FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2020: ENTREVISTA A JUAN CAVESTANY, DIRECTOR DE UN EFECTO ÓPTICO

 


En la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián 2020, de forma acorde al espíritu y esencia de la misma, se ha proyectado la última película de Juan Cavestany, Un efecto óptico, protagonizada por Carmen Machi y Pepón Nieto. Esta película es tanto una nueva y buena muestra del estilo tan personal e inconfundible de Juan Cavestany como de su versatilidad para hallar nuevos caminos, nuevos matices y nuevas vertientes dentro de unos rasgos fácilmente reconocibles e identificables y plenamente maduros y consolidados. Realizador de títulos tan curiosos y fascinantes como El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004, codirigida con Enrique López Lavigne), Gente de mala calidad (2008), Dispongo de barcos (2010), Gente en sitios (2013), Esa sensación (2016, codirigida con Julián Génisson y Pablo Hernando) , Madrid, int. (2020) y de la serie Vergüenza (creada por él junto a Álvaro Fernández Armero), Un efecto óptico es una vuelta de tuerca a una idiosincrasia insobornable en relación al cine y sus posibilidades expresivas.



Alfredo (Pepón Nieto) y Teresa (Carmen Machi) son un matrimonio de Burgos que realiza un viaje a Nueva York. Pero, una vez que llegan, comienzan a comprobar extrañas anormalidades, las cuales les hacen pensar que, tal vez, no están donde creen estar. De repente, uno de ellos descubrirá qué es lo que realmente sucede: están atrapados en un bucle y tendrán que encontrar el modo de salir de él.

TEASER DE UN EFECTO ÓPTICO:


En Cine Arte Magazine, incluimos dos de las películas de Juan Cavestany en el ranking de mejores películas españolas de ficción de la década (Esa sensación en el número 15 y Gente en sitios en el puesto 55) y, ahora, hemos tenido la oportunidad de hablar con el director para que nos comente varios de los aspectos de su última película.

CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Juan. En estos días, dadas las circunstancias con la pandemia, estamos empezando las entrevistas con una pregunta que suele ser habitualmente la última. ¿Qué supone que Un efecto óptico tenga la posibilidad de ser vista en pantalla grande y en el Festival de San Sebastián, el certamen de cine más importante de nuestro país?

JUAN CAVESTANY: Es un momento complicadísimo para todo el mundo y no hace falta que te dé detalles de cómo nos ha afectado toda esta situación, por un lado para terminar la película (que ha sido complicado dadas las circunstancias) y por otro las posibilidades de una película como Un efecto óptico, si habitualmente ya son estrechas, ahora no sé si quizás más. Es un momento en el que, también, por otro lado, parece que hay más consumo de ficción en el ámbito doméstico, hay más contenido en las plataformas, la gente consume más en casa, la experiencia del cine parece que se escapa más aún entre los dedos… Yo siempre creo que lo que está sucediendo es una acentuación de las cosas que, en realidad, ya conocíamos. Nada es nuevo. Lo único que pasa es que es más acentuado, más desequilibrado, y, en el panorama general, lamentarse de lo que a uno le pasa, a mí, a veces, me cuesta. Porque hay que relativizar todo. El problema ahora está en los hospitales, en las escuelas… Me gustaría estar contribuyendo al debate desde un sitio más importante. En ese sentido, digo que, al final, he hecho una película que es un juguete, que es un juego, que no es lo fundamental ahora mismo. De todos modos, ir a San Sebastián supone participar en el esfuerzo colectivo que significa organizar una cosa así, que se está desarrollando con dificultades y con una atmósfera peculiar pero el caso es que se está celebrando, pues se siente uno como que aporta algo. Entonces, bueno, en otro orden de cosas, es una película muy pensada para la sala, para ver en grande, es una película que trata sobre la experiencia del cine, o de lo que es la ficción, es una película que habla sobre las películas y que está trabajada con mucho ahínco e intención para que se vea en una sala. Funcionará, sin duda, en plataformas, en la tele, en casa, pero está hecha para ser vista en grande. En ese sentido, que se pueda ver ahora en San Sebastián y después en Sitges es algo importante para nosotros. No tenemos aún distribución, estamos en negociaciones y ojalá tenga un poco de espacio en las pantallas grandes de las salas comerciales porque la acogida en San Sebastián ha sido muy favorable.




CINE ARTE MAGAZINE: Te querría plantear qué piensas del término “posthumor”, una etiqueta en la que se te suele incluir y que no sé si estás de acuerdo con ella o no.

JUAN CAVESTANY: Por mi parte, no estoy ni a favor ni en contra. No sé cómo decirte. Es una etiqueta que no me molesta, responde a algo que surgió en un determinado momento y que teorizó muy bien Jordi Costa, que lo hizo muy bien porque identificó algo que había aparecido. Y esas etiquetas tienen sentido en un momento dado. Luego, a veces son molestas. Pero me molestan tanto las etiquetas como la gente que sale demasiado rápido a despreciarlas en un cinismo muy propio de la era de las redes sociales y de la rapidez de todo. Entonces, me sentiría tan extraño enarbolando esa bandera como diciendo que a mí no me cuenten en eso. Como te digo, creo que, a priori, cualquiera lo puede banalizar todo pero pienso que la idea del posthumor, que la desarrolló tan bien Jordi Costa en una serie de escritos, yo la entiendo y entiendo por qué la explicó así, y, que se haya podido decir que mi cine ha formado parte de eso, lo acepto y a mí me parece bien. Tampoco es que me entusiasme ni es que yo trabaje como para encajar en eso ni mi cine está hecho para abundar en eso o para reivindicar esa etiqueta. Uno va haciendo lo que sabe o lo que puede y le va tocando escuchar lo que piensan los demás. Y está bien porque así cada uno hace su trabajo. No puedo batallar ni a favor ni en contra. Ahora, con Un efecto óptico, he visto en alguna ocasión lo de posthumor, pero tengo la sensación de que se ha sabido leer por parte de la prensa, en un momento tan preliminar como es la proyección en un festival, aunque sea el de San Sebastián, mucho más allá de eso. Un efecto óptico tiene un sustrato de película en torno a emociones y a sentimientos muy claros, muy entendibles, muy humanos, como son los de la pareja, los del “nido vacío”, la monotonía, la desubicación, que son temas que encajarían en otras corrientes. Y, luego, pues sí, es una comedia que no quiere ser comedia claramente, es una película que se toma en serio pero no mucho y, entonces, esos son los terrenos intermedios que son complicados, que son un poco exigentes con el público.




CINE ARTE MAGAZINE: Hay dos cuestiones que no sé si pueden solaparse. La primera, sería saber cuál fue la chispa o idea original que dio lugar a la película. La segunda, es que la película se puede ver desde múltiples perspectivas. Hay quien podría ver una historia en la línea del humor absurdo y surrealista español, el de Mihura o Jardiel Poncela o de Luis Buñuel si hablamos estrictamente del cine (pienso en El ángel exterminador). También podría verse como una comedia sobre un bucle temporal en la línea de Atrapado en el tiempo de Harold Ramis. O, con esos momentos inquietantes en que pensamos que va a suceder algo perturbador, como un cine emparentado con el de David Lynch. O, en su reflexión sobre el hecho cinematográfico, le podríamos encontrar un aire de familia con muchos films de Godard. ¿Qué nos podrías decir al respecto?
¿Preferirías generar una sensación muy definida en el espectador o que cada espectador se sintiera libre de posicionarse como prefiera en relación a la película, incluso en diferentes visiones de la misma?

JUAN CAVESTANY: Claramente lo segundo. A mí me ha costado mucho trabajo entrenarme a mí mismo, a la hora de trabajar, a la hora de la escritura, educarme en decir esto va dirigido para tal cosa, esto quiere que provoque esto, esto va dirigido a este ámbito, esto a esto otro, esto está más claro, esto está menos claro… Y, al final, lo voy pudiendo compaginar. Una serie como Vergüenza tiene unos objetivos y una metodología muy diferentes a los de una película como esta. Un efecto óptico es una película mucho más abierta, me gustaría que se pudiera disfrutar de esa forma que dices, libre, pero, claro, eso implica un trabajo para el espectador, que tiene que tomar esa decisión. Tiene que querer entenderlo y entrar en la cosa. Porque, entrando en lo de la chispa, la realidad es que, una vez que me propusieron dar una charla, escribí un texto precisamente con el título: “¿De dónde vienen las ideas?”. Porque es una pregunta muy recurrente y muy importante. Y no solo en la ficción o en las películas sino en general. Entonces, intenté ser muy sistemático y enumerar todos los lugares de dónde a mí me habían venido ideas o había vislumbrado temas o imágenes. Y en el caso de esta película, hay orígenes muy diversos. Habría una forma fácil de resumirlo que sería decir que el punto de partida original es la observación del turista, ¿no? Hay un personaje que es el turista en una ciudad extranjera y el meollo de la película está allí, en fijarse en personas que son actores buscando un personaje, con un escenario que es la ciudad, con un guion que se llama guía, y van con ella en la mano por las calles comprobando las diferentes localizaciones de un gran montaje e interpretando un papel. Porque el turista interpreta un papel, claramente. Uno sale de su casa, de su lugar de confort y se va a una aventura, que es un viaje y que es una narración. Hay un paralelismo entre el viaje y la narración, con su comienzo, su nudo, su desenlace, que puede ser la vuelta a casa con alguna recompensa pero que también puede ser fallida. El cine más convencional o el de alcance más popular nos tiene acostumbrados a que, al final, todo se resuelva y el relato quede perfectamente ordenado. En Un efecto óptico, eso sucede en uno de los finales de la película pero en otros no. Entonces, bueno, por todo ello podríamos decir que la observación de los turistas sería una de las chispas que dio lugar al origen de la película.




JUAN CAVESTANY: Otro de los orígenes de la película, como siempre me ha pasado en todo lo que he escrito, es tirar de imágenes, tirar de momentos. Es decir, una breve conversación oída o una breve conversación en lo que, de alguna forma, uno ha formado parte y te dices que es el comienzo de una duda o de un misterio: “¿Tú crees que estamos aquí realmente?”. Entonces, otra forma de construir un guion es a partir de tres, cuatro, cinco, seis momentos que uno quiere rodar, que uno visualiza, con los que uno fantasea… El mundo de los sueños es otro origen, la afición de escribir los sueños de uno. En fin, en ese sentido, Un efecto sensorial es una película muy sensorial, muy plástica, con muchas propuestas…




CINE ARTE MAGAZINE: De lo que has dicho, hay dos temas que se perciben con claridad. Uno de ellos es el abismo que existe entre las expectativas del turista y lo que realmente se encuentra y experimenta, lo cual puede originar una sensación de frustración al no ser el viaje lo que él esperaba. Y, después, está el tema de la pareja, del desgaste de la relación… En el caso de la pareja protagonista en concreto, no está segura ni tan siquiera de querer hacer ese viaje y si lo hacen es, probablemente, para no afrontar los problemas que tienen… Son dos aspectos que en la película están profundamente interrelacionados. Y ello, enmarcado en una reflexión sobre lo que es el cine y sobre cómo se relata una historia.

JUAN CAVESTANY: Efectivamente, es así. Y, cuando has dicho que el turista acaba pensando que el viaje no es lo que él esperaba, me imagino al propio espectador diciéndose a sí mismo que la película tampoco es lo que él esperaba. Respecto a esas relaciones entre lo que es un viaje y lo que es una narración, pues ya existen hasta teorías sobre ello: el “viaje del héroe”, los pasos de la narración como los pasos del viaje. Y en relación a la película, que está construida en torno a bucles temporales, yo creo que eso tiene que ver con el hecho fundamental y básico que el cine es, en sí mismo, una manipulación del tiempo. Aunque no sea como Atrapado en el tiempo, que versa sobre el viaje en el tiempo o la repetición del tiempo, las películas son artefactos o manipulaciones del tiempo. No solo del tiempo, sino también del punto de vista y de la expectativa. Luego lo que ocurre es que, claro, todo esto que te cuento son impresiones que yo voy pudiendo nombrar cuando voy avanzando en la escritura y el rodaje de una película porque no es que yo parta de tesis. Luego, me alegra ver que las intuiciones de las que yo he partido acaban teniendo que ver con cosas de las que se pueden hablar y de las que se pueden leer a la hora de tratar el cine. Pero tampoco parto de tesis, parto de la observación y de la intuición a partir de momentos e imágenes concretas: un túnel por el que da miedo pasar (que es una cosa muy mitológica también), una persona mirando en una guía algo que no corresponde con lo que él está viendo… Esas imágenes concretas se convierten en piedras alrededor de las cuales hay que construir todo lo demás. Ahí es donde está la intuición, donde está el meollo y el guion se construye como para llegar a eso.




 CINE ARTE MAGAZINE: En la película, hay un momento en el que el bucle se rompe. Entonces, habrá espectadores a los que les guste más lo que sucede antes de que se rompa el bucle que a lo que sucede después. Como has mencionado antes, estarían los espectadores más inclinados al happy end y los que prefieren modelos alternativos…

JUAN CAVESTANY: A mí mismo me pasa trabajando en una película. Yo siempre digo que una película es una especie de serie de decisiones vitales, de caminos que se toman para no tomar otros. Al final tomas uno y no tomas otros que también serían posibles. El caso es que hay muchas cosas que a mí me apetece hacer cuando ruedo una película y tengo cierta voracidad respecto a ello. Gente en sitios, por ejemplo, es una cumbre en ese sentido. Es una película que quiere hacer todo, quiere coser todo y no se decide qué película quiere ser y, por eso, empieza una y otra vez, pasa de una idea a otra…  Y en Un efecto óptico hay algo de eso ya que hay muchas intenciones cruzadas. Pero, al final, uno elige una. A mí mismo me pasa, antes incluso de que el espectador se lamente por que la película no haya seguido por un camino concreto, que me acabo diciendo: “¡Ay!¿Por qué no he seguido por ahí? Ahí había otra película”. Eso pasa mucho en el montaje y cuanto terminas de montar, que te das cuenta de todo lo que no has hecho, que muchas veces es más apetecible. Pero es, a la vez, una fantasía. Si la película despierta en el espectador esas posibilidades de reflexión o de interpretación, pues eso es genial… Y, respecto al final, yo creo que la película juega, de forma bastante evidente a un final feliz tópico que, luego, a su vez, es corregido por un segundo final un poco más extraño, que suena a misterio… Hay un final que ocurre en la tele, porque solo puede ocurrir en una pantalla, y hay otro final que ocurre en el mundo del sueño o, quizás, de un nuevo bucle que empieza. Creo que es muy evidente que hay un final feliz que está puesto ahí como por una mano misteriosa que pone un plátano en una escalera y provoca la transformación de los personajes.



CINE ARTE MAGAZINE: Creo que hay que hablar del complicado trabajo que hacen Carmen Machi y Pepón Nieto, que tuvieron que afrontar un reto complicado: el de ir extrayendo sucesivos matices a un conjunto limitado de situaciones…

JUAN CAVESTANY: Lo has dicho muy bien. Tienen un abanico limitado de situaciones y manejaban, también, un texto muy corto de guion, muy reducido. No había una transformación de personajes muy evidente. Es bastante microscópico todo. Y, además de esto, ellos trabajaban sobre un guion que yo solo podía explicarles a medias. No tenía respuestas para todas sus preguntas y yo les pedía confianza en que esta película, como todas pero en esta de forma muy acentuada, tenía tres patas: el guion, el rodaje y el montaje. El montaje de esta película, no es que sea diferente a lo que había escrito, responde a la ambición original del guion, pero también lo trasciende. Entonces, yo les pedía a Carmen y a Pepón confianza en que, aunque, en principio, era algo un poco “bajonero” para el actor, porque solo estaban haciendo una parte de la cosa, ellos estaban en algo más grande que iba a surgir luego. En ese sentido, creo que es muy parecido a cuando los actores actúan sobre croma (que aquí en la película también hay) o cuando actúan con personajes que no están ahí porque luego se integran digitalmente o cuando les pones un contraplano que no era lo que tú les habías dicho. Entonces, ellos jugaban un poco en el vacío. Yo no había trabajado con ninguno de los dos, solo nos conocíamos un poco personalmente, cuando yo les llamé para la película hubo mucha entrega por su parte y mucha confianza. Carmen, quizás, se lanzaba más a lo desconocido, a no pensar demasiado, y Pepón necesitaba más respuestas, más certezas y yo, en ocasiones, se lo podía decir y, en otras, no. En general, cuando yo trabajo con los actores, me parece que lo único importante es establecer relaciones de comunicación muy fluidas con ellas, de confianza, de poder hablar de todo, de que ellos no piensen que tengo cartas en la mano que me estoy guardando… Yo no tengo problemas en decir “no sé” a una pregunta si no conozco la respuesta. Cuando hay confianza, todo funciona muy bien.




CINE ARTE MAGAZINE: Para terminar, ¿qué nos puedes decir de tus próximos proyectos y si hay prevista una nueva temporada de la serie Vergüenza?

JUAN CAVESTANY: Pues, mira, la última temporada de Vergüenza, que fue la tercera, que se estrenó en febrero y funcionó muy bien, nos dejó en un sitio con muchas ganas de seguir pero vino todo esto de la pandemia justo después y los planes para una cuarta temporada de Vergüenza están en el aire, aunque tanto Movistar como nosotros estamos muy motivados. Sin embargo, Álvaro Fernández Armero y yo nos hemos puesto a escribir otra serie también para Movistar, otra comedia con un tono muy diferente al de Vergüenza, y ello nos está ocupando todo el tiempo en este momento. Es decir, Vergüenza está, de momento, aparcada pero no muerta, y estamos con otro proyecto ahora.

 

Pues hemos hablado con amplitud con Juan Cavestany, de su cine, de su última película, Un efecto óptico, y de su próximo proyecto, una serie para Movistar que seguro que está al nivel que ha alcanzado Vergüenza. Todo lo que nos ha dicho sirve para arrojar luz sobre la obra de un cineasta imprescindible de nuestro país cuyos títulos aportan una mirada original y exclusiva y que visitan territorios escasamente transitados por el cine convencional. Un efecto óptico es una nueva y brillante muestra de ello.





 


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