SESION SALVAJE: ENTREVISTA A PACO LIMÓN Y JULIO CÉSAR SÁNCHEZ



Hubo un amplio período del cine español, que empezó a finales de los 50 y principios de los 60, (momento en el que se empezaron a realizar coproducciones con otros países) y que llega hasta principios de los 80, en el que el cine de género vivió una gran explosión. El llamado cine de serie B, también denominado cine de exploitation, vivió una época de esplendor de modo que títulos de nuestro país inscritos, primero, principalmente, en el género del western, del terror y la comedia y, con posterioridad, con el fin de la censura, encuadrados adicionalmente en el cine quinqui y en el cine del destape, llenaron las salas comerciales consiguiendo grandes éxitos de taquilla. No solo eso, sino que, en algunos casos, sus actores y realizadores consiguieron un prestigio internacional que los hacía casi más conocidos fuera de España que en nuestro propio país (ahí está la condición de directores de culto que tienen cineastas del género del terror como Jesus Franco, Paul Naschy, Eugenio Martín o Amando de Ossorio). Ahora, el documental Sesión salvaje, dirigido por Paco Limón y Julio César Sánchez y producido por Enrique Cerezo, Pablo Guisa y Enrique López Lavigne, y estrenado el pasado 13 de diciembre, realiza un exhaustivo recorrido por este cine que, en su día, llevó masivamente al público español a las salas comerciales.




Las grandes virtudes de Sesión salvaje son, por un lado, que es un documental muy, muy divertido a la par que riguroso, que trata prácticamente todas las variantes, formatos y subgéneros que se desarrollaron en los años abordados, y, por otro, que se recoge en él una amplísima muestra de testimonios de profesionales que vivieron esa etapa de nuestro cine (Javier Aguirre – recientemente fallecido–, Simón Andreu, Carmen Carrión, Álvaro de Luna, Fernando Esteso, Lone Fleming, Jorge Grau, José Lifante, Emilio Linder, Eugenio Martín, Antonio Mayans, Mariano Ozores, Esperanza Roy, Loreta Tovar), de modo que se cuentan muchísimas anécdotas e impresiones de primera mano.  Además, cineastas actuales (como Álex de la Iglesia, Nacho Vigalondo, Diego San José o Miguel Ángel Vivas) analizan el fenómeno y hablan de la influencia de esas películas en su propio cine. Hemos tenido la oportunidad de hablar con los directores de Sesión salvaje que nos han contado cosas muy interesantes sobre su espíritu y sobre las películas que aparecen en él. Sin más, entramos en la entrevista porque hay muchos aspectos sobre los que conversar a fondo.



A la izqda. Paco Limón, a la dcha. Julio César Sánchez, directores del estupendo documental Sesión salvaje. Detrás del segundo, aparece la imagen de alguien muy fácilmente identificable para quien sea aficionado al cine de terror español…


CINE ARTE MAGAZINE: Sesión salvaje aborda la historia del cine de serie B español desde el inicio de las coproducciones con otros países en los 60 hasta, aproximadamente, el año 82, y toda su influencia posterior. Sospechamos que si habéis llevado a cabo esta tarea es porque, posiblemente, sois grandes aficionados a este tipo de cine. ¿Es ello así?

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Sí, claro. Muchas de estas películas las vimos de niños y causaron un gran impacto en nosotros. Con los años descubres que son españolas y vas averiguando más cosas sobre ellas y sobre las personas que las hicieron como, por ejemplo, la figura de Paul Naschy y acaba siendo una pasión. Aunque tengo que decir que, personalmente, soy un apasionado de distintas cinematografías como puedan ser la española, la italiana o la japonesa. Que fueron pilares del cine de explotación y serie B internacional.

PACO LIMÓN: Sí, pero sin dejar de lado el otro cine, el llamado "académico". Creemos que tanto uno como el otro es muy disfrutable. Todo depende del estado de ánimo y del momento. A mí, personalmente, me cuesta distinguirlo a veces. Creo que estamos atrapados en ciertos convencionalismos adquiridos muy rancios.

CINE ARTE MAGAZINE: Hay mucho humor en el documental y casi siempre relacionado con la forma en que se lograba resolver las limitaciones de recursos son que se tenía que trabajar a la hora de realizar las películas. ¿Tienen todos estos films un punto heroico en la medida en que se acababan levantando proyectos que, de entrada, parecían imposibles?

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Sin duda. Hacer cualquier película en aquellas circunstancias ya era un logro pero, además, muchas de ellas eran muy ambiciosas en cuanto a propuestas se refiere, ya fuera porque se trataba de una película de hombres lobos, de zombis o porque estaba ambientada en el Oeste Americano y rodada en Almería. Y, en cuanto a temas, pensar ahora mismo en una película de yonkis y delincuentes como era el cine kinki protagonizada por auténticos delincuentes es no solo imposible ahora sino que nos parece increíble.

PACO LIMÓN: Parecen tal vez imposibles con nuestra mentalidad actual, y es comprensible. Pero cuando tú veías una peli quinqui en aquella época y salías del cine te encontrabas con tu vecino yonki que venía a atracarte hasta que se daba cuenta de que eras un conocido y se disculpaba. Todo era muy surrealista y eso el cine lo captaba muy bien. Ahora se nos puede parecer una salvajada, pero aquella época era muy salvaje.



La actriz Esperanza Roy, una de las habituales del cine de exploitation español (y esposa, además, del director Javier Aguirre, recientemente fallecido). Podemos verla en títulos clásicos como Una vela para el diablo (1973) de Eugenio Martín, El ataque de los muertos sin ojos (1973) de Amando de Ossorio, Carne apaleada (1978) y El sacerdote (1978) de Eloy de la Iglesia


CINE ARTE MAGAZINE: En Cine Arte Magazine, siempre hemos defendido que en España hay una gran tradición tanto de cine de terror como de cine negro (del que el cine quinqui sería una derivación), que se presenta como fenómenos secundarios cuando, de hecho, llevan presentes en nuestra cine desde hace siete décadas (por lo que tan marginales no pueden ser). En el caso del cine de terror de los 60, 70 y 80 (sobre todo, las películas de Jesús Franco, Paul Naschy, Amando de Ossorio, Juan Piquer Simón), es hasta más valorado en el extranjero que en nuestro propio país. Y, puestos a reflexionar, no se puede entender, por ejemplo, la irrupción de títulos como El día de la bestia, Los otros o El orfanato, en el género de terror, o No habrá paz para los malvados o La isla mínima, en el género negro, sin la existencia de estas tradiciones previas. ¿Creéis que en las visiones más académicas de nuestro cine hay una tendencia, no sé si consciente o inconsciente, de relegar este cine de género y no reconocer el lugar que debe ocupar en la historia de nuestro séptimo arte?

PACO LIMÓN: El cine de género siempre ha estado mal visto pero no solo en España. Es una tendencia que se repite en muchas filmografías de famosos directores sin ir más lejos y por poner un ejemplo Alfred Hitchcock. Nunca tuvo el beneplácito de la crítica o de las élites culturales. Su cine era considerado vulgar y sin valores artísticos. Tiene que pasar mucho tiempo para que se le reivindique y se le tome en serio. Pero lo cierto es que contaba con el apoyo incondicional del público y arrasaba en taquilla. Y eso al parecer es un pecado terrible.

Corea dio el golpe en la mesa hace una década y demostró que se pueden hacer grandes películas de género con una visión autoral potente y con demoledores mensajes políticos y sociales. Pero siempre intentando agradar al espectador comercialmente. Como, por ejemplo, ya hacía en España Eloy de la Iglesia.

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Creo que sí se da ese fenómeno de relegar al cine de género durante muchos años pero también que poco a poco y de forma muy tímida se empieza a reconocer hay tenemos por ejemplo los Goyas de honor a Chicho Ibáñez Serrador o a Jesús Franco. Y, respecto al cine negro que comentas, creo que España tiene una larga tradición que hoy en día sigue viva. No quisimos remontarnos a las excelentes películas de cine negro de los años 50 porque carecían de este espíritu de explotación pero ahí ha estado siempre, luego con el cine quinqui, Isasi-Isamendi (del cual se hablaba en el documental pero por temas de derechos no pudimos incluir) o los “Cracks” de Garci o, recientemente, con los títulos que comentas o Tu Hijo, Que Dios nos perdone... Y, en el terror, pues el propio Alex de la Iglesia lo reconoce en la película.



Lone Fleming, otra de las actrices habituales de los años de los que habla Sesión salvaje. Pudimos verla en El hombre de Río Malo (1971), El desafío de Pancho Villa (1972) y Una vela para el diablo (1973) de Eugenio Martín, La noche del terror ciego (1972), El ataque de los muertos sin ojos (1973) y La endemoniada (1975) de Amando de Ossorio, Viaje al centro de la Tierra (1977) de Juan Piquer Simón o en El último kamikaze (1984) de Paul Naschy 


CINE ARTE MAGAZINE: Nos ha llamado la atención la inclusión de Arrebato en vuestro repaso a esta época de la historia de nuestro cine. ¿Lo hacéis por qué Arrebato bebe mucho del cine de serie B o hay otros motivos adicionales?

PACO LIMÓN: Arrebato es la definición de la serie B autoral. Es una película a la que te puedes acercar desde muchos ángulos y siempre encontrar cosas nuevas y distintas con elementos que no deberían funcionar por ser tan divergentes pero que cuajan y crean esta película única e irrepetible. Además, es el reflejo de una época muy concreta. De unas energías que flotaban en el aire en tiempos de la transición.

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Arrebato bebe totalmente del cine de serie B pero lo hace de una forma completamente libre y autoral. De la misma forma que lo hacían Bigas Luna o Eloy de La Iglesía. Con un espíritu de transgredir géneros y conciencias que ya no se ha vuelto a dar en nuestro cine.



Fotograma de Arrebato de Iván Zulueta en la que aparece Eusebio Poncela, quien interpreta en la película al director José Sirgado. Al fondo, puede verse el cartel de La maldición del hombre lobo, imaginaria opera prima de dicho personaje, todo un guiño al cine de serie B de la época


CINE ARTE MAGAZINE: En contra de una opinión más o menos extendida, el documental considera que el final de este cine de serie B no se debió a la aprobación de la Ley Miró y el sistema de subvenciones que estableció sino a razones de tipo más bien sociológico y cultural. ¿Impidió, quizás, la Ley Miró, o fue un obstáculo, a que ese cine se reconvirtiera y adquiriera una nueva dimensión en un momento en que el público estaba cambiando y demandaba un tipo de cine diferente?

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Evidentemente, la Ley Miró no ayudo desde el momento en que se beneficia a otro tipo de cine y casi se castiga al cine industrial, pero efectivamente no es la única causa. Hay que añadir también el hartazgo del público, la imposibilidad de competir en los mismos términos con el cine norteamericano...

PACO LIMÓN: El cine industrial estaba tocado de muerte tanto en España como en el resto del mundo. En Hollywood, con Tiburón y Star Wars, se dieron cuenta de que podían hacer cine de serie B pero con unos presupuestos con los que no se podían competir. A la vez que muere el NUEVO Hollywood de los 70, nace el cine palomitero de los 80. Imposible ganar esa batalla.

Pero también es cierto que la Ley Miró, que transformó la industria del cine de España al cambiar el modelo de producción, no ayudó en absoluto. Y muchos lo entendieron como una vendetta por parte de los cineastas más "artísticos" a los industriales. Cuando estaba claro que los dos modelos podían convivir. Y repito: se puede disfrutar de las dos vertientes.

CINE ARTE MAGAZINE: ¿Qué papel jugaron los videoclubs en que este cine tuviera una segunda vida más allá de las salas comerciales?

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: En nuestro caso, que somos animales de videoclub, fue nuestra escuela. Los videoclubs permitieron que se alargara un poco la existencia de este cine, sobre todo en el caso de Piquer Simón, que dio sus mejores títulos en la década de los 80 gracias a los videoclubs.

PACO LIMÓN: El videoclub alargó la agonía. Pero gracias a ellos nosotros pudimos ver todo ese cine.



Álex de la Iglesia y Nacho Vigalondo hablan en Sesión salvaje por su admiración por el cine de serie B español y su influencia en su obra


CINE ARTE MAGAZINE: Coincide esta entrevista con el fallecimiento de Javier Aguirre, uno de los directores que participa en el documental y del que aparecen varios títulos en el documental. Javier Aguirre realizó tanto cine inscrito en esta tendencia que estamos llamando de serie B como otros títulos mucho más arriesgados y experimentales y, además, era poseedor de una enorme cultura cinematográfica. ¿Él es un ejemplo, entre otros muchos, de que en este cine B del que habláis en Sesión salvaje había profesionales que sabían muchísimo de cine y que eran grandes maestros en sus respectivas áreas de trabajo?

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Es el ejemplo perfecto, como Eugenio Martin o también Jordi Grau. Eran capaces de saltar de género en género sin inmutarse y luego, sobre todo en el caso de Aguirre, hacer cosas mucho más personales y arriesgadas. Parece increíble que el director de las películas de Parchís como La guerra de los niños, El jorobado de la Morgue con Paul Naschy o una denuncia social como Carne apaleada sean el mismo.

PACO LIMÓN: Javier Aguirre hacía un cine comercial e industrial con el que luego se pagaba su cine más personal. Lo que él llamó "EL ANTICINE": un cine experimental alucinante que jugaba con las imágenes y el montaje y rompía todas las normas establecidas. Merecería la pena que se descubriese su faceta más personal sin desmerecer sus películas comerciales que son obras maestras de un artesano sin igual.



Javier Aguirre en un momento del documental (aguirre) de Antonio Peláez Barceló, el cual se pudo ver en el Festival de Málaga 2017


CINE ARTE MAGAZINE: Y para terminar: ¿Cuáles son vuestros títulos favoritos de todo este cine de serie B?

PACO LIMÓN: Carne apaleada de Javier Aguirre, Una vela para el diablo de Eugenio Martín y Los bingueros de Mariano Ozores.

JULIO CÉSAR SÁNCHEZ: Por decir tres completamente dispares: No profanar el sueño de los muertos de Jordi Grau, Yo hice a Roque III de Mariano Ozores y El pico 2 de Eloy de la Iglesia.




Como han podido comprobar, gracias a Sesión salvaje podremos realizar una amplia revisión de unos años del cine español que muchos recordamos con cariño y de los que no se acaba de reconocer su gran influencia en muchos cineastas actuales. Este estupendo documental de Paco Limón y Julio César Sánchez permite rescatar muchísimos nombres y títulos que son historia viva del cine español. Esperamos que, con todo lo comentado en el artículo y en la entrevista, hayamos despertado el interés de los lectores y se animen a ver un documental que bien les traerá muchos recuerdos de su infancia y juventud bien les permitirá conocer un cine que el paso de los años permite ver con otros ojos y otras perspectivas.





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