Javier García-Pelayo
(izqda.) y Gonzalo García-Pelayo (dcha.) caminan por el Puente de San Telmo en
un momento de Nueve Sevillas
Aunque en un instante los directores del film nos contarán cuál es el origen concreto de Nueve Sevillas, por el momento hay que decir que el documental sí que surge de la convergencia de dos personalidades únicas que imprimen sus respectivos sellos, claramente perceptibles, en la película. Por un lado, Gonzalo García-Pelayo, productor musical (que ha trabajado con una larguísima lista de músicos que incluye a Quilapayún, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Carlos Puebla, José Antonio Labordeta, Luis Pastor, Hilario Camacho, Amancio Prada, Benito Moreno, Luis Eduardo Aute, María Jiménez, Triana, Gualberto o Lole y Manuel) y cineasta (Manuela –1976–, Vivir en Sevilla –1978–, Intercambio de parejas frente al mar –1978–, –Corridas de alegría –1982–, Rocío y José –1983–, Alegrías de Cádiz –2013–, Niñas –2014–, Copla –2015–, Amo que te amen –2015–, Niñas 2 –2016–, Mujeres heridas –2016–, Sobre la marcha –2016–, Todo es de color –2016–) y, por otro, Pedro G. Romero, artista (cuyas creaciones están presentes en el MACBA, como Archivo F.X. y Proyecto Máquina P.H., y el Museo Reina Sofía) e investigador infinito sobre el flamenco y sobre las vanguardias y los códigos transgresores, codirector en la editorial Athenaica de la colección “Flamenco y cultura popular” y miembro del consejo editor de la Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos. Nuestra conversación con ambos servirá para iluminar muchos de los aspectos de Nueve Sevillas y, al mismo tiempo, para abrir caminos que podrían pasar (y han pasado) fácilmente desapercibidos. Y, sorprendentemente, para poder asistir prácticamente en directo al nacimiento del que puede ser el próximo proyecto de ambos creadores…
Gonzalo García-Pelayo y ¿Pedro G. Roomero? cruzan sus caminos al principio (y en el resto) del documental
CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Gonzalo y Pedro. Creo que la entrevista
habría que empezarla con Pedro porque el detonante de la película es el conjunto de carteles que creaste
para la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2018, en los que ya aparecían los
nueve personajes que, ahora, vemos en el documental. ¿Cómo te surgió a ti la
idea de esos carteles y cuál fue el motivo de elegir a esos nueve personajes
concretos?
PEDRO G. ROMERO: La idea, básicamente, era que yo no quería tener un solo cartel para la Bienal y tampoco quería retratar a un artista o, más concretamente, a un artista con mucho predicamento. Porque podía pensarse, por ejemplo, que yo podría haber retratado a Israel Galván, que es un artista con el que he trabajado mucho. En realidad, quería hablar de la afición al flamenco. De esa otra cosa que siempre hay alrededor del flamenco (y que a mí me parece clave y fundamental) que es la afición. Entonces, empecé a buscar un poco los límites de esa afición. Se trataba de intentar entender como todos esos personajes, que fueron finalmente nueve porque el territorio era bastante complejo, podían significar una topografía de la frontera de un campo imaginario que para mí es el flamenco. Aunque alguno de ellos, por ejemplo ‘Bobote’, es claramente flamenco, ha sido palmero y bailaor, es decir, tiene una función subalterna. Pero eso me interesaba porque se trataba de un artista propiamente flamenco. Otro caso es el de Gonzalo. Como cineasta tiene mucho que ver con el flamenco pero también por sus producciones musicales. Pero, después, en la otra esfera, están, por ejemplo, Rocío Montero, que es una gitana de El Vacie, que no tiene relación con el flamenco por tradición propia pero que, al ser gitana y hacer teatro con la gente de Atalaya, que hicieron una labor social con las gitanas de El Vacie haciendo un montaje de La casa de Bernarda Alba, acababa siendo referida como una persona relacionada con el flamenco. O Pastora Filigrana, que es una abogada, que está entroncada con una familia relacionada con el flamenco, pero que ella, propiamente, es abogada, ni canta ni baila… Así, con los nueve personajes, construir un territorio de lo que es el flamenco, de forma que la gente siempre se pregunta (quizás, en el caso de ‘Bobote’, no, y en el de Gonzalo, tampoco) por qué estas personas están en un cartel de flamenco. Algunas eran bailaoras, como Yinka o Javiera de la Fuente, pero Javiera es chilena y Yinka, ugandesa-inglesa-caribeña… No estaban naturalizados en eso que se entiende como artistas flamencos. Y eso es lo que me interesaba: hacer un mapa de lo que eran los límites de la afición al flamenco.
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Y en qué momento surge la visión de que de ahí
podría nacer una película?
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Pues justamente el día que se presenta el cartel en el teatro Lope de Vega de Sevilla. Yo voy allí desde Madrid y conozco al resto de personajes, que me parecen, lógicamente, muy variopintos y extraños. Pensé que me gustaría saber más de ellos, tener alguna idea más de ellos y profundizar en ellos… Pedro siempre estaba comentando que el cartel era como un teatro expandido y el paso siguiente era bastante lógico: el teatro expandido yo lo veo, realmente como cine. Y yo planteé: ¿por qué no hacemos una película con estos personajes durante el transcurrir de la propia bienal que anuncian? Porque es importante trabajar con una fecha fija en el cine porque, si no, nunca se hace la película: se están esperando siempre ayudas, cosas y tal y cual y nunca se hace la película, y propuse que, con los apoyos que pudiéramos tener (por ejemplo, unos productores con los que habíamos querido hacer una película sobre Pepe Habichuela que, al final, no se llegó a hacer pero que podrían estar interesados en hacer algo parecido)… Y fue proponerlo ese mismo día de la presentación de los carteles. Yo volvía de Sevilla en el AVE y llamé por teléfono a Pedro y le dije si podríamos hacer una película de corte documental fundamentalmente basado en el cartel, quizás dándole algo más de importancia al cartel de la que, finalmente, le hemos dado, porque la Bienal se desmarcó y poco ha tenido que ver con la producción de la película, pero sí dando importancia al momento de la Bienal porque nos facilitaba que los artistas que pudieran intervenir después (eso ya fue idea de Pedro, tanto la selección de los artistas como, muy importante, el repertorio que iban a interpretar) lo filmáramos después en la propia Bienal para aprovechar su presencia en Sevilla y rodar algo que, para el espectador de cine, le daba un sentido un poco de primicia: estar en los ensayos. Estar en el ensayo de El Niño de Elche, estar en el ensayo de Rosalía, en el ensayo de Perrate… Le daba un punto de vista más íntimo que si los hubiéramos rodado en el momento de su actuación durante la Bienal. Y la verdad es que hubo suerte porque hay veces en que una idea tarda mucho en cuajar pero esta idea prendió rápidamente en los productores porque o era así o no se hacía la película ya que estábamos a pocos meses de poder rodar en la Bienal. Y eso fue lo que hicimos. Tener una primera fase de rodaje durante la Bienal y ahí se incorporaron otros productores, se habló de la posibilidad de apoyar la película desde alguna institución, como así ocurrió, para la fase de postproducción, que ha tenido también una importancia decisiva en términos de coste y tiempo.
CINE ARTE MAGAZINE: Para entrar ya en la película, lo que más me sorprende es que, a pesar de que se abordan muchos temas y que el documental alcanza una duración de dos horas y veinte minutos, el conjunto guarda una absoluta y plena coherencia. ¿Cómo fue el proceso para llegar a ello?¿Estuvo desde el principio claro esa unidad que iba a tener el film?¿Costó trabajo encontrar ese factor que unificara todo?
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Pues quien puede responder a esa pregunta es Pedro, que es el autor de esa coherencia y el autor del guion.
PEDRO G. ROMERO: Hay algo que suele pasar, en general, con muchos de mis trabajos: aparentemente, hay muchas cosas, muy diversas, y todo el mundo lo ve, muchas veces, como algo muy diverso y yo siempre lo veo como la misma cosa en el fondo. En realidad, como todos los personajes contaban lo que es una manera de entender el flamenco, esa coherencia viene de que cada uno aporta un punto de vista, un foco, una forma, una mirada, una línea de fuga en relación a ese tema principal. Entonces, es como una construcción en la que cada uno aporta su ladrillo o su capa. A mí, me gusta mucho trabajar con esta idea de las capas de cebolla. Que haya un montón de capas de cebolla superpuestas pero todas ellas tengan como una especie de coherencia. Yo, por ejemplo, he trabajado mucho analizando las películas de Val del Omar, las dos películas flamencas de Val del Omar, Fuego en Castilla y Aguaespejo granadino, y en las dos hay multitud de capas. En las dos, hay una estructura absolutamente flamenca, una basada en el baile de Antonio y otra en el de Vicente Escudero, pero después se habla de mística, de historia, de ciencia, de arte… Pero todo está siempre conectado. Y de alguna manera, no demasiado artificiosa, sino en función del flujo del discurso, porque el guion del que partíamos era una especie de escritura automática que yo hacía de los nueve carteles, de los nueve personajes, pues a partir de ahí es cómo fue aflorando esa estructura armónica que, después, quedó redondeada en el montaje. Porque empezamos con un montaje de cinco horas y, al final, hemos acabado con uno de dos horas y media. Digamos que se iba decantando todo lo que aportaba, todo lo que sumaba, incluso las repeticiones, los ecos, quitábamos cosas que funcionaban pero que no funcionaban tan bien porque la propia película se iba construyendo a sí misma, algo que para mí ha sido una de las cosas que más me han gustado. De pronto, había temas que se repetían en un momento dado y eso podía servir de eco en un lado u otro de la película. Cosas sencillas. Por ejemplo, que, en un momento dado, nos encontramos durante el rodaje por casualidad con Curro Romero y, después, tenemos al monumento de Curro Romero en la Maestranza y, más tarde, nos encontramos con un cartel en el que aparece el nombre de Curro Romero en un bar. Esos tres momentos (que también suceden con otras cosas) son los que parecen que van dando un sentido a todo. Parece que la película va respondiendo a una lógica. Entonces, la armazón está hecha buscando eso pero no se trata de una idea preconcebida sino que la propia lógica del montaje, que hemos hecho con Sergi Dies, empezó a decir por dónde tenía que ir la película. Es así como me gusta a mí entenderlo: era el propio bicho la que nos iba indicando hacia dónde había que tirar, dónde había que cortar y, en un momento dado, que recuerdo que teníamos una versión de tres horas, incluso le llegué a decir a Gonzalo que pensaba que podíamos cortarla y meterle más cosas… Y así lo hicimos. Cortamos media hora e incluimos un montón de planos que Gonzalo quería que estuvieran. Realmente, eso tiene que ver con la propia máquina que es la película, que, si te digo la verdad, me ha dejado fascinado, porque nunca había trabajado en cine propiamente y eso me ha dejado maravillado, que la película te dirige casi con un discurso autónomo y empieza ella a hablar…
Encuentro casual del equipo de Nueve Sevillas con el diestro Curro Romero
CINE ARTE MAGAZINE: A colación de lo que ha dicho Pedro, hay un momento
de Nueve Sevillas que acaba siendo
especialmente relevante, que es el encuentro casual con Curro Romero. En ese
encuentro, Curro dice: “El arte es un misterio”. En ese momento, tú, Gonzalo,
asientes con firmeza manifestando tu acuerdo con la frase. Y, de hecho, esa
idea es una de las claves de toda la película.
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Es una maravilla que la intuición de Curro, que es, fundamentalmente, el artista más intuitivo que existe actualmente, que no explica nada, que tiene una bendita incapacidad para la explicación, ilumine un aspecto fundamental del documental. La película tiene mucho de que hay un arte que tiene que ver con lo animal. El animal trae misterio. Y, de alguna manera, sin ningún tipo de sentido peyorativo ni negativo, Curro responde de forma animal. Porque el toreo es una especie de compenetración animal de la que Curro es su máximo exponente. Y es una maravilla que, simplemente, dos o tres frases que Curro nos brinda den, efectivamente, con la clave de la película. Porque yo creo que esa sensación de arte y misterio la está dando la película entera y lo que viene Curro es a bendecirla. Viene a ser algo así como el oferente: yo ofrezco esa idea y la película viene a desarrollarla. Y fue una maravilla que se hubiera podido producir ese encuentro. Estoy muy de acuerdo cuando lo dice y yo añado: “¡Y, sobre todo, tú, Curro!”. Porque él es el que mejor expresa, a lo largo de su carrera, esa sensación de arte y misterio. Y otra idea que está mucho en la película, y que se dice explícitamente, es la animalidad del arte, cómo hay un arte, con el que el flamenco tiene muchos puntos de contacto, que viene más de posiciones animales que intelectuales, en las que prima mucho más el instinto que el intelecto.
PEDRO G. ROMERO: A mí me gusta mucho ese momento, grabado, por las circunstancias, en modo casi guerrilla cinematográfica, porque Curro lo dice sin querer decirlo. Porque lo que Curro lo que viene a decir es que del tema no se puede hablar, es casi wittgensteiniano. Por un lado, es animal, pero yo veo lo animal como algo no exactamente separado de lo intelectual, sino como una manera de entender el lenguaje. Y es casi wittgensteiniano porque él dice que no quiere hablar de eso, que él no quiere decir nada, en el sentido en que Wittgenstein decía que “de lo que no se puede hablar, mejor callarse”, porque la cuestión del arte es un misterio. Y es muy importante que Gonzalo lo repita como un eco y le diga eso de “y, sobre todo, tú”. Ese doble juego de, al final, como dicen muchos filósofos, que la proposición de Wittgenstein era casi como una mística, que dice muchísimo llamando al silencio, eso en la película tiene ese efecto, que ha contado Gonzalo, de núcleo duro que se va moviendo. Pero, como digo, es muy importante la repetición que Gonzalo hace de la frase, y que a Curro casi le sacan a la fuerza, por decirlo de alguna forma, las palabras porque él, en principio, es muy reacio a hablar, posiblemente por esa idea un poco romántica de que el arte es un misterio y que no hay nada que hablar respecto a ello. Fíjate tú los taurinos, que se pasan casi hablando más que toreando, porque corridas hay muy pocas. Pero hay algo ahí muy potente, en esa aparición fantasmática… Hay también algo de bendición para el rodaje, algo que confirmaba lo que estábamos haciendo. En el rodaje, sucedieron muchas cosas, encuentros fortuitos, situaciones especiales, que parecía que nos iban diciendo que íbamos bien, que íbamos por el buen camino.
GONZALO GARCÍA-PELAYO: E intentando estar siempre, también, muy atentos a lo que ocurriera. Es decir, lo de Curro era absolutamente impensable. Nosotros estábamos en la calle, con una vaca muy grande, y él está comiendo en un restaurante que está ahí al lado y le pedimos muy respetuosamente si quiere intervenir. No nos lo asegura mucho pero, de repente, sale. No nos da tiempo con las dos cámaras “oficiales” que tenemos para rodar, porque nos pilla un poco de sorpresa, pero es la tercera cámara, la que está haciendo el making of, la que filma ese momento. Porque el concepto de making of es muy importante. En esta película y en otras muchas. Porque es una especie de “defensa escoba” del fútbol (que creo que fue una idea que introdujo Helenio Herrera en el Inter de Milán): si un delantero se te escapa, siempre hay un último defensa que viene rápidamente a tapar el agujero que se ha producido en otro sitio. Esto es parecido. La cámara que está para el making of es la que acude. Como también acude cuando aparece la señora que habla con Rudolph Rostas ‘Janek’ porque es algo improvisado y no esperábamos que esa señora fuera a tener ese punto. Y es la señora que montamos en paralelo con el discurso que está produciéndose en la entrevista con Silvia Pérez Cruz y la bailaora Rocío Molina. Pero lo de Curro fue espectacular. Esa cámara de making of hubiera estado justificada solo por ese momento.
CINE ARTE MAGAZINE: Me gustaría, ahora, centrarme no tanto en el fondo
de la película como en la forma. Parto de considerar Nueve Sevillas como película andaluza. El cine andaluz en sus
orígenes (el de cineastas como Miguel Alcobendas, Nonio Parejo y el mismo cine
de Gonzalo) y, después, el más independiente, siempre ha sido un cine, desde un
punto de vista estético, muy “guerrillero”, que ha solido utilizar un lenguaje
tenso y convulso. En este sentido, hay dos cosas que me llaman mucho la atención
de vuestro documental. El primero, que la película (salvo los dos momentos
citados en que predomina la improvisación) destila una enorme serenidad. El
segundo, se refiere a la sencillez de su forma. Tú, Gonzalo, admiras mucho a
Paulino Viota y este, cuando habla de su película Contactos (1970), comenta que pretendió hacer lo mismo que
hizo Jorge Oteiza con las esculturas de los apóstoles de la fachada de la
basílica de Aránzazu: realizarlos de la forma más simple posible, que, incluso,
esa forma fuera claramente perceptible para el espectador. Y creo que Nueve Sevillas también bebe de esa
intención. ¿Qué me podéis decir respecto a todo ello?
PEDRO G. ROMERO: Hay una cosa cuando estaba haciendo los carteles, es decir, antes de plantearme que iba a hacer esta película, que era que ya para mí una de las influencias decisivas era Vivir en Sevilla, la película de Gonzalo. Me parece una obra maestra y casi me parece la obra maestra del arte español de su tiempo. En esa fecha, me parece una cosa absolutamente magistral a la que Nueve Sevillas le rinde homenaje todo el rato y le debe mucho. Pero le debe mucho más allá de esos homenajes. Por ejemplo, en su manera de entender los paseos, que aquí también sacamos de los personajes. Pero yo también he escogido Vivir en Sevilla porque, para mí, las películas de Gonzalo tienen una cosa muy particular que resulta difícil de explicar y es que son muy de flamenco, son cine flamenco. No son de flamenco porque en un momento dado, por ejemplo, salga Farruco sino por el entendimiento de hacer cine, tú lo has llamado andaluz, de un modo de hacer que yo considero propio del flamenco o, al menos, de cierto flamenco. Porque en el flamenco no hay un solo modo de hacer pero sí que tiene ciertas cualidades particulares. Y fíjate tú, has hablado de Paulino Viota y de Paulino Viota has pasado a Oteiza, a los retratos de los apóstoles de Aránzazu, y Oteiza, en ese momento, escribe un libro que salió más tarde, en los años 90, que se titula Goya mañana, y en el que confiesa que estaba totalmente imbuido, por una serie de razones, por la estética de lo jondo: por su devoción por Val del Omar, por un lado, y, por otro, por haber leído toda una serie de obras sobre estética jonda… Y, de hecho, cuando él crea su estética vasca, lo que hace es traspasar muchos elementos que había leído en libros de flamencología a su idea de lo jondo. A los vascos les cuesta mucho admitirlo, pero hay gente que, en la apertura de los archivos de Oteiza, está estudiando precisamente eso. Entonces, hay algo de esa mezcla de calma y violencia, que es muy propia del flamenco, que está en Nueve Sevillas. La idea básica era que hubiera dos cámaras, que siempre hubiera dos personajes, que uno animara al otro, que caminaran por la ciudad… Realmente, no hubo planificación sino que se trataba de construir situaciones, de avanzar, de representar esa cosa reposada que puede llegar a tener el que vive en la ciudad… Muchas de las cosas que has dicho se superponen, como capas de cebolla, tal como he dicho antes… En cierto modo, es una película que huye de la virulencia en el montaje porque esa virulencia entra en las actuaciones de los artistas. Pero, todo el rato, todos los personajes representan otra forma de entender el tiempo. Hay permanentemente como dos temporalidades. Hay una temporalidad que es la del paseo y otra que es la de la actuación. Y hacer que convivieran las dos era bastante importante y yo estoy muy contento de cómo la película administra esas dos temporalidades.
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Se podría decir que en Nueve Sevillas hay un quejío pero un quejío reposado, sereno, calmado?
PEDRO G. ROMERO: Se podría decir que sí. Hay un entendimiento del quejío flamenco que no tiene que ver con el grito, con el desgarro, con la forma de un Agujetas, sino que tiene que ver también con una manera de cantar más como un Antonio Mairena o un Sernita de Jerez. Tiene que ver más con el conocimiento de Sernita o de La Paquera, que tienen una gran potencia de voz pero no es el grito desgarrado que se convierte casi en una imagen de la protesta que es el rasgo de Agujetas. Creo que lo que hay es muchas formas de ese quejío melismático. Creo que, en algún momento, se atisba también el grito pero, sí, en general, hay como algo que podríamos denominar serenidad. En realidad, lo que la película pretende, y por eso pensamos que la duración de dos horas y media está muy bien (aunque a algunas gentes de la industria les pueda parecer larga), es reivindicar otro tiempo. Porque si el flamenco persigue alguna cosa, como arte que es, es la necesidad de superponer otro tiempo al vertiginoso nuestro de cada día.
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Respecto al quejío, se me ocurre mencionar los dos versos que abren un tema fundamental de la música andaluza como es Aires de la Alameda, del grupo Alameda, que abre también mi película Corridas de alegría, y que dicen: “Quejío, dentellada de seda”.
CINE ARTE MAGAZINE: Nueve Sevillas,
el título del documental, ya conlleva una fuerte carga de mensaje en el sentido
de afirmar que no hay una única Sevilla, esa “Sevilla Eterna” de la que hablaba
Luis Ortiz Muñoz y a la que nos referimos en nuestra reseña, sino que se viene
a decir que hay otros lugares que son visitados para demostrar que también son Sevilla
y que, por tanto, Sevilla no solo hay una. Creo que también esa idea está muy
presente en esa declaración de Gonzalo cuando afirmó que no había habido muchos
abucheos que él esperaba que sí se hubieran producido…
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Bueno, habrá que esperar a que se estrene en un cine comercial en Sevilla. Hasta ahora, se podría decir que hemos estado jugando en “casa”. Hemos jugado en nuestro campo, con los socios de nuestro club. Vamos a ver cuando los socios del otro club, que siempre hay rivalidades en Sevilla, se puedan manifestar en un cine de estreno. Porque ya hubo polémica con el cartel, hay polémica con muchos artistas que aparecen en la película y que el mundo clásico flamenco no acepta… Bueno, no adelantemos acontecimientos… Vamos ganando en casa tres a cero, veremos cuándo tengamos que jugar en algún estadio de afuera…
CINE ARTE MAGAZINE: Con eso, me confirmas que tú piensas que hay una
tesis “provocativa” en la película…
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Sí, sí… El romper un poco el único modelo de Sevilla es una provocación y, sobre todo, la provocación de la selección de artistas que Pedro ha hecho, incluso la selección de temas, el ver a Perrate cantar una letra absolutamente dadaísta… Vamos a ver las reacciones cuando la película esté al alcance de cualquier crítico o cualquier comentarista. Pero ojalá que siga con la aceptación que ha tenido hasta el momento. Yo estuve en las tres sesiones del Festival y hubo una gran aceptación en la primera, que vamos a decir que fue muy “nuestra”, pero también en las dos posteriores, que ya no fueron tan “nuestras” como la primera, que estuvieron más abiertas al público, pero en las que también se notó una gran aceptación. También tendremos que ver cómo se aceptan no solo las tesis de la película sino también sus planteamientos artísticos, que son muy novedosos. Si se aceptan como tales, la Bienal de 2018 pasará a ser histórica y la película pues tendrá un poco el haber dejado esa semilla para el futuro, un poco como otros momentos clave del flamenco como la introducción de un nuevo instrumento, etc. El tiempo dirá si la película está de verdad sembrando una semilla para toda la historia del flamenco con las tesis de Pedro y las tesis de los artistas seleccionados.
PEDRO G. ROMERO: Hay algo que decía Gonzalo mucho y es que esta película haya quienes la consideren una obra maestra y quienes la consideren una mierda pero que no haya término medio. Eso está muy presente en la voluntad de construcción de la película. Y si hablamos de una película radical, está bajo ese paraguas. Aparece esa frase de Bergamín que dice que “buscar la raíz es una forma subterránea del aéreo irse por las ramas” y, en ese sentido, también es una película radical y densa. Pero, para mí, Vivir en Sevilla también fue una película radical y densa. Trueba escribió entonces aquello de que le parecía pedante. Pero era una película que bebía de Godard y que no tenía miedo de intentar introducir otros elementos narrativos en una película, de complejizarla, de meter documentales de los sucesos de la ciudad, de sucesos políticos, de sucesos de delincuencia, en medio de la narración principal, de meter textos… Entonces, yo espero que Nueve Sevillas levante pasiones en todos los órdenes de cosas, en lo que es el flamenco, en lo que es el propio cine… Y creo que, hasta ahora, va bien. Ha habido dos críticos que acudieron que a uno le ha gustado mucho y a otro no le ha gustado nada… Me parece algo estupendo, será algo que seguirá animando la película porque yo, por muchas razones, pienso que va a ser una película de larguísimo recorrido. Como dice Gonzalo, es una película que se puede ver muchas veces. Pero también es una película que seguirá hablando durante mucho tiempo de cine, de flamenco y hay algo que me congratula, que ha habido dos o tres personas que la han visto que, quizás, no sean expertos en cine pero sí son grandes aficionados al flamenco y que, a pesar de las discrepancias que tenemos entre nosotros, les ha gustado mucho y piensan que hay una potencia grande en lo que la película se cuenta.
Dos tiempos en la actuación de Rosalía en Nueve Sevillas: su silencio inicial y, después, cuando rompe a cantar...
CINE ARTE MAGAZINE: Si tuvierais que decir algo a un espectador
potencial sobre Nueve Sevillas con el
fin de convencerlo para que vaya a verla a los cines, ¿qué sería?
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Yo le diría que la película tiene una vocación de ser antológica, por los conocimientos de Pedro, por la elaboración del guion y por todos los elementos que hay en ella. Y, como tal película antológica, ya llevas mucho conocido de Sevilla y del flamenco si ves la película. Es decir, que es una película como una especie de ensayo grande y yo creo que bastante profundo sobre lo que es el flamenco y sobre lo que es Sevilla. Yo creo que el Ayuntamiento, en el futuro, tendría que tener en alguna repisa una copia del film para tenerla un poco como muestrario de cómo se veía Sevilla en 2018 y, de alguna manera, da esa visión desde diferentes ángulos, desde distintas tomas de diferentes tipos recogidas en distintos momentos, desde diversas maneras de ver Sevilla, todo ello desde una perspectiva antológica, no solo por la imagen sino también por el sonido, por los títulos, por los intertítulos, por todo lo que se está comentado. Y lo mismo digo en relación al flamenco. Si el flamenco rompe a partir de la bienal de 2018, rompe por las vías que el documental propone y, entonces, Nueve Sevillas será una película antológica y una película histórica.
PEDRO G. ROMERO: Pues un poco en la línea de lo que dice Gonzalo, a mí me gusta un término que utilizan los flamencos y es el de “enciclopédico”. Suelen decir: este cantaor es “enciclopédico”. Pues la película tiene algo de enciclopédico, de antológico como dice Gonzalo, y, en el mismo golpe, se dan a la vez ensayos sobre qué es Sevilla y ensayos sobre qué es flamenco. Ensayos en el sentido literario del término, en los que también hay pequeños elementos narrativos, pequeños elementos de ficción, lo cual no tiene contradicción con el documental. Tiene esa vocación de construcción de un lenguaje de forma que la película hablara en flamenco y, en ese sentido, me parece que el espectador se va a encontrar con esas dos introducciones a lo que es Sevilla y a lo que es el flamenco.
CINE ARTE MAGAZINE: Pues, para acabar, nos gustaría saber si tenéis
algún proyecto para el futuro que nos podáis contar…
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Yo estoy preparando una película para la que he conseguido financiación del ICAA, del mismo modo que lo consiguió Nueve Sevillas, tenemos apoyo del Ministerio de Cultura, y quiero rodarla a finales de la primavera próxima entre España, Portugal y Argentina. Es una historia de amor que transcurre en catorce paisajes diferentes. Aquí, la localización tendrá mucha importancia como la tuve en Frente al mar, ya que lo que sería un elemento inicialmente secundario cobra, de repente, una gran importancia protagonista (por encima de la historia, por encima del guion, por encima de los actores), como llega a tenerla mucho más de lo normal, por ejemplo, la música en Manuela o el vestuario en Copla. Pero aquí las localizaciones van a tener una importancia fundamental porque en mis viajes recientes los he considerado maravillosos, que nunca han aparecido en cines y que los quiero poner, digamos, como fondo de estas secuencias aunque sea forzando un poco la cosa. No se trataría de un documental sobre esos paisajes sino que los mismos estarían integrados en una narración aunque cueste trabajo meter una narración para que ocurra en esos sitios específicos.
PEDRO G. ROMERO: A mí, hay un montón de cosas de esta experiencia que me han parecido importantísimas, que me han parecido claves y que me han entusiasmado. A mí siempre me han interesado los trabajos de la producción. Por ejemplo, para mí siempre ha sido un modelo el famoso proyecto de Walter Benjamin del artista como productor y, de pronto, veo que en el campo del cine se da plenamente y no hay que ir dando explicaciones, como me pasa muchas veces en el terreno de las artes plásticas, intentar que la gente entienda la importancia de la producción y la voz colectiva que siempre existe dentro de la producción. Con lo cual, estoy muy decidido en seguir en esas trazas. En el 2019, filmé con Isaki Lacuesta un concierto para caballos que hice en San Pietro in Montorio, en Roma, una historia complicada en la que estaban Pepe Habichuela, Alfredo Lagos, Refree, María Marín y otros guitarristas… Y en febrero-marzo, voy a graba una serie de pequeñas escenas documentales, la película también tendrá un carácter ensayístico y tendrá que ver con un entendimiento de la mirada, de seguir buscando la mirada de lo animal y que creo que se llamará Los caballos y que espero que salga adelante en este 2020.
Y, ahora, viene la gran sorpresa de esta entrevista, una gran exclusiva en toda regla…
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Pues yo le tengo que proponer una cosa a Pedro. Mira, cuando hablamos del estreno de Nueve Sevillas, una sobrina mía de Jerez, un poco celosa, me dijo: “Tío Gonzalo, en Jerez, hay más flamencos y más caballos que en Sevilla. ¿No se te ocurre hacer una segunda parte de Nueve Sevillas en Jerez?”. Entones, con mi sobrino, Josema García-Pelayo, que tiene una productora, hemos hecho una especie de sinopsis de una posible película que podría llamarse (si a Pedro le parece, porque evidentemente tendría que ser un proyecto de continuidad de Nueva Sevillas) Seis Jereces.
Pedro G. Romero sonríe.
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Seis Jereces porque, así, sería menos larga y también porque Jerez tiene menos habitantes que Sevilla. Tengo una especie de proposición de Josema que, si quieres, Pedro, te la envío, y tú me dices si te montarías a este proyecto, que lo desarrollaría esta productora de Jerez, y sería repetir la fórmula de Nueve Sevillas. Igual que Saura hizo veinte películas después del éxito de Flamenco. ¿Te atreverías a continuar la racha de Nueve Sevillas con Seis Jereces?
PEDRO G. ROMERO: Yo estoy por Siete Jereces porque soy mucho de los números impares. Vamos, que pueden ser cinco… Pero “siete” y “j” me van muy bien. Me encantaría porque sería un intento de poder penetrar también en Jerez, que tiene un entendimiento del flamenco y del cante muy particular. A priori, te diría que sí pero tendría que ser el año que viene…
GONZALO GARCÍA-PELAYO: Estamos pensando que podría ser para el festival de este año, que lo han retrasado a mayo, o para febrero del año que viene, 2022…
PEDRO G. ROMERO: Eso me vendría bien…
Pues creo que es la primera vez que, en plena entrevista, se asiste en directo al nacimiento de un nuevo proyecto cinematográfico. Así que no solo creo que hemos despertado el interés por Nueve Sevillas sino que nace en nosotros el suspense sobre si Seis o Siete Jereces llega al fin hacerse realidad. Tratándose de dos personalidades tan volcánicas como las de Gonzalo García-Pelayo o Pedro G. Romero, todo es posible…
LOS NUEVE PERSONAJES DE NUEVE SEVILLAS:
Pastora Filigrana
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