VAN GOGH, A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD DE JULIAN SCHNABEL. ARTE Y TIEMPO




TÍTULO: Van Gogh, a las puertas de la eternidad. TÍTULO ORIGINAL: At Gate’s Eternity. AÑO: 2018. NACIONALIDAD: Estados Unidos-Francia-Irlanda-Reino Unido-Suiza. DIRECCIÓN: Julian Schnabel. GUION: Jean-Claude Carrière, Louise Kugelberg y Julian Schnabel. MONTAJE: Louise Kugelberg y Julian Schnabel. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Benoît Delhomme. MÚSICA ORIGINAL: Tatiana Lisovskaya. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Willem Dafoe, Rupert Friend, Oscar Isaac, Mads Mikkelsen, Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Niels Arestrup, Anne Consigny, Amira Casar, Vincent Perez, Lolita Chammah, Stella Schnabel, Vladimir Consigny. DURACIÓN: 106 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.golem.es/golemv9/pelicula.php?id=7264. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/van-gogh-a-las-puertas-de-la-eternidad.

CALIFICACIÓN: 

Hay determinadas figuras históricas que ejercen una especial atracción de cara a reconstruir su vida y, sobre todo, su forma de pensar en obras de ficción (bien sean literarias o cinematográficas). Dentro del campo de la creación artística, el pintor holandés Vincent van Gogh (1853-1890) es el que suscita mayor atención e interés, por motivos más escurridizos de los que pudieran parecer. Cabría pensar que el precio récord conseguido en la subasta de la casa londinense Christie’s en marzo de 1987 (5.000 millones de las antiguas pesetas, es decir, en torno a 30 millones de los euros actuales) de su cuadro Los girasoles tuvo algo que ver. Sin embargo, ya en 1934 el escritor estadounidense Irving Stone, especializado en novelas biográficas, publicó Lust for Life, recreación de la vida del pintor, obra que sirvió de base para que en 1956 Vincente Minnelli realizara El loco del pelo rojo, película que brindó una de las mejores interpretaciones de Kirk Douglas encarnando al atormentado artista. Por lo tanto, la fascinación proviene ya de antaño. Con posterioridad, se ha realizado Van Gogh, la película (1990) de Robert Altman, Van Gogh (1991) de Maurice Pialat, el documental La inspiración de Van Gogh (2010) de Daniel Ferrer Daumas y el reciente film de animación Loving Vincent (2017) de Dorota Kobiela y Hugh Welchman. Ahora, el director y también pintor Julian Schnabel estrena Van Gogh, a las puertas de la eternidad, nueva interpretación de la vida y obra del artista neerlandés, que recalca el poder hipnótico que ejerce su personalidad en otros creadores.

Poner en relación el título más clásico, El loco del pelo rojo, con los dos más recientes, Loving Vincent y Van Gogh, a las puertas de la eternidad permite realizar un interesante análisis comparativo sobre los diferentes modos y maneras en que una misma historia se puede abordar ya que, salvo algunos acontecimientos abiertos a la duda (la muerte del pintor) y el distinto peso que se concede a diversos elementos (por ejemplo, las creencias religiosas del artista), los hechos que se narran en los tres films son casi idénticos (el artista sumido en su desesperación permanente, su esfuerzo por llegar a demostrar y demostrarse que valía para algo en la vida, su peculiar forma de pintar, completamente incomprendida en su tiempo, su problemática relación con la religión, la mezquindad de los habitantes de los pueblos donde habitó, su tensa amistad con Paul Gauguin, en la que se mezcla la admiración y la contraposición radical de puntos de vista, la autolesión que practicó cercenándose una oreja, su reclusión en un centro psiquiátrico…) pero, sin embargo, las películas son completamente diferentes entre sí. No solo estéticamente sino también en el mensaje que se encierra en cada una de ellas. El loco del pelo rojo es una historia narrada linealmente y se desarrolla bajo la confianza de que una vida puede ser contada bajo el paraguas de un relato coherente y bien estructurado y de que la verdad es fácilmente accesible y que, cuando se alcanza, ofrece poco lugar a matices o interpretaciones. Loving Vincent está estructurada como una historia policíaca en la que, poco a poco, vamos descubriendo las circunstancias en las que tuvo lugar la muerte del pintor. Esta película es menos optimista sobre la posibilidad de llegar a construir un relato perfectamente estructurado, de alcanzar la verdad y de que la misma pueda ser divulgada y conocida con facilidad y el hecho de utilizar la animación refuerza la importancia del punto de vista, de la mirada y de las formas de representación en el resultado final en el que una historia queda narrada. La película de Schnabel es la más radical de todas, en la medida en que quiere contarse desde la mente y cerebro del pintor y, sobre todo, porque sitúa la redención del personaje fuera del propio relato, en un porvenir incierto que relativiza todo lo que hoy podamos pensar sobre una obra o una creación.




El Van Gogh de Schnabel, interpretado por un magistral Willem Dafoe, es, probablemente, el más místico y el más cercano al delirio de todos los que hemos visto en pantalla. Pero, lejos de quedar retratado como una especie de orate que se halla desde el primer momento fuera de sus cabales, la película narra el proceso por el cual el personaje se va desconectando del mundo y de la realidad en virtud de su progresivo convencimiento de que su arte no está destinado para su época sino para un futuro quizás lejano. De este modo, el artista va asumiendo como un hecho inexorable su soledad y su marginación y encuentra en ambos no una condena sino como la confirmación de que son la penitencia asociada al único don que posee para justificar su existencia.

Visualmente, la película opta por un ritmo narrativo fragmentado y deslavazado, que se va desarticulando aún más conforme el protagonista se va aislando en su proceso creativo, en esa búsqueda frenética, sin mapas ni brújulas, de lo sublime y extraordinario. Van Gogh, a las puertas de la eternidad, de este modo, acaba siendo una toma de postura sobre el último sentido del acto creativo, que, distanciado de las urgencias y presiones del presente, busca extenderse más allá del estrecho marco temporal de una vida para acabar trascendiendo a las generaciones futuras que, quizás, sean sus reales destinatarias porque serán las que sabrán encontrar las últimas y verdaderas claves que se esconden en el mismo. Por ello, no creamos que ya conocemos plenamente el significado de la obra de Van Gogh (o de cualquier otro artista o creador), quizás el mismo esté reservado para otras generaciones que convertirán en clásico lo que ahora entendemos como origen de la modernidad.



El loco del pelo rojo, Loving Vincent y Van Gogh, a las puertas de la eternidad, tres formas muy diferentes de ver la misma historia


TRÁILER DE LA PELÍCULA:




IMÁGENES DE LA PELÍCULA:



















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