29º FANCINE DE MÁLAGA (7): JORNADA DE ASOMBRO



En la sexta jornada del 29º FANCINE de Málaga, nos quedamos asombrados con las tres películas que vimos...


La Casa Lobo es una peculiar película de animación, coproducida por Chile y Alemania y realizada por Joaquín Cociña y Cristóbal León. Este film gira en torno al concepto del found footage (es decir, un conjunto de imágenes grabadas de las que no se conocía su existencia y que son recuperadas para su difusión) para realizar una sutilísima reflexión sobre los mecanismos de propaganda y manipulación ideológica en el seno de una comunidad cerrada. La Casa Lobo parte de la existencia de la tristemente célebre Colonia Dignidad en Chile, fundada por un antiguo militar nazi. Al principio de la película, un miembro (supuestamente de alto rango) de la misma explica a través de una voz en off y con imágenes idílicas de fondo las virtudes de dicho lugar y que todo lo que se ha dicho del mismo son solo calumnias. Como prueba, van a aportar un film de dibujos animados que se realizó en la colonia y que demostraría la capacidad y buen hacer de los que allí vivían. Conforme vamos viendo dicho film, que narra las desventuras de una chica joven que decide huir de la colonia para no obedecer las órdenes que le dan, vamos comprobando que el mismo no es más que un medio para infundir miedo y pánico a los jóvenes a abandonar la colonia, vaticinándoles terribles desgracias si lo hacen, a la vez que sirve para aposentar en ellos fuertes prejuicios contra quienes no pertenecen a la comunidad. La Casa Lobo es una propuesta muy interesante pero por su tratamiento visual, con unos dibujos realizados de forma prácticamente artesanal (en coherencia con la idea de cómo podría haber sido una película de animación realizada en dicho lugar), y su críptico discurso posiblemente solo pueda conectar con un segmento muy concreto de espectadores abiertos y sensibles a experimentos de esta naturaleza.



Blood Machines es una producción francesa dirigida por Raphaël Hernandez y Savitri Joly-Gonfard (que dirigen con el nombre conjunto de Seth Ickerman) que ha constituido una de las grandes sorpresas del festival. Se trata de una película de ciencia-ficción de solo cincuenta minutos que sorprende por su espectacular factura visual y, en contraste, el que ha sido su largo y, a veces, casi artesanal proceso de elaboración, jalonado por la desconfianza de los productores a los que se les presentaba el proyecto y la necesidad de obtener recursos a través del crowdfunding. Influidos por el estilo iconográfico de los años 80 (que consideran que forma parte inconsciente de su ADN visual), de revistas como Métal hurlant y de dibujantes como Moebius, Philippe Druillet o Caza y del cine de ciencia ficción en su más amplio sentido (desde 2001: Una odisea del espacio a films franceses como El planeta salvaje - 1973- o Los amos del tiempo - 1982- de René Laloux), Blood Machines es un delirio cyberpunk en el que el tema de la inteligencia artificial y sus implicaciones filosóficas tienen un gran peso pero en el que el frenético ritmo narrativo y su deslumbrante imaginería visual atrapan al espectador y lo hipnotizan para dar lugar a una experiencia cinematográfica original e irrepetible. Barroca, compleja, alucinada y, a la vez, divertida, Blood Machines se presta a todo tipo de lecturas e interpretaciones pero, con independencia de ello, deja al público impactado por la potencia de sus imágenes y la sensación de haber quedado suspendido durante cincuenta minutos en un mundo que tiene que ser irreal pero que ha transmitido la imborrable percepción de ser plenamente auténtico.


Raphaël Hernandez y Savitri Joly-Gonfard durante el coloquio posterior a la proyección de Blood Machines en el 29º FANCINE



Y, para terminar la jornada, llegó uno de los momentos más esperados del certamen: la proyección de la película Alpha: The Right to Kill, con la presencia de su director, el realizador filipino Brillante Mendoza, autor de títulos tan importantes como Kinatay (2009), Lola (2009), Cautiva (2012), Sapi (2013) y Ma' Rosa (2016). Alpha: The Right to Kill es un retrato en el que el verismo del formato documental y la vibración del cine de género se combinan para realizar un lúcido, implacable y sobrecogedor retrato de cómo está siendo la lucha contra el tráfico de drogas en Filipinas. Con dos tramas paralelas, que plasman las vivencias de un agente de la policía y de un confidente de este, la película, magníficamente rodada y que logra transmitir un impresionante poderío visual en sus imágenes, la historia muestra un mundo en el que las sombras, las intenciones ocultas y los secretos inconfesables desmienten las apariencias que se quieren comunicar a la opinión pública. Sorprende en Alpha: The Right to Kill que haya obtenido un resultado tan preciso y realista con, según comentó el director en el coloquio posterior a la proyección del film, solo diez días de rodaje. Evidentemente, ello solo fue posible con un complejo proceso de planificación que lo hiciera posible pero el gran mérito reside en que dicha planificación se hace invisible mientras contemplamos las imágenes, que poseen una increíble fuerza naturalista y transmiten una poderosa sensación de verdad difícilmente igualada en el sofisticado y preciosista cine actual.

En Cine Arte Magazine, también en el día de hoy, hemos publicado una interesantísima entrevista a Brillante Mendoza en la que nos comenta muchos detalles sobre su cine y sobre la filosofía de sus películas. Pulsen en el siguiente enlace si quieren acceder a ella:




En el centro de la imagen, Brillante Mendoza, durante el coloquio posterior a la proyección de Alpha: The Right to Kill en el 29º FANCINE de Málaga. A la izquierda, Enrique Garcelán, experto en cine asiático y uno de los responsables de www.cineasiaonline.com




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