ATLÁNTIDA FILM FEST 2020 (3)


Hoy, comentamos otras doce películas que forman parte de nuestra selección de mejores títulos que estamos pudiendo ver en la presente edición del Atlántida Film Fest 2020.

- Sección MEMORIA HISTÓRICA

Truth and Justice de Tanel Toom


CALIFICACIÓN:  

Truth and Justice es una película estonia y solo eso podría ser, como La venganza de los cuarenta y siete samuráis (1941), El intendente Sansho (1954) y La emperatriz Yang Kwei Fei (1955) de Kenji Mizoguchi son películas japonesas, Heimat (1984) de Edgar Reitz lo es alemana, El gatopardo (1963) de Luchino Visconti, Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci y La mejor juventud (2003) de Marco Tullio Giordana lo son italianas, Las uvas de la ira (1940) de John Ford y Caballero sin espada (1939) y Juan Nadie (1941) de Frank Capra lo son estadounidenses y El Sur (1983) lo es española. Quiero decir  con esto que, más allá de la acción, la trama y los personajes, todas ellas son películas que intentan hallar, captar y transmitir aquello que se denomina "esencia de un país". Para alcanzar tal propósito, Truth and Justice adapta la novela homónima de Anton Hansen Tammsaare (1878-1940), la cual es considerada la obra maestra de la literatura estonia y lleva de la mano al espectador por un recorrido de más de veinte años durante el último cuarto del siglo XIX para mostrarnos el enfrentamiento entre dos agricultores por una rivalidad que el paso del tiempo no deja de acrecentar. Mientras el argumento se desarrolla, nuestra percepción del protagonista irá cambiando y nuestra simpatía inicial se irá transformando a la vez que aquel se va deslizando por la senda del rigorismo y la intransigencia.

Heimat is a Space in Time de Thomas Heise


CALIFICACIÓN:  

Si en el caso de Truth and Justice hablábamos de una película que intenta hallar la "esencia de un país", algo parecido intenta hacer este documental para el caso de Alemania. Casi cuatro horas de metraje para llevar a cabo un viaje desde 1912 hasta prácticamente nuestros días en los que el director, Thomas Heise, recopila todo tipo de documentos familiares (cartas, diarios, informes oficiales, grabaciones...) para intentar reconstruir las biografías y circunstancias de sus ascendientes y, al mismo tiempo, trazar una visión crítica sobre la evolución de su propio país. La línea implícita que va articulando con gran sutileza el discurso es contemplar Alemania desde la perspectiva, en última instancia, de los perdedores, considerando estos como todas aquellas personas que lucharon por el triunfo de unos valores pero contemplaron cómo fueron otros diferentes los que acabaron triunfando e imponiéndose. De este modo, Heimat is a Space in Time acaba siendo la disección de una deriva en la que Alemania, según el punto de vista del film, acabó decantándose por las opciones más egoístas y materialistas y dejó de lado visiones con mayor amplitud de miras.

Last and First Men de Jóhan Jóhansson


CALIFICACIÓN:  

Uno de los empeños que se intuyen en el cine actual más alternativo es intentar explorar el género de ciencia-ficción sin tener que recurrir a grandes presupuestos y costosas estructuras de producción. Y ello es lo que intenta hacer esta película islandesa, debut en la dirección del compositor Jóhan Jóhansson (autor, entre otras, de las bandas sonoras de Prisioneros –2013– y Sicario –2015– y La llegada –2016–de Denis Villeneuve y La teoría del todo –2014– y Un océano ante nosotros –2017– de James Marsh) y que adapta una novela de Olaf Stapledon, la cual fue elogiada por Jorge Luis Borges.  Last and First Men se articula a través de dos niveles lingüísticos: por un lado, la lectura de un largo texto (interpretado por Tilda Swinton, por lo que es imprescindible ver la película en versión original) en el que una representante de la humanidad futura relata a otro de la humanidad al comienzo de su existencia, a través de una conexión telepática, cuál es la situación del ser humano en el porvenir, con el fin de que ello sirva para introducir cambios en la Historia que sirvan para resolver los problemas futuros; por otro, un despliegue de imágenes fascinantes, correspondientes a esculturas existentes en los Balcanes y que corresponden a monumentos ordenados levantar por Tito en homenaje a los partisanos que lucharon contra las potencias del Eje en la II Guerra Mundial. La interacción de ambos niveles da lugar a una interesante experiencia visual e intelectual en la que dichos monumentos van trazando un sorprendente paralelismo con las palabras que el texto leído va desplegando. Película sin actores, y que no se sabe si definir como documental o ficción, constituye un film inclasificable que es difícil olvidar por su carácter de rareza y exploración en terrenos cinematográficos ignotos.

Dirty God de Sacha Polak


CALIFICACIÓN:  

Es difícil recordar en el cine a un personaje tan profundamente desvalido como el de la chica protagonista del film británico Dirty God. Interpretado prodigiosamente por la actriz Vicky Knight, esta da vida a una joven cuya cara y su cuerpo sufren las cicatrices derivadas de haber sido atacada con ácido por su antigua pareja. Siendo madre de una niña pequeña, la chica tendrá que hacer frente a su condición de madre de una niña pequeña, a sus problemas con su propia madre, a las tensiones con la familia de su antigua pareja, al rechazo que genera su aspecto físico, a las dificultades de su entorno laboral y, en general, a la incomprensión y hostilidad de la mayor parte de gente que la rodea. Por todo ello, la protagonista se aferrará a unas pocas relaciones personales que le servirán para sostenerse en medio de una situación límite. Realista y contundente sin caer en ningún tipo de exceso sentimentaloide, Dirty God viene a ser el retrato de la generación formada por los nietos del thatcherismo, que han de vivir de forma mucho más precaria que lo que lo hicieron sus padres y sus abuelos y sin ningún tipo de horizonte vital que les permita pensar que las circunstancias van a poder cambiar en algún momento.

Que se haga la luz de Marko Skop


CALIFICACIÓN:  

Esta película eslovaca, ligera y socarrona al principio, va adquiriendo poco a poco enjundia conforme avanza su metraje, para acabar explicando cómo un movimiento ideológico de corte extremista puede irse abriendo camino poco a poco en el seno de una comunidad hasta controlarla totalmente. Porque eso es lo que vive el protagonista del film, un emigrante eslovaco que trabaja en Alemania y que, al volver a la pequeña localidad que vive junto a su familia, su mujer y sus tres hijos, con motivo de las fiestas navideñas, va descubriendo cómo su hijo se ha introducido en un misterioso grupo llamado La Guardia y que las actuaciones del mismo resultan hartamente peligrosas. Conforme avanza en sus descubrimientos, iniciados por el suicidio de un compañero de su hijo mayor, se dará cuenta de que dicho grupo no es más que la punta del iceberg de un entramado mucho más amplio y arraigado. Por debajo de su aparente sencillez, Que se haga la luz termina siendo una implacable disección de cómo las fuerzas nacionalistas y de extrema derecha están avanzando en los países del Este europeo.

Scandinavian Silence de Martti Helde


CALIFICACIÓN:  

El director estonio Martti Helde parece sentirse atraído por las imponentes construcciones visuales que subyugan al espectador más allá del contenido e intensidad de la trama que desarrollan. Ya ocurrió en In the Crosswind (2014), con esa historia de los refugiados en época de Stalin relatada a través de una sucesión de estremecedoras postales congeladas de colosal preciosismo estético y lo ha vuelto a hacer en Scandinavian Silence, una historia familiar protagonizada por dos hermanos en la que apariencia y realidad chocan para acabar contándonos la verdad. Porque lejos de ser un mero título bonito, lo de Scandinavian Silence se refiere a un silencio poblado de significados, de palabras no pronunciadas pero claramente expresadas, de verdades que no se atreven a decir pero que sí pueden ser insinuadas sin ambigüedad. Aun cuando el cine de Helde siempre corre el peligro de ser visualmente esplendoroso pero con un contenido narrativo y dramático que luce a un nivel ostensiblemente inferior, el conjunto resulta tan hipnótico que acaba resultando atrayente para cualquier cinéfilo tentado por propuestas imposibles que juegan sistemáticamente al borde del abismo.

- Sección FOTÓGRAFOS EN GUERRA

La mafia no es lo que era de Franco Maresco


CALIFICACIÓN:  

Resulta muy difícil imaginar lo que te vas a encontrar antes de empezar a ver La mafia no es lo que era, un documental que muestra distintos aspectos de la Sicilia actual. Con motivo del aniversario de los atentados contra los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borselino, el director llega a Palermo para asistir a los homenajes conmemorativos y nos muestra cómo la mayoría de la población se niega a rechazar a la mafia y no manifiesta ninguna simpatía por los jueces asesinados por la Cosa Nostra. Para indagar en dicha realidad, Franco Maresco se acompaña de dos personajes radicalmente opuestos que cumplen una función de cicerones improvisados. Por un lado, la fotógrafa Letizia Battaglia, una reportera bregada en combatir y denunciar los crímenes de la mafia. Por otro, Ciccio Mira, un empresario musical extravagante y estrafalario cuya posición resulta tan ambigua como desconcertante. La increíble galería de artistas que forman parte del elenco del empresario, lejos de su carácter risible, acaban representando todo un diagnóstico de un lugar en el que el crimen organizado sigue imponiendo su ley y solo los que están dispuestos a no protestar y a resignarse por la situación encuentran hueco y acomodo.

Sympathy for the Devil de Guillaume de Fontenay


CALIFICACIÓN:  

Sympathy for the Devil nos traslada al Sarajevo sitiado por las tropas y paramilitares serbios en 1992 y  a la labor en ese entorno tan desolador del fotógrafo francés Paul Marchand. Paul Marchand se nos muestra (en la magnífica interpretación de Niels Schneider, que añade esta película a Back Home, película del Atlántida Film Fest 2020 en la que también realiza una gran actuación) como un personaje áspero, a veces poco agradable por su arrogancia y autosuficiencia, en ocasiones entrañable por sus gestos humanitarios, señal de que la apariencia que muestra a los demás es una fachada que oculta sus verdaderas condición e idiosincrasia. Sympathy for the Devil es un retrato de una situación bélica, ante la que la comunidad internacional se mostró impotente e ineficaz, demasiado reciente como para caer en el olvido y una reflexión sobre cómo mantener la imparcialidad resulta imposible en determinadas ocasiones ante una punzante situación que invita, hasta a la persona menos sensible, a la implicación exigente y decidida.

- Sección MUROS Y FRONTERAS

Motherland de Tomas Vengris


CALIFICACIÓN:  

El director lituano Tomas Vengris ha participado en el montaje de dos películas de Terrence Malick, Knight of Cups (2015) y Song to Song (2017). Y, sobre todo en la primera mitad de Motherland, su opera prima en el largometraje, se observa la influencia del genial creador estadounidense. Tanto desde el punto de vista formal como, sobre todo, por la intención de trascender el argumento y reflejar con plena sensibilidad los sentimientos y emociones de los personajes y la interacción de estos con la realidad y, sobre todo, con la naturaleza. Con este espíritu, Vengris se adentra en la Lituania inmediatamente posterior a la disolución de la Unión Soviética a través de los ojos de un adolescente, criado en Estados Unidos, y que acompaña a su madre a su país natal, donde viaja con la intención de recuperar una granja y unos terrenos que habían pertenecido a sus padres. Película que viene a ser desde el punto de narrativo casi como un estricto film "coming of age", posiblemente su exceso de ambición le impida resolver adecuadamente todos sus flecos narrativos en la segunda mitad de la cinta, pero deja sin duda al espectador un poso agradable y hondamente reflexivo en su lúcido escepticismo.

- Sección CONTROVERSIA

Bird Talk de Xawery Zulawski


CALIFICACIÓN:  

Estamos, sin duda, ante la película más delirante del festival, una propuesta alocada y desquiciada que, por debajo de su aparente caos, esconde una incisiva y ácida mirada sobre la realidad de Polonia. El director polaco Andrzej Zulawski (cuyas películas más conocidas en España son La posesión –1981–, protagonizada por Isabelle Adjani y Sam Neill, y La mujer pública –1984–, protagonizada por Valérie Kaprisky) falleció en 2016, dejando sin rodar este guion que ahora ha llevado a la pantalla su hijo Xawery. Bird Talk tiene una estructura libérrima en la que las distintas capas temáticas se entremezclan sin orden ni concierto. La crítica a la ideología nacionalista y conservadora que gobierna el país y a la situación social polaca, su visión satírica pero devastadora sobre la imposición de los mecanismos autoritarios del grupo sobre el individuo, la reflexión sobre el sentido y la naturaleza del cine y el homenaje implícito del hijo a su padre se van alternando de secuencia en secuencia no dejando al espectador ni respiro ni descanso. Conforme el metraje avanza, el film parece irse disolviendo como expresión, quizás, de que el séptimo arte, siendo algo serio, se resiste no obstante a ser encorsetado, sistematizado o reglamentado y solo encuentra su máxima potencia expresiva en la ausencia de reglas y rígidos esquemas previos.

The Foundation Pit de Andrei Gryazev


CALIFICACIÓN:  

Este documental ruso podría hacer una perfecta sesión doble con otro documental de dicho país, The Road Movie (2016) de Dmitrii Kalashnikov, en la cual se mostraban imágenes tomadas de internet de diversos accidentes e incidencias de tráfico. En esta ocasión, The Foundation Pit (es decir, el "pozo de cimientos", algo que, como veremos al principio del film, da mucho juego en los telediarios rusos) recopila toda una serie de protestas de ciudadanos de diversos lugares del país también tomadas de internet y que reflejan la deteriorada situación social y económica para la que parece haber pocas salidas o soluciones y que resulta, en muchos casos, crónica y endémica. La sucesión incesante de personas indignadas con la ineficacia del gobierno se convierte en el mejor medio de denuncia de una realidad que los mecanismos autoritarios del régimen de Putin pretende ocultar.

- Sección IDENTIDAD

Sex de Amalie Næsby Fick


CALIFICACIÓN:  

Esta serie danesa de seis capítulos, con una media de duración de 12 minutos por episodio, retrata con agilidad y frescura la nueva visión que va echando raíces y ganando terreno sobre la sexualidad y las relaciones sentimentales. Con una historia que gira en torno a la incierta situación de la relación sentimental que mantiene la protagonista, la ligereza del formato permite ver esta serie son facilidad y acaba convirtiendo esta propuesta en una deliciosa miniatura que, hablando de los tiempos actuales, termina hablando, en realidad, de los sentimientos  y las dudas emocionales de siempre.




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