TÍTULO: Falsos tatuajes. TÍTULO ORIGINAL: Les faux tatouages. AÑO: 2017. NACIONALIDAD: Canadá.
DIRECCIÓN Y MONTAJE: Pascal Plante. GUION: Pascal Plante y Geneviève Dulude-De
Celles. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Vincent Allard. MÚSICA ORIGINAL: Dominique
Plante. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Anthony Therrien, Rose-Marie Perreault, Lysandre
Nadeau, Briggite Poupart, Nicole-Sylvie Lagarde. DURACIÓN: 83 minutos. ENLACE EN FILMIN: https://www.filmin.es/pelicula/falsos-tatuajes/35279.
Chico y chica se conocen después de un concierto
de rock. Entre ambos, parece surgir la química, se compenetran bastante bien entre
ellos y pasan la noche juntos. En los días siguientes, la pasión no solo no se apaga
sino que la relación, incluso, se consolida. ¿Qué puede ir mal? En los primeros
minutos, la canadiense Falsos tatuajes parece
ser la recreación de un sueño adolescente, una oda al romanticismo ingenuo y
desbocado que caracteriza a nuestros años jóvenes y que ha inundado, en mayor o
menor medida, muchas películas del pasado, bien para tomárselo en serio, bien
para desmitificarlo, bien para hacer sentir en las carnes de sus protagonistas
el primer desengaño y la primera frustración amorosa. Recordemos, por ejemplo, Al final de la escapada (1960) de
Jean-Luc Godard, West Side Story (1961)
de Robert Wise y Jerome Robbins, Susan
Slade (1961) de Delmer Daves, Antoine
et Colette (1962) de François Truffaut – episodio del film colectivo El amor a los veinte años–, Del rosa al amarillo (1963) de Manuel
Summers, El año de las luces (1986)
de Fernando Trueba, Dirty Dancing (1987)
de Emile Ardolino o, incluso, Titanic (1997)
de James Cameron bebía de esa misma idea. Sin embargo, no hay que equivocarse: Falso tatuajes empieza con ese espíritu
y, poco a poco, se va convirtiendo en algo muy distinto.
Gracias a los festivales de films francófonos,
podemos ver películas de Canadá, cuya cinematografía es una gran desconocida en
España. Sabemos de las películas de Denys Arcand (El declive del imperio americano – 1986–, Jésus de Montréal – 1989–, Las
invasiones bárbaras – 2003–, La caída
del imperio americano – 2018–), de Xavier Dolan (Yo maté a mi madre – 2009–, Los
amores imaginarios – 2010–, Laurence
Anyways – 2012–, Mommy – 2014–) y
de determinados films que han llegado con cuentagotas a nuestro país (Le confessional – 1995– de Robert
Lepage, Lie with Me – 2005– de Clement Virgo, Ensayo para una revolución – 2016– de Simon Lavoie y Mathieu Denis).
Pero cuando nos llegan títulos como Falsos
tatuajes, nos llegan un cine fresco, desprejuiciado y lleno de ideas nuevas
y diferentes.
Porque, como hemos dicho, esta película comienza
pareciendo una luminosa película de adolescentes pero, poco a poco, sutilmente,
sin estridencias ni melodramatismos, de manera casi elíptica, con breves
pinceladas que acaban formando la panorámica completa, vamos descubriendo la
herida sin cicatrizar que sufre el protagonista y que está condicionando su
vida. Que, en realidad, va a condicionar toda su vida. Porque, a veces, es en
los primeros años cuando ocurren hechos que van a hacer que todo cambie para
siempre. Que van a hacer que, cuando parece que has encontrado una relación que
marcará tu vida, tu pasado ya es un lastre que te impide avanzar.
De este modo, Falsos
tatuajes va dejando de ser una película luminosa para acabar devolviendo
los tonos auténticos de la realidad, una realidad en la que nada es de color de
rosa y en la que los errores propios y la incomprensión del entorno te llevan a
que solo puedas encontrar consuelo en una canción triste.
TRÁILER DE LA PELÍCULA:
ESCENAS DE LA PELÍCULA:
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