En este artículo, comentamos la
serie documental Jeffrey Epstein:
Asquerosamente rico, disponible en Netflix
desde el pasado 27 de mayo.
Al ciudadano de a pie le interesa
saber qué sucede en las altas esferas del poder porque intuye, de forma más o
menos acertada, que lo que se mueve en esos ámbitos le va a acabar afectando
tarde o temprano. La gran pregunta es determinar dónde está el poder, hasta
dónde llega, cuál es el perímetro real de los niveles en los que sus
integrantes están por encima del bien y del mal y se vuelven personajes
intocables que pueden hacer su voluntad sin que nada ni nadie parezcan ser
capaz de pararles los pies. Hasta que, en un momento dado, sí hay alguien que
logra parárselos, no sabemos si porque el poderoso ha traspasado ciertos
límites, ha cometido ciertos errores o ha surgido alguien más poderoso que él
que ha decidido terminar con quien se ha convertido en un personaje molesto y/o
irrelevante. Una de esas figuras recientes es Jeffrey Epstein, un millonario del
que se desconocía por qué lo era, que tenía contactos con gente poderosa (el
príncipe Andrés de Inglaterra, Donald Trump, Bill Clinton, Havey Weinstein,
Woody Allen…) sin saber muy bien el motivo de estas relaciones y sobre el que,
desde hace más de una década, se cernían graves sospechas de conductas relacionadas
con sexo y prostitución con chicas menores de edad. De todo ello se habla en la
serie documental de cuatro episodios Jeffrey
Epstein: Asquerosamente rico.
Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico está basada en un libro del
periodista James Patterson, con Joe Berlinger (de quien, en Cine Arte Magazine,
ya hemos mencionado su película Extremadamente cruel, malvado y perverso y su serie documental Las cintas de Ted Bundy) como productor ejecutivo y la dirección de Lisa Bryant. La serie profundiza
(hasta donde puede) en la figura de un personaje esquivo, arrogante y
manipulador, con gran habilidad, junto a su novia Ghislaine Maxwell, para
moverse en las altas esferas y manejar a las personas a su antojo con sus
signos de ostentación y sus gestos de presunta generosidad. En cierto modo, la
serie viene a ser una versión moderna del cuento de Caperucita y el Lobo, o, si
se quiere ver de otra forma, la constatación de que bajo la apariencia de
modernidad y progreso se siguen escondiendo formas de violencia, opresión y
vejación ancestrales que continúan manteniéndose con pie con otros modos y
maneras pero que, en esencia, parecen formar parte de la historia oculta de las
sociedades, los países y las civilizaciones. Lo que los cuentos infantiles
transmitirían es la advertencia subliminal de lo que no se puede mostrar
explícitamente pero que existe detrás de glorias y oropeles, en cloacas en las
que el ser humano puede acabar siendo mercancía destinada a la compraventa.
Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico se mueve en dos niveles. Por
un lado, muestra los testimonios de las víctimas de la trama de Jeffrey
Epstein, lo suficientemente detallados y contundentes como para discernir con
claridad, en la medida en que todos ellos reflejan un mismo patrón de
comportamiento, cuáles eran las conductas del personaje. Por otro, la serie
intenta reconstruir la biografía de Epstein, desde su infancia hasta su
presunto suicidio en una cárcel de alta seguridad de Nueva York, dedicando el
núcleo central del metraje a relatar el difícil camino que la policía de
Florida tuvo que seguir para, una vez obtenidas las pruebas correspondientes,
conseguir la inculpación del personaje ante la justicia, lo cual terminó en una
parodia de sentencia que solo hubiera podido ser revertida por el procedimiento
puesto en marcha por la fiscalía de Nueva York, algo que la muerte del acusado
impidió finalmente. Si el primer nivel funciona satisfactoriamente y la
exposición de las víctimas forma un relato preciso y coherente, en el segundo
hay demasiadas lagunas como para tener una idea clara del mismo. No acabamos
teniendo claro cómo Epstein consiguió su enorme fortuna ni hasta dónde
alcanzaban sus contactos y la profundidad de su trama, probablemente porque no
existen pruebas suficientes como para poder hablar del tema con rigor, y ello
se convierte en el gran agujero negro de esta serie que, en sus restantes
aspectos, mantiene todo el tiempo su interés y su agilidad narrativa.
Siempre hay que agradecer que
Netflix, aparte de series y películas de ficción, haya sabido introducir en su
plataforma series documentales como Jeffrey
Epstein: Asquerosamente rico que, bien profundizan en casos criminales, tal
como hacen La desaparición de Madeleine McCann o El caso Alcàsser,
bien exploran el perfil de personajes públicos, como Trump: An American Dream.
Una diversidad que es muy favorable para toda la producción online que está a disposición de los
espectadores a través de internet.
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