Seguimos en nuestra revista con las crónicas sobre el 22º Festival de Málaga - Cine en español, celebrado entre el 15 y el 24 de marzo. Hoy, comentamos los títulos que pudimos ver entre el lunes 19 y el miércoles 21, entre los cuales figura una de las grandes triunfadoras del certamen.
DÍA 4: De situaciones extremas y puntos de ruptura
Las películas de la jornada llevaron a sus personajes a vivir situaciones poco habituales que les obligaban a replantearse ideas preconcebidas y a afrontar momentos de gran dificultad.
Empezamos comentando una película que vimos el día anterior en la sección Zonazine: la argentina Yo niña, opera prima de la realizadora Natural Arpajou. Emparentada por temática con Captain Fantastic (2016) de Matt Ross y por mirada y tono narrativo con Nana (2011) de Valérie Massadian, Yo niña nos cuenta la historia de unos padres que han decidido criar a su hija en plena naturaleza, al margen de convencionalismos y de cauces oficiales. Yo niña acaba siendo, simultáneamente, un retrato de las dificultades y obstáculos del pensamiento utópico, del poder de los mecanismos sociales para no dejar escapar a ningún individuo de su órbita e influencia y una exploración de los sentimientos infantiles ante la automarginación y la vida desarrollada fuera de los ámbitos convencionales y ortodoxos. Película sencilla y honesta y resuelta con eficacia y máxima sobriedad, Yo niña se muestra como un signo clarividente de los tiempos actuales en los que no parece haber espacio alguno para pensamientos y vivencias alternativas.
Comenzamos con Litus de Dani de la Orden. Si en la pasada edición del certamen este director tuvo la ocasión de clausurarla con la comedia El mejor verano de mi vida, en esta ocasión acudió al Festival con una película completamente distinta, de factura muy personal y en la que el factor emocional tiene un peso relevante y decisivo. Con un reparto formado por Álex García, Adrián Lastra, Quim Gutiérrez, Belén Cuesta, Miquel Fernández y Marta Nieto, la historia se desarrolla en torno a 7 personajes, los seis interpretados por los actores y actrices indicados y Litus, que es quien da título al film y que es el ausente completamente presente en todo el metraje. Litus se suicidó seis meses antes y sus amigos se reúnen para recordarlo. Sin embargo, el personaje encarnado por Quim Gutiérrez traerá una noticia inesperada sobre el amigo muerto que pondrá a prueba la resistencia anímica y la fortaleza moral del resto de sus amigos. Litus es una película muy bien rodada, convincentemente interpretada (yo destacaría las interpretaciones de Quim Gutiérrez, Adrián Lastra y Belén Cuesta) y que sabe desarrollar con brillantez los hilos del relato, con dos giros muy importantes en el guion que hacen que el espectador mantenga continuamente el interés en la película. Mis objeciones al film se centran en que hay ciertas concesiones visuales y narrativas que hacen que la historia no acabe de aprovechar todo su potencial, al restarle capacidad expresiva. Me refiero, en primer lugar, al escenario en que tiene lugar la confrontación de los personajes, ese piso enorme en el que resulta inverosímil que puedan vivir sus inquilinos dado el perfil con que han sido retratados. Si la acción se desarrollara en una vivienda de más reducidas dimensiones, la película no solo ganaría en credibilidad sino también en intensidad dramática ya que la tensión entre los personajes se acrecentaría significativamente. En segundo lugar, esa secuencia final, con aire de videoclip, parece una forma muy convencional y simple de rematar la historia que, tal vez, necesitaría un momento a la altura cinematográfica de la parte central del film. En resumen, Litus es una película brillante pero que hubiese podido alcanzar un mayor nivel del que posee su acabado final.
De izqda. a dcha., Miquel Fernández, Belén Cuesta, Dani de la Orden, Belén Cuesta y Marta Nieto
A continuación, recogemos algunas de las respuestas que nos dieron los integrantes del equipo de Litus a las respuestas de nuestra revista, que incluían a Marta Buchaca, guionista y autora de obra teatral que el film adapta, y a María Cerdán, diseñadora del cartel.
CINE ARTE MAGAZINE: Esta pregunta, quizás, debería responderla la guionista del film. En el cartel, el título, Litus, acaba con un punto. ¿El punto forma parte o no del nombre de la película? Y, por otra parte, desempolvando mis viejos conocimientos de latín, litus, -is en latín significaba piedra. ¿Vendría a ser ese "ausente presente" la "pedrada" que necesitan los protagonistas para madurar?
MARTA BUCHACA: Bueno, respecto al título, me encanta que hagas esa apreciación, en la que no había pensado. Realmente, me encantaba que la película se titulara como el nombre del personaje que no sale en toda la película. A mí, los personajes ausentes me apasionan y esta película es una en la que el protagonista no aparece en ningún momento, aunque sí llegan a salir algunas fotos en las que se le puede ver...
DANI DE LA ORDEN: Y, respecto al punto, pues aquí está María Cerdán, diseñadora del cartel para que nos explique lo del punto. A ver, ilústranos, por favor...
MARÍA CERDÁN: Bueno, es un nombre escrito a mano, como si fuera la firma de una persona, y, al final, cuando firmo, siempre clavo un punto con el bolígrafo, y aquí hice lo mismo porque pensé que así quedaba más estético.
(Como ven, muchas veces no hay que dejarse llevar pensando en explicaciones sofisticadas porque la causa de las cosas suele ser más sencilla y elemental.)
CINE ARTE MAGAZINE: A los actores, me gustaría preguntarles si han asumido su trabajo como un proceso intensivo de hora y media de maduración y/o asunción de realidades incómodas.
BELÉN CUESTA: Ha sido muy fácil trabajar con Dani y, la verdad, es que se ha hecho un equipo muy bueno entre todo el reparto. A mí, algo que me agobiaba era pensar que iba a pasar el 99% del tiempo rodando en un salón. Era algo que me atraía muchísimo por su cariz teatral, que me fascina, pero no dejaba de pensar que podía ser algo agobiante. Pero, al final, eso ayudó muchísimo a crear ese ambiente, esa tensión y esa atmósfera rara que se forma y que existe en toda la película. Respecto al proceso de evolución, trabajamos mucho individualmente con Dani, hablamos cada uno mucho de su personaje, hablamos de qué callaban y de lo que no se atrevían a decir, de qué cosas se habían perdido y no aparecían en el guion pero que, tal vez, debían estar presentes en el rodaje y, luego, fue muy fácil de construir porque yo creo que todos teníamos tan claro lo que éramos para el otro y lo que eran los otros para uno mismo que eso permitía que luego, aunque Dani marcaba muy claro dónde estaba la cámara y qué quería conseguir desde el punto de vista cinematográfico, sí había mucha libertad para hacer propuestas y que Dani las aceptara. El juego del rodaje ha sido para mí un regalazo.
DANI DE LA ORDEN: Hay una parte muy bonita y es que, al final, cuando se desvela todo, Quim Gutiérrez lo llevaba muy en secreto y nosotros ocultamos al resto de actores lo que se decía en ese momento del guion. No solo lo que se iba a decir sino cómo se iba a decir: si triste, si enfadado, si llorando, si recriminaría algo a alguien... No se ensayó, pusimos la cámara en un punto determinado y empezamos a grabar y las reacciones que se ven de los actores son reales, son las que surgieron en ese momento. Aunque después repetimos, la energía es exactamente la de ese momento. Creo que fue algo muy bonito para todos porque nadie sabía lo que iba a pasar ahí y cómo iban a reaccionar cada uno de los personajes.
MARTA BUCHACA: Bueno, respecto al título, me encanta que hagas esa apreciación, en la que no había pensado. Realmente, me encantaba que la película se titulara como el nombre del personaje que no sale en toda la película. A mí, los personajes ausentes me apasionan y esta película es una en la que el protagonista no aparece en ningún momento, aunque sí llegan a salir algunas fotos en las que se le puede ver...
DANI DE LA ORDEN: Y, respecto al punto, pues aquí está María Cerdán, diseñadora del cartel para que nos explique lo del punto. A ver, ilústranos, por favor...
MARÍA CERDÁN: Bueno, es un nombre escrito a mano, como si fuera la firma de una persona, y, al final, cuando firmo, siempre clavo un punto con el bolígrafo, y aquí hice lo mismo porque pensé que así quedaba más estético.
(Como ven, muchas veces no hay que dejarse llevar pensando en explicaciones sofisticadas porque la causa de las cosas suele ser más sencilla y elemental.)
Marta Buchaca, guionista y autora de la obra teatral que adapta el film, junto a Eduardo Campoy, productor de la cinta
CINE ARTE MAGAZINE: A los actores, me gustaría preguntarles si han asumido su trabajo como un proceso intensivo de hora y media de maduración y/o asunción de realidades incómodas.
BELÉN CUESTA: Ha sido muy fácil trabajar con Dani y, la verdad, es que se ha hecho un equipo muy bueno entre todo el reparto. A mí, algo que me agobiaba era pensar que iba a pasar el 99% del tiempo rodando en un salón. Era algo que me atraía muchísimo por su cariz teatral, que me fascina, pero no dejaba de pensar que podía ser algo agobiante. Pero, al final, eso ayudó muchísimo a crear ese ambiente, esa tensión y esa atmósfera rara que se forma y que existe en toda la película. Respecto al proceso de evolución, trabajamos mucho individualmente con Dani, hablamos cada uno mucho de su personaje, hablamos de qué callaban y de lo que no se atrevían a decir, de qué cosas se habían perdido y no aparecían en el guion pero que, tal vez, debían estar presentes en el rodaje y, luego, fue muy fácil de construir porque yo creo que todos teníamos tan claro lo que éramos para el otro y lo que eran los otros para uno mismo que eso permitía que luego, aunque Dani marcaba muy claro dónde estaba la cámara y qué quería conseguir desde el punto de vista cinematográfico, sí había mucha libertad para hacer propuestas y que Dani las aceptara. El juego del rodaje ha sido para mí un regalazo.
DANI DE LA ORDEN: Hay una parte muy bonita y es que, al final, cuando se desvela todo, Quim Gutiérrez lo llevaba muy en secreto y nosotros ocultamos al resto de actores lo que se decía en ese momento del guion. No solo lo que se iba a decir sino cómo se iba a decir: si triste, si enfadado, si llorando, si recriminaría algo a alguien... No se ensayó, pusimos la cámara en un punto determinado y empezamos a grabar y las reacciones que se ven de los actores son reales, son las que surgieron en ese momento. Aunque después repetimos, la energía es exactamente la de ese momento. Creo que fue algo muy bonito para todos porque nadie sabía lo que iba a pasar ahí y cómo iban a reaccionar cada uno de los personajes.
Por la tarde, pudimos ver la película de producción cubano-suiza Insumisas, codirigida por Fernando Pérez (que hace dos años ganó la Biznaga de Oro a la Mejor Película Iberoamericana del certamen por Últimos días en La Habana) y Laura Cazador. Este film narra un hecho real ocurrido en Cuba en 1819. En aquel año, llegó a la isla, aún bajo dominación española, un médico suizo que empezó a preocuparse por la situación social del lugar (aún dominada por el esclavismo) y desarrolló una serie de acciones para paliar la miseria y las enfermedades que sufrían los estratos sociales más desfavorecidos. En realidad, este médico era una mujer, que tuvo que camuflar su identidad como único medio para poder ejercer su vocación. La película es un brillante ejercicio de concisión y sobriedad narrativas que logra poner en pie un film de época en el que la limitación de medios no se nota en absoluto gracias a una brillantísima planificación y a un ágil estilo narrativo que sabe poner el énfasis en el retrato social de ese momento histórico y de las fuerzas y clases sociales en pugna. Gran interpretación de Sylvie Testud y otra relevante muestra del buen quehacer del cine cubano, siempre potente y eficaz, que sabe sortear la escasez de recursos con mucha imaginación e inteligencia y que encierra un potente mensaje sobre la capacidad de la mujer para transformar el mundo.
Cerramos la jornada en la sección Zonazine, con El increíble finde menguante de Jon Mikel Caballero Lorea. Esta película, protagonizada por Iria del Río, a quien acompañan en el reparto Adam Quintero, Nadia de Santiago, Jimmy Castro, Irene Ruiz, Adrián Expósito y (en una muy particular y breve participación) Luis Tosar, es un curioso fantastique que puede recordar a Atrapado en el tiempo (1993) de Harold Ramis pero que, en realidad, apunta a otras ideas y, quizás, a otras influencias que no deben limitarse a dicho clásico de los 90. La protagonista, tras pasar un fin de semana con su pareja y un grupo de amigos en una casa rural, entra en un bucle en el que esas mismas horas vividas se repiten una y otra vez sin que encuentre la forma de salir de él. La gran diferencia con la película protagonizada por Bill Murray es que, en cada repetición de ciclo, la jornada vivida se acorta en una hora, de modo que la protagonista dispone de cada vez menos tiempo para encontrar una salida a su situación. La variante comentada, como pueden imaginar, no es ni mucho menos baladí, ya que, aparte de reflejar la situación de estancamiento personal en la que se encuentra el personaje de Iria del Río, hace que la situación que ella vive nos haga recordar al tramo final de Arrebato (1979) de Iván Zulueta y, en el sentido profundo de la trama (el cada vez menor control que podemos ejercer sobre nuestro tiempo), al corto experimental Duración (1970) de Paulino Viota. Por todo lo dicho, El increíble finde menguante fue una agradable sorpresa, resuelta con eficacia y abierta a la reflexión y al análisis por parte de los espectadores y hace que convierta a Jon Mikel Caballero en un nombre a seguir para el futuro inmediato.
522. Un gato, un chino y mi padre representaba el regreso del director Paco R. Baños al certamen después de haber presentado en 2012 Ali, película que protagonizara Nadia de Santiago, quien precisamente hace un pequeño y divertido cameo en el segundo film del realizador. En esta ocasión, la protagonista es Natalia de Molina, quien interpreta a una chica agorafóbica que no es capaz de dar más de 522 pasos al salir de su casa, casa que es poco menos que un reducto o fortaleza en la que dispone de lo mínimo imprescindible para desarrollar su trabajo de traductora y sobrevivir. En un momento dado, se ve obligada a viajar a Portugal (por circunstancias que no vamos a revelar) y, junto al dueño de la "tienda de chinos" del barrio (que, en realidad, es japonés), emprende un viaje que no solo será físico sino, sobre todo, psicológico y espiritual. 522. Un gato, un chino y mi padre, de este modo, acaba siendo una road movie en la que nos vamos encontrando con todo tipo de personajes y situaciones. Hay que reconocer el enorme esfuerzo interpretativo que hace Natalia de Molina, encerrada casi permanentemente en un claustrofóbico primer plano como metáfora del aislamiento interior de su personaje, logrando salir airosa del reto dibujando una interpretación eficaz y convincente. Debemos reconocer igualmente el trabajo de Alberto Jo Lee que sabe trazar con precisión la caracterización de un personaje que corría el riesgo de desdibujarse o parecer excesivo. Pero, sin embargo, a pesar de ello, el film nunca acaba de encontrar su propósito ni de situar al espectador en una línea clara y bien definida sino que divaga, abre caminos que no llega a cerrar y cierra o no profundiza en otros que parecían prometedores. A pesar de las interpretaciones y de su buena factura visual, 522. Un gato, un chino y mi padre acaba decepcionando porque hubiese necesitado del desarrollo de un guion más centrado y depurado.
La banda es el primer largometraje de Roberto Bueso y narra la visita que realiza un músico (interpretado por Gonzalo Fernández) que ha estudiado tres años en Londres a su pueblo natal, con motivo de la boda de su hermano. Una vez allí, se verá sometido a las dudas sobre si volver o no a la capital británica y sobre si debe declarar su amor a la novia de uno de sus mejores amigos. El principal mérito de la película es que creo que sabe cerrar bien su desenlace pero peca, a lo largo de buena parte de su metraje, de una mirada excesivamente superficial y elemental, sin que sea capaz de profundizar en la realidad que retrata de modo que logre explicarnos convincentemente los deseos del protagonista de permanecer en su lugar de nacimiento. Hay que reconocer que La banda es una película correcta pero que necesitaría de un protagonista capaz de desarrollar una mayor expresividad y de un desarrollo más rico de personajes y situaciones.
Teníamos gran curiosidad por ver la nueva película de Carlos Marques-Marcet quien, tras triunfar en el certamen de 2014 con 10.000 Km. y haber realizado en 2017 Tierra firme, presentaba su tercera película sobre las relaciones sentimentales en los tiempos actuales y sobre los sentimientos (algunos nuevos, otros eternos y esenciales) que surgen de ellas. Y hay que decir que el director no defraudó. Todo lo contrario, ya que su nueva película, Los días que vendrán, se convirtió en la mejor película del certamen y aportaba elementos verdaderamente interesantes y sugerentes que sitúan a Marques-Marcet como uno de los directores más importantes del panorama actual.
Cerramos la jornada en la sección Zonazine, con El increíble finde menguante de Jon Mikel Caballero Lorea. Esta película, protagonizada por Iria del Río, a quien acompañan en el reparto Adam Quintero, Nadia de Santiago, Jimmy Castro, Irene Ruiz, Adrián Expósito y (en una muy particular y breve participación) Luis Tosar, es un curioso fantastique que puede recordar a Atrapado en el tiempo (1993) de Harold Ramis pero que, en realidad, apunta a otras ideas y, quizás, a otras influencias que no deben limitarse a dicho clásico de los 90. La protagonista, tras pasar un fin de semana con su pareja y un grupo de amigos en una casa rural, entra en un bucle en el que esas mismas horas vividas se repiten una y otra vez sin que encuentre la forma de salir de él. La gran diferencia con la película protagonizada por Bill Murray es que, en cada repetición de ciclo, la jornada vivida se acorta en una hora, de modo que la protagonista dispone de cada vez menos tiempo para encontrar una salida a su situación. La variante comentada, como pueden imaginar, no es ni mucho menos baladí, ya que, aparte de reflejar la situación de estancamiento personal en la que se encuentra el personaje de Iria del Río, hace que la situación que ella vive nos haga recordar al tramo final de Arrebato (1979) de Iván Zulueta y, en el sentido profundo de la trama (el cada vez menor control que podemos ejercer sobre nuestro tiempo), al corto experimental Duración (1970) de Paulino Viota. Por todo lo dicho, El increíble finde menguante fue una agradable sorpresa, resuelta con eficacia y abierta a la reflexión y al análisis por parte de los espectadores y hace que convierta a Jon Mikel Caballero en un nombre a seguir para el futuro inmediato.
El equipo de El increíble finde menguante durante la segunda proyección del film en el Cine Albéniz de Málaga. De izqda. a dcha., Jon Mikel Caballero, Iria del Río, Belén Esteban-Guilmain (productora), Adam Quintero, Irene Ruiz, Adrián Expósito y Jimmy Castro.
DÍA 5: Personajes descolocados
Llegamos a la jornada del martes y las películas que vimos ese día mostraban a personajes fuera de lugar, en entornos extraños a los habituales en ellos o en situaciones anómalas o absurdas. Acabamos sin saber a qué atenernos, desconcertados y envueltos en dudas e incertidumbres.
522. Un gato, un chino y mi padre representaba el regreso del director Paco R. Baños al certamen después de haber presentado en 2012 Ali, película que protagonizara Nadia de Santiago, quien precisamente hace un pequeño y divertido cameo en el segundo film del realizador. En esta ocasión, la protagonista es Natalia de Molina, quien interpreta a una chica agorafóbica que no es capaz de dar más de 522 pasos al salir de su casa, casa que es poco menos que un reducto o fortaleza en la que dispone de lo mínimo imprescindible para desarrollar su trabajo de traductora y sobrevivir. En un momento dado, se ve obligada a viajar a Portugal (por circunstancias que no vamos a revelar) y, junto al dueño de la "tienda de chinos" del barrio (que, en realidad, es japonés), emprende un viaje que no solo será físico sino, sobre todo, psicológico y espiritual. 522. Un gato, un chino y mi padre, de este modo, acaba siendo una road movie en la que nos vamos encontrando con todo tipo de personajes y situaciones. Hay que reconocer el enorme esfuerzo interpretativo que hace Natalia de Molina, encerrada casi permanentemente en un claustrofóbico primer plano como metáfora del aislamiento interior de su personaje, logrando salir airosa del reto dibujando una interpretación eficaz y convincente. Debemos reconocer igualmente el trabajo de Alberto Jo Lee que sabe trazar con precisión la caracterización de un personaje que corría el riesgo de desdibujarse o parecer excesivo. Pero, sin embargo, a pesar de ello, el film nunca acaba de encontrar su propósito ni de situar al espectador en una línea clara y bien definida sino que divaga, abre caminos que no llega a cerrar y cierra o no profundiza en otros que parecían prometedores. A pesar de las interpretaciones y de su buena factura visual, 522. Un gato, un chino y mi padre acaba decepcionando porque hubiese necesitado del desarrollo de un guion más centrado y depurado.
Imagen de la rueda de prensa del equipo de 522. Un gato, un chino y mi padre. De izqda. a dcha. Alberto Jo Lee, Paco R. Baños y Natalia de Molina
Tuvimos ocasión de preguntarle al director sobre dos aspectos de la película: el lugar donde se ambienta y las influencias que existen en ella.
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Por qué la película se desarrolla concretamente en Portugal?¿Quizás porque el ambiente de melancolía que se le suele atribuir al país ayudaba al tono de la historia? Por otra parte, en la rueda de prensa de Ali comentaste que tu principal referencia era la del cine independiente norteamericano. ¿Sigue siendo ello así?
PACO R. BAÑOS: Cuando se termina una película, como Ali, que fue un proceso de 5-6 años, en el que hay mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho tiempo, muchas emociones, en el que te llegas a preguntar si vas a hacer otra película o no, pues empieza otro proceso para hacer una nueva película y yo tenía un hilo muy personal con Portugal. Mi padre era portugués y murió justo antes de rodar mi primera película y, de alguna manera, pues sentía que me apetecía, si me embarcaba en otra historia, contar algo que tuviera a Portugal como referente. No hay nada autobiográfico en esta película sino que hay los mimbres que me salen a mí a la hora de escribir. Hay un poco de lo que había en Ali, un poco de realismo mágico... Eso fue el arranque, fue como la inspiración para crear esta película. Después, la parte del Algarve la conozco mucho, el cabo de San Vicente es uno de mis lugares preferidos, entonces era como fácil desarrollar la historia. De hecho, hay escenas que fueron rodadas en el mismo lugar donde fueron escritas. Yo conocía los escenarios y el 90% de la película está rodada donde yo quería rodarla. También se mezcla con que me gusta investigar, localizar, conocer nuevos sitios... Y respecto a las referencias de mi cine, no me dejo llevar si son de un género o de otro, con lo que me quedo encandilado es, básicamente, con la emoción. Hay películas de ciencia-ficción que, sin ser yo un gran aficionado a ese género, me encantan. Por ejemplo, Moon. También me encanta el universo de Wes Anderson que, aunque parezca muy superficial, sus personajes son más humanos que el de otras películas que quieren llevar el realismo al máximo. Soy más casi de películas que de directores o géneros.
La segunda película que vimos en la jornada fue el segundo film (tras La plaga en el año 2013) de la directora Neus Ballús, Staff Only, protagonizada por la debutante Elena Andrada, a quien acompaña en el reparto el veterano Sergi López. La película cuenta la historia de una chica que está realizando un viaje turístico a Senegal acompañada de su hermano y de su padre divorciado y que va entablando relación con algunos de los empleados del hotel donde se hospeda y ello le llevará a preocuparse por algunos de los problemas que los mismos sufren. A pesar de sus buenas intenciones y de su voluntad por ayudarles, el resultado negativo de sus decisiones supondrán para la chica una dura prueba que significará una especie de rito de paso de la adolescencia a una mayor madurez. Elena Andrada hace un buen trabajo en su debut en el cine, Sergi López brilla al nivel que en él es habitual (en un personaje complicado que presenta más aristas de las que aparenta) y la realizadora sabe imprimir a la historia una gran frescura narrativa, la cual es la gran virtud de la película. Staff Only es, en definitiva, un film que se deja ver y que nos trae ecos de Buenos días, tristeza (1958) de Otto Preminger, siendo un ejercicio que trasciende la anécdota personal para llevarnos a una aguda reflexión sobre la mirada que tiene Occidente hacia los países del Tercer Mundo.
Imagen de la rueda de prensa del equipo de Staff Only. De izqda. a dcha., Sergi López, Neus Ballús y Elena Andrada
Preguntamos a Neus Ballús sobre un aspecto de la película que nos llamó la atención.
CINE ARTE MAGAZINE: Neus, en los títulos de crédito hemos visto que eres también la responsable del montaje. Teniendo en cuenta que la frescura narrativa es el principal rasgo de identidad de la película, ¿tenías muy claro el tipo de ritmo y tono que querías darle al film?
NEUS BALLÚS: Pues la realidad es que yo no tenía nada programado. Yo llegué a la sala de montaje con Edmon Roch (productor de la película), que hizo una importante labor de acompañamiento. Cada semana realizábamos un visionado porque habiendo sido la directora y siendo, además, la montadora, era muy difícil tener la distancia necesaria respecto a la película y Edmon ha hecho la labor de ver la película desde la distancia que yo no tenía. Yo llegué con todo el material. Con la experiencia anterior que yo tenía con La plaga, yo sabía que lo primero que tenía que hacer era olvidarme del guion. Arrojé el guion lejos y me dije: "Vale, esto ya es otra cosa". Miré el material y hubo un momento en que hubo crisis, porque era mi primera ficción, era diferente de montar a lo que había hecho antes... El montaje es como la escritura: es un proceso muy difícil de prever, done las intenciones casi no existen, es un proceso muy intuitivo, de llegar a ver una cosa después de la otra... Yo, en la sala, cambiaba de orden los planos y no sabía el motivo. Seguía un impulso inconsciente. Por eso, también moto sola: porque me es imposible verbalizarlo. Durante el proceso, llegó un momento en que hubo un clic en el que nos dimos cuenta de que la mirada de Marta, el personaje que interpreta Elena Andrada, debía ser la guía de este viaje, que, a través de su rostro y de sus reacciones, deberíamos viajar. Y eso no lo sabíamos en el momento de rodar. Ahora, os parece una película muy sencilla a nivel de rodaje. Pero tenemos mucho más material del que se ve en el resultado final. Fue en esa labor de simplificación final del montaje donde encontramos la narrativa adecuada de la película y la estética también, que acabó surgiendo en el proceso de forma natural. Es un proceso muy bonito el montaje, es hasta mágico, porque puede pasar de todo. Y pueden surgir de él películas muy diferentes.
7 razones para huir de Esteve Soler, Gerard Quinto y David Torras es un film de siete episodios independientes, escritos por el autor teatral Esteve Soler y unidos por su tono de humor negro y hasta cruel y por tratarse de críticas demoledoras y sin piedad hacia diversos aspectos de nuestra sociedad actual (el materialismo sin paliativos, la explotación laboral sobre los más desfavorecidos, el autoritarismo en el seno de la familia, el aplastamiento del pensamiento crítico...). La película cuenta con un amplio reparto y brillante del que forman parte, entre otros, Francesc Orella, Ramon Fontserè, Vicky Peña, Emma Suárez, Sergi López, Manuel Solo, Aina Clotet, Álex Brendemühl, Lola Dueñas, Pepe Viyuela, Alain Hernández, Nuria Gago, David Verdaguer y Jordi Sánchez. Como toda película por episodios, su principal problema es que no todos tienen el mismo interés y potencia expresiva, destacando, especialmente, el primero ("Familia"), el tercero ("Orden") y el último ("Compromiso"). A pesar de que la película se deja ver con interés (siempre y cuando no se sea alérgico al humor brutal que emplean sus tres codirectores), hay que decir que es menos innovadora de lo que parece y tiene antecedentes demasiado obvios como Relatos salvajes (2014) de Damián Szifron y muchas películas de Ventura Pons. Por todo ello, 7 razones para huir es una propuesta interesante pero que aporta mucho menos de lo que pretende.
Para terminar la jornada, vimos el documental Los fantasmas del Caribe, realizado por el director colombiano afincado en Suiza Felipe Monroy. El hilo argumental del film es el retorno del director a su país natal y su reencuentro con su familia (su padre, su madre y su hermana) al mismo tiempo que en Colombia tiene lugar la campaña del referéndum sobre el acuerdo del gobierno con la guerrilla. Las heridas sin cerrar de la familia del director van en paralelo a las heridas sin cerrar de un país convulsionado por la violencia, las drogas y las tensiones políticas, trazándose un retrato fascinante y emotivo sobre la influencia decisiva que ejercen nuestros orígenes en el devenir individual de cada persona. Tendremos ocasión de profundizar en este documental en otro artículo ya que entrevistamos a su productor, quien nos contó detalles muy interesantes sobre la película.
Debate en el Teatro Echegaray de Málaga tras la proyección de Los fantasmas del Caribe. José-Michel Buhler (segundo por la izquierda), productor del documental, estuvo presente en el acto
DÍA 6: De dudas sobre el futuro y escepticismos sobre el presente
En la jornada del miércoles, nos encontramos con personajes acosados por la incertidumbre sobre el porvenir y por el peso de un presente en que no están ni cómodos ni satisfechos. Cada uno de ellos resolverá de maneras diferentes sus respectivas encrucijadas.
En este certamen, tuvimos la oportunidad de ver una muestra de la cinematografía de Costa Rica, absolutamente desconocida en nuestros lares. Y hay que reconocer que este primer encuentro fue bastante positivo. El despertar de las hormigas, dirigida por Antonella Sudasassi, narra los sentimientos contradictorios de una mujer, interpretada por Daniella Valenciano, que, casada y con dos hijas, se siente insatisfecha en su matrimonio y en la rutina cotidiana a la que está sometida. La película hace una fina exploración del contexto en el que se mueve la protagonista, antes de mostrar el proceso de angustia y de búsqueda de salidas en el que se sumerge de cara a resolver la tensión interna que sufre. Con una curiosa mezcla de realismo y de detalles claramente buñuelianos en las ensoñaciones de la protagonista, El despertar de las hormigas es un retrato realizado con gran dignidad de la situación de la mujer probablemente no solo en Costa Rica sino en otros muchos lugares en los que aún dominan pensamientos y mentalidades de signo conservador o inmovilista. Aunque el desenlace del film pueda parecer simple, para su personaje principal dar el paso que comunica ha supuesto una decisión casi heroica que supone romper con las convenciones y las ideas preconcebidas que dominan en la sociedad en la que le ha tocado vivir.
En la jornada del miércoles, nos encontramos con personajes acosados por la incertidumbre sobre el porvenir y por el peso de un presente en que no están ni cómodos ni satisfechos. Cada uno de ellos resolverá de maneras diferentes sus respectivas encrucijadas.
En este certamen, tuvimos la oportunidad de ver una muestra de la cinematografía de Costa Rica, absolutamente desconocida en nuestros lares. Y hay que reconocer que este primer encuentro fue bastante positivo. El despertar de las hormigas, dirigida por Antonella Sudasassi, narra los sentimientos contradictorios de una mujer, interpretada por Daniella Valenciano, que, casada y con dos hijas, se siente insatisfecha en su matrimonio y en la rutina cotidiana a la que está sometida. La película hace una fina exploración del contexto en el que se mueve la protagonista, antes de mostrar el proceso de angustia y de búsqueda de salidas en el que se sumerge de cara a resolver la tensión interna que sufre. Con una curiosa mezcla de realismo y de detalles claramente buñuelianos en las ensoñaciones de la protagonista, El despertar de las hormigas es un retrato realizado con gran dignidad de la situación de la mujer probablemente no solo en Costa Rica sino en otros muchos lugares en los que aún dominan pensamientos y mentalidades de signo conservador o inmovilista. Aunque el desenlace del film pueda parecer simple, para su personaje principal dar el paso que comunica ha supuesto una decisión casi heroica que supone romper con las convenciones y las ideas preconcebidas que dominan en la sociedad en la que le ha tocado vivir.
La banda es el primer largometraje de Roberto Bueso y narra la visita que realiza un músico (interpretado por Gonzalo Fernández) que ha estudiado tres años en Londres a su pueblo natal, con motivo de la boda de su hermano. Una vez allí, se verá sometido a las dudas sobre si volver o no a la capital británica y sobre si debe declarar su amor a la novia de uno de sus mejores amigos. El principal mérito de la película es que creo que sabe cerrar bien su desenlace pero peca, a lo largo de buena parte de su metraje, de una mirada excesivamente superficial y elemental, sin que sea capaz de profundizar en la realidad que retrata de modo que logre explicarnos convincentemente los deseos del protagonista de permanecer en su lugar de nacimiento. Hay que reconocer que La banda es una película correcta pero que necesitaría de un protagonista capaz de desarrollar una mayor expresividad y de un desarrollo más rico de personajes y situaciones.
Teníamos gran curiosidad por ver la nueva película de Carlos Marques-Marcet quien, tras triunfar en el certamen de 2014 con 10.000 Km. y haber realizado en 2017 Tierra firme, presentaba su tercera película sobre las relaciones sentimentales en los tiempos actuales y sobre los sentimientos (algunos nuevos, otros eternos y esenciales) que surgen de ellas. Y hay que decir que el director no defraudó. Todo lo contrario, ya que su nueva película, Los días que vendrán, se convirtió en la mejor película del certamen y aportaba elementos verdaderamente interesantes y sugerentes que sitúan a Marques-Marcet como uno de los directores más importantes del panorama actual.
Rueda de prensa del equipo de Los días que vendrán. De izqda. a dcha., David Verdaguer, Carlos Marques-Marcet y María Rodríguez Soto
Los días que vendrán tiene una curiosa génesis y es que la pareja protagonista (David Verdaguer, actor que ha participado en los tres films de la que podemos denominar "trilogía sentimental" del realizador, y María Rodriguez Soto) son pareja en la vida real y el embarazo que vemos a lo largo de la película es el embarazo real de la actriz. Eso no significa que el film sea un documental sobre la vida real de los actores sino que es una ficción pura en la que la historia que contemplamos no tiene nada que ver con la relación real de los protagonistas. Pese a ello, la película tiene, por su origen, un pronunciado tono documental que proporciona una rara y especial intensidad a los momentos más álgidos del relato (la revelación del embarazo, las tensiones entre los dos miembros de la pareja, la escena del parto...). Con unas magníficas interpretaciones de María Rodríguez Soto y David Verdaguer y una narración llevada con pulso firme (demostrando Marques-Marcet que ha alcanzado su madurez como director), plena de espacios para la reflexión, la emoción y la constatación de contradicciones inevitables, Los días que vendrán se acabó convirtiendo en la justa ganadora de la Biznaga de Oro a la Mejor Película Española de la Sección Oficial. En otro artículo, dedicado exclusivamente a este título, profundizaremos en la película y ahondaremos en algunas de sus claves.
Continuó la jornada con otro regreso, el de Mikel Rueda, quien también en el año 2014 dejó muy buen sabor de boca con A escondidas y que en la edición de este año presentaba El doble más quince. Repetía en esta ocasión su protagonista de entonces, el joven Germán Alcarazu, quien acompañaba como coprotagonista a Maribel Verdú. El doble más quince nos cuenta el encuentro durante 24 horas de una mujer madura, frustrada con su rutina diaria, con un chico joven, que atraviesa algunos problemas económicos. A pesar del atractivo de su premisa inicial y del acierto de la audacia visual del realizador (ya mostrada en su anterior film), la película no acaba de remontar el vuelo, con unos diálogos que no resultan creíbles y un desarrollo muy deficiente del relato. Hay que reconocer el gran esfuerzo de Maribel Verdú por conducir con verosimilitud su personaje (y ello se convierte en el principal activo de la película) pero la trama argumental no acaba siendo creíble y no logra introducir en ella en ningún momento al espectador, que no puede dejar de ver una sucesión de situaciones muy forzadas y unas conversaciones que resultan falsas y acartonadas.
Rueda de prensa del equipo de El doble más quince. De izqda. a dcha., Germán Alcarazu, Maribel Verdú y Mikel Rueda
En nuestra próxima crónica, concluiremos con la revisión de lo acontecido en los últimos días del certamen malagueño.
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