BEN JOHNSON: UN COWBOY EN HOLLYWOOD (Primera parte)

(Este artículo fue publicado originalmente en la revista digital Cine Contexto el 3 de octubre de 2018)


Ben Johnson en una imagen de Caravana de paz (1950) de John Ford


Si tuviéramos que elegir cuál sería el actor estadounidense con más obras maestras en su haber pero que fuera el menos conocido por el gran público, uno de los nombres a mencionar, sin duda, sería el de Ben Johnson. Como es obvio, le perjudicó, además, la aparición en los años 80 del velocista canadiense del mismo nombre sancionado por dopaje en los Juegos Olímpicos de Seúl, de modo que si preguntamos a alguien por Ben Johnson, la primera persona que se le vendrá a la cabeza será el atleta y no el actor norteamericano. Eso sí, su rostro resultará muy familiar a los aficionados del western y, en particular, a los grandes seguidores de John Ford y Sam Peckinpah, ya que estos dos directores fueron los que más confiaron en él para sus películas.

Si Ben Johnson se empezó a dedicar al cine fue gracias al multimillonario Howard Hughes. Este, estaba embarcado en el proyecto de realizar su película El forajido y adquirió un grupo de caballos al rancho dirigido por el padre del actor. Ben Johnson, que aparte de trabajar allí, había participado en numerosos rodeos, fue el encargado de llevar los caballos adquiridos a Hollywood y, una vez que llegó, se quedó en la meca del cine, donde empezó a trabajar haciendo de stuntman (es decir, de doble especialista) para actores como John Wayne, Gary Cooper o James Stewart. El gran giro en su carrera se produjo cuando John Ford se fijó en él (posiblemente, algo tuvo que ver su ascendencia, mitad irlandesa, mitad cherokee) y le dio un papel relevante en La legión invencible y un papel protagonista en Caravana de paz. En el año 1953, Ben Johnson abandonó brevemente el mundo del cine para volver a participar en rodeos pero llegó pronto a la conclusión de que, como actor, ganaba más dinero y pasaba por menos riesgos y volvió a Hollywood, donde estuvo haciendo películas y series de televisión hasta 1996, siendo su última película La fuerza del cariño, la historia continúa (1996) de Robert Harling, secuela de la película con la que el director James L. Brooks ganó el Oscar a la Mejor Película en el año 1984.

En este artículo, vamos a hablar de los catorce títulos más emblemáticos de este actor con el fin de que nuestros lectores pongan nombre a ese rostro tan familiar que ha participado en muchas películas que guardarán con delectación en su memoria. Hoy, va a ser la primera entrega y, en ella, hablaremos de las primeras 7 películas, realizadas entre 1949 y 1965. La próxima semana, revisaremos los restantes títulos, realizados a partir de este último año.

La legión invencible (1949) de John Ford




Primer papel relevante de Ben Johhson, en el segundo título de la llamada “Trilogía de la Caballería”, tras Fort Apache (1948). Aquí, el actor encarna a un sargento bajo las órdenes de un capitán interpretado por John Wayne. El personaje de Johnson representa las virtudes de valor, bondad, sencillez y humildad que Ford sabe mostrar con tanta maestría y que acaban haciendo tan entrañables a los personajes del director. Una espléndida fotografía en color de Winton Hoch permite, por un lado, que el mítico escenario de Monument Valley, en Arizona, luzca con ese esplendor tan magnético que lo acabó convirtiendo en una imagen icónica de la historia del cine y, por otro, que la fascinante combinación de las arenas rojizas del desierto y los uniformes azules de los militares se convierta en una de las señas de identidad inequívocas de la película.

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Caravana de paz (1950) de John Ford




Ben Johnson tiene un papel protagonista en Caravana de paz, interpretando a un guía que ha de llevar a una caravana de colonos mormones hasta Utah. Uno de los títulos de Ford considerado originalmente menor pero que ha ido creciendo con el paso del tiempo hasta llegar a ser valorado como una de sus grandes obras maestras, en virtud de su estética expresionista, la potencia visual de sus imágenes y la humanidad y sencillez de sus personajes. Tratándose de una producción no tan costosa como las de otras de sus películas más conocidas, cabe pensar que Ford tuvo aquí más libertad para desarrollar sus planteamientos sin la presión de los directivos y magnates de las grandes compañías. Y, efectivamente, en la famosa entrevista que le hizo el director Peter Bogdanovich (a quien haremos referencia más adelante en este mismo artículo), Ford manifestó que las tres películas suyas que más se aproximaban a su forma de entender el cine eran El fugitivo (1947), y El sol siempre brilla en Kentucky (1953) y Caravana de paz.



Rio Grande (1950) de John Ford





Rio Grande es la película que cierra la “Trilogía de la Caballería” de Ford y, en ella, Ben Johnson interpreta a un recluta que, curiosamente, también se apellida Tyree, como el sargento al que encarnó en La legión invencible (no será la única vez que Ford repite apellidos a lo largo de sus películas, pero eso daría para otro artículo). Aquí, Johnson, aparte de hacer frente a su adiestramiento militar, tendrá que resolver sus problemas pendientes con la justicia. Dentro de la “Trilogía” mencionada, muchos la consideran como el título menor de la misma, algo que nunca me ha acabado de convencer ya que pienso que reúne los suficientes méritos como para estar a la altura de los otros dos títulos del terceto. Ello me quedó confirmado cuando tuve la oportunidad de escuchar al director y analista cinematográfico santanderino Paulino Viota realizar una exposición sobre esta película (se halla como un extra en el pack que Intermedio editó con la obra completa del realizador cántabro) y afirmó que Rio Grande era su película preferida de Ford y mostraba cómo, por debajo de su trama superficial, existía una compleja estructura narrativa basada en un triángulo familiar de tres personajes (John Wayne, el padre, Maureen O’Hara, la madre, y Claude Jarman Jr., el hijo) apoyado a su vez, en otros dos triángulos: por un lado, el formado por John Waye, J. Carrol Naish (el general Sheridan) y Victor McLaglen (el sargento Quincannon) y, por otro, el constituido por Claude Jarman Jr., Ben Johnson y Harry Carey Jr. (tres reclutas del batallón). En definitiva, Rio Grande es una película que guarda en su interior todo un entramado de ideas y relaciones a descubrir…

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Raíces profundas (1953) de George Stevens





Ben Johnson se aleja del universo Ford y entra a participar en uno de los westerns más atípicos de la historia del cine. Atípico porque está narrado desde el punto de vista de un niño, porque rompe con muchos de los estereotipos visuales que el género había establecido como inamovibles (ni el pueblo ni los colonos ni los “malos” se parecen a los que estamos acostumbrados a ver en otras películas del Oeste) y porque está protagonizado por un pistolero (Alan Ladd) que, durante la mayor parte del metraje, ni lleva pistolas ni quiere ser pistolero ni acaba estando, en el desenlace, junto a la mujer que ama. Y con tantos tópicos rompe esta película que, hasta el personaje interpretado por Ben Johnson, es atípico dentro del género porque no es habitual en él que un carácter secundario evolucione a lo largo de la trama y pase de un lado a otro de la contienda en un insólito arrebato moral. George Stevens realizó un western cuya influencia en otras películas no cesó en los siguientes años (como muestra, ahí tienen El pistolero pálido – 1984 de Clint Eastwood).

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And the Desert Shall Blossom (1958) de Arthur Hiller, episodio de la serie Alfred Hitchcock presenta





El undécimo episodio de la cuarta temporada de la célebre y mítica serie Alfred Hitchcock presenta… se emitió el 21 de diciembre de 1958 y, en él, Ben Johnson interpretaba a un sheriff de un pueblo en medio del desierto que se veía obligado a advertir a dos viejos cowboys que el ayuntamiento les podía arrebatar sus tierras si no demostraban que podían hacerlas productivas. Como todo lo que se relacionaba con el “maestro del suspense”, la resolución final del problema era una combinación de humor y toque macabro con la que no se sabía muy bien si reír o estremecerse de la condición humana. A lo largo de su carrera, Ben Johnson participó, a partir de 1956, en numerosísimas series de televisión. Además de en Alfred Hitchcock presenta…, también se le vio en series tan populares en España como Perry Mason, El virginiano o Bonanza.

El rostro impenetrable (1961) de Marlon Brando





Dando cuenta de su versatilidad, Ben Johnson se acopló perfectamente a este personal western dirigido por Marlon Brando con un personaje afilado y retorcido que encajaba con la crispada y tensa historia que se proponía al espectador. Desde que en 1958 interviniera en El baile de los malditos (1958) de Edward Dmytryk dando vida a un oficial alemán durante la II Guerra Mundial, Brando se fue decantando claramente por personajes ambiguos e historias audaces y arriesgadas que rompieran todo tipo de convencionalismos. En este caso, el personaje protagonista (interpretado por el propio Brando) es un bandido que se reencuentra con un viejo compañero de banda (Karl Malden) que ahora se gana la vida como sheriff. Aparte de que el malvado de la trama es quien ahora se encuentra del lado de la ley, otras cuestiones como el tema de la identidad (con la clara dicotomía entre anglosajones y mexicanos) y el de la sexualidad como campo de batalla en el que se dirime la rivalidad entre los dos antagonistas principales del film eran líneas argumentales bastante atrevidas para la época y llevaron a que El rostro impenetrable ganara la Concha de Oro del Festival de San Sebastián a la mejor película en 1961.

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Mayor Dundee (1965) de Sam Peckinpah





Ben Johnson volvió a intervenir en otro western de frontera con este gran film de Sam Peckinpah de azarosa producción que fue estrenada con un acabado final que no era el deseado por el director. Entre otros aspectos, de la duración inicial planteada de cuatro horas de duración pasó a tener una más estándar de dos horas e, incluso, contra la voluntad del realizador, fue cambiada hasta la banda sonora originalmente creada para la película por Daniele Amfitheatrof con el fin de dar a la misma un carácter más épico y convencional (de hecho, en la restauración de esta película en 2005, la música original fue sustituida por otra compuesta por Christopher Caliendo más acorde con los deseos de Peckinpah). Porque es que Mayor Dundee, de forma muy similar a como lo hacía El rostro impenetrable, incluía elementos muy escabrosos que la productora (la Columbia) consideró que había que suavizar de algún modo. Así, la película retrata a un país dividido sólo capaz de unirse en torno a una arriesgada y, progresivamente, discutible aventura militar. ¿Una metáfora velada sobre la Guerra de Vietnam que, por aquel tiempo, acababa de empezar? Posiblemente, no se trataría de aludir a una referencia tan explícita sino, más bien, a las tensiones sociales, raciales y políticas que estaba viviendo Estados Unidos por esos años y para las que el film no vaticinaba solución sino la salida de luchar contra un enemigo exterior como medio para ocultarlas y acallarlas.

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La semana que viene, completaremos el repaso a la trayectoria de Ben Johnson.




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