LAS VIDAS DE GRACE (o la vida fluye)
TÍTULO: Las vidas de Grace. TÍTULO ORIGINAL: Short Term 12. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Destin Daniel Cretton. MÚSICA ORIGINAL: Joel P. West. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Brett Pawlak. MONTAJE: Net Sanders. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Brie Larson, John Gallagher Jr., Stephanie Beatriz, Rami Malek, Alex Calloway, Kevin Hernandez, Lydia Du Veaux, Keith Stanfield, Frantz Turner, Kaitlyn Dever. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.goodfilms.es/catalogo/las-vidas-de-grace-short-term-12/ y http://shortterm12.com/.
En este blog, ya hemos reseñado con anterioridad películas que trataban las vidas de jóvenes con problemas: Los niños salvajes (2012) de Patricia Ferreira, Quince años y un día (2013) de Gracia Querejeta, A escondidas (2014) de Mikel Rueda, María y el Araña (2013) de María Victoria Menis o Besos de azúcar (2013) de Carlos Cuarón son buenos ejemplos de ello. Las vidas de Grace ha llamado la atención porque aporta una gran dosis de frescura que sabe combinar, con gran inteligencia, con momentos verdaderamente amargos que (sorprendentemente) dejan a un lado el morbo para estar presididos por una delicadeza y una sutileza muy personales.
En el fondo, Las vidas de Grace se nutre de la clásica mirada de Howard Hawks (a la que ya hicimos referencia al hablar de Rio Bravo (1959) y que, también, detectamos en un título reciente como Azul y no tan rosa -2012- de Miguel Ferrari): más que en desarrollar una historia según el típico esquema narrativo de exposición-nudo-desenlace, el desarrollo de la película se centra en el progresivo conocimiento de las circunstancias que envuelven a unos personajes. (Precisamente, en esa concepción alejada de cualquier similitud con algún tipo de modelo literario previo es en la que se fijaron los realizadores de la nouvelle vague francesa y es la que explica la admiración que sentían por Hawks desde que hacían crítica cinematográfica en Cahiers du Cinéma). En este caso, se trata de unos jóvenes internados en un centro de asistencia y de sus cuidadores. Poco a poco, iremos descubriendo que todos ellos deberán superar retos difíciles y reajustar sus vidas para dejar atrás un pasado complicado.
En este blog, ya hemos reseñado con anterioridad películas que trataban las vidas de jóvenes con problemas: Los niños salvajes (2012) de Patricia Ferreira, Quince años y un día (2013) de Gracia Querejeta, A escondidas (2014) de Mikel Rueda, María y el Araña (2013) de María Victoria Menis o Besos de azúcar (2013) de Carlos Cuarón son buenos ejemplos de ello. Las vidas de Grace ha llamado la atención porque aporta una gran dosis de frescura que sabe combinar, con gran inteligencia, con momentos verdaderamente amargos que (sorprendentemente) dejan a un lado el morbo para estar presididos por una delicadeza y una sutileza muy personales.
En el fondo, Las vidas de Grace se nutre de la clásica mirada de Howard Hawks (a la que ya hicimos referencia al hablar de Rio Bravo (1959) y que, también, detectamos en un título reciente como Azul y no tan rosa -2012- de Miguel Ferrari): más que en desarrollar una historia según el típico esquema narrativo de exposición-nudo-desenlace, el desarrollo de la película se centra en el progresivo conocimiento de las circunstancias que envuelven a unos personajes. (Precisamente, en esa concepción alejada de cualquier similitud con algún tipo de modelo literario previo es en la que se fijaron los realizadores de la nouvelle vague francesa y es la que explica la admiración que sentían por Hawks desde que hacían crítica cinematográfica en Cahiers du Cinéma). En este caso, se trata de unos jóvenes internados en un centro de asistencia y de sus cuidadores. Poco a poco, iremos descubriendo que todos ellos deberán superar retos difíciles y reajustar sus vidas para dejar atrás un pasado complicado.
Las vidas de Grace nos muestra un intervalo temporal de la biografía de sus personajes. Podría empezar antes, podría terminar después. Se podría escoger centrarse en las peripecias de unos jóvenes del centro o de otros. Pero, en cualquier caso, el estilo del film sirve para proporcionarle una enorme frescura y para transmitir una fuerte sensación de "cosa vivida". El ir siguiendo a los personajes, el irlos conociendo, el ir descubriendo poco a poco sus traumas y problemas, la combinación de humor y drama, de momentos buenos y momentos malos (es decir, como sucede en la vida real) ayuda al espectador a adquirir una intensa sensación de cercanía con los protagonistas y a que se vea invadido por algo de nostalgia cuando la película llega a su fin. Sabemos que los problemas que hemos visto no se han resuelto definitivamente, que a los personajes aún les queda un buen trecho para acabar de encontrar su lugar en el mundo pero nos convencemos de que lo que hemos contemplado es, más o menos, cómo es la realidad.
Película sencilla y modesta en sus planteamientos, consigue alcanzar su buen nivel artístico con un firme pulso en la realización, con latigazos visuales simples pero contundentes y con dos momentos dramáticos excelsos (aquellos en los que los dos protagonistas más jóvenes revelan el infierno que han vivido) que constituyen dos de las mejores secuencias que hemos visto en una pantalla de cine en los últimos tiempos.
En definitiva, una película recomendable para demostrar que no se necesitan grandes presupuestos para alcanzar una calidad cinematográfica mucho más que aceptable.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: Su frescura y honestidad. La interpretación de Brie Larson. Los escalofriantes momentos en los que los dos protagonistas más jóvenes revelan parte de sus particulares infiernos.
Lo que menos me gustó: Cierto desequilibrio en el peso de las distintas tramas.
Película sencilla y modesta en sus planteamientos, consigue alcanzar su buen nivel artístico con un firme pulso en la realización, con latigazos visuales simples pero contundentes y con dos momentos dramáticos excelsos (aquellos en los que los dos protagonistas más jóvenes revelan el infierno que han vivido) que constituyen dos de las mejores secuencias que hemos visto en una pantalla de cine en los últimos tiempos.
En definitiva, una película recomendable para demostrar que no se necesitan grandes presupuestos para alcanzar una calidad cinematográfica mucho más que aceptable.
Nota (de 1 a 10): 8.
Lo que más me gustó: Su frescura y honestidad. La interpretación de Brie Larson. Los escalofriantes momentos en los que los dos protagonistas más jóvenes revelan parte de sus particulares infiernos.
Lo que menos me gustó: Cierto desequilibrio en el peso de las distintas tramas.
EL DESCONOCIDO DEL LAGO (o La ley del deseo + El equívoco + Blowup)
TÍTULO: El desconocido del lago. TÍTULO ORIGINAL: L'inconnu du lac. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Francia. DIRECCIÓN Y GUIÓN: Alain Guiraudie. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Claire Mathon. MONTAJE: Jean-Christophe Hym. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Pierre Deladonchamps, Christophe Paou, Patrick d'Assumçao, Jérôme Chappatte, Mathieu Vervisch, Gilbert Traina, Emmanuel Daumas, Sébastien Badachaoui. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.karmafilms.es/ficha_cine.php?ID=173 y http://www.filmsdulosange.fr/fr/film/198/l-inconnu-du-lac.
Comentamos en nuestra anterior entrada (haciendo referencia a El pasado de Asghar Farhadi) que no es fácil llegar a interpretar sobre la marcha una película de modo correcto. A lo mejor, vemos más de lo que hay. También es posible que hayan cosas que no detectemos y que constituyan, en realidad, el verdadero núcleo de la historia. Ello se agrava en el caso de una película como El desconocido del lago, en la cual parece que casi no pasa nada pero pasan más cosas de lo que las simples apariencias pueden hacernos creer.
El núcleo de la trama de la película se centra en la práctica del cruising (sexo entre homosexuales en lugares públicos, en este caso, un bosque que hay junto a un lago) y ello dará lugar a escenas de alto voltaje que no serán del agrado de todos los espectadores. Pero, más allá de este hecho, hay varios detalles que hacen que la película vaya mucho más allá de este planteamiento inicial: el nacimiento de una peculiar amistad entre Franck (Pierre Deladonchamps) y Henri (Patrick d'Assumçao), el acaecimiento de una extraña muerte y las curiosas apariciones del policía que investiga el caso (Jérôme Chappatte) hacen conducir la historia a agudos e inquietantes terrenos que vienen a ser como los siluros de los que se habla en una de las múltiples conversaciones (aparentemente, banales) que jalonan el film: no se ven pero están ahí y es posible que sean peligrosos.
Porque de lo que, al final, nos habla la película es de cómo el deseo puede llegar a ser un torrente incontrolable en el que podemos vernos sumergidos a pesar del riesgo que podemos correr (muy en la línea de La ley del deseo -1987- de Pedro Almodóvar), de la dificultad para hacer compatibles los diferentes sentimientos de cada persona (podríamos recordar, en esta misma línea, El equívoco -1973- de Alan Bridges, por ejemplo) y, finalmente, de nuestra incapacidad para interpretar correctamente unos hechos desnudos y la multiplicidad de interpretaciones que los mismos pueden conllevar (y, aquí, la referencia es Blowup -1966- de Michelangelo Antonioni).
Todo lo que vemos el El desconocido del lago es ambiguo y se presta a ser leído de diferentes maneras. Así, el inspector que siempre irrumpe de improviso entre quienes acuden con asiduidad al lago para realizar sus pesquisas lo podemos ver tanto desde el punto de vista de la ridiculez que supone su actitud como desde el punto de vista de la intromisión permanente de la autoridad en asuntos que no le deberían concernir. Igualmente, la relación entre Franck y Michel (Christophe Paou) la podemos ver como muestra del fatum trágico que no podemos eludir o de la propia insensatez del protagonista y que podría hallar su eco en actitudes insensatas de otros personajes... Hasta cierto punto, todo remite al punto de vista del propio espectador que deberá rellenar los huecos de la historia con sus reflexiones e intuiciones. En gran medida, como sucedía con Joven y bonita (2013) de François Ozon, película que comentamos recientemente.
Por ello, cuando en la escena final hay alguien que busca a otro, quizás no sea sólo a un personaje de la película sino también a quien está sentado en la butaca, a quien se le quiere obligar a involucrarse en el film y que dé su respuesta personal a lo que, quizás, no tiene una respuesta fácil.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: El director lleva la propuesta hasta sus últimas consecuencias.
Lo que menos me gustó: Sus fuertes escenas de sexo no serán del agrado de todo el público.
Comentamos en nuestra anterior entrada (haciendo referencia a El pasado de Asghar Farhadi) que no es fácil llegar a interpretar sobre la marcha una película de modo correcto. A lo mejor, vemos más de lo que hay. También es posible que hayan cosas que no detectemos y que constituyan, en realidad, el verdadero núcleo de la historia. Ello se agrava en el caso de una película como El desconocido del lago, en la cual parece que casi no pasa nada pero pasan más cosas de lo que las simples apariencias pueden hacernos creer.
El núcleo de la trama de la película se centra en la práctica del cruising (sexo entre homosexuales en lugares públicos, en este caso, un bosque que hay junto a un lago) y ello dará lugar a escenas de alto voltaje que no serán del agrado de todos los espectadores. Pero, más allá de este hecho, hay varios detalles que hacen que la película vaya mucho más allá de este planteamiento inicial: el nacimiento de una peculiar amistad entre Franck (Pierre Deladonchamps) y Henri (Patrick d'Assumçao), el acaecimiento de una extraña muerte y las curiosas apariciones del policía que investiga el caso (Jérôme Chappatte) hacen conducir la historia a agudos e inquietantes terrenos que vienen a ser como los siluros de los que se habla en una de las múltiples conversaciones (aparentemente, banales) que jalonan el film: no se ven pero están ahí y es posible que sean peligrosos.
Porque de lo que, al final, nos habla la película es de cómo el deseo puede llegar a ser un torrente incontrolable en el que podemos vernos sumergidos a pesar del riesgo que podemos correr (muy en la línea de La ley del deseo -1987- de Pedro Almodóvar), de la dificultad para hacer compatibles los diferentes sentimientos de cada persona (podríamos recordar, en esta misma línea, El equívoco -1973- de Alan Bridges, por ejemplo) y, finalmente, de nuestra incapacidad para interpretar correctamente unos hechos desnudos y la multiplicidad de interpretaciones que los mismos pueden conllevar (y, aquí, la referencia es Blowup -1966- de Michelangelo Antonioni).
Todo lo que vemos el El desconocido del lago es ambiguo y se presta a ser leído de diferentes maneras. Así, el inspector que siempre irrumpe de improviso entre quienes acuden con asiduidad al lago para realizar sus pesquisas lo podemos ver tanto desde el punto de vista de la ridiculez que supone su actitud como desde el punto de vista de la intromisión permanente de la autoridad en asuntos que no le deberían concernir. Igualmente, la relación entre Franck y Michel (Christophe Paou) la podemos ver como muestra del fatum trágico que no podemos eludir o de la propia insensatez del protagonista y que podría hallar su eco en actitudes insensatas de otros personajes... Hasta cierto punto, todo remite al punto de vista del propio espectador que deberá rellenar los huecos de la historia con sus reflexiones e intuiciones. En gran medida, como sucedía con Joven y bonita (2013) de François Ozon, película que comentamos recientemente.
Por ello, cuando en la escena final hay alguien que busca a otro, quizás no sea sólo a un personaje de la película sino también a quien está sentado en la butaca, a quien se le quiere obligar a involucrarse en el film y que dé su respuesta personal a lo que, quizás, no tiene una respuesta fácil.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: El director lleva la propuesta hasta sus últimas consecuencias.
Lo que menos me gustó: Sus fuertes escenas de sexo no serán del agrado de todo el público.
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