(En el artículo no realizamos directamente ningún spoiler sobre los aspectos importantes de la serie, pero posiblemente
es mejor que lo lean si ya la han visto porque, aunque no hacemos ninguna
revelación trascendente, sí que la hay de manera indirecta.)
Conforme vamos viendo series de Netflix, va quedando claro que su estreno continuo, masivo e industrializado de series y películas se basa en una serie de parámetros sencillos pero altamente eficaces: correcta (como mínimo) ejecución técnica e interpretativa, inteligente (porque es difícil percibirla de inmediato) contención de costes y, sobre todo, pisar única y exclusivamente territorio ya conocido y correr el mínimo riesgo posible. Aun cuando es posible ver en la plataforma obras que puedan parecer que se salgan de este esquema, hay que hacer un poco de historia y recordar cómo, en origen, algunas nacieron fuera de ella: piensen en La casa de papel y Black Mirror. Solo cuando estas dos series se convirtieron en obras icónicas pasaron sus nuevas y sucesivas temporadas a estrenarse en Netflix. Aunque, en otros casos, podamos pensar que estamos ante obras absolutamente originales y novedosas, ello solo es pura apariencia y, en realidad, trabajan con elementos que ya se sabe que van a funcionar de cara a captar la atención del espectador. Algo así sucede con Detrás de sus ojos.
Esta serie británica, dirigida por el realizador noruego Erik Richter Strand, está basada en la novela homónima de Sarah Pinborough y narra las complicadas y retorcidas peripecias que envuelven a un triángulo sentimental del que forman parte Louise (Simona Brown), David (Tom Bateman) y Adele (Eve Hewson). Louise es secretaria en una consulta privada de psiquiatría. Es madre divorciada y tiene un hijo pequeño (Adam, interpretado por Tyler Howitt) que vive con ella. Una noche, en un bar, conoce a David y entre ellos surge la chispa. Ella cree que van a pasar la noche juntos pero, en un momento dado, él adopta un comportamiento extraño y decide poner fin al encuentro con ella. Al día siguiente, Louise descubre que Tom va a ser su nuevo jefe y que es un hombre casado, cuya esposa es Adele. Todo se complicará porque la atracción entre Louise y Tom no es algo pasajero y, además, Louise se hace amiga de Adele sin que su marido lo sepa, lo cual solo servirá para enredar la situación entre los tres personajes.
TRÁILER ORIGINAL DE LA SERIE:
Los grandes aciertos del guion de Detrás de sus ojos se basan, por un lado, en su capacidad para crear y mantener a lo largo de toda la trama un indefinido clima de extrañeza e inquietud que sobrevuela todo el metraje y que ayuda a mantener en vilo al espectador sin que este sepa discernir hasta el desenlace de dónde proviene el mismo y, por otro, en saber ocultar hasta el último capítulo las claves de ese desenlace pero sabiendo llegar poco a poco y de forma minuciosa a las mismas de modo que su revelación no presenta el aspecto de un conejo sacado de la chistera para resolver sorpresivamente la historia sino que es el destino narrativamente coherente de todo lo que hemos estado viendo con anterioridad (lo cual no quiere decir que dichas claves sean realistas o lógicamente consistentes ya que obligan a una fuerte suspensión de la incredulidad por parte del espectador). Por otro lado, el trío protagonista brilla a excelente nivel, trazando unas magníficas interpretaciones de sus personajes, debiendo añadir el trabajo de Robert Aramayo, quien da vida a Rob, un antiguo amigo de Adele que irá cobrando una enorme e inesperada relevancia en el relato.
A partir de las premisas que hemos explicado, Detrás de sus ojos se desenvuelve con elementos que no le resultarán extraños al espectador y que permitirán que este conecte rápidamente con la serie, que, además, irá siendo atrapado por los enigmáticos acontecimientos que van pespunteando cuidadosamente la evolución de la trama. Así, el tema de que el héroe, heroína o protagonista de la historia (en este caso, Louise) se enamore de una persona pero esta se halle comprometida por un matrimonio en el que, por diversas circunstancias, no es feliz estaba ya está presente en una novela como Jane Eyre (1847) de Charlotte Brontë y no es casualidad que esta obra haya tenido multitud de adaptaciones cinematográficas o televisivas (hasta 39 he contado en www.imdb.com) porque la experiencia demuestra que se trata de una estructura narrativa que engancha con gran eficacia al público. De un modo más amplio, los triángulos sentimentales con todo tipo de variantes son frecuentes en la literatura y en el cine (recordemos Ana Karenina de León Tolstói, obra que también ha sido adaptada con gran profusión) y podemos citar películas como Breve encuentro (1945) de David Lean, Un extraño en mi vida (1960) de Richard Quine, Las cosas de la vida (1970) de Claude Sautet, Asignatura pendiente (1977) de José Luis Garci, Enamorarse (1984) de Ulu Grosbard, Elegir un amor (1991) de Joel Schumacher, Los puentes de Madison (1995) de Clint Eastwood, Ya no somos dos (2004) de John Curran o Juegos secretos (2006) de Todd Field (por solo presentar una pequeñísima muestra). Respecto a lo que hemos denominado de un modo algo críptico “claves del desenlace” (porque, en caso contrario, contaríamos más de lo debido) tampoco se trata de algo completamente original ya que algo parecido sucedía en Las llaves del mal (2005) de Iain Softley, película de terror protagonizada por Kate Hudson. Como ven, Netflix solo se mueve en apuestas ya probadas con anterioridad.
Los aciertos en el guion que hemos expuesto, las excelentes interpretaciones del reparto y su brillante factura técnica convierten a Detrás de sus ojos en un producto atractivo que, además, llevará sutilmente al espectador a un final impactante e inesperado. No es una obra maestra pero no es menos verdad que sus seis episodios se dejan ver con más que agrado y, además, con su final, plantea una aguda reflexión sobre la actual situación social: quien está en los segmentos inferiores de la pirámide social tiene escasas posibilidades de prosperar, cada vez se encuentra en unas circunstancias más negativas, no cree en ningún tipo de cambio o transformación social y política y, por ello, la usurpación, la malversación o el saqueo insólito se perfilan como alternativas posibles en un mundo en el que no existen las alternativas.
IMÁGENES DE LA SERIE:
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