En un año en el que el documental español ha brillado a un nivel sobresaliente, no habíamos comentado aún el documental Palabras para un fin del mundo de Manuel Menchón, el cual gira sobre los últimos años de vida de Miguel de Unamuno y sus problemáticas relaciones con la II República, primero, y con el bando nacional, después. Antes de que Alejandro Amenábar realizara Mientras dure la guerra, Manuel Menchón ya había realizado la más que interesante La isla del viento (2015) –película de la que tuvimos ocasión de hablar con motivo de la entrevista que hicimos a una de sus protagonistas, la actriz canaria Ruth Armas–, la cual giraba en torno al exilio de Unamuno en la isla de Fuerteventura durante la dictadura de Primo de Rivera y durante sus vicisitudes en Salamanca durante los primeros meses de la Guerra Civil. Ahora, Menchón profundiza, con el formato documental, en la evolución que sufrió Unamuno en sus continuas controversias con los regímenes políticos imperantes en España, con su apoyo inicial a la república instaurada el 14 de abril de 1931 (como el documental señala, se le llegó a proponer ser su presidente), su distanciamiento posterior respecto a ella, su postura favorable en relación al alzamiento del 18 de julio de 1936, bajo la asunción de que podía ser la salvación del sistema republicano, y su rechazo posterior al comprobar los asesinatos que se estaban cometiendo contra quienes no eran considerados partidarios del nuevo régimen que se estaba implantando, el cual tuvo su culmen en el enfrentamiento con el general Millán Astray durante la celebración del 12 de octubre en el paraninfo de la universidad de la que Unamuno era rector. Todo ello se narra en este documental pero, además, lo cual se convierte en su verdadero punto fuerte, profundiza en cuestiones mucho menos conocidas y divulgadas, ofreciendo un fresco más que completo de unos años que, a pesar de que no se deja de hablar de ellos, ofrecen multitud de aspectos que siguen en la sombra.
Palabras para un fin del mundo pone el énfasis en temas que suelen pasar desapercibidos, como la polémica que, antes de la surgida el 12 de octubre de 1936, ya tuvo Unamuno con Millán Astray con motivo de la fundación de la Legión y las técnicas de reclutamiento que se estaban utilizando, la quema masiva de libros que (como en la Alemania nazi) se produjo como consecuencia del alzamiento del 18 de julio, las manipulaciones que sufrieron algunas declaraciones de Unamuno cuando aparecieron en la prensa del bando nacional y las dudas que ofrece la versión oficial de la muerte del intelectual. Aunque se ha criticado a Palabras para un fin del mundo por el hecho (incierto) de que afirma que Unamuno fue asesinado, ello es injusto porque lo único que el documental hace es apuntar (con precisión) las inexactitudes y contradicciones que ofrece la versión comúnmente aceptada del fallecimiento del escritor sin llegar a extraer ningún tipo de conclusión definitiva sobre el hecho y sus extrañas circunstancias. Nos encontramos, en definitiva, ante un más que meritorio trabajo que recopila gran cantidad de documentación nunca manejada hasta la fecha y que ofrece una visión inédita de unos acontecimientos históricos que marcaron nuestro devenir como país y de los que, aún hoy, no somos capaces ni de desprendernos ni de liberarnos ni de conseguir que dejen de condicionarnos de una vez por todas.
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