EL SUEÑO DE ELLIS (o la sombra de Sirk es alargada)
TÍTULO: El sueño de Ellis.
TÍTULO ORIGINAL: The Immigrant. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: James Gray. GUIÓN: James Gray y Ric Menello. MÚSICA
ORIGINAL: Christopher Spelman. DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Darius Khondji. MONTAJE: John Axelred y Kayla Emter. INTÉRPRETES
PRINCIPALES: Marion Cotillard, Joaquin Phoenix, Jeremy Renner, Angela Sarafyan,
Maja Wampuszyc, Ilia Volok. PÁGINA WEB OFICIAL: http://www.elsueñodeellis.es/.
En los años 60, los géneros
clásicos del viejo Hollywood entraron en crisis y acabaron desapareciendo en su
formulación tradicional en los años 70. El musical, el western, el peplum o el
cine histórico de aventuras se fueron apagando para dejar paso a otras
opciones. Lo mismo sucedió con el melodrama, que fue sustituido por la comedia
dramática o dramedy, género que ha
dado títulos interesantes pero que tampoco, vistos con perspectiva, despiertan
excesivo entusiasmo: Tributo (1980)
de Bob Clark, La fuerza del cariño (1983)
de James L. Brooks, Crímenes del corazón (1986)
de Bruce Beresford, Magnolias de acero (1989)
de Herbert Ross, Mujeres bajo la luna (1995)
de David Anspaugh, Quédate a mi lado (1998)
de Chris Columbus…
Quizás por el limitado recorrido
de la comedia dramática, de vez en cuando se ha intentado recuperar el
melodrama en estado puro (o casi puro) y, así, cabe mencionar títulos como Gente corriente (1980) de Robert
Redford, La edad de la inocencia (1993)
de Martin Scorsese, Lo que queda del día (1993)
de James Ivory, Tierras de penumbra (1993)
de Richard Attenborough, El paciente
inglés (1996) de Anthony Minghella o Lejos
del cielo (2002) de Todd Haynes. Adicionalmente, cabe hablar de las
personales recreaciones del género realizadas por cineastas como Rainer Werner
Fassbinder (Las amargas lágrimas de Petra
von Kant -1972-, El viaje a la
felicidad de mamá Küster -1975-, El
matrimonio de María Braun -1979-) o Pedro Almodóvar (La ley del deseo -1987-, Tacones
lejanos -1991-, La flor de mi secreto
-1995-, Todo sobre mi madre -1999-,
Hable con ella -2002, La mala educación -2004-).
En función de los títulos
indicados, cabría distinguir tres tendencias claramente diferenciadas:
- La que trataría de abordar el
género desde una perspectiva canónica y tradicional, con escasas rupturas e
innovaciones (Tierras de penumbra, El
paciente inglés, Lo que queda del día...).
- La que utilizaría el molde del
melodrama para actualizar los temas tratados y abordar cuestiones contemporáneas
(Gente corriente, Lejos del cielo).
- Finalmente, está quien se
limita a utilizar las formas y modos del género para que el realizador dé
rienda suelta a sus ideas y obsesiones (La
edad de la inocencia y los títulos de Fassbinder y Almodóvar).
El sueño de Ellis viene a unirse a todas estas películas y, en una
primera visión, resulta difícil clasificarla y justificarla aunque,
profundizando un poco en su trama, se puede llegar a ciertas conclusiones
posiblemente válidas.
El director de El sueño de Ellis es James Gray, quien,
con anterioridad, había realizado Little
Odessa (1994), La otra cara del
crimen (The Yards, 2000), La noche es nuestra (We Own the Night, 2007) y Two Lovers (2008). En principio, resulta
llamativo que Gray se haya decantado en su nueva obra por un melodrama estricto
que tiene como trasfondo la emigración de Europa a Estados Unidos a principios
del siglo XX (en el caso de El sueño de
Ellis, la acción se desarrolla después de 1914 pero en los años previos a
la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial). Tan estricto que el
fuerte componente emocional, los sentimientos extremos y la progresiva caída y
hundimiento de la protagonista nos recordarán a multitud de clásicos que siguen
parecido esquema y se desarrollan según un planteamiento similar. Para alguien
que, por ejemplo, había sabido partir del género negro para ahondar en
conflictos familiares, personales y morales supone toda una vuelta de tuerca.
En realidad, El sueño de Ellis no es un film tan distante al resto de la obra de
Gray. Las tensiones y las traiciones en el seno de la familia, los dilemas
morales y los procesos de redención siguen estando presentes sólo que
encuadrados en una historia de emigración. Porque hay que decir que la
emigración es el tema central de esta película. Aunque podamos no entender que,
a la altura de 2014, se realice un melodrama de esta factura, hay que partir
del hecho de que, en los últimos tiempos, la inmigración desde Latinoamérica se
ha convertido en una problemática cuestión para Estados Unidos. Enfrentados a
la presencia masiva de “sin papeles” y a la continuación del flujo inmigratorio
desde el sur, con situaciones humanitarias cada vez más alarmantes,
la polarización entre quienes rechazan de plano todo tipo de amnistía y
regularización y quienes piensan que hay que reconocer la realidad de que hay
cientos de miles de ciudadanos extranjeros trabajando en el país ha llegado al
extremo de que todo un líder republicano de la Cámara de Representantes, Eric
Cantor, ha perdido las primarias para la reelección en su estado debido a su posición favorable a la segunda postura indicada.
En este sentido, la utilización de
una forma narrativa de otro tiempo para narrar un problema del presente sugiere
un subtexto bastante sutil: Gray parece estar diciéndonos que la sociedad
norteamericana sigue viendo el problema de la emigración con ojos del pasado,
que nada ha cambiado en cien años sobre el duro camino que tiene que recorrer
un emigrante para integrarse de forma normal en Estados Unidos. La primera
escena de la película, con una Estatua de la Libertad dando la espalda al
espectador sería, más allá de una visión original del monumento, la expresión
de que el ideal que representa no es accesible para los desheredados.
Posiblemente, el principal
defecto de El sueño de Ellis es que
su tema central y las preocupaciones habituales de Gray no acaban de encajar
satisfactoriamente. O, más bien, que parece que el director no ha acabado de
sentirse reflejado en los dos primeros tercios de película y, al final, las hace
aflorar de forma un tanto abrupta en el tramo final, de modo que acabamos
teniendo una sensación doble: por un lado, que lo que debería ser la evolución
natural de la historia se acaba torciendo hasta conducirla a un espíritu
radicalmente distinto al originalmente adoptado y, por otro, que tanto uno como
otro aspecto de la trama pierden intensidad por no haber apostado claramente
por uno de ellos.
A pesar de ello, las magníficas
interpretaciones de Joaquin Phoenix y Marion Cotillard y el habitual empaque
visual de Gray convierten a El sueño de
Ellis en una película resuelta satisfactoriamente y que se deja ver y
disfrutar por sus indudables habilidad y agilidad narrativas.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: Las interpretaciones de Joaquin Phoenix y de
Marion Cotillard.
Lo que menos me gustó: Es correcta pero carece de intensidad.
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