VELVET BUZZSAW DE DAN GILROY. LA ÉLITE CORRUPTA





Velvet Buzzsaw de Dan Gilroy fue estrenada en Netflix el pasado 1 de febrero de 2019, al mismo tiempo que era proyectada en el Festival de Sundance. Con motivo de ello, publicamos reseña de la película.

TÍTULO: Velvet Buzzsaw. TÍTULO ORIGINAL: Velvet Buzzsaw. AÑO: 2019. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN Y GUION: Dan Gilroy. MONTAJE: John Gilroy. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Robert Elswit. MÚSICA ORIGINAL: Marco Beltrami y Buck Sanders. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Jake Gyllenhaal, Rene Russo, Zawe Ashton, Tom Sturridge, Toni Collette, Natalia Dyer, Daveed Diggs, John Malkovich, Billy Magnussen. DURACIÓN: 113 minutos.

CALIFICACIÓN: 


El guionista – The Fall. El sueño de Alexandria (2006) de Tarsem Singh, Acero puro (2011) de Shawn Levy, Kong: La isla calavera (2017) de Jordan Vogt-Roberts– y director Dan Gilroy, sorprendió muy gratamente en 2014 con su primera película como realizador, Nightcrawler (2014). En dicho film, Gilroy diseccionaba sin piedad el afán por el éxito de un individuo, interpretado por Jake Gyllenhall, que no se detenía ante ningún escrúpulo moral para conseguir prosperar en una sociedad más interesada en el sensacionalismo periodístico que en la información rigurosa. Turbadora y desasosegante, esta película se convirtió en uno de los grandes títulos de la década y, por ello, Dan Gilroy se convertía en un nombre a seguir para comprobar si volvía a alcanzar el nivel conseguido en dicho film. En 2017, se produjo su retorno a la dirección con Roman J. Israel, Esq. (2017) una película protagonizada por Denzel Washington y que se desarrollaba en el mundo de la abogacía de Los Angeles. Aunque este título no llegó a tener la calidad de su opera prima, sí que ofreció algunos aspectos de interés y, sobre todo, incidía en el tema del dilema entre éxito y ética, que parece ser la gran preocupación temática del realizador. Ahora, nos volvemos a encontrar con Gilroy en Velvet Buzzsaw, una película que se ha proyectado en el reciente Festival de Sundance y que, casi simultáneamente, se ha estrenado en Netflix, productora del film.

En esta ocasión, Gilroy centra su atención en el mundo del arte de Miami. O, más bien, en esa estructura que no tiene nada que ver con el arte pero que rodea inexorablemente a lo que es estrictamente creación artística, estructura formada por críticos, galeristas, mentores, asesores y curadores que se benefician del trabajo del artista mientras que este malvive o, como mínimo, pierde casi toda su libertad e iniciativa. Comparándola con su obra magna, Nightcrawler, Velvet Buzzsaw es, a la vez, más y menos incisiva. Porque mientras que Nightcrawler poseía un mayor grado de abstracción, con lo que su capacidad corrosiva era más profunda al poder extender su radio de ataque a cualquier otro ámbito que consideráramos próximo, al desarrollarse Velvet Buzzsaw en un escenario muy concreto, podríamos pensar que su crítica se reduce al de un grupo humano perfectamente identificado y delimitado y se limita a él. Sin embargo, creo que no es así y la película viene a ser el ácido diagnóstico de una realidad mucha más amplia.





Al principio del film, Gilroy, a partir de una exposición de arte contemporáneo en el Centro de Convenciones de Miami, nos muestra toda una fauna variopinta que  parece moverse más por puros parámetros mercantilistas que por criterios artísticos y creativos, que se deja llevar más por el puro esnobismo que por la posible trascendencia de la obra artística. Gilroy realiza una disección implacable y hasta despiadada de toda esa casta, en la que la codicia ha arrasado con cualquier tipo de consideración ética o moral y en la que una competencia feroz y una jerarquización extrema. Solo en ese contexto cabe explicar la reacción del personaje interpretado por Zawe Ashton que, tras el fallecimiento de un artista que vivía en su mismo bloque de apartamentos, se apodera de toda su obra a pesar de la voluntad de aquel de que toda ella fuera destruida.

Como consecuencia de esa discutible decisión, Velvet Buzzsaw deriva hacia el género de terror, de modo que la difícil combinación de las características de este con el tono satírico de toda la película hacen que el resultado general del film pierda fuerza ya que ni es una película de terror al uso y la sátira no llega tan lejos como pudiera haber llegado. Pero, a pesar de ello, la película tiene interés no solo como el retrato de un mundo muy concreto sino como el diagnóstico de toda una época, de la nuestra, y ofrece un marco explicativo de la situación actual de Estados Unidos e, indirectamente, de las raíces sociológicas de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Porque Velvet Buzzsaw muestra cómo la élite liberal (más que probable votante del Partido Demócrata y, en las últimas elecciones presidenciales, de Hillary Clinton) ha traicionado los principios que dice defender y está dominada por la “avaricia infecciosa” tanto como pudiera estarlo toda la banca de Wall Street (Steel Country de Simon Fellows, que pude ver en el 28º FANCINE de Málaga, apunta, de otro modo, en una dirección similar). Amparada en la creencia de que representa la modernidad y los ideales más avanzados, su credibilidad y su autoridad eran fuente de opinión de valor para muchos. Sin embargo, todo lo sucedido en los últimos años con una crisis económica que ha perjudicado desigualmente a las distintas clases sociales ha servido para que ese prestigio se evapore y pueda ser objeto de burla y escarnio tal como se hace en esta película. Por lo tanto, no crean que Velvet Buzzsaw apunta solo contra el mundillo artístico de Miami sino que sus disparos se dirigen contra quienes han perdido su capacidad de ser una referencia válida porque su comportamiento ha estado marcado, básicamente, por la doblez y la hipocresía al haber prosperado a costa de quienes no tenían su mismo poder de influencia. Y después de ello, ¿qué? La última escena de Velvet Buzzsaw antes de que empiecen los títulos de crédito, con su reivindicación de la autenticidad, parece darnos la respuesta.

TRÁILER DE LA PELÍCULA:


ESCENAS DE LA PELÍCULA:











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