MY FRENCH FILM FESTIVAL 2021

 


ENLACE OFICIAL DEL FESTIVAL: https://www.myfrenchfilmfestival.com/es/

ENLACE DEL FESTIVAL EN FILMIN: https://www.filmin.es/festival/myfrenchfilmfestival

Como todos los años, del 15 de enero al 15 de febrero de 2021 se ha vuelto a celebrar el certamen online My French Film Festival, el cual realiza una retrospectiva de títulos en lengua francesa (que han podido ser realizados tanto en Francia como en Bélgica, Suiza o Canadá) rodados en el año anterior. La muestra permite conocer títulos no estrenados en nuestro país y las obras más recientes de interesantes realizadores con una trayectoria ya consolidada a sus espaldas. En este artículo, vamos a revisar los largometrajes que han sido seleccionados para el festival. Hay que decir que, como guinda del certamen, hemos podido disfrutar de un clásico que luce restaurado y que habrá constituido un gran descubrimiento para muchos espectadores. 


Enorme de Sophie Letourneur


CALIFICACIÓN: 

Enorme es el quinto film de la realizadora Sophie Letourneur y ha sido escogido por la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma como una de las diez mejores películas de 2020, lo cual demuestra que hasta Cahiers du Cinéma también puede columpiarse de vez en cuando. Porque, aun cuando la idea inicial de Enorme es buena, original y potente, su ejecución en pantalla no brilla al mismo nivel. La película nos presenta a un matrimonio formado por una prestigiosa pianista (Marina Foïs), cuyo marido (Jonathan Cohen) es su representante. Ambos no se plantean tener hijos debido a que la carrera musical de ella les ocupa todo su tiempo y ampliar la familia supondría que la misma sufriría un parón que no están dispuestos a aceptar. Pero un día, durante un viaje en avión, ocurre algo que impresiona al marido y esta se obsesiona con ser padre. A partir de ahí, Enorme se convierte en una reflexión de cómo, en el contexto del embarazo (tanto potencial como real), la mujer parece perder los derechos sobre su propio cuerpo y se convierte en un objeto a merced del orden establecido y sus imposiciones Este planteamiento atractivo y sugerente queda difuminado conforme la película avanza con torpeza y desaliño, de modo que lo que habría podido ser un título relevante queda al final como una comedia algo simple que puede ser olvidada con la misma facilidad con la que se deja ver.


Mujeres de la vida de Frédéric Fonteyne y Anne Paulicevich


CALIFICACIÓN: 

Frédéric Fonteyne ya realizó en 1999 con Una relación privada una película que transitaba por los terrenos escabrosos de la sexualidad (recordemos que si el título original en francés del film hubiera sido traducido fielmente, la película se hubiera tenido que titular en español "una relación pornográfica). Ahora, en esta película codirigida con la actriz Anne Paulicevich, nos acerca a a vida de tres prostitutas (Sara Forestier, Noémie Lvovsky y Annabelle Lengronne) cuyas circunstancias vitales son muy diferentes entre sí. Narrada como tres episodios autónomos pero entrelazados, Mujeres de la vida es un retablo sobre la incomprensión, las esperanzas frustradas, la ira reprimida y el acoso, la violencia y la humillación derivados del machismo. Las magníficas interpretaciones de todo el reparto (del que forma parte Sergi López) y la ágil y dinámica realización son las virtudes principales de una película que entretiene a la vez que nos sabe hace reflexionar sobre unas actitudes y comportamientos que no terminan de ser extirpados de nuestras sociedades.


Los héroes nunca mueren de Aude Léa Rapin


CALIFICACIÓN: 

Con formato mixto de falso documental y road movie y con Adèle Haenel (a quien hemos visto con anterioridad en Retrato de una mujer en llamas de Céline Sciamma y La chica desconocida de los hermanos Dardenne) y Jonathan Couzinié en los papeles protagonistas, Los héroes nunca mueren termina siendo una original aproximación a las heridas y secuelas dejadas por la guerra civil de la antigua Yugoslavia aunque no deja de ser, al mismo tiempo, una exploración de cómo la falta de sentido que experimentamos en los tiempos actuales acaba siendo absorbida por un conjunto de creencias y actitudes en el que predominan el trascendentalismo de saldo y la obsesión, muchas veces vana y estéril, por las tragedias del pasado. El viaje que la pareja formada por los dos protagonistas realizan a Sarajevo como consecuencia de una extraña experiencia vivida por el personaje interpretado por Jonathan Couzinié acaba retratando una relación en crisis, unas vidas grises y monótonas y un intento por enmascarar un vacío que no se quiere admitir. Sin embargo, a pesar de todo, en algunas ocasiones ocurre algo que parece un milagro y nos deja con la duda de si, efectivamente, hay una vía de escape que pueda ser nuestra redención.


Mereces un amor de Hafsia Herzi


CALIFICACIÓN: 

Si hubiera que buscar una película que sirviera para hacer una sesión doble con la opera prima de Hafsia Herzi (que también es la protagonista del film), yo elegiría, sin duda alguna, Stockholm (2013) de Rodrigo Sorogoyen, ya que, desde diferentes perspectivas, abordan la frustración y la insatisfacción que nacen de las relaciones sentimentales modernas y lo hacen desde el punto de vista de sendas miradas femeninas que deambulan desconcertadas entre palabras huecas y falsas, lazos tóxicos de dependencia y la progresiva falta de fe en poder encontrar una situación sentimental de cierta calma y estabilidad. Sutil, delicada y volcada en una serena observación de la vida del personaje protagonista, Mereces un amor se desprende de muchos tics estéticos y narrativos de otras películas en las que se retrata el mundo de las generaciones más jóvenes y logra, desde la estrategia del "menos es más", hacernos partícipes de los miedos, las pasiones, las dudas y las contradicciones de una chica que busca, entre aciertos y errores, su lugar en el mundo.

Just Kids de Christophe Blanc


CALIFICACIÓN: 

Tanto por el cartel publicitario del film como por algunos momentos en el primer tercio del metraje, parece que nos vamos a encontrar con una película amable y luminosa pero, poco a poco, la misma nos va desengañando para irnos mostrando las costuras de una familia disfuncional en la que la muerte de la madre por cáncer y el suicidio del padre han dejado a dos hermanos en la intemperie emocional más absoluta y al socaire de sus propias debilidades y caprichos que no son más, en el fondo, que la impotente expresión de protesta ante un mundo que solo les trae malas noticias. Gracias a las magníficas interpretaciones de los dos actores protagonistas (los jóvenes Kacey Mottet Klein y Andrea Maggiulli), la película logra adquirir tanto una gran vivacidad narrativa como una honda sensación de verdad, haciendo que el espectador empatice con unos personajes que, a pesar de sus errores y debilidades, esconden una profunda pasión por seguir adelante y superar todas las circunstancias y dificultades que se encuentran en el camino. El momento final (casi un homenaje al desenlace de Los cuatrocientos golpes de Françoise Truffaut, aunque con un sentido completamente diferente) deja al espectador con una sensación agridulce y le hace pensar que ambos hermanos, probablemente, no podrán escapar de la aventura de sus vidas sino con toda una serie de lesiones y magulladuras.  Que logren o no superar las mismas, se deja a la opinión del propio espectador, que tendrá motivos suficientes para decidir, por igual, en una u otra dirección.


Felicidad de Bruno Merle


CALIFICACIÓN: 

De manera mucho más radical que Just Kids, Felicidad logra hacernos llevar, poco a poco y casi sin que nos demos cuenta de ello, desde una historia con un tono que puede hacernos recordar a Pequeña Miss Sunshine (2006) de Jonathan Dayton y Valerie Faris o Captain Fantastic (2016) de Matt Ross hasta otra muy diferente con perfiles mucho más oscuros y sombríos. Todo ello hace de Felicidad casi una película de iniciación en torno a su joven protagonista (Rita Merle, hija del director) que irá descubriendo los aspectos más grises y sórdidos de la realidad que le rodea (esos que tienen a esa habitación clausurada con un enigmático candado como metáfora al principio del film) y que tendrá que asimilar e integrar en su vida para poder crecer y madurar. Proceso de maduración que relativizará la consecución de pequeños e inmediatos logros (en el caso de Felicidad, llegar puntual al primer día de clase, de un modo que recuerda al objetivo fallido de, simplemente, cruzar la calle del pueblo que veíamos en Querida Wendy -2005- de Thomas Vinterberg) para acabar dando protagonismo a aspectos mucho más tenues y sutiles que solo se puede conseguir en el día a día y a base de grandes esfuerzos.


Madame de Stephane Riethauser


CALIFICACIÓN: 

Este documental de nacionalidad suiza es una confesión autobiográfica de su realizador, quien nos narra cómo fue viviendo, reconociendo y dando a conocer a su entorno su condición de homosexual y todos los cambios que ello supuso en su visión personal y política del mundo. Aparte de exploración de una época, con una disección implacable de las ideas, creencias y convenciones que una persona recibía en su proceso de formación, la película introduce una inteligente estrategia narrativa en lal que, como contrapunto del relato de la biografía del protagonista, vamos conociendo la figura y vida (a través de expresivas y, en ocasiones, divertidas imágenes) de su abuela, quien tuvo que enfrentar su propio proceso de liberación tras un matrimonio forzado y su posterior divorcio, un paso insólito y arriesgado para la mujer en su época. La contraposición de ambos relatos vitales constituyen una fábula cuya moraleja es que solo tomando decisiones individuales de gran valentía se puede avanzar y conseguir mejoras en el aspecto colectivo que redundan en beneficio de muchos.


Kuessipan de Myriam Verreault


CALIFICACIÓN: 

Esta producción canadiense nos lleva a una comunidad inuit, pueblos indígenas de Canadá, y es una adaptación de una novela (muy popular en su país) de Naomi Fontaine. El hilo argumental del film es la amistad entre dos amigas que tienen actitudes muy distintas ante la vida. La primera de ellas, la protagonista (Sharon Ishpatao Fontaine), quiere ser escritora y su propósito es ir a la universidad. La segunda (Yamie Grégoire) ya se ha casado, ya es madre y considera que quien abandona la reserva inuit está ayudando a la desaparición y a la aniquilación cultural de su propio pueblo. La película no busca hacer una descripción esquemática y complaciente sino que muestra con realismo y pulso firme tanto las virtudes como las contradicciones del pueblo retratado, sin dejar de pasar por alto la situación de discriminación que sufre y las limitadas posibilidades de mejora a las que está sometido. Sencilla pero, a la vez, vibrante, Kuessipan acaba siendo una película coming of age que, sin recrearse en lo sórdido o negativo, evita caer, al mismo tiempo, en un optimismo impostado o simplón. Un debut en el largometraje, el de Myriam Verreault, que nos descubre una mirada precisa y honesta y que nos invita a seguir con atención la que seguro que será una brillante trayectoria.


Camille de Boris Lojkine


CALIFICACIÓN: 

Camille es un largometraje de ficción, que ya tuvimos ocasión de ver en el Atlántida Film Fest 2020, inspirado en hechos reales, que relata las vivencias de la joven fotógrafa francesa Camille Lepage, quien, con poco más de veinte años, decidió ser reportera visual documentando las guerras civiles de Sudán del Sur y República Centroafricana. La reflexión implícita de la película es hasta qué punto puede implicarse el periodista en un conflicto y en qué medida es necesario que tome distancia del mismo para mantenerse a salvo de sus daños y consecuencias. En paralelo a ello, profundizamos en la situación de Centroáfrica y conocemos la naturaleza del enfrentamiento entre los seleka y los antibalaka que hunde sus raíces en motivos de carácter religioso y cómo, a consecuencia del mismo, las relaciones sociales y personales se ven gravemente intoxicadas. Camille ganó el Premio del Público en el Festival de Locarno de 2019, dando ello fe de su agilidad narrativa, del buen pulso con que es llevada la historia y la excelente caracterización de los personajes, virtudes que logran que Camille enganche al espectador a la vez que se convierten en acicate para la reflexión y el análisis.


Burning Ghost (Destello Fugaz) de Stéphane Batut


CALIFICACIÓN: 

Este film nos aparta del realismo del resto de títulos y nos conduce a una historia entre fantástica y poética de la que podemos dar pocos detalles si no queremos destripar el argumento. Con una estrategia narrativa basada en una falta casi absoluta de explicitud (algo que se convierte en su principal virtud), Burning Ghost requiere de la complicidad del espectador para completar las preguntas que el film deja sin respuesta. Fábula sobre la necesidad de encontrar un sentido a la vida, sobre los recuerdos que acaban marcando decisivamente nuestras biografías. sobre nuestra aceptación o no del hecho de la muerte y sobre el peso de las oportunidades perdidas o desechadas, la película acaba adaptando un tono casi ascético que recuerda al de muchos directores asiáticos con sus intensas reflexiones sobre la vida y la trascendencia. No apta para espectadores que desean que una película ate todos los cabos que plantea, enamorará a quienes buscan que las imágenes vayan más allá de lo que muestran para insinuarnos otra realidad paralela a la que solo podemos acceder suspendiendo nuestra mirada y nuestras ideas más arraigadas.


Adolescentes de Sébastien Lifshitz


CALIFICACIÓN: 

Conviene no perder la perspectiva sobre este magnífico documental francés de dos horas y media, que ya vimos en el Atlántida Film Fest 2020, y contemplarlo como una película que encaja perfectamente en el género coming of age, en la línea de Boyhood (2014) de Richard Linklater, al seguir durante cinco años la vida personal y estudiantil de dos adolescentes que se debaten entre las primeras dudas sobre su futuro, sus primeras experiencias sentimentales y la aparición de las tensiones y choques con sus padres, a la vez que, como trasfondo, tienen lugar unos momentos convulsos para Francia con los brutales atentados terroristas contra la redacción de la revista Charlie Hebdo y la sala Bataclan y la elección de Emmanuel Macron como Presidente de la República. Adolescentes es narrativamente ágil y formalmente brillante tanto en la exploración de dos vidas paralelas como en el trenzado de esa sutil subtrama en la que vamos percibiendo, un poco entre líneas, muchas de las tendencias de fondo de la sociedad francesa, las cuales, en cierto modo, condicionan de modo decisivo las decisiones y vicisitudes de las dos protagonistas.


CLÁSICOS ETERNOS

Orfeo de Jean Cocteau


CALIFICACIÓN: 

ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/orfeo

Gracias al My French Film Festival, los espectadores podrán acceder a la versión restaurada de esta obra maestra de Jean Cocteau (1889-1963). Escritor y cineasta, Cocteau nos ha legado un mundo poético, fantástico y deslumbrante del que, en el terreno cinematográfico, son buenos ejemplos La sangre de un poeta (1930), La bella y la bestia (1946), El águila de dos cabezas (1948), Los padres terribles (1948) y este Orfeo (1950) que encierra numerosos detalles de interés y fascinación para el espectador actual: desde su retrato inicial de la bohemia artística y poética de la época hasta el progresivo desarrollo de una historia inspirada en el mito de Orfeo pero que, muy pronto, acabará alejándose del esquema inicial del mismo a base de elementos visuales y narrativos antinaturalistas que acaban teniendo un poder hipnótico muy pocas veces igualado en el séptimo arte. El romanticismo exaltado, el narcisismo, la defensa del individuo frente a la masa se intuyen como líneas invisibles de un esqueleto que proporciona imágenes insólitas que casi se convierten en antecedentes de un David Lynch o, incluso, del Tenet de Christopher Nolan, lo cual convierte a Cocteau en una referencia inexcusable que se adelantó varias décadas al cine que, con posterioridad, sería considerado como ejemplos paradigmáticos de la innovación y la vanguardia.




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