TÍTULO: Dobles vidas. TÍTULO ORIGINAL: Doubles vies. AÑO: 2018. NACIONALIDAD: Francia.
DIRECCIÓN Y GUION: Olivier Assayas. MONTAJE: Simon Jacquet. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Yorick Le Saux. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Guillaume Canet, Juliette Binoche, Vincent Macaigne, Christa Théret,
Nora Hamzawi, Pascal Gregory, Laurent Poitrenaux, Sigrid Bouaziz, Lionel Dray,
Nicolas Bouchaud. PÁGINA WEB OFICIAL: http://bteampictures.es/doblesvidas/. ENLACE EN FILMIN: https://www.cineartemagazine.com/2019/05/dobles-vidas-de-olivier-assayas-lo.html.
Cuando hagamos balance de esta
década de cine, habrá que decir que uno de los directores que más ha crecido
artística y creativamente en los últimos años ha sido el francés Olivier
Assayas. Carlos (2010), Después de mayo (2012), Viaje a Sils Maria (2014), Personal Shopper (2016) y, ahora, Dobles vidas, marcan la trayectoria de
un autor muy personal, con un estilo hábil, sutil, inteligente y perspicaz. En
las películas de Olivier Assayas, la trama argumental parece leve y casi
evanescente. Podemos creer que no sucede apenas nada. Sin embargo, entre
líneas, entre fotogramas, entre frases de diálogo aparentemente banales, a
través de un relato ágil y fluido, Assayas nos habla de los grandes temas, de
las grandes preocupaciones, de las grandes inquietudes del tiempo actual, no
para hacer filosofía ni para proponer soluciones salvadoras sino para constatar
nuestras limitaciones pero, a la vez, para revelar la grandeza y trascendencia
del ser humano.
Quizás, en el conjunto de
películas que hemos enumerado al principio de la reseña, Dobles vidas no es la mejor de ellas. Pero tampoco cabe
considerarla una película menor. Porque habla de un tema muy candente desde una
perspectiva bastante insólita. El tema candente es el de la digitalización, la
irrupción del mundo de internet, de las redes sociales y de los smartphones en actividades tradicionales.
Por ejemplo, el mundo editorial, todo lo relacionado con la creación, edición y
divulgación de libros. Pero, dando un paso más allá, la irrupción de la
digitalización va asociada a todo un conjunto de profundos cambios sociales,
culturales, vitales, éticos y políticos. Y la gran paradoja es que el avance de
la digitalización va unido a una creciente insatisfacción y sensación de vacío.
Cada vez depositamos más expectativas en la digitalización y cada vez somos más
conscientes de que la misma no va a tener todo el alcance que creíamos y
deseábamos.
La perspectiva insólita de la que
hablábamos, en consonancia con el estilo y personalidad de Assayas, es la de dejar
que el tema principal del film esté casi siempre presente pero en una especie
de segundo plano, un paisaje continuo y permanente tras lo que ocupa el papel
principal de cada secuencia, que son las vivencias más rutinarias y cotidianas
de los personajes protagonistas: un escritor que ve cómo el editor de toda su
vida no quiere aceptar su nueva novela, el propio editor, que se debate entre
la aceptación o no de los nuevos postulados digitales, la actriz cansada de
hacer siempre el mismo papel en una serie de televisión, la asistente de un
político que lucha porque sus mensajes lleguen a la opinión pública superando
las barreras que impone el hastío y el escepticismo, parejas que, gastadas y
enfrentadas a la necesidad de luchar contra el fin de la pasión y el
enamoramiento, buscan salidas en otros amores y otras relaciones, personas que
creen en nuevos modos y maneras de entender las relaciones sentimentales…
Pero, continuando Assayas siendo
fiel a su personalidad autoral, todas esas pequeñas y grandes batallas que se
van sucediendo a lo largo del metraje (pequeñas tal vez para quienes son ajenas
a ellas, pero grandes para quienes deben vivirlas y protagonizarlas) desembocan,
de modo parecido a como sucedía en Viaje
a Sils Maria y en Personal Shopper,
en la revelación de dimensiones del ser humano que escapan a lo estrictamente
lógico y racional: ocurre un pequeño milagro que nos hace pensar que, por
debajo de lo aparente y superficial, del río que fluye con sus cambios
continuos, laten hechos constantes y valores permanentes que son los que
verdaderamente nos definen y nos identifican como seres humanos. Por todo ello,
de lo que Dobles vidas nos acaba
hablando, como toda la obra de Oliver Assayas, es de qué somos por debajo de
qué parecemos. Y ahí reside una virtud de su filmografía que, sin duda, hará
que sea recordada por mucho, mucho tiempo.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
Comentarios
Publicar un comentario