en 1989, la reconducción del proceso de reformas ante el temor
derivado del colapso de la Unión Soviética tras la implantación de la perestroika por Gorbachov, la anexión de
Hong Kong en 1997 y la de Macao en 1999 y, finalmente, la conversión del país
en segunda gran potencia mundial junto a Estados Unidos con un sistema en el
que coexisten el Partido Comunista como fuerza política única y dominante y un
capitalismo implacable que carece de las redes de protección social más básicas
que son habituales en cualquier país de corte occidental.
Hasta siempre, hijo mío transita por todos estos cambios pero los
mismos siempre aparecen entre líneas, como decorado en sombras de un argumento
que sí tiene como elemento protagonista una de las medidas más conocidas del
gobierno chino en materia de política de natalidad: la política de hijo único.
Esta medida será uno de los catalizadores que agitarán la trama de esta
película que, a través de la vida de dos parejas y de sus respectivos hijos,
irá recorriendo unos años agitados en los que el poder utilizará a los
ciudadanos como marionetas a las que hará bailar al calor de sus cambiantes
designios. Las dos parejas protagonistas tendrán que vivir destinos muy
diferentes y radicalmente opuestos y es, en esa evolución dispar (marcada por
la tragedia que envolverá fantasmalmente toda la historia), donde la película
deja caer sutilmente el peso de su carga crítica que, aunque parece leve en
apariencia (solo es más punzante y evidente en la secuencia del aborto, en la
del festival de entrega de premios o en la represión desmesurada a los deseos
de los trabajadores de la fábrica de pasar un rato divertido escuchando música
occidental), es, en realidad, de bastante profundidad y enjundia.
Porque hay toda una serie de
elementos relevantes y significativos que van hilvanando la historia como pespuntes
que ponen de manifiesto la sombría corriente de fondo en la que los personajes
se ven arrastrados. Así, prácticamente no vemos a niñas a lo largo de toda la
película (lo cual fue un efecto colateral de la política de control de
natalidad del gobierno chino). Así, aparecen reiterados casos de niños que no
llegan a nacer, de niños de padres desconocidos, de niños cuyo destino no
llegamos a saber nada… Y, sobre todo, se produce la inquietante y perturbadora
paradoja (que no es, en realidad, tal paradoja sino uno de los mensajes elocuentes
que el film encierra) de que la pareja que fue obediente a los principios y a
las prácticas del gobierno del país en sus momentos más autoritarios es la
pareja que logra prosperar en la etapa en la que parece haber una mayor
flexibilización y el capitalismo más boyante reina en todo su esplendor (como
si, al final, todos esos años en los que Hasta
siempre, hijo mío trascurre fuesen
un continuo en los que nada, en realidad, ha cambiado sino que esconden una conexión
honda e íntima, como la imagen de la estatua de Mao casi al final de la
película, aún presente entre rascacielos y grandes avenidas, parece insinuar).
Logrando transmitir con gran
habilidad sus ideas, posiblemente el gran problema de Hasta siempre, hijo mío es que maneja una excesiva cantidad de
subtramas y elementos que hacen llevar la película hasta casi las tres horas de
duración y provocan que termine habiendo un cierto desequilibrio entre todas
las piezas del rompecabezas. Digamos que la historia acaba siendo demasiado
extensa para ser un largometraje (lo cual le hace perder intensidad en ciertos
tramos de su desarrollo) y sería demasiado corta para ser una miniserie (de
modo que muchos elementos se quedan en un tono excesivamente esquemático). Si Hasta siempre, hijo mío hubiera logrado
aligerar algunos de sus ejes narrativos y aumentar la intensidad de los mismos,
hubiera sido, sin duda, una película redonda, mientras que, tal como es su
acabado final, es una más que interesante historia, ilustrativa de la evolución
de China en las últimas seis décadas, pero que, inevitablemente, se nos
presenta algo dispersa en relación a lo que hubiera sido el punto justo de
virtud.
Wang Xiaoshuai, director de Hasta siempre, hijo mío
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
Comentarios
Publicar un comentario