HACHE – T2: REGRESAR PARA CAMBIAR

 


Ya comentamos en noviembre de 2019 los ocho episodios de la primera temporada de Hache y ahora, en 2021, tenemos la oportunidad de valorar los seis episodios que integran la segunda entrega, estrenada igualmente en Netflix. Sorprende que esta segunda temporada solo esté formada por seis capítulos y parece ser ello casi como una metáfora de que la serie se ha apartado de la que había sido su apuesta inicial para dirigirse por otros derroteros que, sin traicionar la que había sido su esencia inicial, sí que hacen conducir la misma en una dirección algo diferente de la que hasta ahora habíamos conocido. Y ello se debe, posiblemente, no solo a que el desenlace de la primera temporada hiciera imposible continuar con la retorcida y tortuosa relación entre Helena (Adriana Ugarte) y Malpica (Javier Rey), sino a que los peculiares caracteres de la misma debían ser abordados desde una perspectiva que evitara la reiteración y el mero adocenamiento. Hache sigue buceando en la turbiedad pero lo hace desde un punto de vista diferente.


TRÁILER DE 2ª TEMPORADA DE HACHE:




Continúan en la serie Adriana Ugarte, Marc Martínez (en el papel de Arístides, fiel segundo de la protagonista), Pep Ambrós (como Julio Senovilla, el abogado con ambiguas intenciones), Eduardo Noriega (como el obsesivo policía Alejandro Vinuesa), Núria Prims (que da vida a Camino, la mejor amiga de Helena), Marina Salas (que encarna a Silvia Velasco, la secretaria del comisario y, ahora también, esposa de Alejandro Vinuesa) e Ingrid Rubio (como Celeste, una de las principales encargadas del club Albatros). Y se incorporan Samuel Viyuela (en el papel de Mateo, hermano de Helena), Anna Moliner (como Tina, cantante del club), Ferrán Rañé (quien da vida a Fabiá Montalbán, un empresario constructor que quiere hacer negocios con Helena), Marcel Borràs (quien interpreta a Ventura Montalbán, hijo del empresario y que iniciará una compleja relación con la protagonista) y Manel Dueso (que encarna a Rodolfo Corominas, el químico que se encargará de obtener la heroína en el laboratorio que Helena crea en esta temporada de la serie). De la dirección de los episodios, se vuelven a encargar Jorge Torregrossa y Fernando Trullols y, de los guiones, nuevamente Verónica Fernández (como creadora de la serie), Carlos López y Santos Mercero, incorporándose, además, la cineasta Ángeles González Sinde (en el guion del cuarto episodio), lo cual constituye toda una sorpresa.



Adriana Ugarte y Marc Martínez en un momento del primer episodio de la segunda temporada de Hache


A pesar de los cambios que la serie ha experimentado, continúa estando presente esa turbiedad que ya estaba presente en la primera temporada, siempre en torno a la sexualidad y al lado oscuro de la misma. Si en los anteriores episodios esa turbiedad se manifestaba con toda contundencia y carnalidad en la relación entre Adriana Ugarte y Javier Rey, ahora dicha turbiedad se vuelve más sutil y sibilina y se reparte entre una serie de relaciones que, sin llegar a alcanzar la intensidad que tuvo la que protagonizó los capítulos de la primera temporada, sí alimentan esa idea de la capacidad de la pasión sexual para desordenar vidas y circunstancias aparentemente sólidas e inconmovibles. La relación entre Adriana Ugarte y Marcel Borràs, la de Samuel Viyuela y Anna Moliner, el modo clandestino en que Marc Martínez tiene que vivir su condición sexual y la extraña obsesión que parece dominar al personaje de Eduardo Noriega son distintas manifestaciones de esas fuerzas primarias y elementales que son, en realidad, los hilos que mueven a todos los personajes de Hache: el miedo, el ansia de poder, la búsqueda del placer, la necesidad de seguridad, el mantenimiento del orden familiar son los impulsos que van guiando a los personajes que se convierten en meros títeres a merced de pulsiones que no son capaces de controlar, dejándose llevar por ellas a pesar de las consecuencias que ello pueda llegar a tener.

 

La relación entre los personajes de Adriana Ugarte y Marcel Borrás es una de las subtramas fundamentales de la segunda temporada de Hache


Si en la primera temporada Javier Rey y Adriana Ugarte eran coprotagonistas de Hache, ahora es Adriana Ugarte quien se convierte con claridad en el personaje principal absoluto de la trama. Y hay que decir que la actriz borda una interpretación prodigiosa, logrando una caracterización precisa y contundente de su personaje con un mínimo conjunto de elementos, lo cual demuestra su dominio completo y absoluto de los recursos interpretativos. Adriana Ugarte consigue en cada episodio transmutarse en una Helena Olaya perfecta que, en cada uno de los fotogramas, no puede esconder su humilde origen social pero, al mismo tiempo, expresa con plena nitidez su hambre fiera de triunfo y su afán de ascender en la escala social. La actriz se convierte en el alma de la serie y su frase final al concluir el sexto episodio de esta segunda temporada traza sin ambages y sin dar lugar a la duda el espectro vital de un personaje que se mueve en todo momento en la cuerda floja y que, conforme va alcanzando sus objetivos, va dejando un reguero de muertos y derrotados que se convierten en los eslabones de sus propios triunfo y supervivencia. Esta atmósfera equívoca, contradictoria, malsana y cruel en la que se ven obligados a moverse todos los personajes es lo que se termina convirtiendo en la seña de identidad esencial de una serie que convierte al instinto en columna vertebral de su desarrollo argumental y a la frustración como motor básico de los giros en su trama, en un guiñolesco juego que es inevitable que acabe hipnotizando e incomodando, al mismo tiempo, al espectador.


IMÁGENES DE LA SERIE:



















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