Bruno Ganz (22 de marzo de 1941 – 16 de febrero de 2019)
Bruno Ganz era un actor
escurridizo e inclasificable. Si preguntáramos a los aficionados al cine cuál
era su nacionalidad, muchos dirían que era alemán. Pero, en realidad, era suizo
y su ciudad natal fue Zurich. Tras participar en varias películas en su país de
nacimiento, en Alemania Occidental y en Austria y acumular una larga
experiencia teatral, en 1976 se produjo el giro más importante de su carrera al
participar en las películas francesas Lumiére
(1976) dirigida por la famosa actriz Jeanne Moreau y La marquesa de O (1976) de Éric Rohmer. A partir de esas dos
interpretaciones, se le abrió con amplitud el camino del cine iniciando una
larga y fructífera carrera en el séptimo arte: El amigo americano (1977), El
cielo sobre Berlín (1987) y ¡Tan
lejos, tan cerca! (1993) de Wim Wenders, La mujer zurda (1978) y La
ausencia (1992) de Peter Handke, El
jugador de ajedrez (1978) de Wolfgang Petersen, Los niños del Brasil (1978) de Franklin J. Schaffner, Nosferatu, vampiro de la noche (1979) de
Werner Herzog, La provinciana (1980)
de Claude Goretta, Círculo de engaños (1981)
de Volker Schlöndorff, En la ciudad
blanca (1983) de Alain Tanner, La
eternidad y un día (1998) de Theo Angelopoulos, Pan y tulipanes (2000) de Silvio Soldini y El mensajero del miedo (2004) de
Jonathan Demme, llegando a participar en dos producciones españolas: El río de oro (1986) de Jaime Chávarri y
Hemingway, fiesta y muerte (1989) de
José María Sánchez (donde interpretó el papel del poeta Ezra Pound). En 2004,
realizó su interpretación más emblemática en El hundimiento (2004) de Oliver Hirschbiegel, y hay que mencionar,
como curiosidad, que fue el primer actor de lengua alemana en interpretar a
Adolf Hitler. Con posterioridad, ha intervenido en otros títulos importantes
como El hombre sin edad (2007) de
Francis Ford Coppola, RAF Facción del
ejército rojo (2008) de Uli Edel, The
Reader (2008) de Stephen Daldry, Sin
identidad (2011) de Jaume Collet-Serra, Tren
de noche a Lisboa (2013) de Bille August, El consejero (2013) de Ridley Scott, Remember (2015) de Atom Egoyan, The Party (2017) de Sally Potter y La casa de Jack (2018) de Lars von Trier.
Bruno Ganz se acabó
especializando en papeles ambiguos y complejos, en personajes de dos caras que,
pese a la fascinación que ejercían a su alrededor, tenían un lado inquietante o
perverso que causaba turbación y perplejidad. Y ello está inevitablemente
asociado el hecho de que su carrera adquirió vuelo con los cineastas del “Nuevo
Cine Suizo” (Alain Tanner, Claude Goretta) y del “Nuevo Cine Alemán” (Peter
Handke, Wim Wenders, Werner Herzog, Volker Schlöndorff) quienes pusieron el
dedo en la llaga de las contradicciones de unas sociedades que, a pesar de su
brillo exterior y, en el caso de la sociedad alemana, de dar la apariencia de
haber superado la pasada atracción por el nazismo, escondían todo un mundo
oscuro que afloraba de forma abrupta cuando eran sacudidas por acontecimientos
inesperados. Jaime Chávarri supo ver muy bien esta dimensión de Bruno Ganz como
actor a la hora de darle su papel en El
río de oro, al interpretar una especie de Peter Pan tenebroso que
hipnotizaba con su personalidad pero acababa dejando solos y sin esperanza a
aquellos que le rodeaban. Su último papel destacado, en La casa de Jack, no escapaba de una doble dimensión (en este caso, entre el delirio y la
trascendencia) que nos sumía en el desconcierto en el, a pesar de todo,
deslumbrante desenlace.
Con la muerte de Bruno Ganz,
desaparece un actor que antepuso al estrellato fácil y al glamour artificial una vocación interpretativa insobornable que,
lejos de anclarse en la rutina y en la reiteración de tics eficaces pero vacíos, supo mantenerse siempre en los
parámetros de la excelencia y la hondura.
Descanse en paz.
El amigo americano (1977)
El río de oro (1986)
La eternidad y un día (1998)
El hundimiento (2004)
La casa de Jack (2018)
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