Hoy, publicamos la reseña de Su último deseo, película estrenada recientemente en Netflix.
TÍTULO: Su último deseo. TÍTULO ORIGINAL: The Last Thing He Wanted. AÑO: 2020. NACIONALIDAD:
Estados Unidos. DIRECCIÓN: Dee Rees. GUION: Dee Rees y Marco Villalobos,
adaptando una novela de Joan Didion. MONTAJE: Mako Kamitsuna. DIRECCIÓN DE
FOTOGRAFÍA: Bobby Bukowski. MÚSICA ORIGINAL: Tamar-kali. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Anne Hathaway, Ben Affleck,
Rosie Perez, Willem Dafoe, Edi Gathegi, Mel Rodriguez, Onata Aprile, Toby Jones,
Carlos Leal, Ben Chase, Julian Gamble. DURACIÓN: 115 minutos. PÁGINA WEB
OFICIAL: https://www.netflix.com/title/80245076.
Hay toda una serie de hitos
creativos que, a partir de 1945, cimentaron la que podríamos denominar
“narrativa de la Guerra Fría”. En el terreno literario, son fundamentales los
nombres de Graham Greene y John Le Carré, quienes establecieron, por un lado, el
marco de dilemas morales que planteaba la utilización de tácticas y estrategias
que contradecían los principios que se pretendía defender y, por otro, el clima
turbio y opaco que nacía de maniobras ambiguas, operaciones inconfesables, alianzas
con el diablo y de la existencia de dobles o triples juegos que se convertían
en jeroglíficos indescifrables. En el terreno cinematográfico y televisivo, ahí
están las adaptaciones de las obras de los dos autores británicos antes
citados, como El tercer hombre (1949)
de Carol Reed, El americano tranquilo (1958)
de Joseph L. Mankiewicz, Nuestro hombre
en La Habana (1959) de Carol Reed o El
factor humano (1979) de Otto Preminger, en relación a Greene, y El espía que surgió del frío (1963) de
Martin Ritt, la serie Calderero, sastre,
soldado, espía (1979) de John Irvin, La
chica del tambor (1984) de George Roy Hill, La casa Rusia (1990) de Fred Schepisi y El topo (2011) de Tomas Alfredson, en relación a Le Carré. Pero no
nos debemos olvidar de un título tan emblemático como Con la muerte en los talones (1959) de Alfred Hitchcock y de otros
no tan renombrados pero también significativos como Topaz (1969), también de Hitchcock, Funeral en Berlín (1966) de Guy Hamilton o El juego del halcón (1989) de John Schlesinger. Todo este conjunto de
títulos acababan mostrando la soledad y el desconcierto del individuo
(indefenso a pesar de todas sus cautelas y precauciones) frente a una realidad
compleja e intraducible que le abruma, le desborda y le supera. De ese
espíritu, surge Su último deseo, que
se aproxima, tal como en su día hicieron Bajo
el fuego (1983) de Roger Spottiswoode y Salvador
(1986) de Oliver Stone, a un momento muy concreto de la Guerra Fría entre
Estados Unidos y la Unión Soviética, el de la aparición de movimientos
guerrilleros en Centroamérica y el triunfo de los sandinistas en Nicaragua.
Anne Hathaway da vida a una
periodista que, junto a una compañera de redacción (Rosie Perez), investiga el
origen de las armas que inundan los conflictos bélicos en los países
centroamericanos. Apartada por su periódico de la investigación debido a
presiones gubernamentales, el reencuentro con su padre (Willem Dafoe) le
supondrá descubrir una pista inesperada que la llevará a una conspiración
borrosa y fantasmal, de perfiles difusos e inidentificables, en la que será
incapaz de discernir quién está de su parte y quién está contra ella. Los
puntos fuertes de Su último deseo son,
por un lado, su atmósfera de confusión y perplejidad, heredada de los títulos
clásicos que antes hemos citado, y que podría desconcertar a muchos
espectadores que esperarían una película de acción de corte más clásico, pero
que resulta absolutamente eficaz en su retrato de una acción política llevada a
cabo subrepticiamente lejos de los focos de los medios de comunicación y de la
atención de la opinión pública y, por otro, en la precisa y aguda
caracterización de los personajes que conforman la trama: una Anne Hathaway que
encarna a una periodista que tiene que adquirir certezas en medio de la niebla espesa
de los datos contradictorios a la vez que tiene que lidiar con unas relaciones
complicadas con su padre y con su hija, un Willem Dafoe que es un comerciante
de mercancías problemáticas y que tiene que afrontar cómo su memoria se va
evaporando poco a poco, un Ben Affleck que es un funcionario del gobierno que
tiene que mostrar mil caras y multitud de intenciones, un Toby Jones que
encarna a un anfitrión chispeante que acaba por revelar su lado siniestro… Todo
ello convierte a Su último deseo en
una película densa, absorbida por un clima insano de doblez y falsas
apariencias, que, en su retrato de cómo el ser humano individual se ve
aplastado por el poder de los estados y la acción de los gobiernos, acabaría
por conformar una sugerente sesión doble junto a la reciente El oficial y el espía de Roman Polanski.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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