ESPECIAL HALLOWEEN




Hoy, en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, publicamos un ESPECIAL HALLOWEEN en este blog de cine. Empezaremos con la reseña de [REC] 4, que se ha estrenado hoy. En la sección Clásicos Eternos, hablaremos de Nosferatu de F. W. Murnau y de La noche de los muertos vivientes de George A. Romero. En la sección Joyas Ocultas, intentaremos que los lectores del blog descubran La noche del terror ciego (1971) de Amando de Ossorio y Sie tötete in Ekstase (1971) de Jesús Franco.

[REC] 4: APOCALIPSIS (o Ángela Vidal: nunca te olvidaremos)

TÍTULO: [REC] 4: Apocalipsis. TÍTULO ORIGINAL: [REC] 4: Apocalipsis. AÑO: 2014. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN: Jaume Balagueró. GUIÓN: Jaume Balagueró y Manu Díez. MÚSICA ORIGINAL: Arnau Bataller. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Pablo Rosso. MONTAJE: David Gallart. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Manuela Velasco, Mark Schardan, María Alfonso Rosso, Hector Colomé, Paco Manzanedo, Ismael Fritschi, Críspulo Cabezas, Mariano Venancio, Khaled Kouka, Paco Obregón, Cristian Aquino, Javier Laorden, Carlos Zabala. PÁGINA WEB OFICIAL: http://movies.filmax.com/rec4/ y https://es-la.facebook.com/RecFilmax.

En 2007, [REC] de Jaume Balagueró y Paco Plaza significó todo un aldabonazo dentro del género de terror en España: 78 minutos de adrenalina pura en la que, bajo el formato de la grabación de un reportaje televisivo, se desarrollaba una historia de zombies en las que el horror plasmado de forma documental y uns ráfagas de un humor muy peculiar daban originalidad a un argumento que podía resultar poco novedoso. Dos años después, [REC] 2, con los mismos directores, la historia continuaba mediante la utilización de múltiples puntos de vista, reflejados mediante un sistema multicámara. En 2012, [REC] 3, dirigida por Paco Plaza, cambiaban las reglas del juego: se abandonaba la cámara subjetiva y se pasaba a una realización más convencional. Aunque a algunos no les gustaba el cambio de técnica de realización, a mi me pareció que aportaba aire fresco a la franquicia y proporcionaba detalles muy interesantes que no debían ser menospreciados.

Ahora, siete años después, llega la entrega final. Y a todos los que nos consideramos fans de la saga, nos ha faltado paciencia suficiente para esperar más allá del día del estreno y ver qué desenlace tiene la historia de la reportera dicharachera que acaba mezclada en una trama de muertos vivientes y posesiones demoníacas.






Una vez vistas las cuatro películas de la saga, podemos ver en el conjunto una lectura que se nos podía escapar en la primera entrega. Cada uno de los films es un homenaje implícito a distintos modelos de películas de terror, posiblemente las preferidas por la pareja de directores responsables de la serie. Así, la primera podía tener como referencia La noche de los muertos vivientes, es decir, el terror sucio y de bajo presupuesto de los 60. La segunda, remitía claramente a El exorcista (1973) de William Friedkin, es decir, el terror paranoico de los 70, obsesionado con el demonio y la presencia física del Mal. La tercera, nos recordó a las películas de terror de los 80, cargadas de humor y autoironía: pensemos en House (1986) de Steve Miner, Terroríficamente muertos (1987) de Sam Raimi o El terror llama a su puerta (1986) de Fred Dekker. [REC] 4: Apocalipsis da, en este sentido, un giro bastante sorprendente, en el sentido de que se basa en Alien (1979) de Ridley Scott y Aliens (1986) de James Cameron pasadas sutilmente por el tamiz del Steven Spielberg de, digamos, Tiburón (1975) y Parque Jurásico (1993). (Respecto a Alien, recordemos que se basa en la novela La línea de sombra de Joseph Conrad, la cual se desarrolla en un barco, al igual que [REC] 4). Esta cadena de homenajes sirve para contextualizar la última frase de la película y, quizás, de la saga ("Menuda fiesta, ¿no?"), sobre todo si tenemos en cuenta quién lo dice (sólo ven sus ojos pero los espectadores avezados no tendrán problemas en saber quién es): una segunda o tercera lectura de toda la saga sería el constituir un homenaje al cine de terror reciente (quizás, el anterior a la irrupción del terror procedente de Asia en Occidente) y, por ello, sería legítimo verla como un divertimento cinéfilo que esconde multitud de referencias.

Con independencia de ello, [REC] 4 nos sirve otro espectáculo de alta tensión, hábilmente dosificado (justo cada treinta minutos hay un giro que hace que la película vaya a más) y con una Manuela Velasco que domina perfectamente su personaje. Con secuencias geniales como la referida al suceso desencadenante que tiene lugar en la cocina (políticamente incorrectísimo) o en la que tiene lugar el intento de operación quirúrgica (no diremos más), [REC] 4 es, posiblemente, la entrega más técnicamente impecable de toda la saga.

Paradójicamente, en función del modelo de referencia, el hecho de que posiblemente una producción de este tipo necesite de un mayor nivel de recursos para que su acabado sea el idóneo, al final nos quedamos con el sabor de una cierta decepción porque esperámos un desenlace de la historia mucho más intenso y más acorde con el tono general de la saga.

De todos modos, hay una cosa que está clara: la reportera Ángela Vidal tendrá para siempre un lugar privilegiado en el rincón de recuerdos cinéfilos de quienes somos aficionados al cine de terror. Sin duda alguna, el personaje interpretado por Manuela Velasco habrá que añadirlo al trío al que haremos referencia cuando hablemos de La noche del terror ciego.

Nota (de 1 a 10): 7,5.

Lo que más me gustó: Es técnicamente impecable. Su hábil crescendo narrativo. El guión esconde inteligentes sutilezas.

Lo que menos me gustó: Se esperaba más del final de la saga.



CLÁSICOS ETERNOS

En esta sección, vamos a traer dos películas completamente diferentes del género de terror pero que tienen un punto en común: son, en gran medida, películas fundacionales. Nosferatu (1922) de F. W. Murnau no es la primera película de terror de la historia del cine (sería de justicia atribuir dicho honor a El gabinete del Dr. Caligari -1920- de Robert Wiene) pero fue la que marcó, de modo decisivo, las pautas esenciales por las que discurriría el género en las siguientes décadas. La noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero, a su vez, significaría, cuarenta y seis años después, un antes y un después dentro del cine de terror y, de hecho, aún hoy buena parte del género se nutre de su influencia. Mientras que Nosferatu buscó una coartada literaria en su argumento, La noche de los muertos vivientes es cultura popular en estado puro: una producción independiente, de bajo presupuesto y cuyo éxito no tiene nada que ver con una campaña de marketing de una gran compañía sino con la conexión con las capas profundas del subconsciente colectivo. Cada una, a su modo, representa una forma distinta de abordar el terror y sus ramificaciones.

Advertimos que en los comentarios vamos a incluir algunos detalles relevantes (pocos, realmente) de las tramas. Para quien no quiera leerlos, están escritos en rojo (rojo sangre, por supuesto), de modo que pueden ser saltados sin que se pierda lo esencial de los textos.


NOSFERATU (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau

TÍTULO: Nosferatu, el vampiro. TÍTULO ORIGINAL: Nosferatu, eine Simphonie des Grauens. AÑO: 1922. NACIONALIDAD: Alemania. DIRECCIÓN: Friedrich Wilhelm Murnau. GUIÓN: Henrik Galeen, adaptando la novela Drácula de Bram Stoker. MÚSICA ORIGINAL: Hay diversas bandas sonoras para la película, compuestas en distintas épocas. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Fritz Arno Wagner y Günther Krampf. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Max Schreck, Gustav von Wangenheim, Greta Schröder, Georg H. Schnell, Ruth Landshoff, Gustav Botz, Alexander Granach, John Gottowt, Max Nemetz, Wolfgang Heinz, Albert Venohr, Eric van Viele. DURACIÓN: 96 minutos.

Nosferatu es, en realidad, una adaptación nada simulada del Drácula de Bram Stoker. Que no se presentara como tal adaptación, se debió a que la productora no consiguió que la viuda del escritor británico cediera los derechos de la obra. Por ello, originalmente, en los rótulos de la película, los nombres de los personajes no tenían ninguna coincidencia con sus equivalentes en la novela. Con posterioridad, en muchas versiones que pueden verse de la película, ello fue modificado, de forma que se recuperaron los nombres que aparecían en el mencionado clásico de la literatura inglesa pero hay que advertir que ello no fue, en principio, así. Sin embargo, lo más importante es que Murnau, tomando como base los postulados estéticos fijados por el movimiento expresionista, mostró la esencia de la historia, reflejando el poder del mal y el sacrificio inevitable que el bien ha de hacer para conseguir la victoria.





Hay multitud de elementos que aparecen en el Nosferatu de Murnau y que, con posterioridad, se repetirían con sutiles variaciones en muchísimas películas de terror posteriores, fueran los clásicos de la Hammer o en las adaptaciones por parte de Roger Corman de los cuentos de Edgar Allan Poe. En primer lugar, la atmósfera romántica, en el doble sentido de que hay una exaltación explícita de los elementos y valores no estrictamente racionales y que, en segundo lugar, se intenta conectar estéticamente, de forma plenamente consciente, con el movimiento artístico y literario que conoció su momento de auge después del neoclasicismo y antes del realismo y el naturalismo.



Un ambiente de otra época…


… y una pareja de enamorados que verá truncado su amor por unas circunstancias sobrenaturales.


En segundo lugar, el materialismo y la avaricia como puerta que abre camino al mal. Hutter/Jonathan Harker irá desde Bremen hasta Transilvania con el objeto de obtener una suculenta comisión de las operaciones inmobiliarias que tiene proyectadas Graf Orlok/Drácula. Su jefe, Knock/Reinfeld, le despertará el apetito por un dinero que, presuntamente,  tiene al alcance de su mano. (¿No les recuerda esto lo que ocurre en Tiburón -1975- de Steven Spielberg cuando las autoridades deciden no cerrar las playas para no estropear la temporada turística?)


El materialismo como vía hacia la perdición.

Ya en Transilvania, aparecen, prácticamente por primera vez en la historia del cine, imágenes que serán, por muchos años y en centenares de películas, constantes del género.



El temor del pueblo hacia el extraño personaje protagonista…


... su inquietante sirviente…


… y, por fin, la inquietante aparición de la criatura. Observen: su silueta apenas se insinúa sobre un fondo oscuro, fondo que parece, más bien, la boca del mal dispuesta a devorar a sus víctimas o un cepo que pretende atrapar al primer incauto que pase.


Y, por supuesto, el ataúd en el que duerme durante el día es un elemento esencial de la trama.

Nosferatu es el vampiro, el no-muerto, un ser que está con un pie en el mundo terrenal y otro en una dimensión extrasensorial. Por ello, hay, simultáneamente, un terror físico y un terror psíquico que nace de la capacidad de la criatura para controlar a su antojo la voluntad de los demás.






Orlok/Drácula se siente inevitablemente atraído por la sangre de los otros y hará cualquier cosa para succionarla de sus víctimas potenciales.



Nosferatu controlará la voluntad de Ellen/Mina…


… y la de Knock/Reinfeld.


Nosferatu es presentado, por su doble capacidad de generar terror, como un ser superior que siempre se mueve en un plano más elevado que el de de sus antagonistas.



El racionalismo del profesor van Helsing será inútil en la película…



… porque Nosferatu siempre se moverá entre sombras, en una dimensión de la realidad que escapa al control del pensamiento positivista.



Nosferatu se enamorará de Ellen/Mina al ver su retrato y ello hará cambiar el rumbo de la historia.



Nosferatu partirá hacia Bremen en barco…



… extendiendo en su trayecto una extraña enfermedad.



Nosferatu no sólo hará cundir el terror entre toda la tripulación (en una escena que, seguramente, inspiró a H. G. Clouzot para Las diabólicas)


… sino que aniquilará a toda ella, convirtiéndose en el dueño y señor de la nave.


En Bremen, la plaga se extenderá.

Al final, la película se resolverá mediante un acto presentado con enorme ambigüedad (Francis Ford Coppola, en su versión de 1992 fue menos ambivalente) en donde no está claro en qué medida hay un sacrificio por parte de Ellen/Mina o un deseo real no reconocido de entregarse al no-muerto.


La imagen se puede prestar a todo tipo de interpretaciones.



Nosferatu llega  la habitación de Ellen/Mina como una sombra capaz de superar todos los obstáculos.





El hecho de que la joven tenga que retener al vampiro hasta el amanecer para que este al fin muera tiene unas connotaciones sexuales obvias.


Al final, el romanticismo sale derrotado. Desenlace más romántico no puede haber.


Buena parte de los elementos extraños que aparecen en Nosferatu proviene del hecho de que en su producción (http://www.thecult.es/Cine-clasico/vampiros-en-el-cine-mudo-nosferatu-1922-de-murnau.html, http://e-pursimuove.blogspot.com.es/2012/08/la-sombra-de-albin-grau.html) intervinieron sociedades esotéricas que, presuntamente, dejaron en la película elementos simbólicos que eran una representación de las ideas que defendían. Con ello no podemos menos que afirmar que, voventa y dos años después de su realización, el film de Murnau sigue siendo un misterio dispuesto a revelar aún un gran número de los secretos que encierra.

Por supuesto, uno de los que no hemos revelado es cuál es la principal diferencia entre la novela y la película. Pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.





Nota (de 1 a 10): 10.

Lo que más gustará: El clima de inquietud permanente que genera el film. Su extraña capacidad hipnótica. La larga lista de imágenes icónicas que incluye.

Lo que menos puede gustar: ¿Las películas mudas son aceptadas hoy por el gran público?



LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1968) de George A. Romero

TÍTULO: La noche de los muertos vivientes. TÍTULO ORIGINAL: Night of the Living Dead. AÑO: 1968. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: George A. Romero. GUIÓN: John A. Russo y George A. Romero. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: George A. Romero. MONTAJE: George A. Romero. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Duane Jones, Judith O`Dea, Karl Hardman, Marilyn Eastman, Keith Wayne, Judith Ridley, Kyra Schon, Russell Streiner, Bill Hinzman. DURACIÓN: 94 minutos.

Si en Nosferatu hemos hablado de terror psíquico y de dimensiones extrasensoriales, La noche de los muertos vivientes prescinde de toda esa parafernalia. No es únicamente que podamos decir que el terror de este título es eminentemente físico sino, más aún, orgánico y casi carnal. Este es un film que se remite a miedos ancestrales, básicos, primitivos: el temor a ser devorado por otro ser humano, el temor a enfrentarse a criaturas que son invulnerables porque ya están muertas... Seis años antes de esta película, ya se realizó Carnival of Souls (1962) de Herk Harvey, la cual tenía un estilo, en cierto modo, similar al clásico de George A. Romero. Sin embargo, había una serie de elementos que hicieron que dicha cinta no se convirtiera en un clásico como la de George A. Romero. El primero, el momento histórico: era una época optimista en la que Estados Unidos no había intervenido aún en Vietnam y en la que ni John Fitzgerald Kennedy ni su hermano Robert ni Martin Luther King habían sido asesinados. En 1968, el ambiente social era muy distinto y reinaba un ambiente de crítica hacia la situación socio política que era el caldo de cultivo adecuado para una película como La noche de los muertos vivientes.

Porque lo primero que hay que decir es que La noche de los muertos vivientes es un film profundamente “subversivo” que es un caso insólito por el elevado número de rupturas de códigos asumidos y aceptados que se dan simultáneamente en él. A saber:



Los hermanos que aparecen en la primera escena del film no serán los protagonistas de la película.



El héroe es, sorprendentemente para la época, un personaje de raza negra...


... que demostrará tener más cordura y sensatez que los blancos...


... y que no dudará en recurrir a la violencia contra ellos si es necesario.



Hay una niña que matará a su padre y a su madre.


Las autoridades son mostradas como gente ridícula y patética.





Y las fuerzas del orden dan casi tanto miedo como los zombies.



Al final, el héroe no vence...



... sino que morirá asesinado de forma arbitraria y absurda.




Y el desenlace se acaba convirtiendo en una nada oculta requisitoria contra el racismo. 


Pero si la coyuntura histórica ayudaba al triunfo de esta película, la diferencia sustancial de La noche de las muertos vivientes frente a Carnival of souls era la gran creación que constituían las criaturas que eran, en última instancia, las grandes protagonistas del film: los zombies, los muertos vivientes, que estaban dominados por el afán insaciable de comer carne humana.



En la imagen, Bill Hinzman, el actor que pasa por ser el primer muerto viviente en la historia del cine, al menos en la caracterización creada por George A. Romero. Antes, los zombies habían tenido otros rasgos bien diferentes:  http://cineartemagazine.blogspot.com.es/2013/08/guerra-mundial-z-o-que-aseaditos-son.html. Todavía hoy, Hinzman es el centro de atención en muchas de las convenciones de fans del género.



Los zombies acaban siempre yendo en grupo, desorientados y con la mirada perdida...



... guiados por un afán y una obsesión únicos.


Pero hay un tercer elemento que no podemos negar. A pesar de que se trataba de un film de bajo presupuesto, la película poseía una extraña perfección que hacía posible una secuencia magnífica como la del incendio en la furgoneta: concisa en su planteamiento y desarrollo, brutal en su espeluznante desenlace.



Todo empieza con una maniobra de distracción con el fin de poner en marcha un plan de huida.



Los sitiados consiguen salir de la casa...



... y entrar en la furgoneta...



... para llevarla hasta el surtidor.



Pero todo se complicará...


... y tras quedar dos personas encerradas dentro...



... se acabará produciendo el fatal desenlace de la secuencia.



Después, el HORROR...

En definitiva, por todas estas razones y por el estilo casi documental con el que se nos narra la historia, La noche de los muertos vivientes es ya, por derecho propio, uno de los grandes clásicos del género de terror de toda la historia del cine.


Nota (de 1 a 10): 10.

Lo que más gustará: Su estilo visual sucio e imperfecto, casi documental, se demuestra como el más idóneo para una historia espeluznante. La secuencia del incendio de la furgoneta. El desolador e impactante final.

Lo que menos puede gustar: Precisamente, un desenlace nada complaciente.


JOYAS OCULTAS

En este blog, siempre hemos insistido en intentar recuperar clásicos del terror del cine español, los cuales continúan siendo ampliamente desconocidos e ignorados. Por ello, hoy, en esta sección, comentamos dos de ellos.

LA NOCHE DEL TERROR CIEGO (1972) de Amando de Ossorio

TÍTULO: La noche del terror ciego. TÍTULO ORIGINAL: La noche del terror ciego. AÑO: 1972. NACIONALIDAD: España-Portugal. DIRECCIÓN: Amando de Ossorio. GUIÓN: Amando de Ossorio y Jesús Navarro Carrión. MÚSICA ORIGINAL: Antón García Abril. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Pablo Ripoll. MONTAJE: José Antonio Rojo. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Lone Fleming, César Burner, María Elena Arpón, José Thelman, Rufino Inglés, Verónica Llimera, Simón Arriaga, Francisco Sanz, Juan Cortés, Andrés Isbert, Antonio Orengo, José Camoiras, María Silva. DURACIÓN: 101 minutos.

Amando de Ossorio (1918-2001) es uno de los directores españoles más injustamente desconocidos.  Con veinte títulos en su haber como director, entre ellos hay spaghetti-westerns como La tumba del pistolero (1964) o films de aventuras como Rebeldes en Canadá (1965), pero donde destacó fue en el género del terror con películas como Malenka, la sobrina del vampiro (1969), Las garras de Lorelei (1974), La noche de los brujos (1974), La endemoniada (1975) o La noche de las gaviotas (1975). Pero, sin duda, la cumbre de su filmografía es la llamada "Trilogía Templaria", formada por La noche deel terror ciego (1972), El ataque de los muertos sin ojos (1973) y El buque maldito (1974). En ella, unos siniestros personajes, antiguos templarios que fueron condenados por sus actos de brujería y de sadismo, salen de sus tumbas dispuestos a proseguir con su recorrido de dolor y muerte.




Aunque las tres películas de la trilogía brillan a un nivel similar, la primera de ellas tal vez sea la mejor de todas. En ella, queda cristalizado el ambiente de la saga y se plasman dos de los elementos estéticos más significativos de la misma: la siniestra (y magnífica) caracterización de los templarios y el uso del ralentí para mostrar sus movimientos (recurso que ya utilizara Jean Epstein en La chute de la maison Usher -1928-). Sencilla en su planteamiento pero sumamente eficaz en cuanto a capacidad expresiva, el mensaje subliminal de la trilogía radicaba en reflejar cómo seres de otra época, metáfora de una mentalidad anacrónica y obsoleta, siguen queriendo imponer su voluntad. En definitiva, esta trilogía es una sutil y velada crítica contra cualquier tipo de pensamiento reaccionario.



La película empieza mostrando una relación triangular...


... que presenta más aristas de las que, inicialmente, cabía pensar.


Una de las protagonistas descenderá del tren...



... y llegará al monasterio abandonado de Berzano.


A pesar de la soledad de lugar, nada puede hacer presagiar el horror que esconde.


María Elena Arpón aparece en los títulos de crédito como Helen Arp, con el fin de favorecer la proyección internacional de la película. Ello era una táctica habitual en las coproducciones de la época.


La fogata oculta el desnudo de la chica: ¿decisión de la censura o ironía deliberada?



Llega la noche y algo extraño empieza a suceder.



Todo empieza en el cementerio del lugar.



La mano de un esqueleto asoma de una de las tumbas...


Y los espectros empiezan a aparecer.


Todo un ejército de criminales sin piedad.



Para el crítico Carlos Aguilar, los templarios de Amando de Ossorio, el Dr. Orloff de Jesús Franco y el Waldemar Daninsky de Paul Naschy son las tres grandes aportaciones españolas al género de terror.



Una vez que el siniestro ejército se pone en marcha, nada podrá detenerlos.



Como es habitual en toda película de terror, siempre hay un experto que pondrá a los protagonistas al corriente de lo que está sucediendo...


... y les remitirá a una oscura historia medieval.



La escena de la violación no es un añadido innecesario. En realidad, viene a mostrar cómo mentalidades arcaicas siguen estando presentes con el único fin de sojuzgar y someter a quienes no pueden resistirse a la simple fuerza bruta.



Al final, las fuerzas del progreso ayudarán a los templarios a seguir con su terrorífico trayecto.


Nota (de 1 a 10): 9.

Lo que más gustará: El impacto visual que ofrece la imagen de los templarios.

Lo que menos puede gustar: La subtrama sentimental puede resultar, en la actualidad, un tanto light.


SIE TÖTETE IN EKSTASE (1972) de Jesús Franco

TÍTULO: Sie tötete in Ekstase. TÍTULO ORIGINAL: Sie tötete in Ekstase. AÑO: 1971. NACIONALIDAD: España-Alemania Occidental. DIRECCIÓN: Jesús Franco (utilizando el nombre de Frank Hollmann). GUIÓN: Jesús Franco. MÚSICA ORIGINAL: Manfred Hübler, Sigi Schwab. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Manuel Merino. MONTAJE: Clarissa Ambach. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Soledad Miranda (utilizando el nombre de Susann Korda), Fred Williams, Paul Muller, Howard Vernon, Ewa Strömberg, Horst Tappert, Jesús Franco, Beni Cardoso. DURACIÓN: 73 minutos.

Dentro de las más de 200 películas que tiene el director español Jesús Franco, hay desde obras maestras a títulos absolutamente impresentables. Aparte de destacar películas como La mano de un hombre muerto (1962), Gritos en la noche (1962), Rififí en la ciudad (1963),  Necronomicón (1968), Paroxismus (1969), La isla de la muerte (1970) o El sádico de Notre Dame (1979), se suele considerar la cumbre de su cine el conjunto de películas realizadas con Soledad Miranda como protagonista. La participación de la actriz sevillana Soledad Miranda (1943-1970) en las películas de Jesus Franco comenzó en 1960, en un papel sin acreditar, en La reina del Tabarín. No fue hasta 1970 cuando volvió a estar bajo las ordenes de este director en El conde Drácula (1970), interpretando no el papel protagonista sino el personaje de Lucy Westenra. Empezó, entonces, una breve pero fructífera relación en la que Soledad encadenó seis títulos con el prolífico realizador (en algunos de ellos, no se llegó a completar el rodaje y el estreno se produjo después del fallecimiento de la actriz): Sex Charade (1970), Los ojos de la noche (1970), El diablo que vino de Akasawa (1971), Las vampiras (1971), Sie tötete in Ekstase (1971) y Eugénie (1974). Gracias a esta breve etapa, Soledad Miranda se convirtió en un mito erótico en Europa y las películas citadas se convirtieron en films de culto que llamaban la atención por su originalidad, su clima entre alucinante y onírico y su mezcla de terror y ambiente puramente irreal que, en cierto modo, se anticipaba al futuro cine de David Lynch (algo que se ve, incluso, más claro en un film de Franco en el que esta actriz no participaba: la ya citada Paroxismus). La temprana muerte de Soledad Miranda en un accidente de tráfico cerca de Lisboa acabó provocando que el nombre de la actriz quedara rodeado de un halo de misterio y leyenda y el mismo, se quiera o no, se acaba transmitiendo a las películas que hemos citado, de las que es difícil no terminar afirmando que se desarrollan en un espacio a medio camino entre la vida y la muerte, entre el sueño y la realidad.

Las vampiras es la película que suele tener mayor prestigio pero, en mi opinión, la mejor de todas ellas es Sie tötete in Ekstase. Esta obra podría casi considerarse la película maldita por excelencia de nuestro cine.Coproducción hispano-alemana, no es que no llegara a estrenarse en nuestro país, es que, como pueden observar, ni tan siquiera tiene un título traducido a nuestro idioma. La presencia de intensos toques eróticos (incluida una escena lésbica) no pudieron pasar el trámite de la censura y, aunque es una de las películas más interesantes de nuestro cine, es una completa desconocida para el gran público.









No se dejen engañar por los títulos de crédito: Susann Korda es Soledad Miranda y Frank Hollmann es Jesús Franco. Como también vimos en La noche del terror ciego era una típica táctica de las coproducciones para conseguir una mayor proyección internacional del reparto y los miembros del equipo. No dejen de fijarse, en la primera imagen, en el embrión en formol: una dimensión inquietante empieza a dibujarse en la pantalla.



Espectacular contrapicado que muestra toda la elegancia de Soledad Miranda (aparte de ello, la casa en lo alto supone un primer elemento para crear el clima onírico de la película).



Y un primer plano para mostrar su delicada belleza.



El personaje protagonista se casa con un científico que utiliza procedimientos demasiado heterodoxos para reforzar la fortaleza de los organismos vivos.



Una construcción visual chocante y original: este no es el típico gabinete oscuro de un científico loco... Pero las prendas de la actriz crean un clima de irrealidad que irá embargando toda la película.



El consejo de científicos que considerará inmorales los experimentos que el Dr. Johnson está realziando. En primer plano, el propio Jesús Franco. Detrás, tres de sus actores habituales: de izquierda a derecha, Paul Muller, Ewe Strömberg y Howard Vernon. Para reflexionar: ¿es este consejo una metáfora de la censura y de su actitud intransigente?



Los modos y maneras del discurso de Howard Vernon guardan gran similitud con los de Adolf Hitler. 



El Dr. Johnson (interpretado por Fred Williams) perderá la razón y se acabará suicidando.



El personaje interpretado por Soledad Miranda, entonces, seducirá...



... y matará, uno por uno, 



... a todos los integrantes del consejo científico.



El último en morir será el personaje interpretado por el propio director.


El gran mérito de Sie tötete in Ekstase (que, en inglés, se tituló She killed in Ecstasy y que, en español, podría traducirse como "ella mató en éxtasis") es que, gracias a un montaje fragmentario y sincopado, no se llega a saber muy bien si los hechos narrados han ocurrido en realidad o si todo es un sueño de no se sabe muy quién (¿de la protagonista?¿del propio director?¿son varios sueños entrecruzados?). Varios elementos visuales ayudan a reforzar esta impresión.


Un paisaje prácticamente daliniano.



Personajes que desaparecen en presencia del actor-director.


Como buena parte de los títulos más interesantes de Jesús Franco, Sie tötete in Ekstase no es una película para un público mayoritario pero determinados cinéfilos sí que disfrutarán con intensidad de su mezcla de elementos contradictorios, su clima perturbador y el desasosiego que transmite la inquietante belleza de Soledad Miranda, que, aquí, más que en ningún otro film, logra transmitir qué se puede llegar a sentir cuando se vive en una tierra de nadie, a medio camino entre la razón y la locura, la lógica y la irracionalidad, el sueño y la realidad, la vida y la muerte, en ese territorio donde todas las certezas han desaparecido.



Nota (de 1 a 10): 9.

Lo que más gustará: Su clima onírico. La elegancia y belleza de Soledad Miranda.

Lo que menos puede gustar: Sus toques pop pueden desconcertar.






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