Para empezar, debo comentar que, en mi blog EL DEDO EN EL DATO, analizo esta misma película pero desde un punto de vista económico y empresarial.
JOBS (o la sombra del líder es alargada)
TÍTULO: JOBS. TÍTULO ORIGINAL: JOBS. AÑO: 2013. NACIONALIDAD: Estados Unidos. DIRECCIÓN: Joshua Michael Stern. GUIÓN: Matt Whiteley. MÚSICA ORIGINAL: John Debney. INTÉRPRETES PRINCIPALES: Ashton Kutcher, Dermot Mulroney, Josh Gad, Lukas Haas, Matthew Modine, J. K. Simmons, Lesley Ann Warren, James Woods. PÁGINA WEB OFICIAL: http://jobsthefilm.com/.
En los últimos tiempos, se han estrenado películas de temática económica y empresarial con una frecuencia inusual en relación al período previo al estallido de la crisis económica. Recordemos Inside Job (2010) de Charles Ferguson, Wall Street 2: El dinero nunca duerme (2010) de Oliver Stone, La red social (2010) de David Fincher, The company men (2010) de John Wells, Margin Call (2011) de J. C. Chandor, Moneyball: Rompiendo las reglas (2011) de Bennett Miller, Malas noticias (Too big to fail) (2011) de Curtis Hanson o A puerta fría (2012) de Xavi Puebla. Y ello, evidentemente, porque la coyuntura económica está marcando de forma indeleble el funcionamiento de nuestras sociedades y el cine quiere mostrar lo que es objeto de inquietud y zozobra.
El caso de Jobs, como el de La red social o el de Moneyball: Rompiendo las reglas, viene a ser algo distinto porque refleja un ejemplo de éxito. Posiblemente, el deseo inconsciente es el de encontrar motivos de inspiración en la experiencia de triunfadores que han podido superar las limitaciones impuestas por sus respectivas situaciones de partida e infundir optimismo a aquellos que quieren emprender una aventura similar. No obstante, al mismo tiempo, también se deja constancia, sin demasiados tapujos, de las contradicciones y del lado oscuro de esos mismos personajes, de manera que la impresión final no deja de ser equívoca y ambivalente lo cual no deja de ser un paralelismo más con la ambigua y difusa encrucijada en que actualmente nos movemos.
El caso de Jobs, como el de La red social o el de Moneyball: Rompiendo las reglas, viene a ser algo distinto porque refleja un ejemplo de éxito. Posiblemente, el deseo inconsciente es el de encontrar motivos de inspiración en la experiencia de triunfadores que han podido superar las limitaciones impuestas por sus respectivas situaciones de partida e infundir optimismo a aquellos que quieren emprender una aventura similar. No obstante, al mismo tiempo, también se deja constancia, sin demasiados tapujos, de las contradicciones y del lado oscuro de esos mismos personajes, de manera que la impresión final no deja de ser equívoca y ambivalente lo cual no deja de ser un paralelismo más con la ambigua y difusa encrucijada en que actualmente nos movemos.
Es conocido que Steve Jobs logró crear en torno a la marca Apple y sus productos toda una mística (y una mítica) que, de ser verdad lo que la película nos cuenta, no era una mera pose o un truco de marketing sino que, efectivamente, Jobs creía en la dimensión espiritual del ser humano y pensaba que, desde ella, se podía cambiar el mundo (de hecho, hay un momento de la película en que Jobs, antes que ser un jefe que está hablando a sus empleados, parece Jesucristo sermoneando a sus apóstoles). Sin embargo, conforme su empresa va creciendo y ganando en complejidad, ese punto de partida se va difuminando y el personaje acaba perdiendo el rumbo y encerrándose en sí mismo. Este proceso está muy bien descrito en el film, donde el protagonista queda plasmado como un ser crecientemente aislado en sus propias obsesiones y perdiendo los lazos con las personas que le han ayudado en su camino, de modo que la historia acaba dibujando un ciclo de auge-caída-redención que acaba dejando en un segundo plano la cuestión puramente tecnológica. Al mismo tiempo, la brillante caracterización de Ashton Kutcher, que logra mimetizar a la perfección el aspecto físico de Jobs, ayuda a que se pueda seguir este proceso de forma clara y perfectamente comprensible.
Quizás, los únicos dos fallos de la película sean que, por un lado, en su afán por mostrar las contradicciones del protagonista, acaba siguiendo en exceso, en algunos momentos, el estilo y el tono de La red social haciendo que el conjunto pierda fuerza y originalidad y, por otro, no llega a explicar en profundidad cómo el retorno de Jobs a Apple en 1997 supuso una rectificación de los errores más importantes cometidos en su primera etapa y cómo se pueden extraer bastantes lecciones de la comparación entre ambas épocas.
En definitiva, Jobs es una película correcta y entretenida que muestra con bastante fidelidad el origen y los primeros conflictos de Apple y que nos ayuda a comprender la personalidad de uno de los grandes personajes de nuestro tiempo.
Nota (de 1 a 10): 7.
Lo que más me gustó: Explica bastante bien los orígenes de Apple y el conflicto de Steve Jobs con los accionistas de la empresa en los años 80. Ashton Kutcher mimetiza el aspecto físico de Jobs.
Lo que menos me gustó: Trata muy superficialmente el papel de Jobs en su segunda etapa en Apple. En algunos momentos, se parece demasiado a La red social.
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