DIANA DE ALEJO MORENO. CUANDO LA MÁSCARA SE CONFUNDE CON EL ROSTRO

(Esta reseña fue publicada originalmente en la revista digital Cine Contexto el 25-9-2018)


Ana Rujas y Jorge Roldán, protagonistas de Diana de Alejo Moreno


TÍTULO: Diana. TÍTULO ORIGINAL: Diana. AÑO: 2018. NACIONALIDAD: España. DIRECCIÓN, GUION Y MONTAJE: Alejo Moreno. MÚSICA ORIGINAL: Ismael Viñoli. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Irene Cruz. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ana Rujas, Jorge Roldán, Laura Ledesma, Lucio Romero, Cayetana Cabezas, Moisés Rodríguez. DURACIÓN: 101 minutos. PÁGINA WEB OFICIAL: https://www.dianathemovie.com.

CALIFICACIÓN: 

Diana de Alejo Moreno es una película que, cuando menos te lo esperas, gira sobre su eje y acaba siendo algo completamente distinto a lo que creíamos que era. Porque, en el fondo, Diana es una mirada sobre la España actual y sobre la impostura (quizás, en el día de hoy, no haya tanta diferencia), sobre una sociedad que vive una fantasmagoría y que, de repente, como si la obligaran a tomar la pastilla roja de Matrix despierta a la realidad y descubre que todo era mentira. Pero, al contrario que Neo, esa sociedad no está preparada para la verdad y acaba refugiándose en la perplejidad y el desconcierto.

En principio, lo que vemos es a un directivo estresado del distrito financiero de Madrid (Jorge Roldán) que decide contratar los servicios de una prostituta de lujo (Ana Rujas). Entre ambos personajes (soberbiamente interpretados por su dúo protagonista) se inicia un extraño juego, mitad seducción mitad sumisión, que absorbe al espectador y lo embauca en un viaje cuyo destino no es el esperado. Porque, al final del mismo nos encontramos es el paisaje de la España “posterior” a la crisis (¿o es la misma crisis que aún no ha terminado?) en la que existe un ansia personal desesperada por no naufragar, por sobrevivir, y en el que el clima moral está viciado por las medias verdades y los autoengaños para no convencernos de que muchas de nuestras certezas se han evaporado.



Ana Rujas, actriz protagonista de Diana


Aunque pudiera pensarse que el tema de la prostitución de lujo es el tema esencial de Diana, en realidad viene a ser, en última instancia, un macguffin, una excusa para llevar la historia al punto que Alejo Moreno verdaderamente le interesa. A pesar de ello, no cabe pensar que el tratamiento de la cuestión es abordado desde la superficialidad o el descuido: todo lo contrario. Tal como nos contaron Alejo Moreno y Ana Rujas cuando la película fue presentada en el Festival de Málaga de este año, ambos entrevistaron y hablaron con escorts de lujo para que les contaran su experiencia, sus vivencias y cómo era todo el ritual que se establecía en sus relaciones con sus clientes. Todo este trabajo de preparación ha quedado plasmado en el film para garantizar que nada de lo que aparece en pantalla es falso o artificial y hay que admitir que la veracidad alcanzada acaba siendo una pieza esencial para el juego narrativo que la película nos propone.




Diana es una película de fantasmagorías, de alucinaciones, de un pasado fantasmal siempre dispuesto a aparecer como espectro sin redención (en este aspecto, es fundamental la breve aparición del personaje interpretado por Lucio Romero), de realidades escindidas en las que un pliegue que no comprendemos nos cambia de dimensión para que no lleguemos a discernir en qué lado del espejo nos encontramos. Porque el personaje interpretado por Jorge Roldán viene a ser como una Alicia que no llega al País de las Maravillas sino a un purgatorio (su propio purgatorio) que no se muestra como tal sino como una posible salida del infierno. Diana nos abofetea porque quiere despertarnos y sabe que el proceso solo puede ser brusco y agresivo, con falta de sensibilidad incluso, una terapia de choque que nos desintoxique de tanta impostura, de tantas mentiras, de tanta cháchara inútil que sólo encubre la nada, la nada más absoluta, una pompa de jabón que explotaría al más mínimo contacto pero que queremos convertir, ilusoriamente, en nuestro reino.



Jorge Roldán, actor protagonista de Diana


La estructura de Diana se revela, al final, como el juego de las matryoshkas, donde, poco a poco, van desapareciendo las capas superficiales y vamos alcanzando el fondo del tema que se plantea. Cuando llegue la última secuencia, todo estará claro: aún no estamos preparados para asumir la verdad. Cuando contemplamos la cara de perplejidad del interlocutor de Ana Rujas, es la cara de perplejidad de una sociedad que no acaba de creer que es cierto lo que ha demostrado serlo. La perplejidad de una sociedad que, tras un decenio de crisis, no sabe a qué asidero agarrarse para evitar que todo se derrumbe sin remedio. Diana termina siendo, de este modo, un diagnóstico severo y amargo que da cuenta de nuestra propia indefensión.

TRÁILER DE LA PELÍCULA:




Ana Rujas y Alejo Moreno, durante el 21º Festival de Málaga


Rueda de prensa del equipo de Diana durante el 21º Festival de Málaga



José Manuel Cruz, director de Cine Arte Magazine, con Alejo Moreno, Ana Rujas, Jorge Roldán y Lucio Romero






Imágenes de Diana de Alejo Moreno




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