TÍTULO: Vida oculta. TÍTULO ORIGINAL: A Hidden Life. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Estados
Unidos-Alemania. DIRECCIÓN Y GUION: Terrence Malick. MONTAJE: Rehman Nizar Ali,
Joe Gleason, Sebastian Jones. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Jörg Widmer. MÚSICA
ORIGINAL: James Newton Howard. INTÉRPRETES PRINCIPALES: August Diehl, Valerie
Pachner, Maria Simon, Karin Neuhäuser, Tobias Moretti, Ulrich Matthes, Matthias
Schoenaerts, Franz Rogowski, Karl Markovics, Bruno Ganz, Michael Nyqvist,
Wolfgang Michael, Johannes Krisch, Johan Leysen, Martin Wuttke. DURACIÓN: 174 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.searchlightpictures.com/ahiddenlife/
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Si hay un realizador para el que
la condición de “autor” está plenamente justificada es, sin duda, Terrence
Malick. Pocos cineastas poseen un estilo, un abanico temático y un conjunto de
ideas (con una visión del mundo y de la naturaleza casi panteísta) tan
personales y tan identificables con sus películas como el director de Malas tierras (1973), Días de cielo (1978), La delgada línea roja (1998), El nuevo mundo (2005), El árbol de la vida (2011) y To the Wonder (2012).
Los rasgos estéticos de todos sus films vuelven a repetirse en Vida oculta, una historia basada en unos
hechos reales ocurridos en Austria ocurridos durante la II Guerra Mundial y que
giran en torno a un campesino que se negó a jurar lealtad a Hitler y a luchar
en el ejército alemán, llevando su rechazo hasta sus últimas consecuencias.
Resulta curioso que un director
como Malick, poseedor de una estética lírica y preciosista, haya generado tanto
desagrado en muchos sectores del público y la crítica sobre todo desde la
filmación de El nuevo mundo. Pero es
que no se puede negar que su cine lleva al espectador a salir de cualquier
marco preestablecido y lo sitúa en un territorio carente de referencias y
antecedentes, obligándole, prácticamente, a enfrentarse con la película y dar
cuenta de ella, a formarse un juicio sobre lo relatado sin que el mismo venga
dado de antemano con ligereza o superficialidad. Pero es que, además, en el
caso de Vida oculta, a pesar de la
carga espiritual del film, hay una intención sutil pero evidente (y hasta
contundente) de provocar incomodidad y de forzar a tomar posición ante una
actitud radical en su coherencia. Y esa incomodidad se bifurca al menos en dos
dimensiones. La primera, la renuncia absoluta del protagonista (un magnífico
August Diehl) a negociar con su entorno o a adoptar una actitud contemporizadora
con el régimen nazi. En un momento dado, se le ofrece que jure lealtad a Hitler
para ser destinado a un hospital como enfermero, de modo que no tendría que
participar en acciones militares. Hasta ese acuerdo es rechazado por el
protagonista que nos coloca en una tesitura obvia: ¿seríamos capaces nosotros
de hacer lo mismo? Si viviéramos en un régimen fascista, ¿estaríamos dispuestos
a no colaborar de ningún modo con el mismo, llevar a cabo una objeción de
conciencia absoluta aunque ello nos cueste la libertad y, quizás, la vida?¿Y si
millones de personas hicieran lo mismo?¿Podrían esos regímenes fascistas
resistir? Si esos regímenes se sostuvieron durante años, ¿no fue porque hubo
millones de personas que decidieron cooperar con ellos y no mostrar ningún tipo
de rechazo? Posiblemente, la respuesta de muchos (la respuesta que,
íntimamente, se darían a ellos mismos) sería que no podrían llevar su actitud
de rechazo hasta sus últimas consecuencias, y eso ya convierte a Una vida oculta en un film especialmente
desafiante.
Se ha dicho que Vida oculta vendría a ser una apología
del catolicismo, en la medida en que el protagonista es un fervoroso creyente
en la doctrina católica. No obstante, hay que matizar muchísimo esa afirmación
ya que la visión que se da del sacerdote de su parroquia, del obispo de su
diócesis y del resto de creyentes de su aldea no es especialmente favorable
(más bien, es absolutamente desoladora) por lo que despachar Vida oculta como una mera defensa de la
fe católica no es solo sumamente simplificador sino que hasta cabría decir que
es una afirmación que no corresponde a la verdad.
Pero, decíamos antes, que la
película tenía dos dimensiones incómodas, y la segunda es mucho más
desconcertante y descolocadora para el espectador. Porque si la primera
dimensión (la historia de una persona que es absolutamente fiel a sus ideas) ya
ha estado presente en otros films como Esta
tierra es mía (1943) de Jean Renoir, Diálogos
de Carmelitas (1960) de Philippe Agostini y Raymond Leopold Bruckberger, Vida para Ruth (1962) de Basil Dearden, Un hombre para la eternidad (1966) de
Fred Zinnemann, Joe Hill (1971) de Bo
Widerberg, El noveno día (2004) de
Volker Schlöndorff, Sophie Scholl (Los
últimos días) (2005) de Marc Rothemund o Silencio (2016) de Martin Scorsese, la segunda es igual de profunda que
perturbadora. Empieza la película con unas frases del protagonista en la que
este dice que habían soñado “con construir un nido arriba, en los árboles, con que
podíamos volar como pájaros”, a la vez que estas palabras se superponen con las
imágenes iniciales de El triunfo de la
voluntad (1935) de Leni Riefenstahl, en las que se ve a Adolf Hitler llegando a Nuremberg como un
emisario venido, prácticamente, del cielo, en un avión que atraviesa las nubes.
Hay otro momento en el que, mientras el protagonista habla sobre sus creencias,
vemos otras imágenes de Hitler en su residencia del Nido del Águila. Y, entonces,
es muy difícil no caer en la cuenta de que lo que Malick parece proponernos es
que el radicalismo de la fe en sus convicciones del protagonista proviene del
mismo lugar que la intransigencia de las creencias de los nazis. Así, si Vida oculta podía pasar por ser un nuevo
acercamiento al tema de la guerra que la convertiría en una cara B (desde otra
perspectiva) de La delgada línea roja,
al final también vendría a significar una derivación de El árbol de la vida y de su reflexión sobre la contradictoria e
inaprehensible dualidad de la naturaleza humana, en la medida en que es la
plasmación del hecho de que el bien y el mal nacen de la misma fuerza y
energía, solo que aplicada en distintas direcciones. Ante ese hecho, ¿cómo
enjuiciar y valorar la pertinencia y corrección de nuestras acciones y
decisiones? En ese abismo final, es donde Vida
oculta halla su quintaesencia y todo su poder narrativo.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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