TÍTULO: Cara de ángel. TÍTULO ORIGINAL: Gueule d’ange. AÑO: 2018. NACIONALIDAD: Francia.
DIRECCIÓN: Vanessa Filho. GUION: Diastème, Vanessa Filho y François Pirot. MONTAJE:
Sophie Reine. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Guillaume Schiffman. MÚSICA ORIGINAL: Olivier Cursier. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Marion
Cotillard, Ayline Aksoy-Etaix, Alban Lenoir, Nade Dieu, Stéphane Rideau,
Rosaline Gohy, Rayan Oussini-Herzog. DURACIÓN: 106 minutos. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/cara-de-angel/35277.

Si me preguntaran cuál es la mejor actriz que
hay, actualmente, en el panorama internacional, no dudaría en mi respuesta:
Marion Cotillard. Porque es muy difícil encontrar, en estos momentos, a otra
actriz que fuese capaz de asumir con tanta valentía un papel tan difícil, complicado
y lleno de riesgos como el que realiza en Cara
de ángel: un personaje que no puede caer simpático ni agradable, un
personaje cuya conducta rechazaremos sin ambages a mitad de película (si ya en
el primer tramo no nos cayese completamente mal) y que apenas encuentra
redención en los momentos finales del film. Si eso no fuera suficiente, su
antagonista (en el papel de su propia hija) es la niña debutante Ayline
Aksoy-Etaix la hija que sufre las consecuencias de la conducta de su
irresponsable madre, y que borda su actuación, sorprendentemente con las
estridencias justas y con un grado prodigioso de contención, teniendo en ella
mucha más importancia la mirada y sus gestos que las acciones explícitas.
Cara de
ángel es más una película sobre la marginalidad que sobre la marginación. Es
decir, no se trata de que la sociedad discrimine directamente a un grupo de
personas por su condición o comportamiento y no intente hacer nada por
comprenderlas, recuperarlas o integrarlas, sino que esas personas ya se han
desconectado del resto de la sociedad y es inútil cualquier intento por lograr
que vuelvan a formar parte del funcionamiento colectivo “normal”. Es lo que el
sociólogo francés Durkheim denominó “anomia” y que es algo mucho más complejo y
profundo que el concepto, por ejemplo, de “exclusión social”, ya que el
concepto de “anomia” apunta a los mecanismos inherentes a la propia sociedad
(y, por tanto, de difícil corrección) que conducen irreversiblemente a la
marginalidad de determinados individuos.
El sentido de Cara
de ángel, una película de tremenda, tremenda dureza emocional, reside en darse cuenta de que madre e
hija son, en realidad, dos etapas diferentes de un mismo ciclo vital. Lo que
vive la niña es lo que vivió la madre y, por ello, está condenada a repetir sus
mismos fallos y errores. Es una especie de bucle que no tiene vía de escape. Y,
así, en un momento de la película, en que la imagen de la niña está en segundo
plano y, en un primer plano, aparece una anciana anónima, misteriosa, solitaria,
caminando con ayuda de un bastón, que no sabemos quién es de manera consciente
pero que, inconscientemente, sí la identificamos: es el destino que les espera
a madre e hija, un destino que no es destino sino un vacío estéril y
desconsolado.
Pero, al final, sí aparece alguien que puede
romper ese bucle. Como ya vimos en Sin
dejar huellas, esta película insiste en la misma idea: la inoperancia de
las instituciones tradicionales (la familia, la escuela, los servicios
sociales) para resolver los problemas que afectan a la comunidad, de forma que
la salida al círculo vicioso la trae alguien que está tan aislado de las demás
como las protagonistas. Alguien que, como ellas, tiene el corazón roto (casi
literalmente) y que solo puede recurrir a un acto de heroísmo para demostrar
que no todo está perdido, un acto de heroísmo que agota la historia y que acaba
siendo la metáfora perfecta de la dificultad para salvar a quien está irremisiblemente
condenado.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
ESCENAS DE LA PELÍCULA:
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