TÍTULO: The King. TÍTULO ORIGINAL: The King. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Reino
Unido-Hungría-Australia. DIRECCIÓN: David Michôd. GUION: Joel Edgerton y David
Michôd. MONTAJE: Peter Sciberras. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Adam Arkapaw. MÚSICA
ORIGINAL: Nicholas Britell. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Timothée Chalamet, Joel
Edgerton, Sean Harris, Tom Glynn-Carney, Lily-Rose Depp, Thomasin McKenzie,
Robert Pattinson, Ben Mendelsohn, Andrew Havill, Dean-Charles Chapman, Steven
Elder, Edward Ashley, Stephen Fewell, Tara Fitzgerald, Tom Fisher, Ivan Kaye. DURACIÓN: 140 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.netflix.com/title/80182016.
El director australiano David
Michôd impactó en el año 2010 con su film Animal
Kingdom, una tensa muestra de cine negro donde la exploración tanto de la violencia
como del mundo familiar (y la relación entre ambos elementos) generaba un clima
insano y perturbador que supuso toda una novedad en el género. Nueve años
después, Michôd ha dirigido para Netflix una película que relata la llegada al
trono del rey Enrique V de Inglaterra y los desafíos que tuvo que superar en
los primeros años de su reinado. No era fácil el empeño de este film ya que
contaba con un glorioso antecedente que narraba la misma historia: nada menos
que Campanadas a medianoche (1965) de
Orson Welles, por lo que iban a ser inevitables las comparaciones entre uno y
otro título. Hay que reconocer que el director ha logrado crear una obra
diferente, con su propia personalidad y que una y otra película podrían hacer
una perfecta sesión doble en la que se podría analizar cómo dos miradas muy
distintas pueden enfocar de modo muy diverso un mismo tema y unos mismos
personajes.
El guion de King está escrito al
alimón entre el propio director y Joel Edgerton (protagonista de films tan
destacados como la propia Animal Kingdom,
Warrior – 2011– de Gavin O’Connor, La
noche más oscura – 2012– de Kathryn Bigelow, El gran Gatsby – 2013– de Baz Luhrmann, Exodus: Dioses y reyes – 2014– de Ridley Scott, Life – 2015– de Anton Corbijn, El regalo – 2015–, dirigida por él
mismo, Black Mass – 2015– de Scott
Cooper, Loving – 2016– de Jeff
Nichols y Gorrión rojo – 2018– de
Francis Lawrence), quien interpreta al personaje de Falstaff, es decir al
interpretado por el propio Orson Welles en la anterior aproximación cinematográfica
a esta historia. Y, al igual que decíamos con el estilo y tono general de The King, la interpretación de Edgerton
se aparta radicalmente a la realizada por el director de Ciudadano Kane, logrando crear unos rasgos nuevos en la
caracterización y aportando una visión muy diferente del personaje. ¿Qué
aparta, entonces, a The King del
universo creado por Welles en una de sus mejores películas?
Creo que, básicamente, Michôd
vuelca en la historia sus propias obsesiones y su propia visión autoral, de
modo que The King no está muy alejada
de lo que se nos narraba en Animal
Kingdon, solo que ahora ello se desarrolla en unas coordenadas espaciales y
temporales muy diferentes y, además, se añade una dimensión nueva, la que
deriva de la conducta y modos de proceder en el seno del poder y del gobierno.
En The King, también hay una familia
disfuncional, hay una problemática relación entre padre e hijo y entre
hermanos, hay una cultura de violencia y autoritarismo y todo ello crea una
dinámica perversa en la que los personajes actúan más por impulsos mecánicos
que por los designios de su propia voluntad. Adicionalmente, el desenlace de la
cinta plantea cómo el poder, de modo literalmente maquiavélico, hace uso de la
mentira y de la agresividad como medios para subsistir y reforzarse y como
mecanismos de creación de autoridad y legitimidades, reflexión que trasciende
la del momento histórico en el que se desarrolla el film y tiñe a la historia
de plena contemporaneidad. Con todo ello, ya estamos diciendo que la película
de Michôd es mucho más severa y solemne que el film de Welles, que encerraba un
socarrón sentido del humor en buena parte de su metraje que The King ha desterrado de manera
absoluta. En consonancia con todo ello, la interpretación que hace Joel
Edgerton del personaje de Falstaff, conservando este todo su cinismo, su
escepticismo, su sentido lúdico de la vida y, en última instancia, una innegable
y peculiar dignidad, ya carece de elementos cómicos y encuentra su redención en
el campo de batalla frente a la soledad plagada de desencanto en la que
desembocaba en Campanadas a medianoche.
Es indudable que el poderío
estético de Campanadas a medianoche
es muy superior al de The King pero
hay que reconocer en el film de Michôd su lograda intensidad dramática, la
aguda caracterización de los personajes interpretados por su protagonista (un
sobrio y eficaz Timothée Chalamet), por Robert Pattinson y por Thomasin
McKenzie y el magnetismo visual alcanzado en algunos momentos, especialmente el
de la batalla decisiva en medio de un campo embarrado, que va más allá de su
aparente efectismo para convertirse en metáfora precisa de cómo queda
empantanada la condición humana en medio de la lucha por un triunfo obtenido a
partir de una mentira a ocultar que nunca podrá ser desvelada. Lo cual, a la
postre, resulta el elemento más wellesiano de esta más que interesante
película, que confirma los enormes talento y capacidad narrativa de David Michôd.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
Comentarios
Publicar un comentario