29º FANCINE DE MÁLAGA (5): LAS MANIFESTACIONES DEL HORROR



En la cuarta jornada del 29º FANCINE de Málaga, la del domingo 17 de noviembre, hemos visto diversas (y, muchas veces, tremendamente sutiles) manifestaciones del horror. Incluso, hasta expresado en una película de dibujos animados...



Ninja a cuadros es un largometraje de dibujos animados de nacionalidad danesa realizado por Thorbjørn Christoffersen y Anders Matthesen que ha sido todo un éxito de taquilla en su país de origen. No se dejen engañar por el hecho de que se trate de una película de animación. Ninja a cuadros es una película que encierra una tremenda dureza que provocará más de un quebradero de cabeza a quienes tengan la responsabilidad de decidir su calificación por edades. Porque, siendo cierto que en el film hay mucho humor y en ella los jóvenes son los protagonistas, la historia empieza con niños trabajando a destajo en una fábrica de Thailandia, acabando uno de ellos asesinado a palos por el capataz de la fábrica. Su espíritu se encarna en uno de los muñecos ninja que dicha fábrica produce y acaba en manos de un niño danés como regalo de cumpleaños. A partir de ahí, el film se convierte en un relato de venganza en el que el espíritu del niño quiere castigar al empresario por culpa del cual ha muerto. También el bullying acaba siendo protagonista de la historia por lo que, como pueden comprobar, el repertorio de violencias diversas es variado. Y no contamos cómo se consuma la venganza final porque se quedarían a cuadros, como el ninja protagonista. El film está narrado con gran agilidad y su humor negro es es contundente y efectivo por lo que, siendo aparentemente un film ligero y menor, ha acabado siendo sin duda alguna una de las grandes sorpresas del certamen ya que, lejos de dirigirse en exclusiva al público infantil, el público adulto también disfrutará de ella y de sus desprejuiciados excesos.



La coproducción entre Austria, Reino Unido y Alemania Little Joe, dirigida por Jessica Hausner, venía con la vitola de que su protagonista, Emily Beecham, había ganado el premio a la mejor actriz en el último Festival de Cannes. Ello es un signo de que las piezas con las que está formada la película son de calidad. Y, efectivamente, tanto la interpretación de Beecham como las de Ben Whishaw y Kerry Fox son excelentes, así como la fotografía de Martin Gschlacht y un diseño de sonido en la que los zumbidos los acoples, los desajustes y una música de corte japonés crean una peculiar sensación de extrañamiento. Sin embargo, la película tiene un problema de guión en el que la historia tiene exposición, nudo y, posiblemente, no sabe cómo llegar al desenlace. En un laboratorio, están embarcados en la tarea de crear una flor cuyo aroma traiga la felicidad. Sin embargo, poco a poco, se empezará a sospechar que inhalar el polen de esa planta modificada genéticamente implicará un cambio de carácter y de comportamiento que nadie parece querer admitir. Esta idea básica no es desarrollada en profundidad para extraer de ella todas sus posibilidades y, por ello, la última media hora del film se extravía en sucesivas reiteraciones sin ser capaz de alcanzar una progresión hacia un desenlace satisfactorio, que llega en un momento dado como podía haber llegado en un momento diferente, bien anterior, bien posterior alargando la historia con nuevos bucles y rodeos. Aunque permanece en el ánimo del espectador la potente idea de un sustancial cambio de mentalidad del ser humano que resulta imperceptible a simple vista, también pesa la progresiva pérdida de fuerza del film, llegando a la conclusión de que debería haber aprendido de un clásico como La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) de Don Siegel, que, con un enfoque similar, sí que logró un acabado verdaderamente óptimo.



Para cerrar el domingo, pudimos ver el plato fuerte de la jornada, The Golden Glove (o El monstruo de Sankt Pauli) del afamado director alemán de origen turco Fatih Akin. Este, tras dirigir películas tan prestigiosas como Contra la pared (2004), Cruzando el puente: Los sonidos de Estambul (2005), Al otro lado (2007), Soul Kitchen (2009), El padre (2014). Goodbye Berlin (2016) o En la sombra (2017), da un giro radical a su trayectoria con un film basado en hechos reales, la historia de un serial-killer que actuó durante varios años en el barrio de Sankt Pauli de la ciudad de Hamburgo. The Golden Glove no es un film para todo tipo de espectadores ya que debo decir que es una de las 4-5 películas más sórdidas que he visto en toda mi vida. Akin realiza una recreación implacable (e impecable) del ambiente que se vivía en el lugar donde se desarrollaron los hechos auténticos y es una reconstrucción minuciosa de un caldo de cultivo infernal donde acaba teniendo plena lógica que surja un monstruo psicópata como el que protagoniza la cinta. Con una soberbia interpretación de Jonas Dassler en el papel protagonista y un brillantísimo nivel de todo el reparto que acompaña al personaje del asesino en serie, Akin convierte a la cámara en un testigo que absorbe toda la inmundicia material y moral que reina en un espacio físico en el que aún están abiertas las heridas provocadas por el nazismo, la II Guerra Mundial y la división de Alemania en dos Estados antagónicos. La sensación de asfixia y repugnancia asaltarán al espectador, que tendrá que sobrellevar una sucesión de imágenes límite, con considerables dosis de humor negro, pero que encierran una obra cinematográfica de primer nivel que se atreve a explorar los rincones más oscuros y tenebrosos a los que puede llegar el ser humano en un contexto donde el respeto y la dignidad han quedado desterrados para dejar paso a una situación en la que solo se puede aspirar a una supervivencia precaria.



En el fantastique, los monstruos irrumpen para que el ser humano tenga la oportunidad de comprobar la fortaleza de sus propias convicciones...




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