Llegamos a la décima entrega
sobre el Atlántida Film Fest 201. Continúa la variedad de países y de enfoques
y seguimos llevándonos agradables sorpresas con algunas de las películas
seleccionadas para el certamen. Y alguna que otra decepción…
- Sección GENERACIÓN
Sin duda, una de las grandes
sorpresas del certamen. Este documental sueco sigue, durante unos años, la vida
de una chica de Escocia que, criada por su abuelo, vive en uno de los barrios
menos favorecidos de la ciudad de Motherwell, cerca de Glasgow. Conforme la
película avanza, vamos siendo testigos de cómo evoluciona la complicada
biografía de la protagonista. un poco al modo de Boyhood (2014) de Richard Linkater pero acompañada de toda la intensidad que proporciona la realidad misma, sus ácidas
asperezas, sus inesperados recovecos y sus mordiscos sin piedad. Pájaros
sin alas alcanza varias dimensiones. Por un lado, es el recorrido por una
vida, con todas sus luces y sus sombras, con sus instantes felices y sus
momentos amargos. Es, también, el reflejo de cómo el ser humano se adapta a
circunstancias cambiantes y no siempre fáciles. Y es, finalmente, el retrato de
una clase trabajadora que, golpeada por las políticas implantadas en Reino
Unido desde la llegada al poder de Margaret Thatcher, ha perdido sus referentes
y la esperanza de conseguir un porvenir mejor. Todo eso se desarrolla en este
documental con brillantez, con precisión y sorprendiendo al espectador con una
impresionante e insuperable sensación de verdad.
La directora polaca Jagoda Szelc
sorprendió en la edición del 2018 del Atlántida Film Fest con su film Tower. A Bright day (2017) una película a medio camino entre la ciencia-ficción y el terror que acababa
siendo una honda reflexión sobre el proceso de “deshumanización” que estamos
sufriendo en los tiempos actuales. En esta edición del certamen, la realizadora
presenta Monument y el resultado está
muy, muy alejado de la brillantez de su anterior film. La película empieza caracterizándose
por una virtud que parece ser una seña de identidad del estilo de Szelc y es la
creación de una atmósfera tensa e inquietante a partir de evitar proporcionar al
espectador puntos sustanciales de información sobre qué está sucediendo en la
pantalla. En el caso de Monument, ello
tiene éxito durante la primera media hora, aproximadamente, pero, poco a poco,
la película se desinfla y se adentra en un laberinto sin aparente salida que se
acaba resolviendo con dos secuencias: la penúltima, rompe todo el tono que el
film ha tenido hasta ese momento y resulta excesiva y sobreactuada; la última,
supone un desenlace “racional” a la situación y nos hace lamentar que hayamos
estado pendientes durante más de cien minutos de la historia para una
resolución tan tosca y ramplona.
Debut en el largometraje de la
directora Marysia Nikitiuk que nos permite tener un primer contacto con el cine
realizado en Ucrania, tan poco habitual en nuestras salas comerciales y en las
plataformas online. Y debemos decir
que, con este primer contacto, nos hemos encontrado con una propuesta audaz y
altamente estimulante. En When the Trees
Fall, hay una mezcla de realismo descarnado, sensualidad salvaje y lirismo
desbocado que, enlazados a través de una factura visual preciosista y plagada
de elementos fantásticos, dan como resultado una historia en la que la denuncia
de una situación de opresión y el retrato de un romanticismo sin concesiones se
combinan de manera tan sorprendente como armónica. Relato de una pareja de
jóvenes que se ven obligados a separar sus respectivas trayectorias vitales, el
relato se desdobla en una subtrama de violencia urbana y en otra de fantasía
poética que se acaban resolviendo en una última escena que nos ha recordado, en
espíritu y forma, al desenlace de Milagro
en Milán (1951) de Vittorio de Sica.
La isla del tesoro es un agradable y simpático documental francés
que narra cómo se desarrolla en verano en un parque acuático. Conocemos a sus
directivos y empleados, su funcionamiento y, sobre todo, a sus visitantes, que
nos van dejando retazos de sus vidas y acaban conformando un fresco rico,
amplio y variado de todas las líneas biográficas que se congregan en un
microcosmos que, más allá de la diversión, es un cruce de caminos de todo tipo
de experiencias y vivencias. Aunque, en algunos momentos, ofrece dudas sobre si
algunas situaciones han sido o no ficcionalizadas, afectando al equilibrio del
conjunto, La isla del tesoro es un
documental que se ve con agrado y acaba dejando un buen recuerdo en los ojos
del espectador.
- Sección POLÍTICA Y CONTROVERSIA
Lucha de ideas es una secuela, tanto espiritual como formal, de El gran debate, la anterior serie que
tuvo al Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Michael Sandel como
maestro de ceremonias y que ahora ofrece un nuevo quinteto de episodios que
abarcan aspectos candentes de la realidad social, económica, política y
cultural actual: “Democracia y populismo”, “Mercado: bienestar e interés
público”, “Big Data: privacidad e interés público”, “Fuerzas del mercado: la
migración y el interés público” y “El nacionalismo: cosmopolitismo e interés
público”. La idea de que un conjunto de jóvenes confronten sus distintas posiciones
a partir de cuestiones agudamente suscitadas por Sandel y que este sepa conducir
hábilmente a dilemas ético-filosóficos de gran enjundia es brillante y está
narrada de forma ágil y amena. Pero, sin embargo, para mi gusto, los debates
acaban siendo excesivamente teóricos y obvian las cuestiones relevantes en el
panorama sociopolítico actual que son las que conducen a las tensiones que
están sacudiendo a nuestras democracias. Por ejemplo, cuando se habla de la
necesidad de que los ciudadanos estén bien informados, es una afirmación que
resulta difícil de rechazar. Pero lo que se dirime hoy en día, y que es donde
el populismo encuentra su caldo de cultivo, es si los medios de comunicación
existentes informan con objetividad a los ciudadanos o se limitan a querer
imponer intelectualmente una visión única y excluyente de la realidad. Al mismo
tiempo, los debates parecen partir de la asunción no discutida que los
ciudadanos solo piensan en el interés general y que carecen de intereses
particulares que guían sus apoyos, sus decisiones y sus conductas. En resumen, propuesta
muy interesante pero que necesitaría incluir en sus reflexiones las aristas
evidentes que se dan en todo proceso social.
- Sección IDENTIDAD
Simpático documental sobre un
personaje peculiar, inclasificable y de una personalidad cautivadora. Se trata
de Pascual Iranzo, peluquero (aunque, si ven la película, comprobarán que él
preferiría otra denominación a su profesión) de Barcelona y que nos regala
durante sesenta minutos con gotas deslumbrantes de su sabiduría, de su carisma
y de materias que, intuimos, solo se aprenden en la universidad de la vida. Qué tal Pascual tiene el acierto de
saber mostrar al personaje tal como es, de permitir que el relato fluya con la suficiente
agilidad y espontaneidad como para que su protagonista no pierda su papel estelar
y nos deja con ganas de saber más de alguien que cabe pensar que ha tenido una
biografía rica y apasionante. Solo al ver la cercanía y el trato estrecho que
tiene con Joan Manuel Serrat, nos basta para deducir que la vida de Pascual
Iranzo daría para cuatro o cinco documentales más como el realizado por la
debutante en el largometraje Bárbara Brailovsky.
- Sección MEMORIA HISTÓRICA
Samuel Alarcón también debuta en
el largometraje y lo hace con un documental fascinante sobre un hecho
relativamente poco conocido que ya es, de por sí, suficientemente extraño y
enigmático. Cuando en 1888 se exhumaron los restos de Francisco de Goya en el
cementerio de La Chartreuse de Burdeos, se descubrió que el cráneo había
desaparecido. Oscuro y Lucientes investiga
sobre las circunstancias de la desaparición y, a través de una apasionante
historia detectivesca trufada de imaginativos elementos visuales, acaba
trazando una hipótesis más que convincente sobre el destino final del
extraviado cráneo. La voz del gran Feodor Atkine, que nos va desgranando con
magnetismo la gran complejidad de los hechos, envuelve un film que, más allá de
la anécdota, se acaba convirtiendo en una reflexión sobre los elementos
culturales relacionados con la muerte y en una visión cargada de delicada
ironía sobre la existencia de órdenes ocultos detrás de la realidad aparente.
The Tree es una película portuguesa realizada en Bosnia que propone
una narrativa de gran riesgo y audacia. Con ausencia casi absoluta de trama, el
realizador luso André Gil Mata mueve la cámara con lentitud majestuosa y se
recrea en reconstruir con morosidad sin concesiones los pasos y movimientos de
un aguador a través de un indefinido escenario bélico. Los minutos pasan y nada
sucede salvo el recorrido del protagonista para hacer su trabajo hasta
encontrarse con el niño al que hemos visto en la primera escena de la película.
Ante una obra de estas características, solo cabe hablar de obra maestra o de
experimento fallido. Por desgracia, debemos inclinarnos ante la segunda opción
porque, aunque hay que reconocer la hermosura visual que el film busca, al
final no es más que un ejercicio de esteticismo vacuo que no transmite nada al
espectador y que hubiera podido resolverse fácilmente en un cortometraje que
hubiera carecido de un exceso de metraje completamente innecesario.
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