Julio Rabadán camina
junto a la tapia que bordea el Instituto de Educación Secundaria Isaac Albéniz
de Málaga, un lugar clave de su trayectoria profesional
En nuestro recorrido por aquellas
figuras que, superando todos los obstáculos posibles, logran canalizar su
pasión por el cine y acaban realizando películas y llegando, incluso, a tener
una filmografía relativamente amplia, continuamos en Málaga y hablamos con
Julio Rabadán. El perfil de Julio Rabadán es diverso, variopinto y rico en todo
tipo de experiencias culturales. Pero, aparte de haber desplegado su instinto
creativo en numerosos campos y disciplinas, merece la pena destacar su
experiencia como profesor en el IES Isaac Albéniz de Málaga, donde logró
implantar la asignatura de cine en la ESO, un logro verdaderamente excepcional
y que, tras su jubilación como docente, sigue plenamente vivo, como hemos
tenido la ocasión de comprobar. Si leen esta entrevista, conocerán muchos
detalles de la edad de oro del pop-rock sevillano,
descubrirán a un creador verdaderamente singular y comprobarán cómo es posible
crear una cantera de futuros cineastas, lo cual es el mejor camino para que
nuestro séptimo arte avance y se desarrolle.
CINE ARTE MAGAZINE: Hola, Julio. Tu recorrido vital señala una
personalidad muy inquieta y preocupada por múltiples disciplinas creativas. Por
ejemplo, con cinco años, tu principal interés estaba en la pintura.
JULIO RABADÁN: Sí, yo, de niño, lo mío era pintar. Y, efectivamente,
yo sigo todos mis estudios normales y tal... Y cuando en Sevilla empieza todo
ese movimiento que se llamó “hippie” (ahí estaban todos los grupos que
coincidieron en esos años, por ejemplo, Smash), aunque a mí me atraía y me gustaba la música mucho, yo no era músico. Pero como
yo iba con Gualberto (miembro de Smash) y todos los grandes músicos de la época, que eran amigos míos, lo que yo hacía
era dibujarlos, haciendo apuntes de ellos mientras tocaban. Es una lástima que
todos ellos los haya perdido, lástima, pero, claro, en aquellos tiempos uno no
echa cuenta a esas cosas. Pero, entonces, Gualberto me decía a lo mejor: “¡Oye,
mira! Siéntate a la batería que estoy probando una cosa. Haz esto y lo otro”.
Yo le acompañaba y, así, en cierto modo, me fue metiendo el veneno. Después, en
una cierta ocasión, tras escuchar mucho a Bob Dylan, me empezó a atraer la
armónica. Y me convertí en armonicista. Entonces, llamé la atención de Julio
Matito (también miembro de Smash) e
íbamos a un parque a tocar. Así que me metí de lleno en la música. Porque como,
además, se me daba bien. Y eso coincidió con unos años en los que yo entré en
la Escuela de Bellas Artes, me salí (para desesperación de mis padres, que
querían que yo tuviera una carrera) y hubo una movida porque Smash se fue a
Madrid… Y, claro, yo, realmente, no pertenecía al grupo, sino que yo solo tocaba
con gente y tal (aunque después formé un grupo que se llamaba Piedra).
Entonces, decidí volver a estudiar y entré en Historia del Arte. En la
facultad, conocí a más gente relacionada con la música y formé otro grupo donde
tocábamos blues.
CINE ARTE MAGAZINE: Esa época de la que hablas tiene que ser 1975-1976,
¿no?
JULIO RABADÁN: Sí, sí, acababa de morir Franco. De todos modos, hay
un lapso de tiempo en todo esto que acabo de contar y que no he mencionado. Yo,
un verano, me fui a Madrid, a trabajar con Javier García-Pelayo (en esa época, manager de Smash) ,
en un piso que tenían allí. Y ocurrió una cosa en Sevilla: hicieron una redada
a una célula trotskista y por ahí aparece mi nombre. En aquellos tiempos, la
policía política no se andaba con chiquitas y yo lo sabía, a pesar de que yo no
era comunista ni nunca lo he sido. Entonces, como yo tenía un pasaporte, que me
había sacado por si las moscas, así de claro, me fui a Alemania. Yo estuve allí
dos años exiliado. Volví y, entonces, terminé la carrera. Tras estar tocando
dos años de bajista con Silvio en el grupo Silvio y Luzbel (antes de que entrara Pive Amador) y también con
Carlos Cepeda en el grupo Entresuelos, como vi que la cosa estaba un poco muerta, y
la enseñanza era algo que me gustaba, me saqué las oposiciones de profesor de
música y me vine para Málaga. Llegué con la idea de estar un par de años y
volverme después a Sevilla. Pero aquí me he quedado. Porque como Málaga es una
ciudad estupenda y, además, hubo toda una serie de circunstancias personales…
De izquierda a
derecha y de arriba abajo: Smash, Entresuelos, portada del álbum Al este del Edén de Silvio y Luzbel,
foto del grupo, y Triana, todos ellos representantes de la Edad de Oro del pop-rock sevillano.
CINE ARTE MAGAZINE: Ese momento que vivió la ciudad de Sevilla pasó y
ya no ha vuelto a darse un momento como ese. Parecía que había habido una
eclosión de algo diferente y, de repente, desapareció para no volver. O no sé
si, con el paso del tiempo, lo hemos magnificado…
JULIO RABADÁN: No, no, hubo un gran movimiento…
CINE ARTE MAGAZINE: Es decir, fue algo real…
JULIO RABADÁN: Sí, sí… Además éramos todos colegas, amigos, todos
con los pelos largos, creábamos un ambiente que, para la época, era
revolucionario. La gente nos insultaba por las calles. Las redadas de la
policía, como si fuéramos criminales, eran constantes. Pero, sobre todo, hubo
una explosión en lo que es estrictamente arte, sobre todo musical. Aunque
también hubo en otros campos como en la pintura, aunque va por otra vía…
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Por qué crees que ese momento que vivió Sevilla
entre finales de los 60 y principios de los 80 no tuvo continuidad en el
futuro?
JULIO RABADÁN: En parte, porque se produce siempre un cansancio. En
parte, porque se produce, en cierto modo, la búsqueda de una nueva generación
que no aparece. Y porque cuando los de la generación anterior son tan grandes
(ahí están Gualberto,
Jesús de la Rosa,
líder de Triana …), eso empequeñece a los que vienen detrás. No se atrevían ni a tocar con
ellos. A pesar de que, a partir de esos años, es mucho más fácil grabar porque,
al menos, estaban los magnetófonos… En toda esa explosión que hubo, fue
fundamental la figura de Gonzalo García Pelayo.
Gonzalo fue el que proporcionó la inyección de la producción musical. Y date
cuenta de una cosa: esa fue la época en que él empezó a hacer cine con Manuela, con Vivir en Sevilla, con Intercambio
de parejas frente al mar, con Corridas
de alegría… Y, luego, él también cortó con eso. Entró, entonces, en el
mundo de la radio, siguió con la producción musical, se dedicó a hacer quebrar
a los casinos (que hay que tener coco para eso)… Hasta ahora, que ha vuelto nuevamente
a hacer películas.
CINE ARTE MAGAZINE: Se dice que la “movida madrileña”, como fecha un
poco simbólica, acabó el 17 de diciembre de 1983, cuando se produce el incendio
de la discoteca Alcalá 20. La que podríamos denominar “movida sevillana”,
¿acabó el 14 de octubre de 1983, fecha en que muere Jesús de la Rosa?
JULIO RABADÁN: Cuando muere Jesús, la “movida sevillana” ya había
muerto. Lo que ocurre es que Jesús de la Rosa fue un balón de oxígeno. Porque
él y su banda, Triana, tiraron por un camino, el de la fusión con el flamenco, que
ya lo había iniciado Smash y otros grupos. Pero, antes que eso, Gualberto se va
a Norteamérica, por cansancio y porque los integrantes de Smash siempre han
sido unos músicos muy auténticos. En el sentido de que, precisamente, un disco
como El garrotín, era para ellos como
si se hubieran vendido porque ese no era su rollo. Fíjate. Tenían esa cosa por
dentro. Y fue cuando la banda desapareció. Porque, aunque estaban también Julio
Matito, Henrik Liebgott, Antonio
Rodríguez y Manuel Molina,
Gualberto, queramos o no, era un pilar fundamental. Julio Matito se relaciona
con el PSOE, hizo una cosa que se llamaba “Julio Matito y la cooperativa”,
tenía una maqueta en inglés y español para la que yo le grabé alguna cosilla de
teclados, pero, por el hastío que siente, se embarca y desaparece del mapa. Y,
cuando vuelve, va a casa de Gualberto, que precisamente estaba yo allí con él,
y es cuando lanza la idea de volver a reunir a Smash. Se van a Barcelona y es
cuando viene la catástrofe. Julio se quedó un par de días más allí y es cuando
se mata en un accidente de automóvil. Entonces, es cuando Gualberto siguió su
propio camino en solitario. Entonces, no hubo un relevo generacional que
continuara con todo ese movimiento. Había algunos grupos, algunas cosillas, se
le volvió a dar auge a Silvio pero, claro, Silvio era un gran músico pero tenía
un gran problema, que era la bebida. Eso sí, el día que Silvio estaba bien, yo
no he tocado nunca con un músico mejor que él: en el escenario, desprendía una
energía y una fuerza irrepetibles. Era un genio. Además, era muy imaginativo, tenía
una labia increíble, muy ingenioso y, cualquiera que hablara con él, no sabía
si estaba hablando en serio o de cachondeo.
Julio Rabadán vivió
sus primeros años en Sevilla, donde conoció el momento más importante del pop-rock de la ciudad. Posteriormente,
se trasladó a Málaga como profesor, habiendo tenido una importante actividad
creativa y docente.
JULIO RABADÁN: A mí siempre me gustó la fotografía. Yo siempre iba
con una cámara haciendo fotos. También me regalaron una cámara de Super-8, lo
que pasaba es que eso era carísimo. Una película de tres minutos costaba, en
aquella época, ochocientas o mil pesetas, lo cual, en aquel tiempo, suponía un
coste tremendo, era un pastón. Hacía una peliculita de higos a brevas pero, de
todos modos, me fui familiarizando con el tema de la imagen.
CINE ARTE MAGAZINE: Una vez instalado en Málaga, ¿a qué te dedicaste?
JULIO RABADÁN: Empecé haciendo música para gente de teatro, seguí
con la fotografía y el vídeo, hice alguna cosa, algún reportaje, pero aún no me
acabé de lanzar. Entonces, empecé a trabajar con el cineasta Pablo Cantos,
incluso estuve elaborando con él guiones e hicimos algunas cosas juntos.
Después, Pablo Cantos despegó, entró de lleno en el mundo del cine y la verdad
es que tuvimos algunos roces tontos… Con Pablo, hice dos o tres cortos vamos a
llamarlos caseros y, después, realicé con él el corto documental Tientos y sayonaras (2006), que fue un
corto absolutamente profesional, con producción de Dexiderius Producciones
Audiovisuales y MLK Producciones, una productora de Madrid y otra de Málaga. Y,
además, con la participación de Enrique Cerezo.
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Qué funciones realizaste en Tientos y sayonaras?
JULIO RABADÁN: Ya en aquella época yo tenía un equipo profesional
de imagen y sonido y yo hice la música para el corto. Aparte del compositor,
fui el músico, ya que no había presupuesto para pagar músicos. El único músico
que hubo fue Santiago González Muñoz, que tocó el tema que daba título al corto,
Tientos y sayonaras.
Diversos momentos de Tientos y sayonaras, un corto documental
sobre los flamencos que marcharon a Japón para actuar y desplegar su arte. Abajo,
a la derecha, Santiago González Muñoz, músico que interpretó el tema que daba
título al corto. En este enlace, pueden verlo completo: https://vimeo.com/95123787
CINE ARTE MAGAZINE: ¿Así fue cómo empezaste a hacer películas?
JULIO RABADÁN: Bueno, no exactamente. Yo tenía varias ideas. Quería
hacer un documental y se lo dije a Pablo para que él fuera el director. Y me
dijo Pablo: “Tío, hazlo tú. Si tú sabes de cine tanto como yo. Yo te echo una
mano pero que lo lleves tú para delante”. Pero yo, entonces, no me lancé. Fue
justo después cuando empecé por mi cuenta haciendo pequeñas cosas, básicamente
video-arte. Por ejemplo, de ese momento es Carpe
Diem. Tengo bastantes cosas hechas con vídeo. Hice un corto titulado El trabajillo. Es, prácticamente, un
monólogo de alguien que está esperando en un portal, que no tenía trabajo y
que, parece ser, ha encontrado un “trabajillo”. Luego, la historia tendrá un
desenlace inesperado. Después, hice un documental sobre grafiteros, que se
titulaba Grafiteros: ¿Arte libre o
clandestino?. Ese pude hacerlo porque conocí a un reportero videográfico
inglés que se había afincado en Málaga y, al necesitar música para muchas de
sus cosas, pues contactó conmigo. Pero, claro, como era nuevo aquí y necesitaba
gente, yo a veces le llevaba el sonido, le llevaba la cámara, le hacía de
intérprete… Estuve trabajando con él tres o cuatro años. Hice con él un
reportaje que me impresionó mucho y que me da mucho coraje no tenerlo y que
trataba sobre la fosa común de tiempos de la Guerra Civil que había en el
Cementerio de San Rafael. A mí me impactó mucho estar en esa fosa y hablar con
los familiares. Fue así como este reportero rodó conmigo ese documental sobre
grafiteros e hizo de cámara y de producción, ya que aportó todo el equipo. El
documental mostraba a los chavales pintando por las calles y contando sus
experiencias. Después, contacté con dos grafiteros, uno de ellos no pudo pero,
al final, pude hacerlo con Belin de Linares,
que es, ahora mismo, uno de los grafiteros más importantes del mundo y que
ahora está en Nueva York, en Tokyo… Ellos ya hablaban ya de llamarse no
grafiteros sino muralistas, para distanciarse de los grafiteros digamos más
rebeldes. Hablaban sobre el tema de pintar los trenes, que, para ellos, era un
reto. Alguno me confesó que sí lo hacía por el subidón de adrenalina que tenían
con ello. Intenté rodar alguna experiencia de ese tipo en Sevilla pero, claro:
¿cómo ruedas de forma clandestina a unos clandestinos? Y no entramos en eso. Al
final, los pillaron, en Santa Justa o por ahí cerca. Ya después, en el último
Instituto que estuve (en el IES Isaac Albéniz de Málaga), surgió un tema del
que me siento muy satisfecho, no por mí, sino por lo que significa para la
Secundaria la asignatura que empecé a impartir…
CINE ARTE MAGAZINE: Sí, porque tú, además de profesor de música, eres
profesor de cine.
JULIO RABADÁN: Efectivamente. Como te he dicho, estaba en el
Instituto Isaac Albéniz y yo tenía una idea y era con chavales. Un año llegó un
profesor de Historia a quien también le gustaba mucho el cine y, entonces, fue
cuando esa idea se pudo hacer realidad y rodamos un cortometraje de unos 25-30
minutos con los alumnos del Instituto. Se tituló Las gafas y facilitó el hacerla que siempre hubiera un narrador a
lo largo de todo el metraje. Detrás de este, hice otro que es también una
historia de adolescentes, que es Ofelia.
Hay cuatro chicas, con una de las madres (que, por cierto, era profesora de
Lengua en el Instituto) y otro profesor que también salía en Las gafas. Trata de una chica que ya
tiene 18 años a la que la madre la trata con gran rigidez porque es madre
soltera y ve a su hija como un fruto del pecado. Esa rigidez lleva a que la
chica se agobie y acabe encontrando una salida un poco peculiar que acaba
teniendo un giro dramático. Esta película se proyectó en el Instituto, en el
Ateneo de Málaga, también en El Matadero de Madrid, donde se han proyectado
varias cosas mías, y en PTV Televisión.
Imágenes de Ofelia. Pueden ver tráiler del film en
el siguiente enlace: https://vimeo.com/68432513
JULIO RABADÁN: Némesis es
un largometraje y también es una historia de dos mujeres, dos amigas íntimas,
una que es muy extrovertida y otra, que tiene una hija, que es más reservada.
Un día, de vuelta de una fiesta, una de ellas muere tras un intento de
violación. Los causantes del hecho salen absueltos en el juicio por falta de
pruebas y la amiga de la víctima se obsesiona, entonces, con el tema de la
venganza y se convierte en una justiciera. Al principio, a esta película le puse
un final más optimista y que, durante una proyección, me pareció que
justificaba lo que esta persona hacía. Entonces, decidí modificar el desenlace
para que no transmitiera esa impresión.
Imágenes de Némesis. Pueden ver tráiler del film en
el siguiente enlace: https://vimeo.com/109278770
CINE ARTE MAGAZINE: Como ya hemos hablado, a ti no solo te interesa la
ficción sino también el género documental. Por ejemplo, has realizado uno sobre
la artista sueca Madeleine Edberg, en el que, aparte de dar a conocer su obra,
hay una curiosa reflexión sobre el tiempo, ya que termina pareciendo como si la
película estuviera hecha al revés, lo cual, además, hace conectar esta obra con
tus Kinogreguerías.
JULIO RABADÁN: Sí, por eso el documental se llama El laberinto del tiempo, porque esta
mujer tiene una historia de muchos años como artista, es una artista
internacional superconocida y, además, tiene un símbolo que es como una especie
de espiral que, en cierta ocasión, yo le pregunté qué significaba y me dijo que
estaba relacionada con su concepción del tiempo. Si se ve el documental, es
como un viaje en el tiempo por la evolución de España, que empieza con un
rebaño de ovejas, que rodé por casualidad mientras estaba rodando a los aviones
llegando al aeropuerto de Málaga. Venía yo de rodar y me encontré con un
pastor, que llevaba unas tres mil ovejas. Estuve charlando con él y estaba yo
con la cámara y tomé algunos planos del rebaño (porque pensé que me podían
servir para el futuro como planos de recurso) y, en ese momento, oigo el ruido
y veo que un avión está llegando, de tal modo que una imagen y otro acabaron
estando juntos en la misma escena. Ese avión que llega terminó representando al
avión con que Madeleine Edberg llegó a España. Entonces, entra el NODO y las
cosas de esa época…
Imágenes del documental
Madeleine Edberg: El laberinto del tiempo. Pueden ver el documental completo en
este enlace: https://vimeo.com/211223208
CINE ARTE MAGAZINE: También tienes otro documental sobre el escultor e
imaginero Juan Vega.
JULIO RABADÁN: Ese fue otro documental que también surgió por
casualidad. Un día, paseando con una amiga, vi su estudio, le pedimos permiso
para entrar, estuvimos viendo y yo me di cuenta que, para lo joven que él era
(ahora tiene unos 38 años), aquello ya tenía un nivel muy alto. No es que
vieras imágenes de Cristo o de la Virgen, sino que veías hombres y mujeres
sufriendo. Le propuse hacer un documental, aceptó y, al final, estuve un año
rodando con él. Ahora, precisamente, estoy preparando otro documental sobre
Suso de Marcos, que fue profesor de Juan y que es uno de los escultores e
imagineros más importantes que existen actualmente. Y, además, tengo otro en
mente sobre los músicos de rock que estuvieron en Málaga en los años 60, en la
época del boom de la Costa del Sol.
Imágenes del documental
de Julio Rabadán sobre el escultor Juan Vega. Pueden ver el documental completo
en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Ak6hVtKBIjk
CINE ARTE MAGAZINE: Para ir concluyendo con tu filmografía, te pregunto
por tus Kinogreguerías. ¿Cómo
enfocamos estos peculiares videoclips?
JULIO RABADÁN: Las Kinogreguerías
las voy a repasar. Fueron esas imágenes que a veces ruedo como planos de
recursos pero que me acabaron sugiriendo algo muy diferente a lo que era su
intención original. Por ejemplo, en la primera que rodé se ve una panorámica de
Málaga, que estaba haciendo para una de mis películas, y, de repente, mientras
estaba rodándola, vi que encima de mí había una bandada enorme de gaviotas. Yo
me dije: “Pero, esto, ¿qué es?”. Entonces, tal como las vi, enfoqué la cámara
hacia arriba. Era una reunión enorme de gaviotas, como si fuera una
congregación donde estaban dirimiendo algo. Era muy rara toda esa masa, con un
enorme revuelo, que parece que se van a pelear pero no. Hay otro que rodé en
Sevilla. Estaba yo en la Plaza del Salvador, en el patio interior de la
iglesia, en un callejón que daba a la Plaza del Pan, estaba yo con la cámara y
dejé que grabara desde esa perspectiva a la gente que estaba pasando. Después,
pues a esas imágenes les escribo un texto, una especie de haiku. Son minicortos. De todos modos, hay algunos a los que me
gustaría manipular más las imágenes.
CINE ARTE MAGAZINE: Lo último que has hecho es La caverna, un experimento audiovisual muy interesante. Cuéntanos
en qué consiste.
JULIO RABADÁN: Yo, en principio, fui rodando algunos de los fragmentos
de esta película como cortometrajes, en los cuales, en uno de ellos, aparece el
actor Miguel Guardiola. La caverna
era, en su origen, un conjunto de diez o doce historias, todas ellas extrañas o
surrealistas, que no tienen más nexos en común entre ellas que son diálogos sin
escenario (los personajes están siempre en un útero o en una oscuridad), cada
uno protagonizado por un actor que habla con su doble (él mismo) y en los que se
enfrentan a su otro yo, a sus miedos, a sus neuras… Como película, ya
refundida, es la historia de un guionista que va a ver al productor y cuando
este empieza a ver la historia le dice que no tiene nada que ver con lo que se
entiende que es una película típica (no habla ni de amores, ni de guerras…).
Entonces, entre ellos empieza a haber una conversación sobre lo que es el cine,
sobre lo que es el cine, sobre lo que es el arte, sobre lo que no es el arte,
sobre lo que el público demanda… Así es como el director empieza a leer las
historias y vamos entrando en cada una de ellas. Al final, todos los diálogos
que hemos estado viendo en la “caverna” es la lectura del guion de la película
que el director ha preparado. Entonces,
todo ello me sirve como medio para filosofar sobre todos los problemas a los
que se enfrenta un director a la hora de hacer una película y sobre el sentido
de lo que es o no es el arte.
Imágenes de La caverna. Arriba a la derecha,
fragmento en que interviene el actor Miguel Guardiola. Pueden ver fragmentos del
film en el siguiente enlace: https://vimeo.com/177371380
Julio Rabadán camina junto a la tapia que bordea el IES Isaac Albéniz
CINE ARTE MAGAZINE: Algo que hay que tratar como un aspecto muy
importante de tu relación con el cine es tu experiencia en el IES Isaac Albéniz.
Cuéntanos de qué se trata.
JULIO RABADÁN: Yo era profesor de música pero, como esa asignatura
se quitó en 3º de ESO, el director, a quien también le gustaba mucho el cine,
me propuso que ideara una alternativa para sustituirla. Lo primero que pensé
fue poner clases de guitarra pero no salió por un alumno, ya que, el primer
año, hace falta un mínimo de doce para poder implantarla. Pero como había hecho
ya Las gafas, el director me dijo:
“¿Por qué no diseñas una asignatura de cine?”. Entonces, hice la programación y
todo. Y la asignatura fue un éxito total. Los chavales entraron muy bien en ese
rollo. Y la asignatura sigue ahí. Lleva ya seis años. Es decir, está saliendo
toda una generación de gente estupenda. Hacemos lo que podemos con los recursos
que disponemos pera damos la asignatura en dos cursos (3º y 4º de ESO), estaba
conmigo de quien te he hablado, que era profesor de Historia, nos repartimos la
asignatura, porque llegó a haber hasta tres y cuatro grupos de cine, y ha salido
de ahí gente muy interesada en el tema y que se han metido un poco por esa
onda.
Julio Rabadán nos llevó a presenciar una de las clases de la asignatura de cine en el IES Isaac Albéniz. El profesor Enrique Sánchez Martínez ha tomado su relevo
JULIO RABADÁN: A raíz de esto, también hicimos un festival de
cortos. El primer año, fue internacional, pensando que solo nos iba a llegar
tres o cuatro películas. Y, al final, nos llegaron películas de todos lados, de
Japón, de Malasia… Nos quedamos alucinando. Lo llevábamos entre el director, el
profesor de Historia y yo. El director era quien se ocupaba de hablar con unos
y otros. Tuvimos un Premio RTVA, el Premio de la Mujer… El segundo año tuvimos
que quitar lo de “internacional” para poder tener un número manejable de
cortos. Tuvimos una sección nacional, una sección andaluza, una sección escolar
para chicos andaluces y una sección escolar para Málaga. De treinta minutos de
duración, tuvimos que dejarla en quince. Yo me pasaba todas las vacaciones de
Navidad viendo cortos… Hicimos tres ediciones, entre 2012 y 2014. En
definitiva, el IES Isaac Albéniz es el único instituto de secundaria de
Andalucía, por no decir de toda España (porque me han llamado de Galicia y
otros sitios para ver cómo yo monté la asignatura, porque esa asignatura no
existe), donde se imparte cine. Y tengo que decir que al aula de cine le han
puesto mi nombre. Y, aunque yo me he jubilado,
la asignatura sigue porque tanto la Delegación como la Inspección dicen que
tiene que estar porque es interesante porque es una cosa que se demanda mucho,
ya que es una formación en el área audiovisual.
Julio Rabadán nos enseña el salón de actos del IES Isaac Albéniz, lugar donde se celebraba el Festival de Cortometrajes y nos muestra los carteles de los distintos certámenes
CINE ARTE MAGAZINE: Hacer cine en Málaga y en Andalucía no es fácil. ¿Cómo
consigues mantener ese entusiasmo que tienes para estar encadenando constantemente
un proyecto detrás de otro?
JULIO RABADÁN: Es que esa es mi vida. Yo creo que es una cosa
vital. Yo, sin eso, no sería nada. De todos modos, hay otros aspectos que
también me interesan. Hace tres o cuatro años que no pinto pero el otro día
compré pinturas. Quiero retomarlo. Porque el cine absorbe mucho. Yo escribo las
historias. Lo preparo todo. Hago yo el montaje y la manipulación de las
imágenes. Compongo yo la música.
CINE ARTE MAGAZINE: Es una cuestión de ser un temperamento creativo…
JULIO RABADÁN: Sí, puede ser. Puede ser por llevar muchos años
alrededor del arte, sea en una cosa u otra. Hay quien me ha definido como una
persona renacentista porque yo le doy a muchos palos. Pero tampoco lo he
buscado. Lo cierto es que también tengo un ensayo sobre música andalusí.
Igualmente, acabo de publicar un libro, junto a Auxiliadora Toro, Minimaquias, es una sátira, que empezó
siendo un guion pero, como era del mundo romano, acabamos haciendo una obra de
teatro.
Como ven, la trayectoria de Julio
Rabadán es de todo menos aburrida. Ha abordado con pasión múltiples campos
creativos y ha montado una asignatura de cine que puede servir de ejemplo a
otros muchos institutos de nuestro país. Nos despedimos de él no sin antes
hacernos una sorprendente revelación musical que quizás podamos ver en un documental
próximo y contándonos nuevos proyectos que seguro que Julio es capaz de llevar
a cabo. E igualmente seguro es que aquí daremos noticia de ellos.
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