TÍTULO: ¿Podrás perdonarme algún día?. TÍTULO ORIGINAL: Can You Ever Forgive Me?. AÑO: 2018.
NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Marielle Heller. GUION: Nicole
Holofcener y Jeff Whitty. MONTAJE: Anne McCabe. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA:
Brandon Trost. MÚSICA ORIGINAL: Nate
Heller. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Melissa McCarthy, Richard E. Grant, Dolly Wells,
Ben Falcone, Gregory Korostishevsky, Jane Curtin, Stephen Spinella, Christian
Navarro. DURACIÓN: 106
minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.fox.es/podras-perdonarme-algun-dia. ENLACE EN GOOGLE PLAY: https://play.google.com/store/movies/details/Podr%C3%A1s_perdonarme_alg%C3%BAn_d%C3%ADa_VOS?id=Gp_0T16mEoA&hl=es.
En el mundo literario, ha estado
sucediendo algo parecido a lo que ha ocurrido a la sociedad en general: que,
poco a poco, la clase media ha ido desapareciendo. Si antes estaban los grandes
escritores de éxito, las superestrellas, que copaban las listas de ventas y, tras
ellos, una larga legión de autores que, sin alcanzar cifras estratosféricas, podían
vivir razonablemente de su obra aunque no fuera con demasiada holgura, esa
legión se ha ido reduciendo año tras año hasta llegar a una situación en la que
solo caben dos posibilidades: están unos pocos, los nombres conocidos por todos
los lectores, que pueden vivir de ser escritores y, a continuación, están todos
los demás, solo conocidos por un segmento de público muy concreto, que tienen
que buscarse el medio de vida que su trabajo como escritor no les ofrece. Ello
resulta altamente problemático porque el ser, a consecuencia de ello, un
escritor a tiempo parcial supone una dificultad añadida para llegar al pelotón
de cabeza porque si te dedicas a una profesión solo una parte de tu tiempo
están en una situación de clara desventaja con quienes dedican el cien por cien
de sus esfuerzos a progresar en la misma.
Por lo que vemos en ¿Podrás perdonarme algún día?, esta
situación ya empezó a ser frecuente a principios de los 90 y, además, venía
asociada a otro fenómeno paralelo que resulta enteramente lógico dada la
situación descrita: la mitificación y casi deificación de los escritores de
éxito, convertidos en ídolos de masas que convierten a cualquier objeto
relacionado con ellos en reliquia susceptible de culto y adoración. Y, claro
está, con las reliquias en el mundo secular pasa algo parecido a lo que sucede
con las reliquias en el mundo religioso:
que se multiplican hasta niveles altamente sospechosos en el afán de satisfacer
la mitomanía y el afán coleccionista que suele llevar asociado. De todo esto
que estamos exponiendo llega a ser consciente Lee Israel, la protagonista de ¿Podrás perdonarme algún día?, una
reputada biógrafa que un día llegó a estar en la lista de ventas del New York Times pero que, cuando la vemos
al comienzo de la película, está en un pronunciado proceso de decadencia física
(por sus problemas con el alcohol) y creativa. Para salir de este y de las
estrecheces económicas que trae consigo, Lee inventa una argucia, ni muy ética
ni muy legal, por la que, aprovechando sus dotes como escritora, empieza a
ganar dinero y a salir del bucle en el que se encontraba. Pero, por supuesto,
no todo será tan fácil.
Marielle Heller, tras debutar con
The Diary of a Teenage Girl (2015),
es la directora de esta película. Si a mí su opera prima no me acabó de convencer y me dejó con más dudas que
certezas, esta vez logra llevar con buen pulso, con ritmo ágil y con un notable
trabajo en la dirección del reparto una historia que se mueve en las siempre
delicadas lindes entre la comedia y el drama. Para encarnar al dúo
protagonista, la elección de actores combina una dosis de riesgo con una
apuesta segura. El riesgo es la elección de Melissa McCarthy para el papel de
Lee Israel, una actriz fogueada, sobre todo, en el terreno de la comedia
(recordemos la serie Las chicas Gilmore o
los films La boda de mi mejor amiga –
2011–, Cuerpos especiales – 2013–, Espías – 2015– y Cazafantasmas – 2016– de Paul Feig, St. Vincent – 2014– de Theodore Melfi, Tammy – 2014– y Es la jefa –
2016– de Ben Falcone) y que aquí debe abordar un personaje más complejo y con
muchas más aristas que los suyos habituales, saliendo airosa del empeño. La
apuesta segura es Richard E. Grant, ese secundario siempre brillante y
sobresaliente (ha participado en títulos tan significativos como El juego de Hollywood – 1992–, Pret-a-porter – 1994– y Gosford Park – 2001– de Robert Altman, Drácula de Bram Stoker – 1992– de
Francis Ford Coppola, La edad de la
inocencia – 1993– de Martin Scorsese y La
dama de hierro – 2011– de Phyllida Lloyd, además de en las series Downton Abbey y Juego de tronos) que aquí borda su personaje, un vividor canalla y
elegante que encandila al espectador desde el mismo momento en el que aparece.
La película presenta, no
obstante, dos puntos débiles que provocan que debamos rebajar nuestra
calificación. Lejos de ser únicamente un relato sobre el desarrollo de un gran
timo literario, la película es también el retrato de una persona que, con miedo
a mostrarse al mundo tal como es, se refugia en vidas y voces ajenas para
mostrarse al mundo mientras que su verdadero yo se esconde en su misantropía y
en su pequeño apartamento neoyorquino. Cuando logre salir de su encierro
emocional y descubra el valor de la amistad, como una especie de castigo de
heroína trágica, será demasiado tarde para corregir los errores del pasado. El
primer punto débil del film es que este retrato acaba resultando incompleto
para el espectador. ¿Cuál es el origen de la soledad voluntaria de la
protagonista, de su hermetismo y cerrazón? Ello no queda claro y queda más bien
como un truco de guion para justificar la conducta del personaje que como la
dimensión verosímil de un personaje bien construido. El segundo punto débil de
la película es que tal como está montado el timo, llega un punto en que es
evidente que el personaje se halla en un callejón sin salida pero, a pesar de
ello, persiste en su argucia sin reparar en los riesgos obvios en los que está
incurriendo. Ahí, el guion tendría que estar algo más trabajado.
En resumen, ¿Podrás perdonarme algún día? es una película que, pese a los
puntos débiles mencionados, se deja ver con agrado y, sobre todo, sabe poner en
cuestión algunos de los resortes y mecanismos más absurdos y discutibles con
los que funcionaba, entonces, y sigue funcionando, todavía en la actualidad, el
mundo cultural.
IMÁGENES DE LA PELÍCULA:
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