Antes de empezar con los temas de
la entrada de hoy, quiero recordar que el proyecto GIRQIK mantiene abierto el
plazo de captación de recursos a través de la plataforma de crowfunding
Verkami: http://www.verkami.com/projects/8493-girqik-la-pelicula
Recordemos que se trataría de una
cinta de animación, realizada con títeres, y que tendría como tema central del
medio ambiente y la oportunidad que tenemos de ayudar a su conservación. El
proyecto se realizaría en Guatemala y sería el primero de estas características
en toda Centroamérica.
Tienen hasta el 9 de septiembre
si quieren ayudar a la realización de esta bonita idea.
LAUREN BACALL y ROBIN
WILLIAMS IN MEMORIAM
Antes de comentar las dos películas
a las que vamos a dedicar la entrada de hoy, tenemos que lamentar la muerte de
dos importantes estrellas del Séptimo Arte.
El 11 de agosto nos enterábamos
del fallecimiento, a la edad de 63 años, de Robin Williams.
Como muchos actores que, en Estados Unidos, empezaron en el terreno del humor,
acabó participando en proyectos de mayor enjundia, de forma que ganó el Oscar
como mejor actor de reparto por El
indomable Will Hunting (Gus van Sant, 1997) y el Globo de Oro al mejor
actor de comedia o musical por Good
morning, Vietnam (Barry Levinson, 1987), El rey pescador (Terry Gilliam, 1991) y Señora Doubtfire, papá de por vida (Chris Columbus, 1993). Aparte
de estos títulos merecen ser destacados El
mundo según Garp (George Roy Hill, 1982), Las aventuras del barón Munchausen (Terry Gilliam, 1988), El club de los poetas muertos (Peter
Weir, 1989), Despertares (Penny
Marshall, 1990), Morir todavía (Kenneth
Branagh, 1991), Jumanji (Joe
Johnston, 1995), Jack (Francis Ford
Coppola, 1996), Hamlet (Kenneth
Branagh, 1996), Desmontando a Harry (Woody
Allen, 1997), Más allá de los sueños (Vincent
Ward, 1998), Patch Adams (Tom
Shadyac, 1998), El hombre bicentenario (Chris
Columbus, 1999), Retratos de una obsesión
(Mark Romanek, 2002), Insomnio (Christopher
Nolan, 2002), El hombre del año (Barry
Levinson, 2006) y El mayordomo (Lee
Daniels, 2013), la cual comentamos en este blog.
Al día siguiente, el 12 de
agosto, la noticia que saltaba era la de la muerte de Lauren Bacall, una de las
últimas estrellas vivas del Hollywood clásico. Pareja de Humphey Bogart, tanto
en la gran pantalla como en la vida real, en su carrera brillan títulos de
primer nivel como Tener y no tener (Howard
Hawks, 1942), El sueño eterno (Howard
Hawks, 1946), La senda tenebrosa (Delmer
Daves, 1947), Cayo Largo (John
Huston, 1948), El trompetista (Michael
Curtiz, 1950), El rey del tabaco (Michael
Curtiz, 1950), Cómo casarse con un
millonario (Jean Negulesco, 1953), La
tela de araña (Vincente Minnelli, 1955), Callejón sangriento (William A. Wellman, 1955), Escrito sobre el viento (Douglas Sirk,
1956), Mi desconfiada esposa (Vincente
Minnelli, 1957), Harper, investigador
privado (Jack Smight, 1966), El
último pistolero (Don Siegel, 1976), Dogville
(Lars von Trier, 2003), Reencarnación
(Jonathan Glazer, 2004) y Manderlay (Lars
von Trier, 2005).
Nuestro deseo para ambos de que
descansen en paz.
CRÓNICAS DIPLOMÁTICAS
(o el humo detrás de las palabras)
TÍTULO: Crónicas diplomáticas.
TÍTULO ORIGINAL: Quai d’Orsay. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Francia. DIRECCIÓN: Bertrand Tavernier.
GUIÓN: Bertrand Tavernier, Christophe Blain y Antonin Baudry, adaptando el
cómic homónimo de Christophe Blain y Abel Lanzac. MÚSICA ORIGINAL: Philippe
Sarde. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Jérôme Alméras. MONTAJE: Guy Lecorne. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Thierry
Lhermitte, Raphaël Personnaz, Niels Arestrup, Bruno Raffaelli, Julie Gayet,
Anaïs Demoustier, Thomas Chabrol. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.golem.es/distribucion/pelicula.php?id=300
En los últimos tiempos, ha habido
bastantes películas que han intentado reflejar qué esconden las interioridades
del proceso político para mostrar qué dosis de corrupción, cinismo, inoperancia
y contradicción existen en el mismo. En este blog, hemos comentado La Dama de Hierro (2011) de Phyllida
Lloyd,
J. Edgar (2011) de Clint Eastwood,
Los idus de marzo (2011) de George
Clooney,
Malas noticias (Too big to fail) (2011)
de Curtis Hanson,
Lincoln (2012) de Steven Spielberg,
Coriolanus (2011) de Ralph Fiennes,
Colosio: El asesinato (2012) de
Carlos Bolado y Viva la libertá (2013) de Roberto
Andó.
El título original en francés de Crónicas diplomáticas es Quay d’Orsay, el cual se refiere a la sede
del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia. En dicho edificio, es donde
transcurrirá buena parte de esta película, la cual, en clave de comedia,
retrata la gestión al frente de dicho departamento de un político presuntamente
ficticio pero cuya referencia real es, de forma evidente, Dominique de
Villepin, que ocupó el cargo de mayo de 2002 a marzo de 2004. Crónicas diplomáticas muestra cómo la gestión
política, en contra de lo que pudiera pensarse, está marcada por unas dosis de
improvisación, descoordinación y falta de planificación que convierten en
milagro cualquier éxito o incidencia favorable. Pero, aunque los mismos no
tengan lugar, las palabras pueden ser la fachada perfecta para disfrazar el
caos. Como dice la frase del filósofo griego Heráclito que se reproduce en el
film, “los estúpidos se quedan pasmados por un discurso”. Que es lo que, al
final, sucede.
Crónicas diplomáticas tiene varias virtudes. La primera de ellas,
la excelente labor de todo el reparto, debiendo destacar, sobre todo, a Thierry
Lhermitte y Niels Arestrup. Thierry Lhermitte da una lección de cómo mostrar en
el cine a un personaje real (aunque, aparentemente, no lo sea). No se trata de
imitarlo (lo cual ha llevado a grandes fracasos interpretativos) sino utilizar
algunos de sus rasgos, tics y formas
de comportarse para, transformándolos con sutileza, hacer una caracterización
coherente, verosímil y libre de efectismos. También está magnífico Niels
Arestrup en su papel de director de gabinete. Este personaje es fundamental en
la película al retratar a quien, en la sombra, controla, en realidad, los hilos
del día a día de un ministerio y quien es capaz de resolver los problemas
cuando se presentan. En consonancia con ello, realiza una interpretación
sobria, discreta pero de un altísimo nivel.
Merece destacarse la dirección de
Bertrand Tavernier. Realizador de gran experiencia que tiene en su haber
títulos como El juez y el asesino (1976),
La muerte en directo (1980), 1280 almas (1981), Alrededor de la medianoche (1986), Capitan Conan (1996) u Hoy
empieza todo (1999), imprime con gran naturalidad al film el tono de
comedia que debe tener, de forma que su humor es sutil sin dejar de ser obvio,
a la vez que su ritmo es ágil sin llegar a ser acelerado.
Película inteligente y ácida, Crónicas diplomáticas es una de las
grandes sorpresas de la temporada, en la medida en que sabe abordar con éxito
indudable un tema cuyo tratamiento no es precisamente sencillo y que se
prestaba a numerosas tentaciones que la cinta elude con gran sabiduría.
Nota (de 1 a 10): 8,25.
Lo que más me gustó: La acidez de su retrato. Las interpretaciones
de Thierry Lhermitte y Niels Arestrup.
Lo que menos me gustó: Las tomas falsas en los títulos de crédito finales.
EL GRAN CUADERNO (o el aprendizaje de la sordidez)
TÍTULO: El gran cuaderno.
TÍTULO ORIGINAL: A nagy füzet. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Hungría-Alemania-Austria-Francia. DIRECCIÓN:
János Szász. GUIÓN: Tom Abrams, András Szekér y János Szász, adaptando la
novela homónima de Agota Kristof. MÚSICA DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Christian
Berger. MONTAJE: Szilvia Ruszev. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: András Gyémánt, László Gyémánt, Gyöngyvér Bognár, Piroska Molnár,
András Réthelyi, Ulrich Thomsen, Orsolya Tóth. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.golem.es/distribucion/pelicula.php?id=315.
Hace unos años, el cine húngaro ya
nos ofreció con Sin destino (2005) de
Lajos Koltai, una dura indagación sobre la problemática de la infancia en un
contexto bélico. En dicha película, adaptación de una novela del Premio Nobel
Imre Kertész, se relataba los avatares por los que tenía que pasar un niño judío
durante la II Guerra Mundial, con su amargo conocimiento de la realidad de los
campos de concentración. Ahora, El gran
cuaderno, adaptación de una famosa novela de la autora húngara Agota
Kristof, va mucho más allá de lo que iba la película citada para contarnos cómo
unos hermanos gemelos, casi al final de la contienda bélica, sufren una dura
experiencia que les sirve para aprender, casi de golpe, toda la sordidez que el
mundo encierra y cómo logran adaptarse a un entorno de violencia, hostilidad y
falta de escrúpulos y mimetizarse con el mismo. En definitiva, El gran cuaderno nos relata un proceso
de pérdida de la inocencia que conduce, fatalmente, a la insensibilidad más
absoluta y a la pérdida de cualquier perspectiva moral.
Porque la moralidad (y su
ausencia) es una dimensión fundamental de este film. Hasta cierto punto, su
reflexión apunta a que la guerra se sustenta sobre la eliminación previa de
cualquier tipo de inquietud moral en nuestros comportamientos. Sólo así, es
posible que se apodere un punto de vista deshumanizador hacia nuestros semejantes y, a
partir de ahí, la brutalidad más extrema se haga presente y predominante.
Evidentemente, a continuación, esa cultura y esa conducta se transmiten a los
más jóvenes, a todos aquellos que se están formando y que están forjando su
carácter y que convierten en referentes a quienes hacen gala de su capacidad de
daño y sojuzgamiento.
El gran cuaderno es una película dura y sin concesiones, de una
inmensa dureza emocional, pero que es absolutamente lúcida en su retrato de
cómo es posible que una cultura de la violencia y el autoritarismo pase de una
generación a otra. Dotada de un ritmo implacable, János Szász consigue un gran nivel
de todo el reparto (debiendo destacar, por supuesto, el trabajo de los gemelos
protagonistas), en la medida en que los intérpretes eluden toda tentación de
tremendismo y sobreactuación para basar su labor en la sobriedad y en la
contención. Asimismo, las escalofriantes metáforas visuales que se van
desplegando a lo largo de la narración son el contrapunto magistral para
expresar el mensaje implícito que sus duras imágenes encierran.
Con una de las reflexiones más
agudas que hemos visto en todo el cine de los últimos años, El gran cuaderno, pese a su discreta
trayectoria en las pantallas españolas, es uno de los indiscutibles grandes
títulos de este año 2014, que culmina con uno de los finales más impactantes
que hayamos visto jamás en una gran pantalla.
Nota (de 1 a 10): 9.
Lo que más me gustó: Una historia sin concesiones. Unas metáforas
visuales que inducen al escalofrío. Las interpretaciones de los gemelos
protagonistas. El impactante final.
Lo que menos me gustó: Su dureza emocional no la hará digerible
para muchos espectadores.
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