TÍTULO: Quien a hierro mata. TÍTULO ORIGINAL: Quien a hierro mata. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: España.
DIRECCIÓN: Paco Plaza. GUION: Juan Galiñanes, Jorge Guerricaechevarría. MONTAJE: David Gallart. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Pablo Rosso. MÚSICA ORIGINAL: Maika Makovski. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Luis
Tosar, María Vázquez, Xan Cejudo, Enric Auquer, Ismael Martínez. DURACIÓN: 107 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.vacafilms.com/quien-a-hierro-mata/. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/quien-a-hierro-mata.
CALIFICACIÓN:
Es A quien hierro mata una película que rompe con nuestras expectativas
en un doble sentido. En primer lugar, porque durante los primeros veinte
minutos de metraje, parece que estamos dando vueltas por terrenos ampliamente
trillados en los últimos tiempos. Tras haber visto las series Fariña y Vivir sin permiso,
volver a contemplar una historia de narcotraficantes gallegos, con un patriarca
(Xan Cejudo) que vive su inevitable declive físico y unos hijos (Enric Auquer e
Ismael Martínez) que pugnan por ocupar su estatus y posición, nos invade una inevitable sensación de déjà vu. Y cuando vemos a Luis Tosar
ejerciendo de enfermero del jefe del clan, acaparador casi exclusivo de sus
cuidados, es difícil no recordar Hable
con ella (2002) de Pedro Almodóvar. Sin embargo, de repente, la historia da
un giro brutal que nos lleva a un turbio terreno que nos sume en la más
desagradable incomodidad. Y es ahí donde todo cambia y hace que A quien hierro mata empiece a transitar
por senderos oscuros e inesperados. Pero no es ese el único elemento con el que
el espectador deberá someterse a precipitados reajustes mentales ya que, siendo
Paco Plaza un realizador que ha cultivado, esencialmente, el género de terror,
como codirector, junto a Jaume Balagueró, de [REC] (2007) y [REC]2 (2009),
y director en solitario de El segundo
nombre (2002), Romasanta, la caza de
la bestia (2004), [REC]3: Génesis (2012) y Verónica (2017), su nuevo film
supone una apuesta por el thriller
que podría descolocarnos a priori. No
obstante, acabamos comprobando la coherencia autoral de su decisión al detectar
que mecanismos tradicionales de las horror movies acaban aflorando de forma
sutil pero inequívoca conforme la trama va avanzando. Los túneles que llevan no
solo a otro lado de la realidad sino al reverso oscuro de nosotros mismos, la
noche como escenario de los más siniestros acontecimientos, los cuerpos que
mutan hacia la degradación, las amenazas potenciales que parecen surgir de modo
insospechado de entornos amigables o familiares y las venganzas que se consuman
más allá de la muerte del vengador están presentes en A quien hierro mata como ingredientes de una historia que la van
alejando de su tono inicial y la van conduciendo hacia la autopsia de los
abismos que todo ser humano esconde en su interior.
A quien hierro mata se beneficia de dos virtudes sobresalientes. La
primera, el magnífico control del ritmo que luce su director que es capaz de
manejar el primer tramo de la historia con una equilibrada combinación de escenas
propias del género de acción con momentos de un minucioso costumbrismo para,
poco a poco, casi sin que nos demos cuenta, llevarnos a situaciones cada vez
más sórdidas y pantanosas en las que no sabremos identificar con claridad cuál
es la línea de separación entre el bien y el mal ni si tal línea realmente
existe. Pero el plato fuerte del film lo proporcionan sus magníficas
interpretaciones, con un deslumbrante Luis Tosar, que, en un memorable
ejercicio de contención, es capaz de insinuar con leves y certeras pinceladas
todo el laberinto emocional y psicológico en el que su personaje está sumido,
un espléndido Xan Cejudo (fallecido en septiembre de 2018), que transmite de
forma sobrecogedora, por igual, la decadencia de su cuerpo y las enormes dosis
de maquiavélica malicia que su mente aún alberga, y un explosivo Enric Auquer,
quien, tras su fachada arrogante y violenta, esconde el terrible desvalimiento de
quien sabe que, siendo mucho, en cualquier momento, por el más leve capricho
del destino, puede llegar a no ser nada. Todos estos ingredientes sirven para
mantener en vilo al espectador durante todo el desarrollo del film hasta un
desolador desenlace en el que, de forma paradójica, todos han cumplido con su
voluntad de vengar las afrentas recibidas pero, sin embargo, ello no les ha
llevado a ningún paraíso sino al infierno más gélido, cruel e indiferente.
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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