PARÁSITOS DE BONG JOON-HO. VODEVIL PARA TIEMPOS CONVULSOS


TÍTULO: Parásitos. TÍTULO ORIGINAL: Gisaengchung. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Corea del Sur. DIRECCIÓN: Bong Joon-ho. GUION: Han Jin-won y Bong Joon-ho. MONTAJE: Yang Jinmo. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Hong Kyung-pyo. MÚSICA ORIGINAL: Jung Jae-il. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Choi Woo-sik, Park So-dam, Song Kang-ho, Jang Hye-jin, Jo Yeo-jeong, Lee Sun-kyun, Park Seo-joon, Jung Ji-so, Lee Jeong-eun, Jung Hyun-jun. DURACIÓN: 132 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://laaventuraaudiovisual.com/parasitos/. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/parasitos.

CALIFICACIÓN: 

La gran particularidad del cine del director coreano Bong Joon-ho es que, siendo un cultivador insobornable de los films de género, los mismos siempre son realizados desde la perspectiva de los oprimidos y desfavorecidos, de un proletariado depauperado que malvive, sobrevive y pervive como puede, haciendo uso de la imaginación, de la adaptación desesperada y de pequeñas heroicidades cotidianas que, a lo mejor, sin ser épicas, sí sirven para crear un fondo moral que es la base de una dignidad que acaba aflorando inesperadamente, en el momento más imprevisto, y que lleva a que, quien ha parecido patético y lamentable, descubra que es capaz de realizar gestos de orgullo y valentía que le sirven para una autorreconciliación urgente y necesaria. Aunque pueda parecer sorprendente, las películas de Bong vienen a ser una especie de rescate del espíritu de los films de Ken Loach, Robert Guédiguian y los hermanos Dardenne trasplantado al género de kaiju (es decir, las películas de monstruos tipo Godzilla), al de ciencia-ficción o a la comedia negra, de modo que los mismos son sometidas a una reinvención guiada por principios inusuales y bien poco convencionales.

Eso es lo que pudimos ver en The Host (2006), una película protagonizada por un monstruo mutante en la que una modesta familia, un grupo de antihéroes con escasos recursos, era quien tenía que luchar contra la criatura despiadada a la que las autoridades eran incapaces de dar caza. Y algo parecido sucedía con Snowpiercer: Rompenieves (2013), una distopía futurista en la que un tren era una metáfora del actual orden social, con sus enormes desniveles y desigualdades. Posiblemente, en el primer título la presencia de un humor muy particular en una historia que terminaba resultando especialmente dramática desequilibraba el conjunto y, en el segundo, el giro de 180º hacia lo contrario, hacia la desmesura de los símbolos y las alegorías, tenía un efecto similar. Sin embargo, en Parásitos, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2019, logra hacer su película más brillante y equilibrada, en la cual logra trazar una gran fábula social desde una base que, en principio, podría resultar insospechada.




Porque si hubiera qué decir qué es Parásitos desde el punto de vista del género, habría que decir que es un vodevil o comedia de enredo de carácter sociopolítico. Ya que, como sucedía en sus anteriores títulos, en esta película Bong Joon-ho parte de una familia que vive a salto de mata en una especie de sótano en un barrio deprimido y, a partir de ahí, su situación empezará a cambiar cuando el hijo mayor empiece a trabajar como profesor de inglés para una familia de elevado nivel económico. Y ello le sirve al director para trazar una certera y precisa reflexión sobre los mecanismos que regulan las relaciones entre clases sociales en un contexto de fuerte y brutal desigualdad, que se podría mover en una línea similar a la de Viridiana (1961) de Luis Buñuel o El sirviente (1963) de Joseph Losey pero que, en vez de poner el énfasis en las contradicciones o decadencia de la clase dominante, hace que la trama gire en torno a la capacidad de adaptación de quienes ocupan una posición social subordinada. Pero, lejos de optar por un relato basado en el drama, el film es, desde el principio hasta casi el final (importante lo de “casi”), una comedia negra en la que los equívocos, los running gags, las situaciones límite y los clímax absurdos se suceden para provocar la risa desde una retorcida mirada llena de amargura.

Parásitos va sabiendo trenzar una sucesión de giros sorprendentes que llevan a que si, al principio, la película pueda parecer un manual de cómo hacer una especie de revolución mediante la infiltración en el seno de las clases privilegiadas, la misma acabe siendo un diagnóstico de cómo es posible el anquilosamiento y el inmovilismo social provocados por el dominio absoluto del individualismo, incluso en el interior de aquellos grupos que deberían estar unidos y cohesionados para lograr mejorar su situación. Aunque, quizás, la película hubiera necesitado de un aligeramiento de su metraje para llegar a ser completamente redonda (el tramo final se le puede acabar haciendo largo al espectador), sus dos brillantes finales combinados (el falso y el verdadero) y el impecable discurso que deriva del conjunto del argumento hacen de Parásitos uno de los grandes títulos de este año 2019.

TRÁILER DE LA PELÍCULA:


IMÁGENES DE LA PELÍCULA:

















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