Aprovechando que ya está disponible en Filmin, realizamos la reseña de la película Gracias a Dios de François Ozon.
TÍTULO: Gracias a Dios. TÍTULO ORIGINAL: Grâce à Dieu. AÑO: 2018. NACIONALIDAD: Francia.
DIRECCIÓN Y GUION: François Ozon. MONTAJE: Laure Gardette. DIRECCIÓN DE
FOTOGRAFÍA: Manuel Dacosse. MÚSICA ORIGINAL: Dong Yingda. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud, Éric Caravaca,
François Marthouret, Bernard Varley, Josiane Balasko, Martine Erhel, Hélène
Vincent, François Chattot. DURACIÓN: 137 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://cameo.es/gracias-a-dios.html.
ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/gracias-a-dios.
Sin duda alguna, François Ozon es
uno de los grandes directores franceses del panorama actual. Con títulos tan
interesantes en su haber como Swimming
Pool (2003), 5x2 (Cinco veces dos) (2004),
En la casa (2012),
Joven y bonita (2013) o Frantz (2016), el cine de Ozon
suele girar en torno al concepto de “relato” y los aspectos engañosos y manipuladores
que el mismo conlleva y sobre la ambigüedad en que se suele mover el comportamiento
humano, realizando sutiles exploraciones de las contradicciones sociales en las
que nos vemos sumidos y que acaban marcando inevitablemente nuestro devenir.
Frente a los juegos de ficción en los que sus películas se han movido con
anterioridad, Gracias a Dios supone
un giro radical en la obra del director galo ya que, en esta ocasión, afronta una
historia basada en unos hechos realmente ocurridos: las decenas de denuncias
por abuso infantil recibidas en 2016 por el sacerdote de la Diócesis de Lyon
Bernard Preynat.
Conociendo el tema de la
película, cualquier espectador puede sentir todo tipo de prevenciones ante la
crudeza que el relato de los hechos podía llegar a contener. Sin embargo, Ozon
sabe conducir perfectamente la historia para que, aunque la cuestión del abuso
infantil sea un elemento esencial del argumento, el eje central del mismo sea
los diferentes modos en que las víctimas, ya de adultos, han reaccionado ante
los mismos y sus modos de adaptarse a un pasado con el que tendrán que convivir
el resto de sus vidas. De esta manera, Gracias
a Dios muestra, sucesivamente, conforme la trama se desarrolla, a tres de
esas víctimas (Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud), que representan tres
posibles formas de reaccionar ante unos sucesos traumáticos: quien aborda el
intento de hacer justicia manteniendo la fe y logrando llevar una vida social
integrada; quien, llevando igualmente una vida social integrada, mantiene una
actitud crítica respecto a la Iglesia y ha decidido apartarse completamente de
ella; y, finalmente, quien no ha logrado superar la cruel vivencia de su
infancia y se ha visto, inevitablemente, arrastrado por un trauma pendiente de
cerrar.
Siguiendo el planteamiento de
muchos guiones actuales, Gracias a Dios está
dividida en tres actos semiautónomos, cada uno de los cuales gira en torno a
cada una de las víctimas protagonista, técnica que permite dotar de gran
dinamismo a un metraje de 137 minutos ya que la película va cambiando de punto
de vista sin que se pierda, en ningún momento, la coherencia de la trama. Por
otro lado, Ozon, quizás como aspecto que conecta con su preocupación por cómo
se construyen y se estructuran los relatos, realiza un gran esfuerzo por
encontrar la distancia justa respecto a los hechos para conseguir mantener una estricta
objetividad pero sin caer en un exceso de frialdad que generase un tono
ásperamente aséptico. Hay que decir que el director lo consigue y que, con ello
(y la ayuda adicional de las grandes interpretaciones de todo el reparto), se
hace patente con hábil sutileza tanto la calidez con la que se ha querido
envolver el dolor y los sufrimientos de los personajes como la ambigua actitud
del arzobispo de Lyon frente a los hechos, actitud que es denunciada con
precisión y sin rastros de demagogia.
Gracias a Dios no se convierte, gracias al talento de Ozon, en una
película de héroes y traidores, en una historia de victoriosos y derrotados, en
un ajuste de cuentas en los que unos ganan y otros pierden, sino en el retrato
de unos seres humanos que, ante la presencia del horror, adoptan posturas
diferentes, unas merecedoras de respeto, otras muchísimo menos dignas, pero
ante las que el espectador tendrá la última y definitiva palabra. Cuando, en
una de las últimas escenas, vemos que los tres personajes que se han unido para
hacer causa común afrontan su futuro con puntos de vista radicalmente
diferentes, nos daremos cuenta de que el gran mérito de Gracias a Dios no es el de condicionar la visión del espectador,
determinando lo que debe pensar y sentir, sino el haberlo hecho transitar con
rigor y sentido del humanismo por una serie de acontecimientos para que sea él
al final quien, con plena libertad y su propio criterio, decida qué se debe
hacer cuando el mal hace acto de presencia y haya que tomar una postura clara y
definida frente al mismo. Sin caer en ningún tipo de moralismo, Gracias a Dios nos muestra con
contundencia que la cobardía nunca puede ser una opción.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
Comentarios
Publicar un comentario