Hoy, en Cine Arte Magazine,
hablamos de Arenas movedizas y Los asesinatos del Valhalla, dos series
disponibles en Netflix.
Fue en la década de los 90 cuando
irrumpió en el panorama literario la figura del inspector Kurt Wallander creada
por el escritor sueco Henning Mankell. Era la primera vez que el noir nórdico hacía acto de presencia en
las librerías de nuestro país más allá del estricto ámbito de los aficionados
al género negro. Pero no sería hasta la aparición de la trilogía “Millenium” de
Stieg Larsson cuando las novelas criminales nacidas en los países escandinavos
empezaron a calar entre el gran público y ello condujo a la traducción masiva
de una larga lista de autores (Jo Nesbø, Mari Jungstedt, Camilla Läckberg, Jens
Lapidus, Åsa Larsson, Jussi Adler-Olsen, Peter Høeg…) y a la llegada de series
y películas que bien adaptaban obras literarias previas bien tomaban el espíritu
de aquellas para contar historias duras, frías e impactantes. Pero sería
injusto no mencionar cuál es el antecedente real del noir nórdico y de su naturaleza, ya que el punto de partida de esta
corriente es la pareja literaria formada por
Maj Sjöwall y Per Wahlöö, quienes en obras como Roseanne (1965), El policía
que ríe (1968) o Los terroristas (1975)
ya dejaron cristalizadas las claves permanentes de esta rama geográfica del
género negro.
Hanna Ardéhn y Felix Sandman, protagonistas de Arenas movedizas
Efectivamente, en las novelas de
Sjöwall y Wahlöö ya se dibujan los tres elementos que caracterizarían desde
entonces al género negro surgido en Escandinavia. El primero, el peso del
escenario físico, esa ambientación en la que las historias se desarrollan en
estepas heladas y solitarias y en la que los personajes transitan por
carreteras infinitas bordeadas por la nieve y se mueven por ciudades grises
pobladas por personajes huraños, frustrados y poco receptivos a las relaciones
sociales. El segundo, una siempre implícita crítica social en la que el crimen
revela el lado oscuro de una sociedad aparentemente perfecta pero que alberga
multitud de fantasmas y lacras sin resolver, relacionadas casi siempre con el
autoritarismo del Estado o de determinadas instancias gubernamentales y la
fuerte presencia de actitudes machistas, racistas y homófobas. El tercero, los
rasgos especialmente morbosos y crueles que rodean a la violencia reflejada en
estas obras, una violencia ejecutada por asesinos sádicos y retorcidos en los
que, casi por encima de cualquier interés material o monetario, prima más el
placer de causar daño o dolor.
Nína Dögg Filippusdóttir, protagonista de Los asesinatos del Valhalla
Si reflexionamos un poco, entre
el segundo y el tercer elemento citado con anterioridad pudiera haber una
cierta contradicción, ya que el aspecto crítico recoge una dimensión social y
política mientras que la faceta de la violencia entra en una dimensión más bien
psicológica o, incluso, psiquiátrica. Aunque el noir nórdico intenta conciliar ambos elementos explorando la
conexión entre los mismos (véase, por ejemplo, la propia trilogía “Millenium”
de Stieg Larsson o la serie del “Departamento Q” de Jussi Adler-Olsen, llevada
a la pantalla en Misericordia – 2013 –
y Profanación – 2014 – de Mikkel Nørgaard,
Redención – 2016 – de Hans Petter
Moland y Expediente 64 – 2018 – de
Christoffer Boe)
muchas veces es inevitable que uno de ellos acabe adquiriendo más peso que otro
y eso se ve muy claramente en las dos series que hoy vamos a comentar, Arenas movedizas y Los asesinatos del Valhalla,
las cuales están disponibles en Netflix.
De izqda. a dcha., Ella Rappich, William Spetz y Hanna Ardéhn en una escena de Arenas movedizas
Los asesinatos del Valhalla es una serie islandesa de creada por Thordur
Palsson (que también dirige cuatro de los episodios, junto a Thora
Hilmarsdottir y Davíd Óskar Ólafsson, quienes dirigen los cuatro episodios
restantes) y cuya trama parte de una sucesión de brutales crímenes cometidos en
Reikiavik y cuya investigación se encomienda a la inspectora Kata (Nína Dögg
Filippusdóttir). Ante las evidencias de que un posible asesino en serie anda
suelto por la capital, la policía islandesa pide ayuda a sus colegas noruegos,
quienes les envían a un inspector originario de la propia Islandia, Arnar (Björn
Thors), especialista en este tipo de casos. A la vez que Kata y Arnar van
descubriendo las conexiones de los crímenes con oscuros sucesos del pasado en
un internado para niños, ambos policías también deberán lidiar con sus propios
fantasmas y obsesiones y tensiones familiares y profesionales, impregnando todo
ello a la serie un clima asfixiante y enfermizo, incluso claustrofóbico a pesar
de los inmensos y vacíos paisajes helados que se pierden en el horizonte y que
parecen no tener fin.
Arenas movedizas es una serie sueca de seis episodios (dirigidos
cuatro de ellos por Per-Olav Sørensen y dos por Lisa Farzaneh) cuyo punto de
partida es el tiroteo en un instituto al modo de los sucesos de Columbine en
1999. El espectador solo irá conociendo los detalles de lo ocurrido conforme la
investigación vaya avanzando, lo cual gira en torno a la relación entre Maja (Hanna
Ardéhn) y Sebastian (Felix Sandman), dos compañeros de instituto que pertenecen
a clases sociales distintas: mientras que la familia de Maja es de clase media,
la de Sebastian es de clase alta, con un padre que es un importante y conocido
empresario del país. Los problemas familiares de Sebastian acabarán
repercutiendo en la relación y serán el detonante de lo que finalmente tiene
lugar. Arenas movedizas es una
descripción minuciosa de todo el proceso policial y judicial encaminado a
esclarecer los hechos y, sin tener giros espectaculares en su trama ni
revelaciones inesperadas, logra ir llevando el argumento con una tensión intensa
pero contenida que consigue captar nuestra atención durante todo el metraje de
la serie y mantener nuestro interés sobre cómo se pudo producir la evolución de
los acontecimientos hacia un desenlace fatal.
La compleja relación que el personaje interpretado por Felix Sandman tiene con su padre (Reuben Sallmander) será el detonante de los sucesos que relata Arenas movedizas
Aunque tanto a Los asesinatos del Valhalla como a Arenas movedizas se les podría poner la
etiqueta de “noir nórdico”, ambas son
muy diferentes entre sí. Los asesinatos
del Valhalla es una serie fundamentalmente atmosférica mientras que Arenas movedizas es una serie básicamente
analítica. Los asesinatos del Valhalla se
recrea en los hechos sádicos, morbosos y violentos y estos constituyen el
núcleo central de la historia mientras que Arenas
movedizas incide muchísimo más en aspectos sociales y hasta políticos (véase,
si no, la secuencia en la que una Premio Nobel de Economía acude al instituto a
dar una conferencia y a responder a las preguntas de los alumnos). Y, como
sorprendente diferencia esencial, Los
asesinatos del Valhalla es una serie inevitablemente pesimista mientras que
Arenas movedizas es, al final,
optimista, ya que el largo, complejo y proceloso proceso judicial acaba
llegando a la verdad de lo que ha acontecido superando apariencias, prejuicios
e ideas preconcebidas. En definitiva, nos encontramos con dos series que,
pertenecientes a la misma corriente de género, logran, gracias a unas
estrategias narrativas bien diferenciadas, alcanzar resultados atractivos e
interesantes. Aunque, posiblemente, Arenas
movedizas consigue crear una obra más original y más alejada de cualquier
patrón previo, mientras que Los
asesinatos del Valhalla juega más a poner el piloto automático y a repetir
claves ya usadas con profusión, ambas son series que pueden ser vistas sin
disgusto y sin querer apartar los ojos de la pantalla.
El inspector interpretado por Björn Thors, además de enfrentarse a la complejidad del caso narrado en Los asesinatos del Valhalla, deberá lidiar con su compleja situación personal y familiar
TRÁILER DE ARENAS MOVEDIZAS
TRÁILER DE LOS ASESINATOS DEL
VALHALLA
IMÁGENES DE ARENAS MOVEDIZAS
IMÁGENES DE LOS ASESINATOS DEL VALHALLA
Comentarios
Publicar un comentario